CAPITULO XVII


De las enfermedades de las mieses, de sus remedios y qué se deba sembrar en cada género de tierra


La primera enfermedad de las simientes es el avena, en la cual se suele convertir la cevada, como ella también se convierte en cierta manera de trigo, porque los pueblos de Alemania la siembran1 y no se mantienen de otra puche. Acontece este daño, principalmente, por la humedad del aire y del suelo. La otra causa, después de aquésta, es la flaqueza de la simiente cuando primero que brote se detiene por mucho tiempo en la tierra. La misma razón es si estava carcomida al tiempo que se sembró. Conócesele luego que sale de la tierra, do se entiende estar en la raíz la causa. Hay otra falta en el avena cercana a aquésta y es cuando el grano, comenzada su amplitud pero aún no consumada, antes de fortificarse el cuerpo, envanesce por algún mal aire en su espiga con una manera de mal parto.

Dañan los vientos en tres tiempos al trigo y a la cevada: cuando están en flor, luego que se cae, y que se comienza a sazonar, porque entonces son causa de envanecerse los granos, y por las causas primeras no lo dexan que nazcan. Dañan, ansimismo, raízes cuando siguiéndose aguas a la sementera encerrare el calor repentino la humedad {en la tierra}. Engéndrame otras vezes en el grano y esto que el calor de la espiga hierbe con las aguas. Críase otras vezes el escaravajuelo que llaman cantharis, el cual roe los panes. Todos estos animales faltan con el maniar.2 Son contrarios a las simientes el azeite, pez y gorduras, y hase de mirar que no se siembren tocadas destas cosas. Son las aguas solamente provechosas estando los panes en verza, y dañosas al tiempo que florescen el trigo y la cevada, como no hagan mal alguno a las legumbres, excepto a los garvanzos. Dañan el agua a los panes que no se van sazonando y más a la cevada. Nace también una hierba blanca, semejante al panizo, que ocupa los campos y es al ganado mortífera. Porque yo cierto contaría el vállico, abrojos, cardos y lampas, no menos que las zarzas, antes entre las enfermedades de las mieses que entre las pestilencias de la tierra. El añublo es mal que viene del aire por las mieses y viñas, no menor que alguno de los otros. Acontece muchas vezes en tierras de mucho rocío, y en valles cercados de montes que no pueden ser sacudidos de los vientos, y por el contrario carecen dellos lugares ventosos y altos. Cuéntase entre las enfermedades de las mieses “el mucho llevar”, cuando apesgadas de fructo y de su proprio vicio se echan y tienden, y es mal común a todos los sembrados la úrica3 y aun de los garvanzos, cuando los endulzan las lluvias lavando su salsura. Hay una hierba que mata los garvanzos y yeros, abrazándolos, llamada orobanche;4 lo mismo haze la aera o vállico al trigo, y a la cevada la festuca,5 que también se llama aegílops, y a las lentejas, la securidaca,6 que por la semejanza llaman también pelecinon. Estas son las que matan, arrebolviéndose. Mas acerca de los philósophos llaman ateramnon {en tierra} grasa una hierba con que mueren las havas y otra, con que perecen en las flacas, teramnon, cuando estando mojada la hiere cierto viento. El grano de la que llaman aera es muy pequeño y tiene la corteza espinosa; cuando está en el pan haze muy presto vaguidos, y dizen que en Asia y en Grecia, cuando quieren los que bañan despedir la gente, echan estas semillas sobre las brasas. Nace también en los yeros el phalangio, animalejo del género de las arañas, si es el himbierno llovioso. Nacen en la vicia caracoles, y algunas vezes de la misma tierra unos muy pequeños que admirablemente la roen.

Estas son casi todas las enfermedades; sus remedios, como pertenezcan a las hierbas, consisten el sacho y, cuando se arroja la simiente, en ceniza. Pero los que en la simiente y raíz se previenen con cuidado que precede a la sementera.

Créese correr menos riesgo de enfermedad la simiente rociada con vino. Vergilio manda rociar las havas con salitre y heces de azeite, y apromete que se harán desta manera muy crescidas. Otros algunos creen que si, tres días antes que se siembren, se echan a remojar en orines y agua crescen principalmente, y que un modio de las enteras que se escarvan tres vezes da otro de molidas, y que si las demás semillas se mezclaren con hojas molidas de aciprés, no se comerán de gusanos o si se sembraren en tiempo de coniunctión. Muchos, para remedio del mijo, mandan que se traiga de noche un sapo a la redonda de la haza antes que las achen o escarven y que le sotierren metido en algún vaso de varro en medio della, y dizen que desta manera ni páxaro ni gusano hará daño alguno, pero que se ha de sacar primero que sieguen, porque de otra manera nacerá amargo. Y que la simiente tocada de las espaldas del topo es más fértil. Demóstenes manda sembrar todas las simientes en el zumo de la siempreviva que nace en las tejas o tablados7 y se llama en griego aïzoon, y en latín sedum o digitellum y si no se hallare a la mano el sedo,8 y se apegaren gusanos a las raízes, será el remedio hez pura de azeite, rociada sin sal, y después escardarlas. Si comenzaren las mieses a irse en ñudos hanse de rozar porque no se enseñoren de ellas hierbas.

Ahuyéntase también la pestilencia de los estorninos y las bandadas de los gorriones, del mijo y del panizo, con cierta hierba cuyo nombre no se sabe, enterrada en cuatro esquinas de la haza, y es cosa maravillosa que ninguna ave osa entrar dentro. Los ratones se ahuyentan con la ceniza de las comadrejas, o con su hiel aguada y rociada sobre la simiente, o el agua de su cozimiento, aunque se siente su mal olor hasta en el pan y, por tanto, tienen por mejor que se rocíe el grano con hiel de buey. El añublo, que es una grande pestilencia de las mieses, hincados ramos de laurel en la haza, pasa de los panes a sus hojas. Reprímese el demasiado vicio de las mieses dexándolas pascer del ganado, y esto solamente cuando están en berza y no reciben daño alguno en la espiga por muchas vezes que lo pazcan. Es cosa fortísima hazerse el grano más largo de aquellas que fueren una vez perfectamente tresquiladas, pero vano, y que sembrado no nace. En Babilonia las siegan dos vezes y la tercera las paseen, porque de otra manera, hechas solamente hojas, no granarían, y también dé 50 por uno la felicidad de aquellos campos, y a los más diligentes 150, y no es menester que se tenga mucha cuenta con ello; hanse de regar mucho tiempo para que se agüe su muy grasa y espesa fertilidad. No llevan cieno los ríos Euphrates y Tigris, como el Nilo en Egipto, ni la misma tierra engendra hierbas, pero son de tanta fertilidad que el año siguiente se tornan a nacer de suyo apretada de las pisadas la simiente.

Y esta grande diferencia de suelo amonesta que se declaren los géneros de tierras en que conviene sembrar cada diferencia de mies. El parecer, pues, de Catón es que en la tierra grasa y fértil se siembre trigo, pero si fuere ésta ñublosa, rávanos, mijo y panizo. En la fría y aquosa se ha de sembrar primero, y después en la caliente. Mas en la de almagre parda o arenisca, como no sea aguanosa, altramuces. En la greda o almagre, siendo la tierra aquosa, adoreo o escandía. En la seca, no herbosa ni sombría, trigo; en la rezia, havas, y vizia en la menos aquosa y hervosa que ser pueda. El siligo o centeno y trigo en lugar abierto, alto y que se dexe mucho tiempo visitar del sol. Las lentejas en matorrales y almagrales no hervosos; cevada en tierras de año y vez, o cadañeras. El trigo trimesino donde no se puede con tiempo hazer la sementera y cuya grasitud retoñezca otro año. También es subtil el parecer de los que avisan haverse de sembrar en las tierras más livianas aquellas cosas que no tienen necesidad de tanta subida como el cytiso y garvanzos, sacando las legumbres que se arrancan de la tierra y no se siegan, de donde se llamaron legumbresa por cogerse arrancadas y no segarse, y en tierra grasa las que son de mayor mantenimiento, como las hortalizas, trigo, siligo y lino. Desta manera daremos tierra tenue a la cevada, por pedir menos alimento sus raízes; la más alegre y espesa al trigo; lugares baxos, al far o escandía antes que al trigo, y la más templada al trigo y a la cevada. En los collados se haze el trigo más robusto, pero menor, y el far y siligo en lugares gredosos y húmidos.



a. De lego, recoger.



EL INTERPRETE


1(La siembran) Otros códices leen servant y otros les parece que se lea sedant, que es que los pueblos de Alemania la hazen doméstica y convierten en aquella manera de trigo que acaba de dezir. El lector escoja lo que mejor le pareciere. 2(Todos estos animales faltan con el maniar). Por ventura quiere dezir faltando aguas. 3(La úrica). El mismo Plinio dize en el texto qué mal sea aquéste. 4(Orobanche). Planta es conocida. Llámanla los españoles, por la semejanza, verga de toro. 5(La festuca). De ésta escribe Dioscórides en el capítulo CXXXIV del cuarto libro de su Materia medicinal, diziendo ser una hierbecilla de hojas de trigo más blandas y que lleva en la parte más alta de su cañuela dos o tres granos de que salen unas aristas como cabellos. Vense en muchas partes de Hespaña vallados y otras partes de tierra incultas llenas della y por ventura fui yo el primero que ahí la conocí y di a algunos nota no más de la noticia.

6(Securidaca). También es ésta muy familiar a nuestra región. Llamóse ansí por una manera de cornezuelos que lleva a manera de asegures. 7(En los tablados). Leo tabulatis, pues consta nacer la vermicular o uva canilla, de quien aquí habla, specie de siempreviva, en los tejados y tablados ordinariamente. 8(Si falta el sedo). Leo si seduz non sit y no si dulcedo noceat.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2