CAPÍTULO XXV


De la virtud del movimiento


Agora se ha de explicar la parte en que se tractarán las virtudes del movimiento, porque dividimos toda la potestad de los animales sensitivos en la facultad aprehensiva y motiva. Muévese pues en dos maneras el animal: o por respiración, que es movimiento natural, y se hallan en todos los que abundan en demasiado calor, porque en los animales imperfectos no puede estar esta virtud, como según la templanza de su naturaleza no tenga necesidad de refrigerarse, o por apetito de aquellas cosas que aprehendemos, o estimando o imaginando de qué se deva huir, o que se deva de proseguir. Del cual movimiento el instrumento principal se cree ser el corazón, como dél principalmente nazca moverse con apetito de las cosas sensibles los animales. Pero considerándolo más delicadamente, dividiremos el apetito en dos virtudes: irascible y concupiscible. Concupiscencia se halla acerca de aquellas cosas que o deleitan o parecen deleitar; con ésta deseamos y nos gozamos, nos alegramos, amamos y hazemos lo que es contrario a estas cosas, como es que nos entristecemos, abominamos, dolemos y aborrecemos. Pero la irascencia es de las cosas arduas y difíciles, y solemos acobdiciarnos a ellas de dos maneras, porque o nos espantamos por flaqueza o nos incitamos con valentía. Incitámonos con valentía cuando o somos ambiciosos o esperamos grandes cosas o somos sobervios o cobdiciosos de señorear o del todo menospreciadores. Las cuales cosas hazemos por conseguir potencia. Pero de otra manera también somos impelidos de valentía, para descendernos de las adversidades, como mando nos airamos, osamos, nos alteramos y metemos en cholera, pero espantémonos por flaqueza, cuando o huimos lo bueno o lo malo. Huimos lo bueno cuando desesperamos, o somos baxos o abyectos, o nos havemos con grande reverencia con alguno. Yten, cuando evitamos las cosas malas y adversas, o hazemos penitencia, o tememos, o hazemos otras cosas desta manera, que muestren sea pusilánimos.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS