CAPÍTULO XVIII


De los sensibles comunes


Hay otras cosas que por conocerse de muchos sentidos se llaman comunes, como son la grandeza y figura, las cuales percebimos viéndolas y tocándolas; y ten, el movimiento, holganza y número, que son comprehendidas de todos los sentidos. Y porque éstas no las siente a solas alguno de los sentidos particulares, es de por fuerza que no tengan instrumento particular que las sienta, y ordenóse que las pudiesen conocer muchos sentidos, porque se tuviese conocimiento más distincto de los particulares objectos. Que si sintiéramos con sola la vista el color y grandeza, ninguna diversidad distinguiera la grandeza del color, y porque estas cosas comunes sin fundamento de los sensibles particulares, no porque puedan ser substancias, pero porque parecen ser primeras cuanto a la mudanza del sentido las que parecen contener las cosas particulares. Y a esta causa, aquellas comunes se percibirán por sí y primero del sentido, según que es sentido propriamente, y de los sentidos particulares por sí, pero no propriamente, y se conocerán primero porque ésta es la condición de los objetos particulares, y cuando éstos se sienten, conviene se sientan también los comunes, porque es el mismo efecto, como ni se pueda ver el color sin tamaño, ni el tamaño sin color. Percibe pues cada sentido la privación de los objectos comunes, como la de los particulares acaso y por sus accidentes. Hay otras cosas que, a causa de ser objectos agenos de los sentidos, se pueden conocer de otro sentido acaso, como cuando, vista la leche, juzgamos ser dulce, lo cual es proprio del gusto y no de la vista. Y la substancia conocemos también acaso y por modo de secuela con el sentido. Las cuales cosas pueden con razón dezirse agenas y peregrinas.

TOMO VI.

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