CAPÍTULO XVI


Que cada uno de los sentidos apropria a sí un particular elemento


Acomoda así cada uno de los sentidos algún elemento, como el oído el aire; la vista, el agua; el olfacto, a ambos; el toque y el gusto, la tierra, puesto caso que el fuego tenga en todos su fuerza, porque sin calor no puede haber virtud de sentir. Aristóteles cree no haber sentido alguno que esté libre de la naturaleza del agua y del aire, pero débese de mirar que los elementos tienen dos virtudes: una que altera, como el calor, frío y humidad, y otro que mueve, como la levedad y pesadumbre. Déstas puede ser que dé el elemento la una y la otra no a la cosa que compone, de do viene que la carne tiene graveza de tierra y cualidad de aire. También todos los sentidos, como sean cuerpos mixtos, padecen el imperio de la tierra. Pero en cuanto son partícipes de vida, están subjectos a la potestad del calor y humedad, que son calidades del aire, siendo conservados de mantenimiento húmido, y en cuanto exercitan sus acciones, señorea en ellos fuego. Porque consta por experiencia consumirse más aína las pajas en los ojos que en el aire habiendo déste otro tanto o más. Aliende desto, muéstrase tener agua en que siendo herido echa de sí humor. Mas el oído se cree tener naturaleza de aire, por no poderse asemejar más cómodamente a otro algún elemento. El olfacto conviene tenga substancia de aire y de agua, y sequedad de fuego, como que reciba frialdad y humedad del cerebro, y los animales muy secos huelan más agudamente. El gusto y el toque son del elemento que queda; mas éstos, por participar un poco de calor y humedad, se dizen tener las cualidades del aire.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS