CAPITULO XIV


De los atramuces


Usanse, después de éstos, los atramuces, comunes a los hombres y a las bestias. El remedio para que no huyan de nuestras manos, cayendo de sus vainas, es segarlos después de haver llovido, y no hay cosa de mayor admiración en todas las que se siembran a causa de la concordia que tienen con la tierra. Porque, lo primero de todo, esta planta se rebuelbe cada día como el sol, y muestra a los labradores las horas aun en días nublados. Fuera desto florece tres vezes y, aunque ama la tierra, no quiere ser della cubierta, antes se quiere sembrar en la que no está arada, contra la naturaleza de todas las demás. Busca principalmente lugares arenosos y secos y también ensabulosos o de tierra arenisca, ansí que no se quiere labrar. Ama en tanta manera la tierra que, aunque echen su simiente en partes llenas de matas o entre hojas y espinas, procede con sus raízes hasta llegar a ella. Ya havemos dicho hazerse con su sementera fértiles los campos y viñas, ansí que de tal manera no tiene necesidad de estiércol que ellas mismas tienen sus vezes, y no hay otro mejor o menos costoso como aquello, que aun de traerlo a la haza no hay necesidad. Van a ella de la era y aun caídos de su planta suelen sembrarse de suyo, sin esperar la diligencia del labrador, aunque sembrándose los primeros se cogen los postreros de todo. Lo uno y lo otro por la mayor parte en el mes de setiembre, porque si no previenen al himbierno corren riesgo de perderse con los fríos, y pueden dexarse sin miedo ninguno en el campo, si no suceden aguas que los maltracten, estando seguros de todos los animales por causa de su amargura, aunque muchas vezes los cubren con un mediano sulco. Entre todas las tierras más espesas ama el almagra; para que ésta tenga sazón se ha de bolear después de la tercera flor, y la arena después de la segunda. Solamente aborrece la gredosa y cenagosa, tanto que no quiere nacer en ellas.

Cómenlos también los hombres remojados en agua caliente, porque un modio dellos es suficiente pasto de un buey, y le sustentan recio, pues son también remedio1 puestos sobre el vientre de los muchachos. Es muy necesario guardarlos al humo, porque en lugares húmidos róenles el ombligo unos gusanillos y ansí los hazen estériles. Y si los paseen en berza, es menester arar luego la tierra a donde estuvieron sembrados.



EL INTERPRETE


1(Pues son también remedio). Dize Dioscórides, en el capítulo CIII del libro segundo, que molidos y, después que comenzaren {a} estar {en} remojo a pararse dulces, bebidos con vinagre quitan el ahíto y dan gana de comer. Y que su harina, bebida o tomada con miel por lamedor, expele las lombrices y que ellos también, remojados y comidos con su amargura, hazen lo mismo. Por ventura, por algo dixo desto Plinio aquellas palabras.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2