fhernandez-Acerca de la obra

ACERCA DE LA OBRA

Notas a las ediciones digitales e impresa de las Obras

completas de Francisco Hernández, México, UNAM, 2015

 

CARLOS ZOLLA

Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad

 (PUIC-UNAM)

 

 

 

 

NOTAS ACERCA DE LA EDICIÓN ORIGINAL

 

La preparación de las ediciones digitales e impresa de las Obras completas de Francisco Hernández constituye un gran acontecimiento editorial y un nuevo acercamiento de la UNAM a la producción escrita del Protomédico del rey Felipe II, una contribución a su salvaguarda, investigación y difusión, así como el reconocimiento de la casa de estudios a un científico excepcional de la España y la Nueva España del siglo XVI, al cumplirse 500 años de su nacimiento (c.1515–1587). También, la ratificación de la importancia que se dio en la UNAM a un proyecto ejemplar que logró reunir a un excepcional grupo de investigadores (historiadores, médicos, antropólogos, lingüistas, odontólogos, paleógrafos, filólogos y traductores, botánicos, etnobotánicos, zoólogos y geógrafos) dedicado a acopiar, analizar, traducir, sistematizar, imprimir y difundir la totalidad de la obra hernandina, sumándole un conjunto de estudios especializados y la hasta hoy insuperada biografía del médico y naturalista toledano preparada por Germán Somolinos D’Ardois.1

Quizás resulte oportuno recordar en este año de 2015, aunque sea de manera breve, hechos y circunstancias que contribuyeron a hacer de la obra de Hernández el más importante estudio de la herbolaria medicinal mexicana del siglo XVI, por una parte, y destacar aspectos sobresalientes del proyecto de la UNAM, por la otra. Digamos, de paso y sin ironía, que ver que en la UNAM se materializaba (entre 1959 y 1985) el complejísimo proyecto que hoy nos sirve de base para las versiones impresa y digitales, contribuye a corregir la infausta suerte de los escritos del protomédico, que llevaron a Somolinos D’Ardois a afirmar: “Probablemente una de las características más sobresalientes de la obra hernandina ha sido su fracaso editorial, que impidió al autor ver impresa una sola página de sus trabajos.” Y es que, en efecto, un conjunto de circunstancias nefastas se conjugaron para que Hernández fuera impedido de gozar del reconocimiento como el más grande investigador de la naturaleza mexicana del siglo XVI, rasgo que advirtieron  algunos de sus contemporáneos y celebraron los siglos posteriores.2

 La “historia mexicana” de Hernández se inició formalmente el 11 de enero de 1570, al ser nombrado por el rey Felipe II “Protomédico general de todas las Indias, islas y tierra firme del Mar Océano (…) por tiempo y espacio de cinco años”, destacándolo para una misión que la corona juzgó prioritaria3 y reconociendo los “altísimos méritos” del médico toledano. En efecto, señala Somolinos: “No hubo nunca protomédico cuya jurisdicción abarcase territorio más extenso. El título se inicia con una lisonja del rey para Hernández; le dice: mandamos ‘a vos el Dr. Francisco Hernández, nuestro médico, ir a hacer la historia de las cosas naturales de nuestras Indias por la noticia y experiencia que de cosas semejantes tenéis, por que acatando vuestras letras y suficiencia y lo que nos habéis servido y esperamos que nos serviréis en esto que así vais a entender por nuestro mandado’.”4 Pero (la minuciosa reconstrucción de hechos y procesos realizada por Somolinos resulta crucial para disipar errores, precisar datos a partir de la consulta en las fuentes originales y, de paso, explicar las razones de las desventuras en la etapa final de la vida de Hernández) sería necesario un trabajo como el que realizó la UNAM –con la luz de los estudios contemporáneos– para ver reunidos todos los escritos de Hernández y justipreciar el lugar en la obra, en la ciencia de su tiempo y en la etnobotánica posterior, de su Historia natural de Nueva España, de la Historia natural de Cayo Plinio Segundo, de las Antigüedades de Nueva España e, incluso, del texto tardíamente descubierto De la enfermedad de la Nueva España del año 1576 llamada por los indios cocoliztli. Más aún, el escrito sobre el cocoliztli5, de apenas dos páginas, recogido en esta edición de la UNAM, permite apreciar y valorar las razones de la prolongación de la estancia de Hernández en México por casi un año, dedicado a la atención de las víctimas de la “pestilencia” en el Hospital Real de Naturales. Y es que, en efecto, cumplido el plazo que la corona había otorgado a Hernández para que elaborara su gran informe sobre la naturaleza de los territorios novohispanos, la devastadora epidemia de cocoliztli (“Comenzó tal peste en el mes de junio de 1576 y no ha terminado en enero cuando trazamos estas líneas” [en 1577], escribe Hernández) hizo que el virreinato reclamara sus servicios en vista de su prestigio médico y de su experiencia en la realización de “anatomías” (autopsias) que ayudaran a la comprensión de la enfermedad y sus efectos en el cuerpo de las víctimas. “Sabido por el muy excelente Señor Virrey que los remedios de tan famosos médicos y sus pareceres no aprovechaban, mandó que se hiciesen anatomías –escribió en esos días López de Hinojosos–; y por ser el hospital real [“el Hospital Real de Indios desta ciudad”] el más acomodado y adonde hay mayor refrigerio que en toda la Nueva España por favorecerlo tan ampliamente como siempre lo favorece su Excelencia por respeto de ser este bien para los naturales, y haber en el dicho hospital, en el dicho tiempo, más de doscientos enfermos de ordinario, y así se hicieron en él anatomías y yo propio por mis manos las hice estando presente el doctor Francisco Hernández, protomédico de su Majestad que al presente estaba haciendo experiencia de las yerbas medicinales, purgativas y otras cosas naturales de esta Nueva España, las cuales hacía por mandato de su Majestad; el cual después de haber visto las anatomías que se hicieron dio noticia de ello a su Excelencia y dijo que era veneno, para lo cual convenía que se trajesen y usasen de cosas contra veneno. Y así lo mandó su Excelencia al dicho protomédico, asistiese y curase a los enfermos en dicho hospital.”6

Se trató entonces, decimos, de un nuevo acercamiento de la UNAM a la obra de Hernández, pues más allá de investigaciones específicas que aparecieron en publicaciones periódicas de la universidad, en el lapso comprendido entre 1942 y 1946 el Instituto de Biología (IB) publicó la Historia de las Plantas de la Nueva España en tres tomos, resultado de un proyecto dirigido por el Dr. Isaac Ochoterena Mendieta. Al presentarse años después (entre 2004 y 2010) la versión electrónica de esta obra, Ma. Hilda Flores Olvera –de destacada labor junto a Javier Valdés en la sistematización de los datos para identificación de las especies botánicas registradas por Hernández– ofreció un conjunto de precisiones sobre el desarrollo del proyecto en el IB, los obstáculos para avanzar en la determinación taxonómica de las plantas y los nexos que los autores veían entre la obra de Hernández, el Códice de la Cruz-Badiano y las ilustraciones de la Real Expedición Botánica a la Nueva España de Sessé y Mociño: “La publicación de la aportación de Francisco Hernández fue fragmentaria –señala Flores Olvera– hasta la edición de la UNAM titulada Obras Completas de Francisco Hernández, una serie de siete tomos publicados de 1959 a 1985. En la edición romana se publicaron únicamente las descripciones de las plantas medicinales con ilustraciones, mientras que en la edición matritense se publicaron todas las descripciones de plantas hechas por Hernández sin ilustraciones. El antecedente de la publicación de la Historia de las Plantas de Nueva España en las Obras Completas, es el que ahora se presenta en formato electrónico7. Esta edición consta de tres tomos publicados de 1942 a 1946, bajo la dirección del Dr. Isaac Ochotorena Mendieta. El entonces director del IB, con un grupo de académicos del mismo Instituto, se dio a la compleja tarea de la identificación de las plantas descritas por Francisco Hernández. Esta edición contiene las descripciones tomadas de la edición matritense traducidas al español, con las ilustraciones de la edición romana. Dada la iniciativa de publicar los 24 libros en los que están organizadas las descripciones de las plantas, en capítulos, como parte de las Obras Completas, la edición del IB se suspendió en 1946, con la publicación del tercer tomo, que contiene hasta el libro siete. La Historia de las Plantas de Nueva España fue publicada por la UNAM en su totalidad en 1959 en dos volúmenes del tomo III (Historia Natural de Nueva España). En 1984 en el tomo VII titulado Comentarios a la Obra de Francisco Hernández, fueron vertidas las identificaciones propuestas por los principales estudiosos de las plantas descritas por Francisco Hernández a través de la historia, incluyendo, desde luego, las aportadas en la edición del IB.”8

En efecto, siendo rector el Dr. Nabor Carrillo, bajo la dirección de los doctores Efrén C. del Pozo y Germán Somolinos D’Ardois se constituyó en la UNAM, el 10 de octubre de 1956, la Comisión Editora de las Obras Completas de Francisco Hernández. El entusiasmo anterior por la obra de Hernández, que motivó importantes trabajos de Joaquín García Icazbalceta, Francisco del Paso y Troncoso, y Nicolás León –ha recordado Somolinos–, se habría diluido “si no es porque un día de septiembre de 1955 el doctor Del Pozo tomó la iniciativa, laboró con tesón y aportó los medios para hacer realidad la obra que hoy presentamos. Consiguió reunir un grupo de investigadores y aficionados a la Historia que de la manera más desinteresada trabajó con empeño durante varios años con el propósito de reivindicar la figura de este gran humanista del siglo XVI que si bien fue español por su origen, es tan mexicano por su obra, que difícilmente puede ser estudiado en otro lugar que no sea la historia científica de México.”9

En efecto, la edición por la UNAM de las Obras completas de Francisco Hernández  permitía que volvieran a México los textos de la Historia de las plantas de la Nueva España en donde fueron forjados, acompañados de la totalidad de sus escritos, muchos de ellos elaborados en España: “En la edición que ahora presentamos –señaló La Comisión en la “Noticia Preliminar” al volumen I de la Historia natural de Nueva España–, se han reunido por primera vez en una sola obra las observaciones que sobre la naturaleza mexicana: plantas, animales y minerales, hiciera Hernández en la fecha señalada [1571-1576]. (…) Las ediciones o transcripciones anteriores (Barrios, 1605; Ximénez, 1615; edición romana, 1630-1651; edición matritense, 1790, y edición mexicana, 1942) no habían logrado presentar en una sola publicación la totalidad de los escritos de Hernández sobre historia natural, los cuales además, sufrieron a veces importantes alteraciones y mutilaciones.” Y continuaba la nota, dando cuenta de la complejidad de la tarea: “La presente traducción [de la Historia de las plantas de Nueva España] es obra de José Rojo Navarro, quien trató de interpretar en ella de la manera más exacta posible el texto latino de Hernández, lo que en ocasiones resultó tarea extraordinariamente ardua, pues surgieron con frecuencia dificultades en traducción e interpretación, debidas unas veces a lo deficiente de las antiguas ediciones, otras a las descripciones del autor, poco precisas o elaboradas en un difícil latín profesional de su época, y muchas otras, finalmente, a la falta en el protomédico de criterio uniforme para la escritura de los nombres indígenas de Nueva España.”10

 Vale la pena mencionar también otras cuestiones que son evidenciadas en la publicación (más allá de la letra de los textos de Hernández), gracias a la ardua y rigurosa exégesis de los especialistas convocados por la UNAM, que ordenaron la totalidad de los trabajos de Hernández bajo cinco categorías:

  1. Originales de Hernández editados.
  2. Trabajos de Hernández editados después de arreglados, compendiados o parcialmente incluidos en obras de otros autores.
  3. Manuscritos inéditos conocidos.
  4. Manuscritos inéditos y perdidos, pero vistos y anotados por otros autores.
  5. Manuscritos inéditos, ignorados y desconocidos, de los cuales se tiene noticia por las propias referencias de Hernández.11

La primera de estas cuestiones se refiere al notable interés en México –en la Nueva España, primero, en el México republicano más tarde–, y en la misma Europa, por la obra de Hernández, más allá de los innumerables tropiezos que ésta encontró, como se dijo, en vida del protomédico. Más aún, en no pocos casos, reconstruir las circunstancias adversas, explicar las motivaciones que subyacían a las decisiones (de la corona, por ejemplo), ubicar la personalidad y la obra de Hernández en el contexto de la ciencia médica española, atisbar en aquellas páginas que hacían de Hernández un científico a caballo entre el Medioevo y el Renacimiento, y, por supuesto, poder apreciar el conocimiento que de los vegetales con propiedades terapéuticas poseían los pueblos indígenas que hicieron posible la colecta de 3,076 plantas en el lapso de poco más de cinco años, fueron aspectos o temas que el proyecto editorial no sólo acogió sino que abrió el espacio para nuevas empresas de investigación.

En efecto, basta una rápida mirada a la lista de integrantes del grupo que pasó a ocuparse de la edición de las obras de Hernández para comprobar, al menos: el creciente interés de un vasto números de investigadores de las más diversas disciplinas por la obra del protomédico (insisto: de las más diversas disciplinas); el espíritu de interdisciplinariedad que animaba los trabajos y las colaboraciones entre los participantes; el enorme esfuerzo realizado (el adjetivo “editorial” dado a la Comisión está lejos de reflejarlo), que incluía la búsqueda y el acopio de los materiales; el análisis comparativo de las versiones de los textos de Hernández cuando, como ocurrió, se disponía de más de una; la traducción del latín al español (a un español diferente al del siglo XVI, la lengua materna de Hernández); el análisis, también comparado, cuando (como en el caso de las Antigüedades de Nueva España) se estimó que el autor recurrió a fuentes cercanas, inéditas; la determinación taxonómica de las plantas medicinales colectadas y descritas por Hernández; o la confrontación de las ediciones europeas y de las mexicanas tempranas, con ediciones posteriores (Somolinos comparó, por ejemplo, la edición mexicana del Ximénez de 1615 –Quatro libros, de la naturaleza, y virtudes de las plantas, y animales que están receuidos en el uso de Medicina en la Nueva España, y la Methodo, y corrección, preparación, que para administrallas se requiere con lo que el Doctor Francisco Hernandez escriuio en Lengua Latina–, con otra mexicana de 1888 y una más, también mexicana y del mismo año [!]: la primera, de la Secretaría de Fomento, y de la Imprenta y Litografía en la Escuela de Artes la segunda. Por si fuera poco, Somolinos cotejó todo lo anterior con el INDICE ALFABÉTICO DE LA OBRA DE FR. FRANCISCO JIMÉNEZ, TITULADA: CUATRO LIBROS DE LA NATURALEZA… publicado por la Secretaría de Fomento en 1900, y con la obra del padre Nieremberg, De historia naturae peregrinae [1635] que contiene “numerosísimas descripciones de animales, plantas y minerales, tomadas de Hernández y mezcladas con las de otros autores”).12

Esta cuidadosa indagación en los escritos de Hernández, en textos de la época o inmediatamente posteriores que estaban vinculados, en archivos públicos y privados e, incluso, en las trayectorias biográficas de los personajes (Hernández, naturalmente, pero también el rey Felipe II, Arias Montano, Nardo Antonio Recchi o Nicolás Monardes, en Europa, y fray Bernardino de Sahagún, fray Francisco Ximénez, Gregorio López, Bernardino Álvarez, López de Hinojosos, en México), permitió avances sustanciales en la comprensión de la obra y de su impacto científico posterior.

Miguel León-Portilla, miembro de la Comisión Editorial, por ejemplo, esclareció en varios escritos la deuda que Hernández contrajo con Sahagún al tomar información del franciscano e incorporarla a las Antigüedades de Nueva España, fenómeno que había sido advertido previamente por Joaquín García Pimentel. “Durante el lustro que siguió, de 1570 a 1575 –escribe León-Portilla–, tiempo en que Fray Bernardino se vió privado de sus escritos, fue cuando otros varios autores, entre ellos el célebre protomédico de Felipe II, Dr. Francisco Hernández, quien estuvo en la Nueva España por esos años, tuvo ocasión de conocer en diversos conventos franciscanos varias partes de la documentación en náhuatl y aún de la Historia en castellano de Sahagún. Este hecho explica los que hoy se considerarían como ‘plagios literarios’ de parte de algunos de esos autores. En especial, refiriéndonos al caso del Dr. Hernández, además de mencionar los muchos datos tomados por él de la obra en castellano de Sahagún e incluídos en su De Antiquitatibus Novae Hispaniae, debe señalarse expresamente que tradujo al latín, sin variante alguna, el resumen castellano hecho por Fray Bernardino de los textos nahuas acerca de los ritos, sacrificios y sacerdotes que precisamente se incluyen en esta edición.”13 Controversial asunto que llevó a Somolinos a sostener –reconociendo el trabajo comparativo de León-Portilla–: “Para muchos autores es seguro que utilizó [para sus Antigüedades de la Nueva España] los escritos de Sahagún, Gómara, Motolinía y Hernán Cortés. Sin embargo, no es completamente aceptable esta afirmación”.14 Y ante las afirmaciones de García Icazbalceta de que “quien más se aprovechó, no tan solo de los escritos de Sahagún, sino hasta de las pinturas que las ornaban”, Somolinos recurre a un texto del hijo de aquél (Luis García Pimentel), “mejor conocedor de Hernández, [quien] después de estudiar la obra y comentarla, dice: ‘Como se ve, el Dr. Hernández ha tomado algo de Sahagún, pero ni tomó todo, ni todo lo de Hernández es de Sahagún; por consiguiente bebió en otras fuentes’. Y nosotros suponemos que muchas de las semejanzas entre ambos se deben a la identidad de las fuentes vivas utilizadas, ya que con seguridad Hernández tuvo que acudir a los mismos ancianos indígenas, conocedores de los antiguos ritos, que informaban a Sahagún y a todos los demás cronistas sobre los mismos hechos y probablemente con las mismas palabras.”15

A la inversa, son legión –como gustaba decir Aguirre Beltrán– quienes consultaron, citaron, copiaron e, incluso, tergiversaron la información hernandina: “Resulta imposible reseñar todo lo que los autores posteriores tomaron de Hernández. El despojo fue inmediato y comenzó aun en vida del autor. Ximénez, en la obra de 1615 (…), ya se queja de que en México ‘el Dr. Fr. Agustín Farfán, Ioan de Barrios, Alonso López de Hinojosa, de la Compañía, y otros muchos’, aprovechándose de las obras hernandinas, ‘ayan trasladado muchas copias de el Dr. Francisco Hernández, suyas en el nombre y de todo punto corruptas, assí en los vocablos como en los medicamentos’, imprimiéndolas a pedazos de sus obras. Si esto pasó en México –remata Somolinos–, en Europa no fue menor el despojo. Después del “arreglo” de Recco o Recchi hasta las obras de Ray y de Laet, raro es el naturalista o médico que al hablar de América no intercale trozos de Hernández, obtenidos casi siempre de segunda o tercera mano.”16

¿Figuran en esta edición de la UNAM la totalidad de los escritos hernandinos? ¿Reposan en acervos oficiales, en colecciones privadas o en otro tipo de repositorios parte de los “materiales perdidos”, como los textos sobre Canarias o Haití? ¿La azarosa ruta de los textos y de las láminas alienta las esperanzas de estudiosos, bibliófilos o historiadores de encontrar un día parte del tesoro –como se le denominó en numerosas ocasiones– de la primera gran expedición científica a América y, en particular, a México? En cualquier caso, los indicios que, como escribió alguna vez Nicolás León, “hoy sirven para hacer más sensible la pérdida” no han cesado de enviar señales a las generaciones posteriores. Concluimos, por fuerza de las circunstancias, reproduciendo una conclusión de nuestro multicitado Germán Somolinos: “Por tanto, el problema sigue en pie; esperemos que algún día se pueda efectuar un estudio detenido de estos materiales [presuntamente hernandinos] que, en caso de ser auténticos vendrían a llenar una de las lagunas más importantes con que se tropieza en las investigaciones sobre la obra de Hernández.”



1 Somolinos D’Ardois, Germán, “Vida y obra de Francisco Hernández”, en Francisco Hernández, Obras completas, México, UNAM, 1960, tomo I, pp. 95-483. Los textos o cifras entre corchetes […] son mías, CZ. Aclaro, de paso, que no siempre la aparición sucesiva de los volúmenes editados por la UNAM correspondió a una secuencia cronológica; así, por ejemplo, el Vol. II de las Obras completas apareció antes (1959) que el Vol. I (1960).

2 Sobre la valoración de Hernández en México y el mundo (hasta el momento de redactarse la biografía), véase Somolinos, op cit., pp. 354-373. Volveremos más adelante sobre el tema.

3 Reiteradamente, el propio Hernández recordaría, a propósito de la instrucción del monarca: “No es nuestro propósito dar cuenta sólo de los medicamentos, sino de reunir la flora y componer la historia de las cosas naturales del Nuevo Mundo, poniendo ante los ojos de nuestros coterráneos, y principalmente de nuestro señor Felipe, todo lo que se produce en esta Nueva España.”

4 Somolinos, p. 149.

5 Cocoliztli o cocoliztle. De ambas formas aparece nombrada esta devastadora epidemia en los escritos de investigadores de los siglos XIX y XX que se han ocupado del tema, incluido el propio Somolinos. Véase, por ejemplo, su “Estudio histórico” al llamado Códice Badiano en Martín de la Cruz, Libellus de medicinalibus indorum herbis. Versión española con estudios y comentarios por diversos autores, México, Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexicano del Seguro Social, 1991, pp. 165-191. Digamos, de paso, que Somolinos menciona la anterior epidemia de cocoliztli de 1545 a partir del testimonio de fray Bernardino de Sahagún Sahagún en su Historia general de las cosas de Nueva España, Porrúa, México, 1956.

6 Alonso López de Hinojosos, Suma y Recopilación de Cirugía con un arte para sangrar muy útil y provechosa, México, Academia Nacional de Medicina, 1977 (la edición original es de 1578) que contiene una “Presentación” de Fernando Martínez Cortés, y una extensa “Vida y obra de Alonso López de Hinojosos” de Gernán Somolinos D’Ardois, ambos activos participantes en el proyecto de la UNAM que comentamos. Hechos como éste nos ilustran sobre los “vasos comunicantes”, para decirlo de alguna manera, entre los proyectos y el clima intelectual del siglo XX a propósito de la historia médica de México, la biología, la farmacopea, la etnobotánica medicinal y materias afines. No parece entonces casual que Somolinos insertara la siguiente nota en la obra de López de Hinojosos: “HERNÁNDEZ, Francisco, Protomédico de Felipe II enviado por el rey a conocer y explorar las riquezas naturales de América, permaneció en México siete años durante los cuales escribió la primera historia natural de México, redactada por un científico. Véase: Francisco Hernández, Obras completas (Ed. Universidad Nacional de México), 1959-1961. El proyecto original de esta obra estaba previsto en seis volúmenes de los cuales han aparecido ya los cuatro primeros y el quinto está en prensa.” Ibid, p. 39, n. 2.

7 Véase http://www.ibiologia.unam.mx/plantasnuevaespana/prologo.html consultado en diciembre de 2014. El párrafo de Flores que reproducimos aquí corresponde al “Prólogo” de esa versión digitalizada de la Historia de las Plantas de Nueva España por Francisco Hernández.

8 Valdés, Javier y Hilda Flores, “Historia de las Plantas de Nueva España”, en Obras completas de Francisco Hernández, Tomo VII Comentarios a la obra de Francisco Hernández, México, UNAM, 1984, pp. 9 a 222. En el Índice General del volumen el trabajo de Valdés y Flores es denominado “Comentarios a la Historia de las Plantas de Nueva España”, p. 375. Somolinos destaca la importancia de esta labor para el conocimiento y la valoración de Hernández; sin embargo, con el rigor que lo caracteriza, luego de señalar que “esta difusión se tradujo en un aumento considerable de los trabajos aparecidos sobre Hernández, así como en el inevitable deseo de conocerlo completo”, critica puntualmente errores, omisiones, descuidos tipográficos y confusiones de los responsables de la obra. Crítica, por cierto, que había iniciado Efrén C. del Pozo en dos publicaciones de 1946 y 1949. Véase Somolinos, “Vida y obra…”, pp. 371-372 y 397-398.

9 SOMOLINOS D’ARDOIS, Dr. Germán, “Francisco Hernández, protomédico de las Indias”, Gaceta Médica de México, Tomo XCII Nº 7, Julio de 1962, pp. 609-616. Se trata de una ponencia de Somolinos leída en la sesión del 25 de octubre en la Academia Nacional de Medicina. Afirmación parcialmente cierta, si se repara en la extensa bibliografía recopilada o consultada por Somolinos que muestra el interés en numerosos países por la obra de Hernández.

10 “Noticia Preliminar” de La Comisión, en Hernández, Francisco, Obras completas, II, Historia natural de Nueva España, volumen I, México, UNAM, 1959, pp. IX-X.

11 Desde antes de la constitución de la Comisión Editora, puede advertirse en varios escritos de Somolinos esta quíntuple agrupación de las obras de Hernández. Véase, por ejemplo, Germán Somolinos D’Artois (sic), “El fracaso editorial de la obra de Francisco Hernández”, Cuadernos Americanos, Vol. LV, Nº 1, Enero-Febrero de 1951, pp. 163-179.

12 Somolinos, “Vida y obra…”. Véase el Apéndice B. “Bibliografía Hernandina”. Las referencias a las que aludimos, en pp. 393 a 440.

13 León-Portilla, Miguel, Ritos, sacerdotes y atavíos de los dioses. Introducción, paleografía, versión y notas de Miguel León-Portilla. Fuentes Indígenas de la Cultura Náhuatl. Textos de los informantes de Sahagún: 1, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1992, p. 20. También Miguel León-Portilla, “Un testimonio de Sahagún aprovechado por Chimalpahin: Los olmecas en Chalco-Amaquemecan”, Estudios de Cultura Náhuatl, http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/nahuatl/pdf/ecn14/206.pdf, p.96, consultado en diciembre de 2014.

14 Somolinos, op. cit., p. 402.

15 Ibídem, p. 403.

16 Ibídem, p. 404.

 

 

 

 

NOTAS TÉCNICAS

 

Obras completas de Francisco Hernández, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2015. Tomos I a VII, 8 volúmenes.

 

Versión digital

 

En la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC), de la Universidad Nacional Autónoma de México, se llevó a cabo el proceso de digitalización de cada uno de los tomos de las Obras completas de Francisco Hernández, obteniéndose imágenes digitales en alta resolución (600 dpi).

Dado que esta edición ofrece la posibilidad de consultar la obra en diferentes modalidades, fue necesario realizar distintos procedimientos para lograr los tres formatos de presentación disponibles: HTML, EPUB y SLIDE.

  • Para la generación de los formatos HTML y EPUB, se aplicó un proceso de Reconocimiento Óptico de Caracteres sobre las imágenes de alta resolución, con lo cual fue posible extraer, para su cotejo y corrección, todos los textos de la obra. Paralelamente, a partir de estas mismas imágenes, se extrajeron, editaron y optimizaron cada una de las ilustraciones y mapas contenidos en la obra.
  • Posteriormente, con todos los textos, ilustraciones y mapas se realizó una nueva formación de la obra con el programa Adobe InDesign, que permitió obtener tanto los formatos de consulta en pantalla (4,850 archivos HTML),  como los de descarga y lectura en dispositivos móviles (130 archivos EPUB).
  • Para la generación de los archivos SLIDE, se aplicó un proceso de edición y optimización sobre las imágenes en alta resolución. Posteriormente, con las imágenes obtenidas se formó un archivo PDF por cada uno de los capítulos, y a partir de ellos se generaron los 130 archivos SLIDE como la edición facsimilar digital de la obra.
  • Todos estos contenidos, fueron integrados para su consulta gratuita en diferentes modalidades a través de un sitio web semi-responsivo.

 

Modalidades de consulta

 

Para consultar esta versión digital e ingresar a los tomos, existen tres modalidades por las que puede optar el usuario: 1) búsqueda de información por obra,  2) mediante índices específicos con la búsqueda avanzada (alfabético, de capítulos, del tomo) y 3) a través del mapa de sitio.

Cada tomo tiene su página de inicio particular en donde el acceso a los contenidos respeta la estructura original de los volúmenes de la versión impresa; sin embargo, la versión electrónica nos abre la posibilidad de visualizar los tomos en formatos HTML, EPUB y SLIDE, los cuales permiten hacer uso de herramientas de lectura, un menú de navegación del contenido e interactividad en la citas (EPUB y HTML). Además, se puede recurrir a un índice alfabético dentro de cada tomo, en donde se conjuntan todos los temas en una sola ventana y dan al usuario otra modalidad más para identificar su búsqueda.

Desde el punto de vista del diseño, se decidió que los sellos y colores ocupados en las páginas de inicio y en los textos tengan una unidad y correspondencia:

     

  •   Rojo para la Vida y obra de Francisco Hernández
  •  Anaranjado para la Historia Natural de la Nueva España
  •   Amarillo para la Historia Natural de Cayo Plinio Segundo
  •   Morado para los Escritos Varios
  •   Azul para los Comentarios a la Obra de Francisco Hernández

 

 

De esta manera, a través de un código de color, el usuario o lector puede asociar el material que se encuentre consultando con el tomo de la obra correspondiente. El sitio presenta, además, un menú principal que ofrece información adicional sobre la obra: Acerca de, Cronología de la vida de Francisco Hernández,  Participantes y Sitios de interés relacionados.

 

 

 

 

Versión impresa

 

El conjunto de trabajos para elaborar la versión impresa de las Obras completas de Francisco Hernández, estuvo a cargo de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (DGPyFE), de la Universidad Nacional Autónoma de México. No existiendo negativos de la formación tipográfica, se utilizaron las imágenes cuidadosamente digitalizadas por la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación.

La Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, después del cotejo contra los originales, procedió a componer la formación página por página en un programa de diagramación para maquetar los interiores, cuidando que las imágenes, trabajadas en escala de grises, tuvieran la suficiente definición. Hubo necesidad de retocar no sólo ilustraciones sino capitulares y ornamentos, así como relizar una labor de limpieza para eliminar fondos de color. Siguiendo la disposición de la caja tipográfica se elaboraron las hojas maestras para las páginas liminares y el colofón, las cuales se uniformaron. También se tuvieron que reconstruir la portada y la camisa de cada tomo. Después se repasaron los cortes e inicios de cada página para vigilar la secuencia de la paginación. Terminado el trabajo y preparado el arte final, es decir convirtiendo las letras a vectores, se prepararon los archivos para impresión, cambiando la resolución a trama o puntos por pulgada, mismos que se entregaron a la imprenta. La reproducción se realizó bajo sistema offset.

Para emular las características físicas de la primera edición bajo el sello UNAM se escogió una publicación de siete tomos en ocho volúmenes refinados a 21 x 32.6 cm y tamaño final, ya encuadernado, de 22.2 x 33.6 cm impresos a una tinta frente y vuelta sobre papel ligero Book Creamy de 60 g. La encuadernación, integrada con cuadernillos cosidos y pegados y cubiertas en cartoné, lleva forros impresos a 1 x 0 tintas sobre papel couché blanco importado de 130 g más laminado mate y guardas sin entinte de papel cartulina Clásico Marfil de 210 g. El acabado es de lujo con lomo redondo y cubrepolvo impreso a dos tintas sólo frente sobre papel Sundance Smooth Natural White de 104 g.

 

 

 

 

N.B. Las ediciones digitales e impresa contaron, para su realización, con la inestimable labor del Lic. Miguel Ángel Mejía Argueta (Encargado de Acervos Digitales de la DGTIC), de la Lic. Janine Alhelí Rivera Maldonado (Diseñadora y Comunicadora Visual de la DGTIC), y de la Lic. Elsa Concepción Botello López (Subdirectora Editorial de la DGPyFE) y el Act. Guillermo Chávez Sánchez (Subdirector de Revistas Académicas y Publicaciones Digitales de la DGPyFE).

 

 

 

 

 

Anexo

 

Índice General de las Obras completas de Francisco Hernández,

tomos I al VII (ocho volúmenes), México,

 Universidad Nacional de México, 1959-1985

 

Tomo I

Vida y obra de Francisco Hernández, México, Universidad Nacional de México, 1960, 485 pp., ils.

 

José Miranda, “España y Nueva España en la época de Felipe II” (pp. 7-93).

Germán Somolinos d’Ardois, “Vida y obra de Francisco Hernández” y “Apéndices” (pp. 95-482).

Índice de láminas: pp. 461-467; Índices: pp. 468-482, Índice general, pp. 483-485.

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 15 de mayo de 1961, en la Imprenta Nuevo Mundo. Se tiraron 50 ejemplares en Papel de Holanda “Van Gelder”, numerados en cifras romanas del I al L y reservados para la Comisión editorial, 100 en el mismo papel numerados en cifras arábigas del 1 al 100 y 2,000 ejemplares en papel “Special Text”. Edición al cuidado de José Miranda, Germán Somolinos D’Ardois, Martí Soler, Huberto Batis y Lauro José Zavala.

 

Tomo II

Francisco Hernández, Historia Natural de Nueva España, vol. I, México, Universidad Nacional de México, 1959, 476 pp., ils.

 

La Comisión “Noticia preliminar” (pp. IX-X).

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 31 de julio de 1959, en la Imprenta Nuevo Mundo. Se tiraron 50 ejemplares en Papel de Holanda “Van Gelder”, numerados en cifras romanas del I al L y reservados para la Comisión editorial, 100 en el mismo papel numerados en cifras arábigas del 1 al 100 y 2000 ejemplares en papel “Special Text”. Edición al cuidado del traductor del latín José Rojo Navarro, y de Faustino Miranda, Enrique Rioja, Germán Somolinos D’Ardois, Alexandre Stols y Lauro José Zavala.

 

Tomo III

Francisco Hernández, Historia Natural de Nueva España, vol. II, México, Universidad Nacional de México, 1959, 454 pp., ils.

 

Lauro José Zavala “Índice analítico” (pp. 415-418)

Índices: pp. 419-524; “Índice general”, pp. 525-554

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 31 de agosto de 1960, en la Imprenta Nuevo Mundo. Se tiraron 50 ejemplares en Papel de Holanda “Van Gelder”, numerados en cifras romanas del I al L y reservados para la Comisión editorial, 100 en el mismo papel numerados en cifras arábigas del 1 al 100 y 2,000 ejemplares en papel “Special Text”. Edición al cuidado del traductor del latín José Rojo Navarro y de Faustino Miranda, Enrique Rioja, Germán Somolinos D’Ardois, Alexandre Stols y Lauro José Zavala.

 

Tomo IV (vol. I)

Francisco Hernández, Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, vol. I, México, Universidad Nacional de México, 1966, 438 pp., ils.

 

Germán Somolinos D’Ardois, “Plinio, España y la época de Hernández” (pp. IX-XXIII); Ma. del Carmen Nogués, “Introducción”, (pp. XXV-XXXII).

Índices: no tiene.

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 30 de julio de 1966, en los talleres de Editorial Galache. Se tiraron 150 ejemplares en Papel Holanda “Van Gelder” y 2,000 ejemplares en papel “Special Text Laid”. Edición al cuidado de Martí Soler-Vinyes.

 

Tomo IV (vol. II)

Francisco Hernández, Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, vol. II., México, Universidad Nacional de México, 1976, 563 pp., ils.

 

Índices: pp. 521-548; Índice general: 549-563.

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 30 de junio de 1976, en los talleres de Imprenta Nuevo Mundo, 150 ejemplares en Papel Holanda “Van Gelder” y 2,000 ejemplares en papel “Special Text Laid”. Edición al cuidado de María del Carmen Nogués de Téllez y Martí Soler-Vinyes.

 

Tomo V

Francisco Hernández, Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, vol. IIa., México, UNAM, 1976, 214 pp.

 

Efrén C. del Pozo “Introducción a los libros 26 al 37 de la Historia natural de Plinio según traducción de Jerónimo de Huerta” (pp. 5-7).

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 30 de agosto de 1976, en los talleres de Editorial Galache. La edición consta de 2,150 ejemplares. 50 ejemplares en Papel holandés “Van Gelder” numerado en cifras romanas del I a L y reservados para la Comisión editora, 100 en papel Chebuco, numerados en cifras arábigas del 1 al 100 y 2,000 ejemplares en papel “Special Text”. Edición al cuidado de Martí Soler-Vinyes.

 

Tomo VI

Francisco Hernández, Escritos varios, México, Universidad Nacional de México, 1984, 548 pp., ils.

 

Juan Somolinos Palencia “Introducción general” (pp. 9-19);

Tarsicio Herrera Zapién “Los valores del poema latino de FH” (pp. 25-35);

Miguel León-Portilla “Introducción” (pp. 39-46);

Joaquín García Pimentel “Al lector” (pp. 45-46);

Elsa Cecilia Frost “Los intereses filosóficos de FH” (pp. 201-218);

Elías Trabulse “Introducción” (pp. 409-426);

Germán Somolinos D’Ardois “El manuscrito del cocoliztli” (pp. 475-480);

Rafael Martín del Campo “Introducción” (pp. 485-489); Martí Soler “Nota aclaratoria” (pp. 495-496).

Índices: pp. 509-540.

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 15 de febrero de 1985, en los talleres de Editorial Galache, los títulos de las diversas partes se compusieron en Redacta y la fotografía se imprimió en Imprenta Madero. La edición consta de 2,150 ejemplares, 150 ejemplares en Papel “Van Gelder”, de los cuales 50 numerados en cifras romanas del I al L y reservados para la Comisión Editora y 100 numerados en cifras arábigas, del 1 al 100, y 2,000 en papel Cromos ahuesado. Edición al cuidado de Martí Soler-Vinyes.

 

Tomo VII

Comentarios a la obra de Francisco Hernández, México, Universidad Nacional de México, 1985, 376 pp.

 

Javier Valdés y Hilda Flores, “Comentarios a la Historia de las plantas de Nueva España” (pp. 7-222);

Enrique Beltrán, Ticul Álvarez, Miguel Álvarez del Toro, Hobart M. Smith, Alfredo Barrera, Anita Hoffmann y José Álvarez, “Historia de los animales de Nueva España” (pp. 223-256);

Carlos Prieto, “Historia de los minerales de Nueva España” (pp. 257-264);

Fernando Martínez Cortés, “Aspectos médicos de la Historia de las plantas de Nueva España” (pp. 265-287);

Samuel Fastlicht, “La odontología en las obras de Francisco Hernández” (pp. 287-294); “Apéndice y comentarios al Plinio y a su intérprete (pp. 295-373), contiene:

Rubén López Recéndez, “Francisco Hernández en la geografía” (pp. 297-306);

Teófilo Herrera, “Los libros de botánica” (pp. 307-336);

Rafael Martín del Campo, “La zoología” (pp. 337-338);

Mario Samamé Boggio, “Colofón a los libros 26 al 37” (pp. 339-340);

Índices: A. Botánico” (pp. 343-358); “B. Zoológico” (pp. 358-363); “C. Mineral” (pp. 363-364); “Índice de términos indígenas relacionados con aspectos médicos y odontológicos” (pp. 365-367); “Índice Botánico de la Historia Natural de Cayo Plinio Segundo” (pp. 369-373); Índice General (pp. 375-376).

Pie de imprenta: Se terminó de imprimir el 15 de febrero de 1985, en los talleres de Imprenta Madero. La edición consta de 2,150 ejemplares, 50 numerados en cifras romanas, del I al L y reservados para la Comisión Editora y 100 numerados en cifras arábigas, del 1 al 100 y 2,000 en papel Cromos ahuesado. Edición al cuidado de Martí Soler-Vinyes.