CAPITULO XXIX


De las tempestades de ambos tiempos y remedios de la esterilidad


Dos son éstas más, aliende de la lunar, y házese en pocos lugares del cielo. Porque las Cabrillas pertenecen particularmente a los fructos, como aquellas con cuyo nacimiento comienza el estío y en su ocaso el himbierno, abrazando con espacio de seis meses las mieses y bendimia dentro de sí, y la madureza de todas las cosas.

Hay ansimismo en el cielo un círculo que llaman Lácteo, que se dexa fácilmente ver. De la influencia déste se sustentan todos los sembrados, como de algún pecho, con observación de dos estrellas: del Aguila, en la parte septentrional, y en la austral de la Canícula, de la cual hezimos en su lugar mención. Va el mismo círculo por Sagitario y Gémini cortando dos vezes la línea equinoccial en el centro del Sol, ocupando seis juncturas de una parte el Aguila y de otra la Canícula. Y, por tanto, el efecto de ambos alcanza a todas las tierras fructíferas porque en solos estos lugares se encuentran los centros del Sol y de la Tierra, luego en los días destas estrellas, si el aire limpio y manso embiare a la Tierra aquel liquor lácteo y gocerativo. Crescen alegremente los sembrados, si la Luna por la sobredicha razón le comunicare su humidad fría. La amargura mezclada mata como en la leche la criatura. Hay en la Tierra una manera deste mal que haze en cualquiera elevación la mezcla de ambas causas y por tanto no se cuenta en un mismo tiempo en todo el mundo, como ni tampoco el día.

Ya diximos nacer el Aguila en Italia a 20 días de diziembre, y no permite el orden la Naturaleza que haya antes deste día esperanza alguna cierta en los sembrados, y si cayere el interlunio, es necesario reciban daño todas las fructas hibernizas y tempranas.

Grosera y ruda fue la vida de los antiguos, y sin letras, pero parecerá no haver sido menos ingeniosa en ellos la observación, que es hoy la razón entre nosotros. Porque de tres tiempos se temían para las fructas, y ansí instituyeron ferias y días festivales como son los Rubigales, Florales y Vinales. Los Rubigales instituyó Numa en el undécimo año de su reinado, que agora se celebran a 25 días del mes de abril, porque entonces acontece por la mayor parte el añublo. Este tiempo señala Varrón estando el Sol en diez grados del Toro, según que entonces lo contavan. Pero la verdadera causa es que 29 días después del equinoccio del verano, por aquellos cuatro días según diversa observación de las gentes, se pone el Canis a los 29 de abril, estrella por sí vehemente, y antes de la cual es necesario la Canícula se ponga. Ansí que los mismos {romanos} instituyeron los Florales, a 28 del mismo,1 en el año de la fundación de Roma de 516, según los oráculos de la Sibilla, para que todo saliese bien de flor. Este día determina Varrón entrando el Sol en 14 grados de Tauro. Luego, si cayere en estos cuatro días el plenilunio será necesario damnificarse las mieses y las demás cosas. Destos días se instituyeron a los 23 de abril {las Vinales} para gustar los vinos; no tienen que ver con las fructas o las cosas que havemos dicho hasta agora con las vides y olivas, porque su empreñamiento comienza por el tiempo de las Vergilias hasta diez días de mayo, según que lo havemos enseñado. Otros cuatro días son éstos, porque no quieren ensuziarse de rocío (y temen la frialdad de la estrella del Arcturo) y mucho menos caer el plenilunio.

Nace otra vez el Aguila por la tarde el segundía día de junio, en día decretorio y dañoso a las olivas y vides si cae en el plenilunio. Y a la verdad yo creería ser también causa de aquesto el solsticio, que cae a 23 de junio, y el nacimiento del Canis 23 días después del solsticio, pero sobreviniendo el interlunio porque está la culpa en el vapor, y recuézense mal las uvas en una manera de callo. También es dañoso el plenilunio a cuatro de julio, cuando se pone el Aguila, hasta 22 del mismo.2 Hay otros Vinales, fuera destas causas, que se celebran a 19 de agosto, que Varrón dize ser cuando comienza a ponerse la Fidícula por la mañana y éste quiere el mismo sea el principio del otoño e instituido festival para aplacar las tempestades. Agora se cree ponerse la Fidícula a ocho de agosto.

Dentro destas cosas consiste la celeste sterilidad, y no negaré3 poderse mudar según les pareciere a los lectores que consideraren la naturaleza de los lugares, pero bástame a mí haver mostrado la razón; lo demás se remitirá a la observación de cada uno y no havrá dubda ser lo uno o lo otro la causa, quiero dezir el plenilunio o el interlunio, en lo cual se ofresce espantarnos de la admirable benignidad de Naturaleza, y lo primero de que no sea posible que acontezca todos los años este daño por los cursos determinados de las estrellas, pero solamente en algunas pocas noches del año, y que se conozca fácilmente cuando haya esto de acontecer. Y para que no se temiese por todos los meses, se constituyó por la misma ley de los tiempos4 ser seguros los interlunios por el estío, sacados dos días, y los plenilunios por el himbierno y no haverse de temer sino en las más cortas noches del estío y que los días no tiene la misma fuerza, y fuera desto que tan fácilmente se entienda que la hormiga, animal pequeño, cese en el interlunio de su trabajo y en el plenilunio aun trabaje en las noches. Y que naciendo la Canícula no parezca el ave que llaman parra de día hasta que se ponga y por el contrario el vireón5 salga el mismo día del solsticio, y que ni el un estado de la Luna ni el otro sea dañoso, ni aun por las noches, si no fueren serenas y sin ningún aire, porque ni con nubes ni con vientos cae rocío y aun ansí no sin remedio.

Cuando temieres este mal, enciende por las viñas y campos sarmientos y montones de paja y remediarlo ha el humo. El de las pajas es bueno también contra las ñeblas. Algunos mandan, cuando dañan éstas, quemar tres cangrejos vivos en las arboledas para que el carbúnculo o abrasamiento no dañen; otros, que se tueste la carne del siluro para que el humo llevado del aire se derrame por toda la viña. Yarrón dize que si en el ocaso de la Fidícula, que es principio del otoño, se consagrare entre las vides una pintada dañan menos las tempestades. Archidio escrivió a Antíocho, rey de Syria, que si se encerrare un sapo en una olla de barro nuevo y se enterrare en medio de los panes, no harán las tempestades daño.

Las obras rústicas deste intervalo de tiempo: binar la tierra, cavar los árboles a la redonda, cuando lo demanda la región caliente, y mullir. Los árboles que brotan no se deven cavar si no fuere en suelo muy loco. Limpiar con sacho los planteles, segar las cevadas, solar con greda la parva para traer a ella las mieses, templada, según le parece a Catón, con alpechín o, según lo quiere Virgilio, con más obra. Por la mayor parte se contentan con igualarla y barrarla con boñigas, y esto parece bastar para remedio del polvo.



EL INTERPRETE


1(A 28 del mismo). Columella tiene: tertio calendas Augusti. 2(Hasta 22 del mismo). Otros códices manuescriptos tienen: usque in calendas easdem. 3(Y no negaré). A otros parece se lea: neque negaverin posse ea permutare algentium locorum ae stuantium que naturam; y parece dezirse ansí mejor lo que Plinio quiere, aunque lo uno y lo otro hagan un mismo sentido. 4(Por la misma ley de los tiempos). Porque leo: horarum y entiendo por hora los cuatro tiempos cardinales del año. 5(Vireón). Otros exemplares tienen chlorión, no vireón, y aún de él lo dize el mismo Plinio en el capítulo XXIX del libro décimo y Aristóteles en el capítulo XXII del libro nono De la naturaleza de los animales. Theodoro llamó al chlorión vireón y de ahí tuvo origen la depravación deste lugar, como sean distinctos: el uno, verde, de donde le llaman verdón en Hespaña, y el otro todo amarillo, según parece pedirlo su nombre, pero desto tenemos sobre el libro décimo declarado nuestro parecer.





TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2