Los libros de botánica


TEÓFILO HERRERA


Introducción


Si se considera el gran número de nombres de plantas que menciona Plinio en su obra, complementado con otra cantidad considerable de nombres de plantas que cita “El intérprete”, en sus comentarios, se comprende que es muy difícil abordar en forma exhaustiva la identificación de las plantas a las que corresponden dichos nom­bres, además de lograr la interpretación adecua­da y precisa de lo que quisieron expresar Plinio y “El intérprete”, o mejor dicho, sus intérpre­tes: Francisco Hernández (del libro duodécimo al libro vigesimoquinto) y Jerónimo de Huerta (libros vigesimosexto y vigesimoséptimo). Esta dificultad se acentúa debido a la variación y mul­tiplicidad de los nombres vulgares de las plantas, según las épocas y los lugares; de manera que un mismo nombre vulgar puede estar aplicado a plantas muy diferentes y, por otra parte, una mis­ma planta puede tener varios o numerosos nom­bres vulgares según la región geográfica en la que se hace alusión a ella; además, a través del tiem­po, los nombres que los pueblos asignan a las plantas han ido cambiando; por esto, muchos de esos nombres usados en la antigüedad o, aún, en épocas pasadas relativamente cercanas, se han per­dido o se han modificado y, con frecuencia, su­cede que se produce una confusión más o menos grande, que hasta puede llegar a ser peligrosa cuando se trata de plantas consideradas entre las comestibles y las medicinales, cuando un nom­bre, usado para designar una determinada plan­ta, después es aplicado a una planta diferente; por este motivo, es común que diversos autores es­tén usando un mismo nombre vulgar, refiriéndose a plantas diferentes, creyendo que se trata de la misma planta.

La confusión antes mencionada sólo se puede evitar si se logra hacer la identificación de las plan­tas, mencionadas en el texto, mediante la asigna­ción de sus correspondientes nombres científicos; cosa que no siempre es posible, debido a la ex­plicación anotada previamente, sobre todo cuando Plinio y sus intérpretes no acompañan las ci­tas de las plantas con una descripción de éstas; o bien, cuando dicha descripción es incompleta, imprecisa y vaga, cosa que frecuentemente sucede en la obra que aquí se comenta.

El lector de esta obra podrá notar que Plinio repite varias veces los nombres de las plantas a través de los dieciséis libros de botánica que for­man parte de la misma, la cual comprende treintaisiete libros. Es decir, la parte botánica ocupa casi la mitad de dicha obra.

Por lo antes expuesto, se comprende que para dar cabida a los diversos comentarios de esta obra, fue necesario hacer una selección de las notas del “Intérprete”, a las cuales se les hizo una explica­ción o un comentario. En algunos casos, Hernán­dez indica que el texto de Plinio es suficientemen­te claro y, por lo tanto, no necesita comentarios. Por otra parte, los comentarios del “Intérprete” con frecuencia pueden considerarse explícitos para ayudar a la comprensión de la obra; pero muchos de ellos no proporcionan el conocimien­to preciso de lo que Plinio trató de expresar; y en ciertos casos introduce nuevas confusiones. Además, en repetidas ocasiones, Hernández hace comparaciones entre las plantas que cita Plinio para el Viejo Mundo con las que él vio en el con­tinente americano, en particular, en la Nueva Es­paña. Este intento de establecer comparaciones entre las flores de estas dos partes del mundo es importante como un ensayo precursor al conoci­miento de la fitogeografía y de la ecología vege­tal comparadas, aun cuando dicho intento no siempre haya sido afortunado. Cabe aclarar que, aunque muchas plantas citadas por Plinio y que Hernández indica haberlas visto en el continen­te americano, en algunos casos pudieron ser las mismas, porque fueron introducidas al cultivo o dispersadas involuntariamente en esta parte del mundo, a partir de la época de la Conquista es­pañola; en muchos casos, por el contrario, se trata de plantas que tienen alguna semejanza con las que cita o describe Plinio, pero que son otras especies, unas veces cercanas y con frecuencia muy diferentes.

La obra de Plinio, a la cual se suma la contri­bución de sus intérpretes, constituye un valioso documento que permite establecer una introduc­ción al estudio comparativo de la botánica y, en particular de la etnobotánica, en la antigüedad, en la época de Hernández (siglo XVI) y en la actualidad.

La obra que se comenta es fundamentalmente de tipo enciclopédico y, su autor, por lo tanto, fue un compilador de los datos que pudo obtener mediante información directa de toda clase de per­sonas, o bien de diversos autores, en particular, de Teofrasto y Dioscórides, en la parte corres­pondiente a la botánica. Aunque ésta incluye relatos fantásticos, así como datos descriptivos imprecisos y de las propiedades supuestamente medicinales y mágicas de las plantas, el conoci­miento que comunica a los lectores es muy valio­so porque constituye un reflejo del pensamiento de la época del gran compilador romano. Esto último también puede decirse de los comentarios vertidos por sus intérpretes unos quince siglos después. No obstante, es interesante anotar que Plinio lamenta la poca iniciativa de sus contem­poráneos para realizar investigación científica ori­ginal y alaba la actitud de los sabios antiguos (en relación con los de su época) que tuvieron la in­quietud de indagar sobre las cosas para aportar nuevos conocimientos. Esto puede comprobarse al leer el capítulo I del libro vigesimoquinto y la nota de Hernández correspondiente a dicho capítulo; además, ahí se incluye un pequeño co­mentario para insistir en la importancia del pen­samiento de Plinio respecto a la investigación y el conocimiento de las cosas.

Las referencias bibliográficas que se presentan en los comentarios a las notas del “Intérprete” corresponden a las obras clásicas de Teofrasto: Historia de las plantas; de Dioscórides: Materia médica; y de P.A. Mattioli: II Dioscoride dell’ec­cellente dottor medico M.P. Andrea Matthioli da Siena; co il suoi discorsi, da esso la seconda volta illustrati, e dilligentemente ampliati (Venecia, 1548); así como la del comentarista de Dioscóri­des, Andrés de Laguna: Pedacio Dioscórides Anarzabeo, acerca de la materia medicinal y de los ve­nenos mortíferos (Salamanca, 1570); y la de Pío Font Quer: Plantas medicinales. El Dioscórides re­novado (Barcelona, Editoral Labor, 1962).

Con base en lo indicado anteriormente y con­siderando que muchas notas del “Intérprete” son bastante explícitas, sólo se incluyen, a continua­ción, identificaciones de plantas y comentarios sobre un cierto número de notas, seleccionando, de preferencia, aquellas que requieren una expli­cación que facilite la comprensión de las mismas y del texto de la obra de Plinio.


Libro duodécimo: De los árboles


Capítulo I

1. (Como Júpiter el ésculo). Aluden Plinio y Her­nández al castaño de Indias, Aesculus hippocastanum L., de la familia de las Hipocastanáceas.

7. (Plátano). Se alude al plátano de sombra, del género Platanus L. y, principalmente, a P. orientalis L., de la familia de las Platanáceas. Indica Hernández que estos plátanos no deben ser confundidos “con los que otros llaman musas”, es decir, con los bananos, Musa paradisiaca L. y M. sapientum L., de la familia de las Musáceas. Tam­bién señala este autor la distinción que debe hacerse con una especie de “aron” de España, Arum reticulatum L., de la familia de las Aráceas, y con lo que llaman los mexicanos quequezque (deno­minado quequeshte en Chiapas), Xanthoderma roseum Schott, también de la familia de las Aráceas; y con lo que los portugueses conocen con el nom­bre de “ñaumes” (por ejemplo el que denominan ñaume de México), Dioscorea alata L., de la fami­lia de las Dioscoreáceas, que produce tubérculos comestibles, ya sea cocidos o molidos en forma de harina. Respecto a la “faba aegiptia”, alude a Colocasia esculenta (L.) Schott, de la familia de las Aráceas, planta denominada también taro, coco, o coco de almidón, cultivada en los trópi­cos por su rizoma amiláceo, que cuando es her­vido pierde su toxicidad y constituye un valioso alimento.

19. (Griegos). En esta nota se hace referencia a un árbol del género Platanus L. y probablemente, a P. orientalis L., ya citado en la nota número 7 de este mismo libro duodécimo.

20. (Con el mismo vizio). Se hace alusión al árbol citado en la nota anterior, el cual tenía la peculiaridad de no perder las hojas en el invierno, por el contrario de lo que sucede con las especies del género Platanus L., que son caducifolias. Hernán­dez no comenta sobre el árbol, pero critica la refe­rencia mitológica que hace Plinio sobre la leyenda de que Júpiter y Europa durmieron debajo del citado árbol.


Capítulo II

Se explica la técnica de lograr árboles enanos. Pli­nio cita al “chameplátano” o plátano enano, perteneciente a la categoría taxonómica indicada en las notas anteriores. Por su parte, Hernández cita otros árboles en su forma enana, entre otros, los arrayanes del género Myrtus L., probablemente M. communis L., de la familia de las Mirtáceas; los laureles, Laurus nobilis L., de la familia de las Lauráceas; los guindos, Prunus cerasus L., de la familia de las Rosáceas; los cidros, Citrus medica L., de la familia de las Rutáceas; los rosales, di­versas especies del género Rosa L., de la familia de las Rosáceas; diversos bojes, del género Buxus L., principalmente B. sempervirens L., y B. balea­rica Wild., de la familia de las Buxáceas; alheños, Ligustrum vulgare L., de la familia de las Oleá­ceas; granados, Punica granatum L., de la familia de las Punicáceas; y los avellanos, Corylus ave­llana L., de la familia de las Betuláceas.


Capítulo III

1. (Cerezos). Se hace referencia a ocho especies de cerezos, que probablemente pueden quedar in­cluidas en las variedades de Prunus avium L., o cerezo dulce, y P. cerasus L., cerezo ácido o guin­do, de la familia de las Rosáceas.

2. (Pérsicos). Son los durazneros o melocotone­ros, Prunus persica Sieb et Zuce. Hernández in­dica que Plinio extiende esta palabra a los “albarcoques”, albaricoques o chabacanos y también a los “armenios”, que corresponden a la especie Prunus armeniaca L., el albaricoquero, de la familia de las Rosáceas.

3. (La manzana de Assyria). Es la cidra, Citrus medica L., de la familia de las Rutáceas.


Capítulo IV

1. (De la India). Entre los árboles de la India se menciona el ébano, Diospyros ebenum Koenig, de la familia de las Ebenáceas.

6. (Cytiso). Es la mata Cytisus purgans Benth., de la familia de las Leguminosas, a la que compara Hernández con una especie de ébano de la India; en relación a esta comparación y a un comen­tario de Pausanias sobre el ébano, cita al árbol llamado en Nueva España “tlacuilalquáhuitl” o “tlacuilalcuáhuitl” que, según Miranda y Valdés, posiblemente corresponde a una especie de legu­minosa del género Dalbergia L., el cual compren­de especies de maderas valiosas, o bien, basándose en la figura del códice De la Cruz-Badiano con el mismo nombre (tlahcuilalcuáhuitl), piensan que pueda identificarse con el brasil, Haematoxylum brasiletto Karst., también de la familia de las Leguminosas. Por otra parte, Miranda y Valdés comentan, además, que Hernández describe va­rias plantas con el nombre de “tlacuilolcuáhuitl” o árbol pintado, una de las cuales es un árbol que en Michoacán llaman “tapintzirani” y hace no­tar que en Sinaloa (según Martínez) todavía se aplica el nombre de tapincerán a Dalbergia granadillo Standl. (= Amerimnon granadillo Standl.), especie que proporciona una madera dura, fuerte, pesada, muy durable, de corazón rojo purpúreo.


Capítulo V

1. (Un árbol espinoso). Se refiere al espino que menciona Teofrasto, que probablemente corresponde a Paliarus spina-christi Mill., de la familia de las Ramnáceas; o bien, a alguna especie del gé­nero Rhamnus L., de la misma familia, o del género Lycium L., de la familia de las Solanáceas. También comenta Hernández respecto a la higue­ra de la India, que corresponde a alguna especie del género Ficus L., por ejemplo, F. indica L., de la familia de las Moráceas.


Capítulo VI

1. (Pala). Comenta Hernández que “a algunos les ha parecido sea ésta la tuna”, quizá porque al no­pal se le llama higuera de pala; pero aclara que Plinio hace una descripción tan breve de esta plan­ta que considera “cosa temeraria por ella formar en este caso juicio” y aclara que el nopal es ori­ginario del Nuevo Mundo y, por lo tanto, no lo conocieron en Europa antes del descubrimiento de América. No obstante, Plinio hace mención de la opuntia en el capítulo XVII del libro vigesimotercero refiriéndose a otra planta; el nombre “opuntia” fue empleado posteriormente como género de los nopales, probablemente derivado de Opus, un pueblo de Grecia.

2. (Alas de las aves). Hace otros comentarios Her­nández en relación al árbol “pala” respecto a la semejanza que, según Plinio, tienen las hojas de este árbol con las alas de las aves. Debido a la am­bigüedad en la descripción de Plinio, no es posible la identificación de dicha planta.

5-9. (Therebintho) (En el erizo del fructo). Lo iden­tifica Hernández como la planta que llaman en España “cornicabra” y que Teofrasto describe co­mo “terebinto hembra”. Corresponde a Pistacia terebinthus L., de la familia de las Anacardiáceas.

Comenta Hernández sobre otros árboles de la India, sin nombre, semejantes al terebinto antes citado y a la rosa canina o rosal silvestre, Rosa canina L., de la familia de las Rosáceas; pero la identificación de estas plantas es aventurada por la brevedad y la falta de precisión en las descrip­ciones de Plinio.


Capítulo VII

2. (Frísoles). Critica Hernández la indicación de Plinio respecto a la semejanza de las ramas de las plantas de la pimienta con las de los frijoles o físoles, del género Phaseolus L. Añade Hernández que los tres tipos de pimienta que cita Plinio con­siderándolos modalidades de una misma planta: pimienta larga, pimienta negra y pimienta blan­ca, corresponden a tres plantas diferentes. No obs­tante, aunque la pimienta larga corresponde a la especie Piper longum L. de la India ya P. retrofractum Vahl. (= P. officinarum C.D.C.) de Java, la pimienta blanca se obtiene de la pimienta negra, P. nigrum L, poniendo a fermentar los frutos de ésta, para después separar la pulpa de los mismos así como la capa externa de las semillas. Una de estas especies del género Piper L., de la familia de las Piperáceas, es comparada por Hernández con la planta llamada “tlatlancuaya” o “tlatlancuaye”, probablemente Iresine calea (Ibáñez) Stand., de la familia de las Amarantáceas, o algu­na otra planta del mismo nombre vernáculo, e indica que esta planta de la Nueva España corres­ponde a la pimienta larga de Plinio. Esta confu­sión de Hernández hubiera sido menos acentua­da si dicho autor hubiera hecho la comparación de las pimientas del Viejo Mundo con la pimienta de Tabasco o xocoxóchitl, bien conocida por el mismo autor, Pimienta dioica (L.) Merr. (= P. officinalis Lindl.), de la familia de las Mirtáceas, debido al uso semejante de ésta y de las plantas mencionadas por Plinio.

4. (Zimpiperi). Se refiere al “zingiberi” o jengi­bre, Zingiber officinale Rose., de la familia de las Zingiberáceas.

9. (Una semejanza de pimienta). Se refiere Her­nández al “tamujo”, común en España, Securinega buxifolia Muell. (= Colmeiroa buxifolia Reut.) de la familia de las Euforbiáceas.

10. (Cariophilos). Es el clavo Syzygium aromaticum (L.) Morr. (= Eugenia caryophyllata Thunb.), de la familia de las Mirtáceas.

11. (Exprimida). Alude a un medicamento pre­parado con zumo de ajenjos, Artemisia absin­thium L., de la familia de las Compuestas.

12. (De los gamones). Nombre que se da en España a los asfódelos, Asphodelus cerasiferus F. Gray, de la familia de las Liliáceas.


Capítulo VIII

1. (Macías). Es la nuez moscada o macis, Myristica fragrans Thunb., de la familia de las Miristicáceas.

2. (Azúcar). El azúcar obtenido actualmente, en gran escala, mediante el beneficio del jugo de la caña de azúcar, Saccharum officinarum L., en la antigüedad era relativamente escaso y de usos limitados.

4 y 5. (Un espino) (De tamaño de rábano). Proba­blemente el espino cerval o espino hediondo, Rhamnus cathartica L., de la familia de las Ram­náceas, sobre la cual se desarrolla alguna epífita “de tamaño del rábano” en relación a lo cual Pli­nio introduce sus relatos fantásticos sobre la hierba de “fuerte olor llena de serpientes menudas”.

6. (Hyrcania). Región de Asia Menor en donde, según Onesícrito, “se hallan unos árboles semejantes a higueras llamados occhi”, probablemente Hedysarurn coronarium L., de la familia de las Leguminosas.


Capítulo IX

1. (En la cual se cría bdellio). Corresponde a Com­miphora mukul (Hook.) Engl., el “bdellio” o “bedelio” de la India; o bien a C. africana (Arn.) Engl., el “bdellio” o “bedelio” africano, plantas gomorresiníferas de la familia de las Burseráceas.

5. (Scordaste). Comenta Hernández que algunas hierbas “tomaron el nombre de ‘scordos’ que nombran los griegos vulgarmente lo que llama­mos ajos… Pero árbol llamado scordaste no lo he visto yo, ni haze de él mención autor algu­no”. Probablemente, Plinio se refiere a Teucrium scordonia L., planta vivaz de la familia de las Labiadas, llamada vulgarmente escordio, cuyas hojas son amargas, aromáticas y con cierto sabor a ajo.

8. (De algunos árboles). Plinio hace alusión a ár­boles halófilos que viven en las costas del mar Pérsico, aunque no son identificables por la fal­ta de una descripción de ellos; sólo indica Plinio que “su tamaño es admirable y su figura y su fru­to son semejantes a las del almendro con su meo­llo torcido por dentro”.


Capítulo X

1. (De los árboles de la ínsula Pérsica). Se refiere Plinio, en particular, al algodonero o árbol del algodón de la India, Gossypium arboreum L., de la familia de las Malváceas. Es interesante que Hernández compara a estos “árboles que llevan lana” con el “hueypóchotl” de la Nueva Espáña, llamado actualmente pochote o árbol del algodón, Ceiba pentandra (L.) Gaertn., de la familia de las Bombacáceas.


Capítulo XI

1. (Gosampinos). Según opinión de Hernández, corresponden a la mata llamada “gossipio que cre­ce en la parte superior de Egipto que inclina a Arabia”; es probable que se trate de la especie de algodonero Gossypium herbaceum L., de la familia de las Malváceas.

2. (De violeta blanca). Quizá se refiera Plinio a una mata o a un arbusto y no a un árbol, considerando que se trata de una planta lanígera “de forma de violeta blanca aunque cuatro tantos ma­yor y sin olor alguno”.


Capítulo XII

1 y 2. (Patale) (Uno negro). Se refiere Plinio a una isla situada “a la entrada del río Indo en el mar”; dicha isla es llamada también Patalena por Strabón y Ptolomeo, según Hernández; en ella crece el “costo”, Saussurea lappa Clarke, de la familia de las Compuestas, del cual señala Plinio que hay “uno negro y otro blanco que es el mejor” y, según Hernández, los árabes distinguen el dulce y el amargo.

3 y 4. (De la hoja del nardo) (De grave y gruesa raíz). Según indica Hernández, Plinio “habla del índico, el cual, junto con el syriaco nace en la India...”; corresponde a dos especies aromáti­cas medicinales que reciben el nombre de nardo índico: Nardostachys jatamansi (D. Don.) DC., de la familia de las Valerianáceas y la citronela, Cymbopogon nardus Stapf. (= Andropogon nardus L.), de la familia de las Gramíneas del que se extrae un aceite de olor a lavanda.

7. (El gállico). Es el azúmbar o nardo céltico, Va­leriana celtica L., planta aromática medicinal, de la familia de las Valerianáceas. Comenta Hernán­dez que “hay copia de él en los montes Gionovesato, en Istrya y en otras muchas partes... de Italia”; pero este “nardo itálico”, “espliego” o lavanda, corresponde a Lavandula vera D.C., de la familia de las Labiadas, otra planta medicinal usada en perfumería.

8. (Crético). El llamado “nardo crético” es el phu, phu verdadero, valeriana phu o valeriana, Valeriana dioscoridis Sibth., de la familia de las Valeria­náceas, originario de Asia Menor, cuyas raíces se­cas, utilizadas en la antigua farmacopea, tienen un olor repugnante. El “phu” del que habla Dioscórides fue considerado por Mathiolo igual a la valeriana común, Valeriana officinalis L., pero la que indica Plinio no corresponde a esta especie ni a la valeriana mayor, Valeriana phu L.

9. (Llámase baccharis el nardo rústico). Algunos autores consideran que el “baccharis” (a veces escrito también vaccaris y baccar) o “nardo rús­tico”, mencionado por Plinio es uno de los nombres del ásaro, Asarum europaeum L., de la familia de las Aristoloquiáceas; pero Hernández comenta que se trata de plantas diferentes y que Plinio así lo considera en su libro vigesimoprimero (capí­tulo IV); es probable que Plinio se refiera al bácaris o amaro, Salvia sclarea L., de la familia de las Labiadas. La botánica moderna establece el género Baccharis L., de la familia de las Compues­tas, que no tiene relación con la planta que cita Plinio.


Capítulo XIII

1. (Asaro). Es la planta Asarum europaeum L., de la familia de las Aristoloquiáceas, mencionada en el capítulo anterior (nota número 9). A esta planta se la llama también, según Plinio, “nardo silves­tre” y Hernández indica que el “vulgo de las oficinas le da el nombre de azacabachas”; se le aplican también los nombres de asarabacca, asarabácara, asarabacara y asáraca.

2. (Más redondas y blancas). Indica Hernández que el texto de Dioscórides dice “más redondas y me­nores”, simplemente corrige uno de los frecuentes errores de las descripciones de Plinio.

6. (Amomo). Aunque Hernández no identifica es­ta planta e indica que era “en los tiempos antiguos rara y famosa y en los nuestros es totalmente no conocida”, esta “vid silvestre” índica de Pli­nio parece corresponder a Cissus vitiginea L., de la familia de las Vitidáceas (Vitáceas).

7 y 8. (Amomis) (Cardamomo). Probablemente se refiere Plinio, respectivamente, a Amomun cardamon L., y a Elettaria cardamomum Maton, ambas de la familia de las Zingiberáceas. Las semillas de la última se utilizan como especia, y constituyen el verdadero cardamomo; pero las de la primera pueden sustituirlo. No obstante, Hernández piensa que Plinio duda del “amomis”; este último autor distingue varias especies de car­damomo que pueden corresponder a otras espe­cies del género Amomum L.


Capítulo XIV

1. (Saba). Región de Arabia donde, según indica Plinio, se “cría el encienso” que corresponde a dos especies de plantas de la familia de las Burseráceas, Boswellia serrata Roxb. y B. carteri Birdw., árboles de Arabia, de la India y de África, de don­de se extrae la gomorresina en forma de lágrimas, de color amarillo blancuzco o rojizo, sabor acre y olor aromático al arder.

9 y 10. (Átomo) (A la menor orobia). Se refiere Plinio a los tipos de incienso, según la forma de las “lágrimas” de gomorresina. El incienso ma­cho es el que naturalmente escurre del árbol; en tanto que el incienso hembra es el que por inci­sión se le hace destilar al árbol. Comenta Hernán­dez que en la Nueva España hay muchas especies de él; en efecto, se desarrollan en estas tierras varias especies de Burseráceas cuya resina es uti­lizada como incienso.

11. (Manna). El maná de los antiguos era el incien­so desmenuzado y casi reducido a polvo. Hernán­dez comenta que no se trata del incienso, sino de la miel de rocío del arce Acer spp. También se llama maná al líquido azucarado que fluye es­pontáneamente o por incisión de diferentes par­tes de los árboles pertenecientes, principalmen­te, a diversas especies de fresnos, alerces y cedros, Fraxinus ornus L. y F. rotundifolia Lam., de la familia de las Oleáceas; Larix decidua Mill. (= L. europaea DC.) y Cedrus libani A. Rich.; estas dos últimas, de la familia de las Pináceas.

El maná también puede presentarse en “lágri­mas” o trozos alargados, blanquecinos y frágiles; o bien, en masas formadas por pequeños trozos o lágrimas aglutinados por una materia amarillen­ta y blanda. No se refiere Plinio, en este caso, al liquen Lecanora esculenta Evers., considerado como el maná bíblico.


Capitulo XV

1. (Hypposelino). Corresponde al “hipposelinon” de los griegos, al llamado apio para los caballos, apio caballar, perejil macedónico, esmirno u olu- satro, Smymium olusatrum L., de la familia de las Umbelíferas. Hernández lo considera como “una de las especies de apio” y añade que las de­más especies de apio son el perejil, también llama­do apio de las rocas y que corresponde al “petroselinon” de los griegos, Petroselinum sativum Hoffm. (= P. hortense Hoffm.); el apio vulgar, que corresponde al “selinon” de los griegos, Apium graveolens L., y el orioselino o apio mon­tano (“oreoselinon” de los griegos), Peucedanum oreoselinum Cuss., todas ellas también de la fa­milia de las Umbelíferas.

2. (Que destilan ambos a dos liquores del árbol del incienso). Indica Hernández que “del árbol de la mirra no se sabe cosa cierta” y que “algunos quie­ren que la mirra vulgar sea el bdellio”, comentado en el capítulo IX de este mismo libro duodéci­mo. Además, el mismo autor señala que algunos le han afirmado que hay mirra en Nueva España, pero, comenta, “no la he podido ver”.

Ha habido confusión respecto a la planta que produce la mirra; pues existen dos formas de esta última, que se obtienen de dos especies diferen­tes de arbustos o arbolillos de la familia de las Burseráceas y del género Commiphora Jacq.: C. myrrha (Nees) Engl., de Abisinia, Somalia y Ara­bia; y C. erythracea (Ehrenb.) Engl., de Arabia.


Capítulo XVI

1, 2 y 3. (La minoea) (Dianitis) (Ausaritis). Se re­fiere Plinio a los lugares de donde proceden los distintos tipos (géneros) de mirra y de su natu­raleza y precio. Comenta Hernández que algu­nos creen que el copal corresponde a la “mirra blanca”, tema sobre el cual se ocupa en otra par­te de su obra. El término “Ausaritis” se refiere a un lugar de Arabia en donde se produce dicha mirra blanca, según este último autor. Plinio in­dica que “hállase blanca en una sola parte y ésta se trae de un lugar que dicen Messalo”.

Es obvio que el copalcuáhuitl o árbol del co­pal (del náhuatl copali, incienso y cuáhuitl, árbol) que corresponde a diversas especies botánicas, principalmente del género Bursera Jacq. ex L., de la familia de las Burseráceas, que producen la resina llamada “copal”, que suele usarse como incienso, no puede ser el de la mirra blanca, pues­to que las especies productoras del copal son ár­boles exclusivos de los trópicos americanos y, muchos de ellos, de la República Mexicana.


Capítulo XVII

1, 2 y 3. (De cierta espina) (La Xiota) (Lentisco). Se trata de las plantas que producen almácigo, en particular el lentisco, Pistacia lentiscus L., arbusto de la familia de las Anacardiáceas, que proporciona el mástique o trementina de la isla griega de Quío (la Xiota, según Hernández).

4 y 5. (Y que es oesipo) (Yedras). Estos comenta­rios se relacionan con el “ládano” (no láudano), nombre de la materia glutinosa resinífera extraí­da de la jara del ládano, Cistus villosus var. creticus (L.) Boiss. y C. ladaniferus L., de la familia de las Cistáceas. Indica Hernández que el “oesi­po” no es ládano “sino la grasura de la lana de las ovejas”; y que no se debe confundir a cysos, que en griego significa yedra, con cystos, planta conocida en España; señala, además, que Plinio tuvo esta confusión.

6. (Enhemo). Hernández comenta que algunos autores piensan que el “enhemo” es una goma “hasta agora no conocida”, otros que es “la oliva ethiópica de Dioscórides”. Al parecer, se trata de la goma elemi (“gumma elemi”), nombre que se aplica a varias oleorresinas de diferente origen; probablemente sea el elemi africano, que se ob­tiene de la Boswellia frereana Birdw., de la fami­lia de las Burseráceas.

No comenta Hernández sobre “el árbol que llaman ‘strobo’ para sahumar con él”; éste probablemente corresponda a alguna especie de Pinácea como Pinus cembra L., pequeño pino de copa redondeada y conos o estróbilos ovoides, lo que puede estar relacionado con los nombres griegos “strobos” y “stróbilos”, que se aplican a todo aquello que es redondeado. Tampoco co­menta Hernández sobre el “estoraque” que men­ciona Plinio en este capítulo y que parece corres­ponder al árbol Styrax officinale L., de la familia de las Eritráceas, del que se extrae un bálsamo oloroso del mismo nombre.


Capítulo XVIII

1. (Mola salada). Se refieren, tanto Plinio como Hernández, a la harina de cebada tostada y mez­clada con sal que se usaba en los sacrificios echándola en la frente de la res y en la hoguera en que ésta había de ser quemada.


Capítulo XIX

2. (El cinamomo). Nombre dado en tiempos de Plinio a una sustancia aromática que algunos creen ser la mirra, comentada en el capítulo XV de este libro duodécimo, y otros consideran que se trata de la canela; producto del canelero, Cinnamomum zeylanicum Breyn., de la familia de las Lauráceas.

Hernández no comenta sobre el “xilocinamomo”; pero éste podría corresponder a la madera del cinamomo o de la “casia”. Tampoco comenta Hernández sobre esta última que, tal vez, según las referencias de Plinio, sea la Laurácea Cinnamomum cassia (Nees) Nees ex Blume, que produce la llamada canela china. También se llamaba “cassia” a la canela en rama.


Capítulo XX

1. (Cáncamo). Sustancia que era, a lo que parece, resina o goma de un árbol del Oriente. Comenta Hernández las opiniones de identificación de esta planta incluyendo, entre las posibilidades de correspondencia de la misma, el árbol de la laca de los árabes que él tiene “pintado y descripto entre los de la Nueva España”.

2. (De los nabateos). En relación a los nabateos “habitadores de la Arabia Pétrea”, comenta Hernández sobre el “isocinamomo”; palabra esta úl­tima que significa en griego: semejante al laurel. No obstante, este autor indica que “no es éste el daphnoide de que los herbarios hacen men­ción” y que, al parecer, corresponde al también llamado “perejil de Macedonia”, Athamanta ma­cedónica Spr., de la familia de las Umbelíferas, o bien, a alguna otra especie del mismo género. Existe otra planta que corresponde a la que en España se conoce con el nombre de “laurina”, que Dioscórides denomina “daphnoides” e in­dica que “sus hojas son como las del laurel”; ésta es la especie Daphne laureola L., de la familia de las Timeleáceas, la cual podría ser el “isocinamo­mo” que cita Plinio.

Respecto al “taro”, sobre el cual no hace co­mentarios Hernández, se trata de la madera de alguna especie de áloe, Aloe sp., de la familia de las Liliáceas.


Capítulo XXI

1. (Cinamo). Según indica Hernández, Plinio se refiere al cinamomo, sobre el cual ya se hicieron comentarios en el capítulo XIX de este mismo libro duodécimo.

2. (Mirobálanos). Es el nombre dado a las nueces orientales aromáticas, también llamadas avellanas de las Indias Orientales o mirobálanos émblicos, Phyllanthus emblica L. (= Emblica officinalis Gaertn.), de la familia de las Euforbiáceas. Exis­ten también el mirobálano índico o negro, Terminalia chebula Gaertn., y el mirobálano belérico, Terminalia bellerica (Gaertn.) Roxb.; ambos son árboles de la familia de las Combretáceas. Comen­ta Hernández que los mirobálanos se usan en la preparación de “ungüentos, según el nombre grie­go la muestra [del gr. μυροβάλανοç que signi­fica bellota perfumada] no por su olor, pues no es tan aromática, sino por su untuosidad”. Hace también alusión a las “avellanas índicas de la Nueva Hespaña”, comparándolas con las plan­tas antes mencionadas.

No comenta Hernández sobre el “sericato” y el “gabalio”, no identificables; pues el mismo Plinio indica: “son conocidos en estas partes sólo de nombre”.


Capítulo XXII

1. (Phenicobálano). Según Hernández, “género es de dátil de que hizo memoria Teofrasto”. Corresponde probablemente a una palmera del gé­nero Phoenix L.; quizá al mismo datilero común, Phoenix dactylifera L. Se denomina también “adipso” (del gr. adipsos, lo que quita o disminuye la sed), nombre aplicado antiguamente no sólo a la planta de referencia, sino también a varios remedios que evitaban o amenguaban la sed.

Es interesante el comentario de Hernández, se­gún el cual se sabe que el tamarindo ya se culti­vaba en la Nueva España en el siglo XVI.

2. (Cálamo aromático). Corresponde al ácoro ver­dadero, Acorus calamus L., de la familia de las Aráceas; o bien al zacate limón, Cymbopogon citratus Stapf. (= Andropogon citratus DC.), de la familia de las Gramíneas.

3. (Junco odorato). Es el junco oloroso de Arabia y que, según Hernández, se llama “vulgarmente en Hespaña paja de la Meca”; corresponde a la especie Cymbopogon schoenanthus Spreng. (= Andropogon schoenanthus L.), de la familia de las Gramíneas.


Capítulo XXIII

1. (Que está en septentrión). Se refiere Plinio al septentrión de Etiopía que, según indica Hernández, “entiende a Egipto”. Es la región del Sudán, de donde procede la gomorresina que, según Pli­nio, es la “lágrima del amoniaco”. Esta planta llamada amoniaco, corresponde a la especie Do­rema ammoniacum D. Don., de la familia de las Umbelíferas, que crece en los desiertos del sur de Siberia y el oeste de Asia.

2. (Sphagno). Se llamaban esfagnos a los mecho­nes o manojos de musgos y a las costras de líquenes que se desarrollan sobre las cortezas de los árboles o sobre las rocas. Plinio les llama, ade­más, “bryon”, término que designaba a las algas, a los musgos y a los líquenes de color verde cla­ro. Hernández indica que también se les designa “splachmon” (del gr. splanchnon) nombre que se empleaba en forma metafórica como sinónimo de “sphagnos” y de “bryon” para designar a las plantas que se les encontraba algún parecido con las partes internas del cuerpo humano. Actualmente, Sphagnum corresponde a un género de musgos, de la familia de las Esfagnáceas, cuyas especies son comunes en los pantanos; en tanto que Bryum es un género de musgos de la familia de las Briáceas; de aquí se ha sacado también el término Bryophyta que es la división del reino vegetal que incluye, en general, a las hepáticas y a los musgos.


Capítulo XXIV

1 y 2. (Cypro). En la Materia médica de Dioscórides se describe esta planta denominada “kypros” en griego, “cyprus” en latín y henna o alhena en árabe. Corresponde al llamado aligustre, ligustre o trueno, Ligustrum vulgare L., de la familia de las Oleáceas.

3. (Aspalatho). Este término designa a una serie de vegetales espinosos como Alhagi graecorum Boiss., de la familia de las Leguminosas; no obs­tante, Hernández comenta que “no se conoce esta planta porque los sándalos no lo son”.

4. (Maron). Es el nombre que daban los griegos a una planta aromática procedente de Egipto. Algunos autores llaman “maro verdadero” a Tencrium marum L., de la familia de las Labiadas; pero probablemente Plinio se refiere a alguna planta semejante a ésta, al orégano, a las salvias o a alguna otra Labiada. Hernández comenta: “es esta planta ignota en nuestro tiempo”.


Capítulo XXV

1. (Sólo Judea). Se refieren los autores en esta nota al “bálsamo” llamado “opobálsamo” y a la madera de éste, que recibe el nombre de “xilobálsamo”. Corresponde a la especie árabe Commi­phora opobalsamum (L.) Engl., de la familia de las Burseráceas, que se conoce con el nombre de bálsamo de la Meca. Hernández compara a esta planta con especies de la Nueva España y “de la isla Haitiana de Santo Domingo”.

2. (Hipericón pétreo). Comenta Hernández: “no sé de cuál habla”. Parece que se trata del hipéri­co, hipericón o pericón, Hypericum perforatum L., de la familia de las Gutíferas.

4. (Estoraque). Al parecer corresponde a Styrax officinale L., de la familia de las Estiracáceas.

5. (Gálbano). También llamado cañaheja, nom­bre derivado del latín canna ferula; corresponde a la especie Ferula galbaniflua Boiss & Buhse., de la familia de las Umbelíferas, planta asiática que produce la gomorresina llamada gálbano.


Capítulo XXVI

1. (Phanaces). Se refiere Hernández a “tres espe­cies de panax, conviene a saber, herácleo, asclepio y crionio, pero del herácleo se hace el apopanax y éste es el que aquí Plinio describe”. Dichas “especies” corresponden a los “panaces”, nom­bre que se aplica a diversas plantas gomorresiníferas, empleadas en la medicina antigua y que se pensó podían curar todas las enfermedades (del gr. panakés, panacea); por ejemplo el “gálbano”, Ferula galbaniflua Boiss & Buhse., y el “opopanax”, Opopanax chironium Koch, ambas espe­cies de la familia de las Umbelíferas, y el hipéri­co, Hypericum perforatum L., de la familia de las Gutíferas.

Dioscórides menciona tres “castas” de pánace: el pánace heraclio o hercúleo, que se pensó fue inventado por Hércules, y que parece correspon­der al género Heracleum L., y el “pánace ascle­pio”, del género Elaeoselinum Koch ex DC., y el “pánace chironio” o del centauro Quirón, del género Opopanax Koch, todos de la familia de las Umbelíferas.

4. (Silis). Indica Hernández que “el sesilis” com­prende especies que “nacen en Hespaña”. Exis­ten los llamados seselis, como el seseli etiópico, Laserpitium latifolium L.; y el seseli “masiliense”, Seseli tortuosum L., ambos de la familia de las Umbelíferas. Indica Plinio que el “spondillo”, sobre el cual no comenta Hernández, tiene for­ma de “silis”.

5. (Malabatro). Plinio escribe esta palabra “malobathro”. Al parecer corresponde al árbol lla­mado casia de la India o tamala, Cinnamomum tamala (Bush.-Ham.) T. Nees & Eberm., de la familia de las Lauráceas.


Capítulo XXVII

Comenta Hernández que el texto de Plinio en este capítulo “es sacado totalmente de Dioscórides” pero algunas cosas “parecieron no exprimir también el sentido de aquel autor”. Dioscórides menciona el “omphacomeli” indicando que se prepara exprimiendo agraces verdes (uvas sin ma­durar) después de haberlos asoleado tres días; tres partes del zumo obtenido de ellos se mezclan con una parte de miel espumada y se ponen al sol. Según el mismo Dioscórides, este preparado era utilizado en la medicina antigua pues se conside­raba “útil a las flaquezas del estómago y a los flu­jos estomacales”. Plinio indica que el “omphacio” no sólo se prepara “majando los agraces” sino también de “azeitunas, exprimiéndolas cuan­do están blancas”.


Capítulo XXVIII

1,2 y 3. (Bryon) (Mejores) (Gnido). En la antigüe­dad se designaba con el nombre de “bryon” a algunas algas, a los musgos y a ciertos liqúenes de color verde claro. Hernández comenta: “llámanle los latinos musco y vello los españoles, el cual aunque se halle en otras cosas aquí solamente se tracta de él en algunos árboles”; y añade: “Dioscórides prefiere el vello del cedro ni más ni menos que Plinio en el presente lugar, debaxo de nombre de uvas, el cual hace dellas dos diferencias, teniendo por mejores las de Caria o Gnido que las de Lycia”.

Hernández no comenta sobre el término “oenanthe”. Se refiere Plinio al “enante” (pala­bra que en griego significa “flor de vino”), que es una de las dos supuestas especies que describe Dioscórides de la vid silvestre o labrusca: la “que jamás perfecciona sus uvas sino siempre las deja en flor”.

5. (Palma elate). Plinio se refiere, probablemen­te, a alguna especie del género Abies Mill., de la familia de las Pináceas, género que comprende a los abetos, “abetes” o “pinabetes” (“abiete” se­gún el mencionado autor); quizá se trate de Abies alba Mill. (= A. pectinata DC.) o abeto blanco de Europa, cuya trementina era usada en la pre­paración de emplastos y ungüentos.

6. (Cinamo). Este “cinamo” no corresponde a la canela, sino a lo “que llaman caryoto” (en el encabezado del capítulo está escrito “cariopo”), se­gún indica Plinio. Hernández le llama “caryon”.

Caryotos y caryotis son nombres que se daban a las palmeras de los dátiles, del género Phoenix L., incluyendo al datilero común Ph. dactylifera L. Según Galeno, el término “caryotos” se apli­caba especialmente a la palma de Jericó (datile­ro). Según Dioscórides, “caryon” era el nombre de la nuez y todo lo que se parecía a ella; y “caryotides” era un tipo de dátil.

El género Caryota L., de la familia de las Pal­mas, cuyas especies se desarrollan en la región indomalaya, en Australia y algunas islas de la Po­linesia al parecer no corresponde al “caryoto” de Plinio.


Libro decimotercero: De ungüentos y árboles marítimos


Capítulo I

1. (Citro). No corresponde, según indica Hernán­dez, al “cidro” al que “llamaron los antiguos malum medicam”, Citrus medica Risso, de la fami­lia de las Rutáceas, sino a una especie de cedro, probablemente Cedrus libani Barr., especie de la familia de las Pináceas, común en Asia Menor; o bien, alguna otra conifera de esa zona (Junipe­rus sp., Cupressus sp., etc.); pero no puede ser Thuja occidentalis L., de la familia de las Cupre­sáceas, como se indica en la nota “f” de la pági­na 175 del tomo V de estas Obras completas de Francisco Hernández, debido a que esta última especie no era conocida en el Viejo Mundo en tiempos de Plinio, pues es originaria de Améri­ca del Norte.

6. (El de almoradux). El “almoradux” común o almoraduz, utilizado en medicina y perfumería, además de ser planta condimenticia, correspon­de a la mayorana o mejorana cultivada, Origa­num mejorana L.; en griego recibe los nombres de amáraco y de “sampsuco”. Con esta planta se preparaba en la antigüedad el llamado ungüen­to sampsuquino.

8. (El ciprino). Ungüento que se preparaba con “cipro o ligústeo” que, según Hernández, “se cree ser nuestra alheña”. Probablemente se refiere Pli­nio al aligustre o ligustro, Ligustrum vulgare L., de la familia de las Oleáceas.

13. (Bryon). Corresponde a ciertos musgos, líque­nes y algas que se desarrollan en las cortezas de los árboles.

14. (Al metopio). Ungüento que se preparaba con “la lágrima del amoniaco”, planta gomorresinífera que corresponde a la especie Dorema ammoniacum D. Don., de la familia de las Umbelíferas.

15. (Canela). Comenta Hernández que “casia, ci­namomo y canela vulgar” son “cortezas de una misma planta y no diferentes”, “contra lo que nos dexaron escripto los antiguos”. Corresponde principalmente a la especie Cinnamomum zeylanicum Breyn., o canela de Ceylán; pero también es importante C. cassia (Nees) Nees ex Blume, la canela de China o “casia”.

16. (El ungüento de azucenas). La planta mencio­nada es la azucena blanca, Lilium candidum L., de la familia de las Liliáceas.

18. (Estacte). Se hace alusión al estoraque, Styrax officinale L., de la familia de las Estiracáceas.


Capítulo II

1. (Comaco). Se refiere Plinio a alguna modalidad de canela; proveniente quizá del mismo canelero, Cinnamomum zeylanicum Breyn.; Hernández le da también el nombre de “cinamomo syrio”.

2. (Junco syrio). Es el que llama Hernández jun­co “odorado o paja de la Meca”. Corresponde a la especie Cymbopogon schoenanthus Spreng. (= Andropogon schoenanthus L), de la familia de las Gramíneas.


Capítulo III

Indica Plinio que “Egipto es la tierra más apare­jada para ungüentos de todo el mundo y, después, Campania, por el abundancia de la rosa”. Las especies y variedades de la rosa, Rosa spp., constituían seguramente una de las fuentes más im­portantes de aromas para los ungüentos.


Capítulo IV

Hernández no comenta sobre los nombres de las “diversas palmas o dátiles”, que cita Plinio, “por­que leído atentamente el texto se entenderán”. Divaga diciendo que “de otros muchos géneros de palmas hablamos entre las plantas de la Nue­va Hespaña”.

Hace Plinio especial mención de los datileros Phoenix dactylifera L., de la familia de las Palmas.


Capítulo V

1. (Damascenas). Las “ciruelas damascenas” son los frutos de una variedad de ciruelo, el llamado ciruelo de Damasco, Prunus domestica var. damas­cena L., de la familia de las Rosáceas.

2. (Mixas). Corresponde al llamado “sebester” o sebesten de Egipto, Cordia myxa L., de la fami­lia de las Boragináceas, cuyo fruto tiene una pulpa dulce y mucilaginosa.

3 y 4. (Muy ñudoso) (Su simiente). Se refiere al “oxicedro”, Juniperus oxycedrus L., de la familia de las Cupresáceas, común en la cuenca del Medi­terráneo y en la actualidad cultivado como ornamental en diversas partes del mundo. Respecto al otro cedro, sobre el cual indica Hernández: “havemos visto algunos ramos del mayor, traí­dos de Syria y Chipre”, debe corresponder a la especie Cedrus brevifolia (Hook, f.) Henry, de la familia de las Pináceas.


Capítulo VI

1. (Terebinthos). Es el terebinto, cornezuelo o cornicabra, Pistacia terebinthus L., árbol de la fa­milia de las Anacardiáceas. Es una planta astrin­gente de la cual se obtiene la resina terebintina.


Capítulo VII

1. (La higuera egipcia). Corresponde a Ficus sycomorus L., de la familia de las Moráceas. Es el ár­bol llamado sicomoro o sicómoro (del griego σύκον, higo, y μόρον, moral), originario del nor­te de África; de él se obtenía madera incorrup­tible para hacer los sarcófagos de las momias egipcias.

2. (Higuera de Chipre). Se refiere a alguna espe­cie del género Ficus L., de la familia de las Moráceas, con frutos comestibles como los de la espe­cie de la nota anterior; quizá sea una variedad de esta última.


Capítulo VIII

1. (Vaina). Se refiere a la vaina del algarrobo, Ceratonia silicua L., de la familia de las Legumino­sas. Indica Hernández que Dioscórides llama a dicha vaina “ceronia”. Plinio llama al árbol “ceraunia” e indica que, por ser “fértil ni más ni menos en su tronco, aunque encierra su fructo en vaina”, algunos lo llaman “higuera egipcia con manifiesto error”. Respecto a esta última ya se hizo el comentario correspondiente en la nota número 1 del capítulo anterior.


Capítulo IX

1. (La que llaman persea). Probablemente se re­fiere Plinio al mirobálano de Egipto, cuyo fruto es comestible, Balanites aegyptiaca Delile, de la familia de las Balanitáceas (algunos autores lo incluyen en la familia de las Zigofiláceas). También puede haberse referido Plinio al sebesten de Egip­to, Cordia myxa L., de la familia de las Bora­gináceas, sobre el cual se hizo indicación en la nota 2 del capítulo V de este libro decimoterce­ro. El nombre de “persea” significa en griego “la persa o persiana” (Persia representaba al Orien­te en general).

7. (Espina negra). Al parecer, se refiere Plinio al babul, una de las especies de las que se obtiene la goma laca, Acacia nilotica (L.) Delile (= A. ará­bica (Lam.) Willd.); aunque también podría alu­dir a especies como Acacia senegal (L.) Willd. y otras relacionadas que producen la goma arábiga.


Capítulo X

1. (Un grande cuesco). Corrige Hernández a Pli­nio según lo dicho por Teofrasto, refiriéndose al “ciruelo egipcio” que tiene un hueso “redon­do” no grande. Debe corresponder a alguna va­riedad del ciruelo común, Prunus domestica L., de la familia de las Rosáceas.


Capítulo XI

1. (Del espino de Egipto). Se refiere a alguna espe­cie del género Acacia Mill., probablemente a A. senegal (L.) Willd. y otras especies relacionadas, de donde se extrae la goma arábiga.

2. (Sarcocolla). Se refiere a la sarcocola, goma casi transparente, de color amarillento o rojizo, sabor amargo y olor ambarino que en granos oblongos fluye de un arbusto que corresponde a la especie Penaea sarcocolla L., y otras especies afines como P. fucata L., y P. squamosa L., de la familia de las Peneáceas. Algunos autores clasifi­can la primera especie mencionada en el género Saltera Bullock, de la misma familia. Todas ellas son originarias de Sudáfrica.

6. (El cálamo adorato). Se refiere al cálamo aro­mático Acorus calamus L., de la familia de las Aráceas; o bien, el zacate limón, Cymbopogon citratus Stapf. ( = Andropogon citratus DC.) de la familia de las Gramíneas.

No comenta Hernández sobre la relación que hace Plinio del “junco llamado papiro”, que co­rresponde a Cyperus papirus L., de la familia de las Ciperáceas, una de las plantas más importan­tes de la antigüedad, por ser la más utilizada en la elaboración del papel.


Capítulo XII

En este capítulo comenta Hernández sobre los distintos tipos de papel para escribir; es decir, “de los géneros de cartas” y de algunas modalidades en su preparación, según las referencias de Plinio.


Capítulo XIII

Se refiere este capítulo a los libros del rey roma­no Numa, encontrados en el Janículo, uno de los montes de Roma.


Capítulo XIV

Plinio hace alusión, principalmente, a los “árboles que llevan lana”, es decir al algodonero, Gossypium arboreum L., de la familia de las Malvá- ceas, al que dicho autor hizo referencia en un ca­pítulo anterior, “al tratar de la descripción de la India y de Arabia”. Hernández no hace comen­tarios a este capítulo, seguramente porque las plantas que menciona el compilador romano ci­tado ya habían sido descritas, aunque en forma muy breve, en capítulos anteriores de esta obra.


Capítulo XV

Hernández hace comentarios en este capítulo a las referencias de Plinio, pero no sobre las plantas. El cedro del Atlas, mencionado por este úl­timo autor en esta parte de su obra, corresponde al árbol también llamado alerce africano, arar o tuya articulada, Tetraciclinis articulata (Vahl.) Mast. (= Callitris quadrivalvis Vent.), de la fa­milia de las Cupresáceas, que proporcionan la ma­dera de arar, refutada incorruptible, y la resina sandáraca.


Capítulo XVI

Se refiere Plinio a Tetraclinis articulata (Vahl.) Mast. (= Callitris quadrivalvis Vent.), de la fami­lia de las Cupresáceas, mencionado en el capítu­lo anterior; aunque Hernández sugiere la posible identificación de la “thya” con otras plantas, basándose en la relación de otros autores; pero Plinio indica que es “el árbol que los griegos lla­man thyon y otros thya”, lo cual permite consi­derar que se trata de la especie antes mencionada.


Capítulo XVII

1. (Loto). Según Hernández corresponde a la plan­ta que en España llaman “vulgarmente almez o almaizo”; es la especie Celtis australis L., de la familia de las Ulmáceas que, de acuerdo con Dioscórides, “suele ser tan grande como el peral y, algunas veces, mayor”.

5. (Una hierba). Indica Hernández que “una hay que llama Dioscórides lotus urbana, y quieren mucho ser nuestro trébol”; ésta corresponde al meliloto o trébol oloroso, Melilotus officinalis (L.) Lam.

6. (En Egipto). Señala Hernández: “es la lotus egipcia, de que el mismo Plinio hablará en otras partes”. Corresponde a la especie Nymphaea lotus L., de la familia de las Ninfeáceas. No se refiere Plinio, en este caso, al loto mítico de los egipcios e hindúes, Nelumbo nucifera Gaertn. (= Nelimbium speciosum Willd.), de la misma familia.


Capítulo XVIII

No comenta Hernández sobre este loto del río Éufrates, que probablemente corresponde a Nymphaea alba L., de la familia de las Ninfeáceas.


Capítulo XIX

1. (Paliuro). Considera Hernández que “son tan diversas las descripciones que deste árbol en los autores se hallan, que me persuado haverse lla­mado diversas plantas en diversas regiones paliuros”; no obstante, puede tratarse de Paliurus spina-christi Mill. (= P. aculeatus Lam.), el espino santo o espina vera, de la familia de las Ramná­ceas, que es una de las muchas plantas llamadas espinos, entre las que se considera como la más probablemente usada por los soldados romanos para hacer la corona de Cristo.

2. (Cinco maneras). Se refiere a las variedades que distingue Plinio del granado, Punica granatum L., de la familia de las Punicáceas.

3. (Balaustio). Es la flor y el fruto del granado o balausta; en este caso se refiere Plinio al granado silvestre, que corresponde a la misma especie del granado cultivado, Punica granatum L., pero cuyos frutos son más pequeños, y sus semillas, poco jugosas, tienen un sabor extremadamente agrio.


Capítulo XX

No hace comentarios Hernández sobre “la epipactis que dicen elleborina” mencionada en este capítulo y que pudiera pensarse que correspon­de al eléboro negro de Hipócrates, Heleborus orientalis Garc., de la familia de las Ranunculá­ceas; pero Plinio se refiere a una planta de hojas pequeñas, de manera que debe hacer alusión a la hemiaria, Hemiaria glabra L., u otra especie afín, como H. hirsuta L., y H. cinerea DC., de la fami­lia de las Cariofiláceas.


Capítulo XXI

1. (Thymelea). Corresponde esta planta al torvis­co común, Daphne gnidium L., de la familia de las Timeleáceas.

2. (Tragio). Plinio indica que se trata de una planta semejante al terebinto; pero Hernández comen­ta que Plinio, en el capítulo “último del libro veinte y siete afirma ser semejante al enebro”. Seguramente se refiere Plinio a dos plantas dife­rentes con el mismo nombre vulgar.

3. (Tragacantha). Se refiere Plinio al tragacanto común, Astragalus creticus y A. gummifer Labill., de la familia de las Leguminosas.

4. (Tragos). Se ha dado esta designación a varias plantas que tienen un olor semejante al del macho cabrío, el cual es denominado en griego τράγος. Plinio se refiere a una planta espinosa que, según indica Hernández en la nota número 11 del libro vigesimoprimero, capítulo XV de esta obra, re­cibe también el nombre de “escorpión”, del cual señala el mismo autor que hay dos especies. Es­tas, probablemente, podrían ser la barrillera, Salsola tragus L., de la familia de las Quenopodiáceas, y Ephedra distachya L., de la familia de las Efedráceas. También se hace alusión al “tra­gos” en nota número 8 del capítulo XIII del libro vigesimoséptimo de esta obra.

5. (Mýrica). Según Hernández corresponde a lo que en España llaman taray y ataría, también conocido con el nombre de taraje, Tamarix gallica L., y T africana Poir., de la familia de las Tamaricáceas.

6-8. (Al frexno) (Hojas de peral) (Madera descolo­rida). Se refiere Hernández a la “oxia” de Teofrasto. Indica que ésta, “ansí como también la ostrys, no se conoce”.


Capítulo XXII

1. (Anuncia luego pestilencia). Se refiere al evóni­mo, Euonymus europaeus L., de la familia de las Celastráceas, cuyas hojas y flores despiden un olor desagradable.

2. (Alexandro Cornelio). Indica Hernández en este comentario que “tampoco se conoce el adrachne distincto de la andrachne, que es hierba y la lla­mamos hoy verdolaga”. No obstante, Plinio se refiere al “adrachne” que “es un árbol silvestre” y que corresponde al llamado madroño de Levante, Arbutus andrachne L., de la familia de las Ericáceas.

3. (Cocimelaea). Probablemente es la planta que llamaban los griegos “coccygia” o “coggygria”, Cotinus coggygria Scop. (= Rhus cotinus L.), de la familia de las Anacardiáceas.

5. (La férula). Plinio distingue dos especies de férula: “las unas se levantan en alto, llamadas narthecas” que probablemente corresponden a alguna especie del género Ferula L., por ejemplo, F. com­munis L., F. narthex Boiss. y F. assafoetida L.; “y las otras se quedan siempre baxas y se llaman narthechias”, que, probablemente, corresponde al hinojo marino, Chrithmum maritimum L., am­bas de la familia de las Umbelíferas.

La “thapsia” o “tapsia” corresponde a Thapsia garganica L., también de la familia de las Umbelíferas. Dioscórides, según la traducción de La­guna, indica que: “la tapsia se llamó así por haberse hallado primeramente en Thapso, isla del mesmo nombre. Es planta de su natura toda se­mejante a la férula, salvo que tiene más delicado el tallo” (anotado por Font Quer).


Capítulo XXIII

No hace comentarios Hernández sobre este ca­pítulo; seguramente porque la planta que aquí describe Plinio es la común “alcaparra” o alca­parrera, llamada por los griegos “cynosbaton” (“cynosboto”) u “ophiostaphylon” (“ophiostaphile”), Capparis spinosa L., de la familia de las Caparidáceas.


Capítulo XXIV

1-3. (Muérdago). Hernández se refiere al muérdago de Europa, Viscum album L., de la familia de las Lorantáceas; compara a éste con la planta que cita Plinio: alguna epífita o parásita en la “espina que llaman real” o “espina real de Babilonia”, una de las muchas plantas espinosas de Asia Menor; probablemente esta última corresponde a alguna especie del género Crataegus L., como C. oxyacantha L., o C. monogyna Jacquin.

5. (Cythiso). El “citiso” es alguna especie del género Cytisus L., de la familia de las Legumino­sas. Los griegos también daban el nombre de “cytisos” a ciertas especies del género Medicago L., parecidas a la alfalfa, de la misma familia de las Leguminosas, importantes como plantas forrajeras.


Capítulo XXV

1-4. (Phycos) (En otro lenguaje) (Nacen ambas es­pecies en el verano) (Bryón). Con los términos “phycos” y “alga” designaban tanto Plinio co­mo Hernández a diversas plantas marinas y de agua dulce, incluyendo a las verdaderas algas, así como a las plantas vasculares acuáticas; no obstante, Hernández dice que “es de advenir que alga es comúnmente del mar y ulva de lagos, la­gunas y ríos”. En la clasificación actual de estas plantas, se ha delimitado el género Ulva (L.) L. Agardh, que es exclusivamente marino y de las aguas salobres de los estuarios de los ríos; aun­que hay otras algas de la familia de las Ulváceas, como las del género Enteromorpha Link., que viven en aguas continentales, salobres y dulces. Plinio cita plantas de “hojas anchas de color verde y llámanle algunos prason y otros zostter”·, proba­blemente se refiere a ciertas algas laminares como las consideradas actualmente en el género Prasiola C.S. Agardh, de la familia de las Esquizogoniáceas (Prasioláceas), que comprende tanto especies marinas como de agua dulce, así como a faneró­gamas marinas como las del género Zosttera L., de la familia de las Zosteráceas.

También indica Plinio que “hay otro linage de mata llamado bryón, de hojas de lechuga, salvo que son más arrugadas”. En este caso, es proba­ble que se refiera a la llamada lechuga de mar, Ulva lactuca Lejol., a alguna especie diferente del mismo género, o bien a alguna otra alga de hojas anchas. Comenta Hernández sobre el “bryón”: “ya hablamos en el libro pasado de diversas ma­neras de bryón de los árboles”, refiriéndose a los musgos; y añade: “al presente se tracta de otra mata marina del mismo nombre.”

6. (De hojas de puerro). Indica Plinio que “fuera de las columnas de Hércules nace cierta planta de hojas de puerro”. Se refiere a ciertas plantas marinas, no identificables, que tienen las hojas como el puerro, en algunos lugares conocidos con el nombre vulgar de poro, Allium porrum L., de la familia de las Umbelíferas. Señala Plinio que, estas plantas, cuando son “sacadas se convierten en piedras pómez”, según lo señala Hernández, “de Teofrasto, en el capítulo VI del libro cuarto”.

Según esta última nota, puede considerarse que la confusión que había en tiempos de Plinio sobre las plantas vasculares se acentúa aún más cuando se trata de las algas y otras plantas criptógamas, así como de las plantas acuáticas en general. Este escaso conocimiento sobre dichas plantas persis­tió hasta la época de Hernández, de manera que este último autor tampoco podía aclarar mucho al respecto.

7-8. (Isidos plocamon) (Siente cuando le van a to­mar). Es confusa, e inclusive fantástica, la relación de Plinio, reforzada por los comentarios, también imprecisos de Hernández, sobre estas notas, en las que se mencionan corales y plan­tas, de uno de los cuales, según indica Plinio “si le cortan, de presto se muda en piedra”; y Her­nández indica que “lexos del océano Gaditano han visto ciertas plantas pequeñas que huyen cuando van a tocarlas”. Quizá esta interpretación se debió a que los corales eran considerados co­mo plantas con la capacidad de responder a los estímulos del medio, de manera semejante a los animales; dando, según Hernández, “claras mues­tras de no carecer del todo de sentimiento”.


Libro decimocuarto: Las vides y viñas


Plinio indica en el prohemio de este libro: “Has­ta aquí havemos tractado de árboles peregrinos que no nacen sino donde comenzaron” y añade: “ya es tiempo se escrivan los comunes a todas las tierras” (es decir, de los cultivados). Comen­ta Hernández: “y puesto caso que haya otras plantas que gozan en latín de nombre de vides”... “aquí solamente se hace mención de la vulgar o doméstica”.


Capítulo I

4. (Rumbortino). En este caso se refiere Plinio al “pópulo”, álamo negro o chopo, Populus nigra L., de la familia de las Salicáceas, “un árbol so­bre cuyos ramos tendidos a la redonda discurren las vides”. Hernández indica que otros leen rupontino, y añade: “llámase en griego egiros, distincto de rumpotino”; de este último hace men­ción Plinio en el libro vigesimocuarto de esta obra.


Capítulo II

5. (Apianas). Se refiere Plinio a una variedad de vid frecuentemente visitada por las abejas (del lat. apis, abeja). Por otra parte, Apis fue una divini­dad egipcia, adorada en el Delta del Nilo, que enseñó a los egipcios la medicina y el cultivo de la vid; corresponde a una de las representaciones de Osiris. Comenta Hernández: “algunos creen ser nuestras oledoras, pero éstas no son lanatas”; y, según indica Plinio, de las apianas “hay dos especies, de la misma manera lanudas”; por otra parte, las “oledoras” a las que se refiere Hernán­dez son las uvas olorosas o aromáticas, de gusto muy dulce, llamadas uvas moscateles.


Capítulo III

12. (Columbinas). Variedad de uva negra en ra­cimos largos y ralos. Indica Hernández que se llaman también “palominas” y “son de las negras que dan blanco el mosto”.


Capítulo XVI

11. (Vid silvestre). Indica Hernández que la vid “labrusca o vitis silvestris” es la “que vulgarmente llaman en Hespaña vid o parra campesina seme­jante en muchos casos a la doméstica”. No obs­tante, esta vid salvaje o labrusca de Europa, Asia occidental y norte de África que produce las hojas más ásperas y las uvas más pequeñas y de sabor agrio, y que corresponde a formas o varie­dades silvestres de la vid doméstica, Vitis vinife­ra L., no debe ser confundida con Vitis labrusca L. y otras especies silvestres de vides de América del Norte, todas del mismo género y de la familia de las Vitidáceas.


Capítulo XVII

1. (Oximel). También llamado ojimel u ojimiel (del griego όξος, vinagre, y μέλι, miel). Aunque hay varias formas de prepararlo, según comenta Hernández, una de las composiciones más usa­das, con fines medicinales, es la que se obtiene cociendo juntas dos partes de miel y una de vi­nagre hasta que tengan punto de jarabe; a esta mezcla se le pueden añadir otros ingredientes co­mo sal marina y agua. Indica Plinio que “con agua y miel, sin otra cosa”, se puede preparar vino.

En México se da el nombre de aguamiel al lí­quido azucarado que se obtiene del maguey pulquero (Agave atrovirens Karw. y otras especies del mismo género), el cual fermentado constituye un tipo de vino llamado pulque. Sobre esto último no da comentarios Hernández, como sue­le hacerlo, al comparar, en varios casos, lo que relata Plinio con lo que él observó en la Nueva España.


Capítulo XX

2. (Crápula). No es raro que Hernández interpre­te erróneamente el sentido del texto de Plinio. En este caso, Plinio indica que la resina “refre­na” la vehemencia de la embriaguez, o “crápula”; en tanto que Hernández comenta que “crápula” es el “excremento y hezes de la resina y cortezas a que está apegada”.

Este tipo de confusiones es frecuente cuando se hace la interpretación de libros antiguos, debido a diferencias en la construcción gramatical y al eventual cambio de sentido en los términos empleados en la redacción. Los textos de Her­nández, a sólo cuatro siglos de distancia, ya ofre­cen dificultades de esta índole a sus intérpretes y comentaristas actuales, no obstante que ese lap­so puede considerarse pequeño en comparación con los quince siglos transcurridos entre la obra de Plinio y la del intérprete español al cual aquí se comenta.


Capítulo XXII

6. (Oh maravillosa diligencia). Al decir Plinio: “la tierra produzía mieses y, ¡oh maravillosa diligen­cia de los vizios! hallóse modo con que también emborrachase el agua”, se refiere a la invención egipcia de obtener bebidas alcohólicas poniendo a fermentar infusiones acuosas de granos de ce­reales germinados. Comenta Hernández que el hombre ha logrado “con diligencia e industria que embriague el agua, mezclados zumos diver­sos”, refiriéndose a las diversas maneras en que pueden prepararse dichas bebidas.


Libro decimoquinto: De los árboles frutíferos y cultivados


Capítulo I

5. (Drupas). Aunque desde el punto de vista botá­nico, el olivo, Olea europaea L., árbol de la familia de las Oleáceas, produce un fruto drupáceo, que es la aceituna, en este caso se refiere Plinio a las aceitunas que están madurando “cuando comien­zan a pararse negras”, que son las más adecua­das para obtener un aceite abundante y de buena calidad. Indican Plinio y Hernández que estas aceitunas son llamadas también “dripetas”, si­guiendo el origen griego de la palabra (δρύππα, oliva, drupa).


Capítulo III

5. (Las colimbadas). “Las colimbades” o “colimbadas”, según comenta Hernández, son “las aceitunas que nadan en algún licor”, confirmando lo que indica Plinio: “adóbanse éstas lo primero con sal y, como las demás, con alpechín o arro­pe”; o bien: “se adoban sin mezcla de otra cosa, en su propio azeite”.


Capítulo VI

1. (Trapetos). Es la máquina usada para exprimir las aceitunas con el propósito de obtener aceite. Indica Hernández que en su tiempo se llamaba “alfage”. Corresponde a lo que hoy se conoce con el nombre de trapiche (del lat. trapetes, pie­dra de molino de aceite). El nombre que indica Hernández tampoco se usa en la actualidad.


Capítulo VII

2. (Rezno). Se refiere Plinio a lo que Hernández llamaba “higuera del infierno”; corresponde al ricino, también llamado higuera del diablo, higüera infernal o higuerilla, Ricinus communis L., de la familia de las Euforbiáceas.


Capítulo XII

2. (Pérsicos). Comenta Hernández que “toma Pli­nio esta palabra por género y no por la especie de nuestros duraznos”. Se alude a Prunus persica (L.) Batsch. (= Amygdalus persica L.; Persica vulgaris Mill.), de la familia de las Rosáceas.


Capítulo XIII

1. (Damascenas). Comenta Hernández que Plinio se refiere a las ciruelas de Damasco. Estas corres­ponden a Prunus domestica var. damascena L., de la familia de las Rosáceas (sobre éstas ya se hizo referencia en el libro decimotercero, capítulo V).


Capítulo XIV

1. (Sérico). Los griegos llamaban “sérica” a las azufaifas, que son los frutos del azufaifo, Zizyphus jujuba Miller, de la familia de las Ramnáceas. Co­menta Hernández que si los “séricos” corresponden a las azufaifas, es falso lo que dice Plinio “que sean los séricos una de dos especies de túberes distinctos de las afufaifas”. Es probable que uno de esos “túberes” sea el acerolo, Crataegus aza­rolus L., de la familia de las Rosáceas.


Capítulo XV

3. (En ílice). Se refiere Plinio al roble, encina, en­cino siempre verde, carrasca, carrasco, o acebo, de la región mediterránea, Quercus ilex L., de la familia de las Fagáceas (del lat. ilex, ilicis, enci­no, acebo, y del griego ΐλαξ carrasca, encina). Confirma Hernández que el compilador romano mencionado alude a esta planta y no al cerezo. En la actualidad se llama acebo común o agrifo­lio a Ilex aquifolium L., de la familia de las Aquifoliáceas.


Capítulo XXIII

2. (Bálanos). Del griego βάλανος y del latín balanus, bellota de la encina. Plinio la aplica, en este caso, para designar a la castaña o fruta del castaño, Castanea sativa Miller, de la familia de las Fagá­ceas. Al castaño se le llamó, en griego σαρδιανή βάλανος (bellota de Sardes), probablemente por­que las mejores castañas provenían del Asia Me­nor. Comenta Hernández que “son los que los latinos llaman glandes” (del lat. glans, glandis, bellota, fruto de la encina y de todos los árboles semejantes a ésta).


Capítulo XXV

2. (Chameceraso). Es el cerezo enano (del griego χαμαί, pequeño, y κέρασος cerezo). Comenta Hernández que este tipo de cerezo “o el mace­dónico podría ser nuestro guindo”; quizá corresponde a alguna variedad de Prunus cerasus L., de la familia de las Rosáceas; también puede ser Pru­nus fruticosa Pall. (= P. chamaecerasus Jacq.), que es un arbusto del sur de Europa y de Siberia.


Capítulo XXX

4. (Daphnoide). Del griego δαφνοειδές, semejante al laurel. Corresponde a la mata llamada lauréo­la, torvisco macho, adelfilla o henera, Dapbne lau­reola L., de la familia de las Timeleáceas. Comenta Hernández que “ésta, junto con el laurel alejan­drino y chamedaphne, son plantas vulgarmente no conoscidas”.

Aunque la lauréola es rara en el sur de Euro­pa, es relativamente común en los barrancos y laderas de los Pirineos, sobre todo en los sitios calcáreos. El laurel alejandrino corresponde a Ruscus hypophyllum ya R. hypoglossum L., de la familia de las Ruscáceas (algunos autores lo incluyen en la familia de las Liliáceas). El chamedaph­ne, camedaphnem, laurel enano o vincapervinca, Vinca minor L., de la familia de las Apocináceas, es planta rara en la región mediterránea, donde crece, por ejemplo, en los hayedos.


Libro decimosexto: De los árboles silvestres


Capítulo I

4. (Enzinas). Así traduce Hernández, del texto de Plinio, la palabra latina “quercus”. Se refieren los autores, principalmente, a la especie del gé­nero Quercus L., de la familia de las Fagáceas que, según indica Hernández, es el “género de las que llevan vellotas”.


Capítulo V

3. (El roble y la enzina doquiera). Indica Hernán­dez que el roble es lo que “llaman los latinos robur”; corresponde esta planta a Quercus robur L., de la familia de las Fagáceas. En España también se llama roble a Q. pubescens Willd.


Capítulo VI

1. (De la haya). Corresponde a Fagus silvatica L., de la familia de las Fagáceas, árbol muy común en Europa que, según comenta Hernández, pro­duce “muy dulce vellota”; se refiere este autor a los frutos o hayucos que son comestibles y cons­tituyen un manjar para varios animales, como ratones, ardillas y lirones; pues como indica Plinio “es la vellota de la haya muy agradable a los ratones”..., “engorda también los lirones y apetécenla los zorzales”.


Capítulo VIII

4. (A este árbol, corteza). Comenta Hernández que se refiere Plinio al árbol que los griegos llaman “phellos” (φελλός), palabra que quiere dezir cor­cho o corteza. Corresponde dicho árbol a una especie de encino, el que es llamado alcornoque Quercus suber L., de la familia de las Fagáceas, cuya corteza proporciona el corcho.


Capítulo X

2. (Enzinar). Comenta Hernández que ésta es la traducción de “aesculeto”, considerando que el “ésculo” es una especie de encino de España “que algunos tienen ser el vulgar quexigo”. Éste corresponde a Quercus faginea Lamarck, de la fa­milia de las Fagáceas. Este esculo, por lo tanto, no tiene relación con el género Aesculus L., de la familia de las Hipocastanáceas, que incluye al castaño de Indias, Aesculus hippocastanum L., ex­cepto que las semillas tienen semejanza con las castañas o frutos del castaño, Castanea sativa Miller, también de la familia de las Fagáceas, co­mo los encinos.


Capítulo XXI

1. (De zarza). Se refiere Plinio al arbusto sarmen­toso Rubus fruticosus L., de la familia de las Rosáceas. Hernández comenta que “la cynosbatos, que dezimos zarzamora, cynorhodon o escaramujo” es diferente de la zarza idea, que es el frambue­so, Rubus idaeus L., y de las fresas o fragarias, Fragaria vesca L., de la misma familia de las Rosáceas, “que algunos cuentan entre los rubos o zarzas”. En efecto, Andrés Laguna, famoso mé­dico y naturalista del siglo XVI, mezcló las ideas del frambueso y del fresal y dibujó a éste en lu­gar del Rubus idaeus, en los comentarios del Dioscórides. Por otra parte, se conoce también con el nombre de “cynosbatos, cynorhodon o escara­mujo” al rosal silvestre o canino, Rosa canina L., que corresponde a la “zarza perruna” de Dioscórides; la cual Plinio en el capítulo II del libro vigesimotercero de su obra parece que la identifica con esta especie de Rosácea (según Font Quer).


Capítulo XXXV

1. (Smýlax). Corresponde a Smilax aspera L., de la familia de las Liliáceas. Hernández comenta que “la que llama Dioscórides smylax aspera [...] es especie de la que trahída de Indias llamamos zarzaparrilla y vemos nacer en muchas partes de Hespaña”. En América hay varias especies del género Smilax L., a las cuales los españoles apli­caron el mismo nombre de zarzaparrilla, de la especie europea antes mencionada (que Plinio consideró como “yedra espinosa”), debido a la semejanza con la zarza (por las espinas) y a una parrita o parrilla (por su manera de trepar y enzarzarse como una vid pequeña).


Capítulo XXXVII

1. (Sauzes). Comenta Hernández que hay “cin­co especies de éstos”, las cuales no corresponden siempre a las que hoy conocemos con el nombre de sauces y que pertenecen al género Salix L., de la familia de las Salicáceas. Así, el “sazgatillo” que menciona Hernández y sobre el cual indica que “es el salix perticalis de los latinos”, correspon­de al que actualmente llaman en España sauzga­tillo, saucegatillo, sazgatillo, agnocasto o gatillo casto, Vitex agnus-castus L., de la familia de las Verbenáceas. A la misma especie corresponde lo que denomina Hernández “agnocasto” o “agono” y “pimiento loco”, del cual indica “llámase éste también vitex y salix amerina’”. Las otras especies mencionadas por Hernández, el “salix viminalis”, el “salix graeca” o “salix rubra” y el “salix nigra”, respectivamente pueden correspon­der a Salix viminalis L., o sauce mimbrero blan­co, a S. purpurea L., o sauce mimbrero rojo, y a S. nigricans Smith, o sauce negro.


Capítulo XL

1. (Lárix). Corresponde al lárice europeo o alerce de los Alpes, Larix decidua Mill. (= L. europaea DC.), de la familia de las Pináceas.

4. (Alcornoque). Corresponde al encino del cor­cho, Quercus suber L., de la familia de las Fagáceas.


Capítulo XLIV

8. (Ciruelo silvestre). Plinio se refiere a que en es­tos árboles, en “las enzinas, robles e ílices”, así como en los “terebinthos” se desarrolla el visco o muérdago de Europa, Viscum album L., plan­ta semiparásita de la familia de las Viscáceas (an­tes se incluía en la familia de las Lorantáceas).


Libro decimoséptimo: De los árboles que se siembran y cultivan


Capítulo VI

1. (Marga). Las margas son rocas sedimentarias compuestas principalmente de carbonato de calcio y arcilla. Se emplean para mejorar los terre­nos en que escasea la cal o la arcilla. Hay una mar­ga terrosa o térrea que es deleznable y poco coherente.


Capítulo IX

1. (Ser el mejor estiércol). Es notable el conoci­miento que se tenía en la antigüedad sobre el uso de los fertilizantes y mejoradores de las tierras de cultivo; en particular parece ser que se aplica­ban en forma adecuada los abonos orgánicos na­turales, como los excrementos “de las aves, de los hombres y de los ganados”, según comenta Hernández.


Capítulo X

6. (Mixas). Comenta Hernández que son las que llaman “los árabes sebesten, fruto que ordinariamente se gasta para purgar en las oficinas”. So­bre esta planta, que corresponde a Cordia myxa L, de la familia de las Boragináceas, ya se trató en el capitulo V del libro decimotercero.


Capítulo XIII

5. (Sabina). Hernández comenta que es una planta “familiar a muchas partes de Hespaña”, cuyas ho­jas se parecen “al aciprés”, o ciprés. Correspon­de probablemente a Juniperus sabina L, de la familia de las Cupresáceas; pero el autor mencio­nado alude también a otra planta que parece co­rresponder a una especie mencionada por Dioscórides, quizá Juniperus phoenicea L., cuyas hojas se parecen “al tarai”. Este último es el taray o tamarisco, Tamarix gallica L., de la familia de las Tamaricáceas. Añade Hernández que no de­ben ser confundidas las plantas anteriores con la que Plinio llamó “selago”, “parecido al tarai en la forma, pero sin olor y color de sabina”. Se­gún comenta Font Quer, “es posible que nunca sepamos a ciencia cierta a qué especie corresponde exactamente aquel vegetal pliniano”. Se piensa que dicho “selago” puede ser la brecina o brezo común, Calluna vulgaris Salisbury, de la familia de las Ericáceas; o bien, Lycopodium selago L., de la familia de las Selagineláceas.


Capítulo XVI

2. (El modo del enxerir de escudete). Se refiere al injerto de escudete, que se hace introduciendo en­tre el líber y la albura del patrón una yema con parte de la corteza a que está unida, cortada ésta en forma de escudo.

Plinio hace mención de muchas maneras de in­jertar las plantas cultivadas, por lo que se sabe que, en la época de este autor, ya se conocían mu­chas técnicas de injerto que, en la actualidad, to­davía se usan aplicándolas de acuerdo con las modalidades requeridas.


Capítulo XX

1. (Que llaman vimbre). Se refiere a las mimbre­ras o especies de sauces de las que se obtiene el vimbre o mimbre; es decir cada una de las vari­tas correosas y flexibles que producen dichos árboles, en particular, Salix viminalis L. y S. pur­purea L., de la familia de las Salicáceas, ya mencionadas en el capítulo XXXVII, nota 1, del li­bro decimosexto.


Capítulo XXIV

2. (Vermiculación). Comenta Hernández que “es enfermedad de los árboles en que se les crían gu­sanos”. Se refiere a la parasitosis o infestación de los árboles por gusanos que, según indica Plinio, es enfermedad común a todos los árboles, tratan­do de hacer una separación entre las enfermeda­des “que son a todos los árboles comunes y otras que son particulares y propias de ciertos géneros”.


Capítulo XXVIII

1. (Con sandaracha). La “sandaracha” o sandáraca es una resina amarillenta que se saca del enebro, de la tuya articulada y de otras Coniferas. Según Plinio, se usaba en el tratamiento de las vides en­fermas; pero comenta Hernández que dicho autor se refiere a la “fósil”, tal vez el ámbar. Añade este último autor que “otra hay facticia de alvayalde”. Esta última podría ser el llamado rejalgar, mineral de color rojo y lustre resinoso, que es una combinación tóxica de arsénico y azufre.


Libro decimoctavo: El agricultura


Capítulo II

3. (Farro o trigo). El farro es, principalmente, Triticum dicoccum Schrank, especie de la familia de las Gramíneas, conocida con los nombres vulga­res de escaña o escandía, que se caracteriza por presentar dobles carreras de granos en la espiga; también es cualquier trigo de las especies Triticum spelta L., la espelta, escanda mayor o común, y T. monococcum L., la escanda menor. En todas estas especies el grano se separa difícilmente del cascarillo y, por lo tanto, no se desgrana en la misma forma que el trigo común, T. aestivum L. Comenta Hernández que entre los antiguos sig­nificaba “cualquiera mies que también llamamos en general trigo”. Probablemente Plinio habla del farro en este último sentido.


Capítulo VI

4. (Cebollas menudas). Comenta Hernández que no se refiere Plinio “en particular” a las cebollas vulgares, Allium cepa L., de la familia de las Liliáceas, sino a cualquier tipo de bulbo (“cual­quiera raíz”, según Hernández), incluyendo el de las azucenas y el de otras plantas semejantes.


Capítulo XI

2. (Se les mezcla la greda). Comenta Hernández que no es de maravillarse, como lo hace Plinio, por la mezcla que se hace de greda con álica o espelta, para la elaboración de cierto tipo de pan; pues compara éste con la masa de maíz que pre­paran los mexicanos mezclando “yeso con el maíz para que más fácilmente y mejor se cueza y se ablande, y molido se hagan dello sus tortillas”. Para este último propósito, no es yeso lo que se añade, sino cal. Por otra parte, Plinio usa el tér­mino de greda en el sentido de creta o carbonato cálcico terroso.


Capítulo XII

3. (De donde ya tomó el nombre). Indica Plinio que un tipo de garbanzo tomó el nombre de arie­tino porque “unos son semejantes a las cabezas de los carneros”. De ahí derivó el nombre cien­tífico de Cicer anetinum L., que se aplica a esta planta de la familia de las Leguminosas.


Capítulo XV

1. (Vicia). Es interesante que Plinio hace notar que con el haba, que él llama “la vicia”, Vicia faba L., de la familia de las Leguminosas, se ha­cen “fértiles los campos”. Hoy sabemos que las Leguminosas, en vez de agotar los terrenos, los enriquecen en compuestos nitrogenados, por la capacidad que tienen sus raíces de fijar nitróge­no atmosférico debido a que en ellas se forman nódulos con bacterias capaces de fijar dicho ele­mento, que gracias a este fenómeno se convierte en fertilizante de los terrenos de cultivo.


Capítulo XVI

1. (Secale). Comenta Hernández “ya havemos di­cho creerse que es centeno esta mies”, es decir, Secale cereale L., de la familia de las Gramíneas. El centeno empezó a ser cultivado, como alimen­to, en escala considerablemente importante, en la parte central de Europa, a partir de la Edad Media. En la época de Plinio se le aceptaba, pe­ro con cierto desprecio; así este autor indica que con dicho cereal se hacía “el género de pan más malo de todos, y solamente bueno para remedio de la hambre”. Además, en un tiempo, el cente­no fue considerado como una mala hierba del trigo.


Capítulo XVII

4. (Orobanche). Es la orobanca (del lat. orobanche y éste del griego όροβάγχη de όροβος, legumbre, garbanzo, y άγχω, que ahoga, estrangula); planta del género Orobanche L. (varias especies) y de la familia de las Orobancáceas, que vive pa­rásita sobre las raíces de las Leguminosas y de otras plantas. Recibe también los nombres de matalegumbre, espárrago de lobo, hierba frailera y hierba tora.

6. (Securidaca). De esta planta trata Plinio en el libro vigesimoséptimo, capítulo XII. En la nota 19 de dicho capítulo, “El intérprete” comenta que el “pelecino” recibe también los nombres de “hesidaro” y “securidaca”. La planta aludida, pro­bablemente, corresponde a la especie Securigera coronilla DC. (= Securilla securidaca Gaertn. ex Steud.) de la familia de las Leguminosas. Sobre ésta señala “El intérprete”: “llamóse ansí por una manera de cornezuelos que lleva a manera de ase­gures” (del lat. securis, hacha, segur). El género Securilla Gaertn. ex Steud. es sinónimo del género Securigera DC. Existen también los géne­ros Securidaca L., de la familia de las Poligaláceas, que comprende plantas trepadoras de muchas regiones tropicales de la tierra; y el género Securinega Comm. ex Juss., de la familia de las Eufor­biáceas, que incluye plantas de las regiones tem­pladas y subtropicales del mundo. Las especies de estos dos últimos géneros, al parecer, no tie­nen relación con la planta citada por Plinio, ex­cepto en la semejanza de los nombres genéricos.


Capítulo XXII

1. (Allí está plantada). Comenta Hernández que es mayor la fertilidad de algunas tierras de las Indias Occidentales que las descritas por Plinio; señala, además, que “hay ansimismo plantas que llevan dos y tres vezes al año, y las más no pier­den jamás la hoja, y muchas ni tampoco la flor”. Es frecuente que el autor mencionado establez­ca este tipo de comparaciones que podría considerarse como un esbozo de botánica y de ecolo­gía comparativas.


Libro decimonoveno: Del lino y sus maravillas


Capítulo I

5. (De vestiduras de lino). Explica Hernández que “los indios de la Nueva Hespaña” no conocían los vestidos de seda o de las fibras vegetales del Viejo Mundo, como el lino, “pues jamás supieron de otra vestidura que de pieles de animales o de algodón”, además de “lienzos que hazen de hilo de maguey”. Este último corresponde a es­pecies del género Agave L., de la familia de las Agaváceas, en particular, el sisal, A. sisalana Perrine y el henequén, A. fourcroydes Lem. Aun­que, efectivamente, éstas eran las materias primas principales que usaban los indígenas de la Nue­va España para elaborar sus vestidos, también empleaban otras como el ixtle y la lechuguilla (ob­tenidos de otras especies de Agave), el pochote, plumas de ave, etcétera.


Capítulo II

1. (Del esparto). Indica Hernández que “este es­parto de que aquí Plinio habla es el vulgar espar­to de Hespaña que llaman por otro nombre ato­cha”. Corresponde a Stipa tenacissima L., de la familia de las Gramíneas, que tiene múltiples usos y que en la actualidad se emplea para elaborar papel.


Capítulo III

1. (Y principalmente de los truenos). Indica Plinio que las turmas “nazen cuando es el otoño llu­vioso y hay muchos truenos”. Hernández comen­ta que “algunos han creído los truenos no hacer las turmas de tierra, sino mostrarlas, resquebra­jada con el movimiento del aire la tierra en el lu­gar donde están escondidas”. Esto indica el poco conocimiento que se tenía sobre el origen y naturaleza de los hongos. En este caso se refieren los autores mencionados a los hongos hipogeos, llamados comúnmente turmas de tierra, criadi­llas de tierra o trufas, principalmente a los del género Tuber Mich. ex Fr. de la familia de las Tuberáceas, y a distintas especies de géneros afines.

2. (Del laserpicio). Probablemente es la planta que Dioscórides llama seseli aethiopicum, o “séseli etiópico”, que corresponde a Laserpitium latifolium L., de la familia de las Umbelíferas. Her­nández comenta que “el verdadero laserpicio” puede ser una planta que vio “no lexos de la ciu­dad de México que los naturales llaman acocotli y otros xalacocotli” y que corresponde a la Umbelífera Arracacia atropurpurea (Lehm.) Benth. et Hook., también conocida con el nombre de hierba del oso en el valle de México.

Es frecuente que Hernández identifique en la Nueva España plantas del Viejo Mundo; aunque en el caso antes citado se trata de dos Umbelífe­ras herbáceas, que tienen semejanza, por el tipo de sus inflorescencias en umbela, éstas correspon­den a especies y géneros diferentes. Lo expuesto antes indica que el mencionado autor aún no te­nía, como era de esperarse por la época en que vivió, una idea exacta de la distribución de las especies vegetales y de los procesos evolutivos que permiten la diversificación en las distintas regio­nes de la tierra; debido a este fenómeno y a las barreras geográficas existentes entre el continente americano y el Viejo Mundo, resulta muy poco probable encontrar, en ambos, las mismas espe­cies, excepto en el caso de las que son cosmopo­litas por tener mecanismos adecuados de disper­sión de sus frutos o de sus semillas.


Capítulo XII

3. (El libanotis). Comenta Hernández que “lla­móse ansí por tener olor de líbano o encienso”, y siguiendo a Dioscórides indica que “hay dello dos especies”; éstas son plantas aromáticas de la familia de las Umbelíferas. Además, este último autor cita una tercera especie que es la libanotis coronaria, que corresponde al romero, Rosmari­nus officinalis L., de la familia de las Labiadas.

4. (El smymio de mirrha). Se llamaba así a Smymium perfoliatum L., de la familia de las Um­belíferas, planta también conocida con el nom­bre de buselinon, por los griegos, cuyo aroma re­cordaba al de la mirra.


Libro vigésimo: De las cosas que se siembran en los huertos


Capítulo I

1. (El cogombro silvestre). Es el también llamado cogombrillo salvaje, cogombrillo amargo, cohom­bro o cohombrillo amargo, pepino amargo y pe­pinillo del diablo, Ecbalium elaterium (L.) A. Ri­chard (= Momordica elaterium L.), de la familia de las Cucurbitáceas.

2. (Elaterio). Es el extracto de los frutos, la raíz y los vástagos del cohombrillo amargo, Ecbalium elaterium (L.) A. Richard, de la familia de las Cu­curbitáceas, de propiedades purgantes; éste era muy empleado en medicina y todavía en la ac­tualidad se suele usar, pero su administración puede ser peligrosa.

4. (Lichen). Se da este nombre a una afección in­flamatoria de la piel que se manifiesta por la aparición de pápulas pequeñas de color rojo azula­do, planas, cónicas o umbilicadas, brillantes, de volumen variable entre una cabeza de alfiler y un guisante, muy pruriginosas. En tiempos de Pli­nio, seguramente, se daba esta denominación a varias enfermedades de la piel, incluyendo a di­versas manifestaciones cutáneas de origen infec­cioso, tóxico u otro que comprendían la “sarna”, impétigos, “empeines” o jiotes, neurodermatitis, psoriasis, el liquen sifilítico secundario, el diabé­tico, el escorbútico, el escrofuloso, el infantil, el urticado, el hemorrágico y el circinado; este úl­timo corresponde a la tiña tonsurante que, co­mo otras tiñas, es ocasionada por hongos llama­dos dermatofitos, por ejemplo, los del género Trychophyton Malmsten. Estos dermatofitos son clasificados en las familias de las Moniliáceas y de las Gimnoascáceas. Se da otra acepción de “lichen” en la nota 7, capítulo VII del libro vigesimotercero de esta obra.


Capítulo III

1. (Somphos). Corresponde a la coloquíntida, tuera, calabacilla amarga o silvestre, Citrullus colocynthis Schrader, de la familia de las Cucurbitá­ceas, cuyos frutos, parecidos a las naranjas, pero con la carne seca, amarga y esponjosa, han sido empleados como purgantes.


Capítulo VI

2. (Acónito). Comenta Hernández que hay dos tipos de acónito: “pardialanche y licógtono, llamados ansí de los animales que principalmente matan”, el primero a los leopardos y el segundo a los lobos; este último, según Dioscórides, es lla­mado también cinóctono o matacanes. Aunque es difícil la identificación de estas plantas debido a la vaguedad de las descripciones de Dioscóri­des, la primera, llamada acónito pardialanche, mióctono o mata ratones, porque sirve para ma­tar no sólo a los leopardos y panteras (dichas también “pardales”, según Laguna), sino también a los ratones, que según Galeno y Laguna mue­ren con sólo olería, probablemente corresponde a Doronicum pardialanches L., de la familia de las Compuestas. Por otra parte, el acónito, licóctono, matalobos o matacanes, debe ser el llamado acónito napelo o anapelo, Aconitum napellus L., de la familia de las Ranunculáceas, o bien alguna subespecie de éste u otra especie del mismo género.


Capítulo VIII

5. (Cichoreon). Comenta Hernández: “ésta es nuestra chicoria vulgar”. Corresponde a la llama­da achicoria, chicoria, almirón o amargón, Cichorium intybus L., de la familia de las Compuestas.


Capítulo XII

1. (Petroselino). Es el perejil Petroselinum crispum (Mill.) Nym. ex A.W. Hill, de la familia de las Umbelíferas.

3. (Albahaca). Hernández menciona en esta nota cuatro tipos de plantas; pero Plinio se refiere al que el autor primero mencionado describe con “hojas anchas que llaman latorum foliorum o platifilo, o de angostas, que son los géneros de albahaca vulgares”, y que corresponde a Ocimum basilicum L., de la familia de las Labiadas.


Capítulo XV

1. (Los cominos aetiópicos). Comenta Hernández que “haze Dioscórides mención de los cominos vulgares o domésticos y de los silvestres”. El pri­mero corresponde a Cuminum cyminum L., de la familia de las Umbelíferas, llamado comino co­mún, fino u hortense. Entre los segundos cita al “spolon de cabalieri” que podría ser Delpbinium ajacis L. emend J. Gray, de la familia de las Ranunculáceas, llamado comúnmente espuela de ca­ballero, que no tiene relación con el comino co­mún pero presenta, como éste, hojas delgadas y divididas en lacinias; además cita entre “los sil­vestres” una planta que tiene las cabezuelas y aun las hojas semejantes a “las que llamamos pimpi­nella” y que probablemente corresponde a Pim­pinela magna L., la pimpinela negra, o a P. saxi­fraga L., la pimpinela blanca, ambas de la familia de las Umbelíferas; también podrían considerarse entre los cominos silvestres Carum carvi L., la alcaravea, también llamada comino de prado o carvi, y Ammi visnaga Lamarck, la que se deno­mina biznaga en Castilla, ambas de la familia de las Umbelíferas; no obstante, esta última especie más bien parece corresponder al dauco silvestre de Dioscórides o al gingidio de Roberto Dodoneo. Por otra parte los “cominos etiópicos” po­drían ser los de la Umbelífera Carum copticum Benth. & Hook. (= C. ajowan Benth. & Hook.) llamada comino egipcio y que algunos conside­ran que es el “ami o ammi”; aunque Hernández dice que el ami es el comino etiópico “de que aquí haze Plinio mención” y que podría “en al­gunos [casos] ser el ami”, en tanto que el comi­no “egiptio se cree ser nuestra albahaca”. Esta última planta ya fue discutida en la nota 3 del capítulo XII de este mismo libro vigésimo.

Los comentarios anteriores dan una idea de la confusión que puede haber en la identificación exacta de las plantas, mediante sus nombres vul­gares y descripciones vagas e incompletas, como las que frecuentemente presentan Plinio y Her­nández; pues un mismo nombre vulgar puede ser utilizado para designar a plantas muy diferentes, no sólo en el rango específico sino en el de géne­ro, familia y hasta de otra categoría taxonómica superior; de manera que la indicación de los nom­bres científicos, de las especies citadas en la obra que aquí se comenta, sólo es posible cuando los nombres vulgares que en ella se citan van acom­pañados por lo menos de datos que permitan identificarlas.


Capítulo XXIII

3. (La férula). Comenta Hernández: “llamámosla cañaheja o, como dixe, hinojo de culebra más propriamente, a causa de ser semejante en las ho­jas a hinojo”. La férula o cañaheja, nombre este último derivado del latín canna ferula, correspon­de a la Ferula communis L., de la familia de las Umbelíferas y otras especies del mismo género.


Libro vigesimoprimero: De las flores y coronamientos


Capítulo III

1. (Ala que llaman philyra). La philyra se identi­fica con los tilos, árboles del género Tilia L., de la familia de las Tiliáceas, como T. vulgaris Hayne, T cordata Miller y T platyphyllos Scopoli. Según la mitología, ΦιλύραPhilyra” (Filira), la ma­dre del centauro Quirón, fue convertida en tilo.


Capítulo IV

3. (De 100 hojas). Hernández, en una de sus nu­merosas comparaciones entre la obra de Plinio, que comenta, y lo que vio en la Nueva España, indica que “los mexicanos nombran un género de rosa que entre ellos nace, del número de sus hojas, cepohoal xóchitl, que es flor de 20 hojas”. Según esto, el intérprete de Plinio incluye entre las rosas el cempoal o cempasúchil, que significa flor compuesta de 20 o de múltiples flores (del náhuatl cempoalxóchitl; de cempoalli, veinte, múltiple, y xóchitl, flor), Tagetes erecta L., de la fami­lia de las Compuestas.

También menciona Hernández que “otros gé­neros hay de rosas de que Plinio, al presente, no habla”, entre ellos la “mosqueta” y añade: “son otros dos géneros semejantes a la mosqueta: blan­co y amarillo, de la Nueva Hespaña”. Al referir­se a la “mosqueta”, el primer autor mencionado, probablemente se refiere a la mosqueta común, Rosa sempervivens L., de la familia de las Rosáceas y a la “mosqueta blanca”, R. moschata Herrm.; ambas de flores blancas, originarias de la región mediterránea y frecuentemente culti­vadas en los jardines. En tanto que la “mosque­ta amarilla” podría ser Kerria japonica DC., plan­ta de la misma familia de las especies anteriores, comúnmente cultivada como ornamental, cuyas flores son de color amarillo dorado.

4. (Lichnis). Plinio se refiere, probablemente, a la coronaria o colleja rosa, Lychnis coronaria (L.) Desr., de la familia de las Cariofiláceas. Podría ser también la planta que menciona Hernández con los nombres de “ojos de [Christo]”, “lich­nis” y “coronaria de Dioscórides”, y que corres­ponde a Lychnis flos-jovis L., conocida además con el nombre de flor de Júpiter.


Capítulo VI

8. (Azafrán). Corresponde a Crocus sativus L., de la familia de las Iridáceas.


Capítulo IX

8. (Myophono). Es el acónito mióctono, muricida o que mata ratones, Doronicum pardialanches L., de la familia de las Compuestas, según se ex­plicó en el capítulo VI, nota 2, del libro vigési­mo de esta obra.


Capítulo X

3. (La flor de Júpiter). Corresponde a Lychnis flosjovis (L.) Desr., de la familia de las Cariofiláceas, ya mencionada en el capítulo IV, nota 4, de este mismo libro vigesimoprimero. Comenta Hernández que “muchos piensan ser la flor de Júpiter y viola flamínea una misma cosa” pero esto se aclara en la nota 6 de este mismo capítulo X.

4. (Hemerocallis). Corresponde a Hemerocallis flava L., la azucena amarilla, de la familia de las Liliáceas. Comenta Hernández que “algunos han creído ser este hemerocallis el lilium convalium pero es manifiesto error”. En efecto, éste corres­ponde al denominado lirio del valle, Convalaria majalis L., de la misma familia de las Liliáceas.

6. (Phlox). Probablemente corresponde al pensa­miento o pensamiento silvestre europeo, también llamado violeta tricolor, hierba o flor de la Tri­nidad y trinitaria, Viola tricolor L., de la familia de las Violáceas. También podría ser el phloginon o “phlogion” de Teofrasto (del griego φλόξ, flama, color de flama), que corresponde al alhelí amarillo, Cheiranthus cheiri L., de la familia de las Cruciferas. En la actualidad, el género Phlox, de la familia de las Polemoniáceas, incluye principalmente numerosas especies americanas de flo­res vistosas (una especie es del noreste de Asia).


Capítulo XVIII

1. (Cypero). Comenta Hernández que es el “géne­ro de junco que llama cypero Dioscórides o junco anguloso, otros triangular, y quadrangular Cel­so, que es el que en Hespaña llaman juncia avellanada”. Esta planta corresponde a Cyperus esculentus L., de la familia de las Ciperáceas, cu­yos tuberculitos subterráneos reciben el nombre de chufas y que se utilizan para preparar la hor­chata de chufas. Hernández comenta también so­bre el cypirus y el cyperis. El primero corresponde al ácoro bastardo, también llamado falso ácoro, ácoro palustre, lirio amarillo, espadaña fina, Iris pseudacorus L., de la familia de las Iridáceas. El cyperis es el jengibre de dorar que “llama Dios­córides cypero de la India”, Curcuma longa L., de la familia de las Zingiberáceas.

Sobre el “junco llamado papiro” se comenta en la nota 6 del capítulo XI del libro decimotercero.

Indica Hernández que “de los demás géneros de juncos de que Plinio y otros autores hablan havemos tractado en diversos lugares, pero espe­cialmente entre las plantas del Nuevo Mundo donde se hallan innumerables especies dellos”. Estas últimas plantas, aunque parecidas en mu­chos casos a las que describe Plinio, deben co­rresponder a especies americanas diferentes, prin­cipalmente de las familias de las Ciperáceas, de las Gramíneas y de las Juncáceas.


Capítulo XXVII

1. (La vinca pervinca). Corresponde a las especies del género Vinca L., de la familia de las Apocináceas, V minor L., V. major L., y V. difformis Pourret. Según Font Quer, Laguna comenta lo siguiente sobre la primera especie: “la clemátide primera, que se parece al lauro en las hojas, es aquella que Plinio llamó en vulgar camedaphnem, que quiere decir laurel bajo, y en otro vincapervincam, el cual último nombre se guarda en nues­tros tiempos por las boticas. Empero, cuando la llamábamos camedaphnem, no conviene enten­der por ella aquella planta que los latinos llaman lauréola, de la cual tratará en este libro Dioscó- rides debajo del nombre de camedaphne cuando describiere las medicinas que tienen virtud solu­tiva, porque, cierto, es muy diferente de la vin­capervinca como constará en su descripción”. Dicha lauréola corresponde a Daphne laureola L., de la familia de las Timeleáceas, a la que Dioscórides da también el nombre de daphnoides, so­bre la cual comenta Hernández en la nota 4 del capítulo XXX, del libro decimoquinto y en la nota 11, capítulo XI, del libro vigesimoprimero de esta obra.


Libro vigesimosegundo: La autoridad de las hierbas


Capítulo I

3. (Llámase en Francia glasto). El glasto, también llamado hierba pastel, corresponde a la especie Isatis tinctoria L., de la familia de las Cruciferas, de cuyas hojas se saca un color análogo al añil. La otra especie que menciona Hernández en es­ta nota, la gualda, corresponde a Reseda luteola L., de la familia de las Resedáceas, que abunda como planta silvestre en Eurasia y como planta naturalizada en América, y se cultiva para teñir de amarillo dorado con su cocimiento.


Capítulo II

3. (La grama). Hernández comenta que Plinio “entiende por esta palabra [...] cualquiera hier­ba arrancada con su tierra del alcázar o muro de donde se descercan los cercados”; entre ellas quedaría incluida la grama común, grama de Espa­ña o diente de perro, Cynodon dactylon Persoon, de la familia de las Gramíneas, así como la ver­bena o hierba santa, Verbena officinalis L., de la familia de las Verbenáceas.


Capítulo XIV

1. (Tiene una veta blanca). Hernández comenta que es una ortiga que “no pica”, cuyas hojas tie­nen una “veta blanca por medio”; corresponde a Lamium maculatum L. (= L. variegatum Hort.), de la familia de las Labiadas; o bien a alguna otra especie del género Lamium L., que incluye a las llamadas ortigas muertas o mansas porque tie­nen el aspecto de ortigas pero carecen de pelos urticariantes.


Capítulo XVII

1. (Algunos llaman perdido a la helxine). Dioscórides denominó helxine a la especie Parietaria officinalis L., de la familia de las Urticáceas. Esta planta recibe, entre otros nombres, los de parietaria, ortiguilla muerta, hierba del muro, albahaca del río, albahaquilla y “albahaquilla del río”.


Capítulo XXI

1. (Onochiles). Hernández comenta que “algunos sienten ser ésta la vulgar pimpinela o sanguisor­ba”, la cual corresponde a las llamadas pimpine­la mayor o sanguisorba, Sanguisorba offidnalis L., así como la pimpinela menor o sanguinaria, Poterium sanguisorba L., ambas de la familia de las Rosáceas. No obstante, Plinio no alude a estas plantas; pues se refiere, según su descripción, a la que Dioscórides llama ancusa, alcibiadio y onochyles, y que en España recibe los nombres de onoquiles, orcaneta, pie de paloma o de palo­mina, palomina de tintes o ancusa de tintorero, Alkanna tinctoria Tausch, de la familia de las Boragináceas.

2. (El anthemis). Con este nombre se designaba a diversas manzanillas, camomilas o camomillas, nombres estos dos últimos derivados del griego “chamaemelon” (de χαμαί, pequeño, pequeña, y μήλον, manzana). Incluye no sólo a la manza­nilla o camomila romana, Anthemis nobilis L., y a la camomilla, manzanilla común, alemana o de Aragón, Matricaria chamomilla L., ambas de la familia de las Compuestas, sino también a di­versas especies de la misma familia, pertenecien­tes a los géneros Anthemis L., Matncaria L. y Leucanthemum Mill.

9. (Culantrillo). Corresponde al helécho llama­do actualmente culantrillo, culantrillo de pozo, arañuela, capilera y cabellera de doncella o de Ve­nus, Adiantum capillus-veneris L., de la familia de las Adiantáceas (algunos lo incluyen en las Polipodiáceas), que en la antigüedad se le designa­ba también con los nombres de adianto, polytricho o “pollitriche” y callitrico o “callitriche”.


Capítulo XXII

2. (Asphodelo). Corresponde a las asfódelas o ga­mones, como Asphodelus cerasifer F. Gray, de la familia de las Liliáceas, sobre las cuales se trata en la nota 12, capítulo VII del libro duodécimo de esta obra, y también a otras especies del géne­ro Asphodelus L., como el asfódelo o gamón blan­co, A. albus Mill.; el asfódelo o gamón común, A. ramosus L. y la gamonita, A fistulosas L.; ade­más del asfódelo, asfodelina o gamón amarillo, Asphodeline lutea Rehb. (= Asphodelus luteus L.).

15. (La cerraja). Dioscórides da el nombre de son­co a la que en España llaman cerraja, cerrajón, lechecillo o lechuguilla, Sonchus oleraceus L., de la familia de las Compuestas, así como a otras especies del mismo género.

17. (Boletos). Con este nombre se refería Plinio a las setas comestibles o venenosas en general. Hernández comenta que “son las setas el género más sin daño de todos los hongos”. Esto indica la confusión que había sobre el conocimiento de los hongos, aun en la época del último autor men­cionado; pues Plinio indica: “yo pornía, y no sin razón, los boletos entre las cosas que se comen temerariamente”, y añade, al tratar de estos hon­gos, la siguiente idea curiosa sobre su toxicidad: “aquellos venenosos se deven reprobar totalmen­te, porque si algún clavo caligar, o algún moho de hierro o paño podrido, estuviere donde nace, corrompe luego todo su zumo y convierte todo su sabor en ponzoña”; según lo cual sugiere que el mismo hongo puede ser o no ser venenoso, dependiendo del lugar donde crece. En efecto, el medio puede influir en la concentración del ve­neno del hongo (al menos en ciertos casos); pe­ro el que los hongos sean tóxicos o inocuos está condicionado por los factores genéticos propios de cada especie. En la actualidad, el nombre de boletos se circunscribe a los hongos del género Boletus Dill. ex Fr., y otros géneros relacionados que se agrupan en la familia de las Boletáceas, la cual incluye especies comestibles y tóxicas igual que las otras familias de hongos del tipo de las setas.


Capítulo XXV

1. (Siligo). Es el nombre latino del trigo candeal, Triticum aestivum L. (= T. sativum Lam.; T. vulgare Vill.), de la familia de las Gramíneas.

3. (Mixas). Ya se comentó en el capítulo V del libro decimotercero de esta obra que la planta alu­dida en el encabezado de esta nota corresponde al “sebesten”, Cordia myxa L., de la familia de las Boragináceas.


Libro vigesimotercero: De los árboles labrados


Prohemio

7. (Fuego de Santantón). El fuego de San Antón, de San Marcial o sagrado, es una enfermedad que hizo grandes estragos, del siglo X al XVI, en Euro­pa. Esta enfermedad consiste en una especie de gangrena precedida y acompañada de ardor abra­sador. Se le consideraba como una erisipela ma­ligna; pero al menos algunos casos de la enfer­medad conocida con los nombres antes indicados correspondían al ergotismo, el cual es provoca­do por la ingestión de harina hecha con cereales en los que se ha desarrollado el hongo llamado ergot o cornezuelo de centeno, Claviceps purpu­rea (Fr.) Tul., y otras especies del mismo género de la familia de las Clavicipitáceas. Aunque en tiempos de Hernández el ergotismo era ya una enfermedad frecuente, debido a la ingestión de pan de centeno contaminado con ergot, en la épo­ca de Plinio esa enfermedad debe haber sido ra­ra, considerando que dicho pan sólo era acepta­do con cierto desprecio, como se indicó en la nota 1, capítulo XVI, del libro decimoctavo.

Conviene aclarar que en la antigüedad desig­naban con el nombre del encabezado de esta no­ta a diversas enfermedades, como el esfacelo o gangrena húmeda y el estiómeno, nombre anti­guo del lupus, del herpes y de varias enfermeda­des corrosivas de la cara y otras partes del cuer­po, incluyendo úlceras e hipertrofias de diversa naturaleza: tuberculosa, cancerosa, sifilítica y linfogranulomatosa.


Capítulo I

2. (Astaphis agria). Corresponde a la estafisagria, también llamada “albarraz”, alberraz, aberraz, hierba piojenta, hierba piojera, matapiojos, pa­rrón o pituitaria, Delphinium staphisagria L., de la familia de las Umbelíferas, semejante a la es­puela de caballero.


Capítulo II

1. (El vinagre scillítico). Hernández comenta “que es hecho de infusión de scillas o cebollas albarranas”. La escila o esquila, cebolla albarrana o al­morrana, corresponde a Urginea maritima Baker, de la familia de las Liliáceas.


Capítulo IV

1. (Bébese el azeite cicino). Hernández comenta que “Plinio dize al azeite de tártagos”. El tártago co­rresponde a Euphorbia lathyris L., planta purgante y emética de la familia de las Euforbiáceas. Aña­de el primer autor mencionado que no es el aceite “de cárthamo o alazor, según se ve en esta Nue­va Hespaña”. Quizá Plinio se refirió también al ricino, llamado croton y cici o cicion, en griego (aunque este último nombre es de origen egip­cio), Ricinus communis L., de la misma familia de las Euforbiáceas.

Es probable que Hernández haya confundido el cártamo, Carthamus tinctorius L., de la fami­lia de las Compuestas, con alguna otra planta se­mejante de la misma familia, pues la especie últi­mamente citada es originaria de Europa y Asia y, por lo tanto, es difícil aceptar lo que dice este autor refiriéndose al aceite “de cárthamo o ala­zor según se ve en esta Nueva Hespaña, donde comúnmente los indios se purgan echadas dos onzas dellos en las ollas que guisan”.

También menciona Hernández en esta nota al “grano gnidio o torvisco”, Daphne gnidium L., planta purgante de la familia de las Timeleáceas.


Capítulo V

1. (El mirobálano). Probablemente se refiere Pli­nio a ciertas especies del género Terminalia L., de la familia de las Combretáceas, como T. chebula Retz. y T. bellerica (Gaertn.) Roxb.; árboles de la India, cuyos frutos son negros, rojos y ama­rillos, parecidos en figura y tamaño unos a la ciruela y otros a la aceituna. El fruto de estas plan­tas, que tiene un alto contenido en tanino, puede servir por la aplicación que indica Plinio: “aprieta el vientre, detiene, bebida en vino stíptico, la re­gla y cierra las heridas”. De dichas plantas ya se hizo mención en la nota 2, capítulo XXI del libro duodécimo de esta obra.

En la actualidad, se denomina mirobálano de Egipto al fruto comestible de la planta llamada bálsamo de Jericó, Balanites aegyptiaca (L.) Deli­le, de la familia de las Balanitáceas; pero Plinio parece no referirse a esta planta, que tiene fruto drupáceo con un hueso conspicuo; pues según la descripción de este autor “no tiene la fructa dés­ta cuexco”.

2. (De la palma elate). Sobre ésta ya se hizo un comentario en la nota 5, capítulo XXVIII del li­bro duodécimo.


Capítulo VIl

6. (Erineo). Es el nombre de la higuera silvestre, llamada por los romanos caprificus o higos buenos sólo para las cabras, llamados en español ca­brahigos, Ficus carica var. silvestris Nees. (= F. carica caprificus L.), de la familia de las Moráceas.

Hernández comenta que “erino la llama Dioscórides” y, considerando que Plinio describe a esta planta como “la hierba que llaman los grie­gos erineo por razón de su parentesco [con el ca­brahígo]. Es de la altura de un palmo y tiene co­mo cinco vastaguillos a modo de albahaca, la flor blanca y la simiente negra y pequeña”, quizá los autores mencionados se hayan referido a Erinus alpinus L. var. albas Hort., de la familia de las Escrofulariáceas, nativo de los Pirineos y de los Alpes.

No obstante, Plinio indica que “derrama (co­mo quiera que se coja) de sí mucha leche dulce”, por lo que puede pensarse que este autor mezcla las características de las dos plantas antes citadas; pues de éstas sólo la primera tiene abundante látex o jugo lechoso.

También es posible que Plinio se haya referi­do a una planta herbácea, con jugo lechoso, diferente a las especies mencionadas, por ejemplo, al chamaescyce (del griego χαμαισύκη, pequeña higuera), Euphorbia chamaescyce L., cuyas ramas tienen cierta semejanza a las de la higuera.

7. (Lichen). Probablemente, cuando menciona Pli­nio “aquel bello de los árboles que llaman lichen”, se refiere a algún liquen fruticuloso con numerosas y finas ramitas colgantes como los pe­los de una barba; por ejemplo, el llamado barba de capuchino, Usnea barbata L., de la familia de las Usneáceas, que se desarrolla en las ramas de los árboles, principalmente en las de los alcor­noques, encinas y robles, al menos en Europa. El autor antes mencionado alude a algún liquen, quizá semejante de la especie citada, que se cría en los ciruelos silvestres “y en los domésticos”; pero considerando que el conocimiento de los líquenes y de las briofitas era muy deficiente en la antigüedad, también pudo haberse referido a musgos o hepáticas. En efecto, Hernández co­menta que “lichen” “hierba es que se halla co­múnmente apegada a los peñascos y llámase vul­garmente hepática”. Para Dioscórides, el liquen es la hepática de las fuentes Marchantia polymorpha L., de la familia de las Marchantiáceas. En relación con esta última planta, Laguna comen­ta: “el empeine se llama lichen en griego, y ansí vino a llamarse lichen esta planta porque cura los empeines aplicada en forma de emplasto o por­que se estiende a manera dellos sobre las piedras”. Otra acepción del nombre del encabezado de esta nota se da en la nota 4, capítulo I del libro vigésimo de esta obra.


Libro vigesimocuarto: Las medicinas de los árboles silvestres


Capítulo II

1. (Lotos). Hernández comenta que “llámase es­te árbol en Hespaña vulgarmente almaizo o almez”. Este corresponde al también llamado al­mezo, almecino, lotono, lodoño o alatonero, Celtis australis L., de la familia de las Ulmáceas.


Capítulo III

1. (Contra los tóxicos). Hernández comenta: “lla­máronse ansí estas ponzoñas porque inficionavan con ellas las saetas que, por hazerse de tejo, llamavan toxus”. Este tejo, también llamado taxo o tajo, corresponde a la especie Taxus baccata L., de la familia de las Taxáceas, plantas cuyas raíces, ramas, hojas y semillas, es decir, todos sus órganos, son tóxicos por el alcaloide que contie­nen llamado taxina; pero la cúpula carnosa de co­lor encarnado que rodea a la semilla es inocua. El mismo autor cita además, como plantas con las que probablemente “los bárbaros unctaban sus saetas”, al “napello” o “acónito”, Aconitum napellus L., y el “eléboro”, Heleborus niger L. (elé­boro negro, rosa de Navidad o rosa de las nie­ves); H. foetidus L. (eléboro fétido y hierba de ballesteros), y H. viridis L. (eléboro verde), todos de la familia de las Ranunculáceas.


Capítulo X

4. (Aliso). Corresponde al también llamado alno o vinagrera, Alnus glutinosa L., de la familia de las Betuláceas.

6. (Chamecisos). Hay controversia sobre cuál sea esta planta. Hernández comenta que “diferente es de la de Dioscórides”. Este último autor des­cribe la planta así: “el camecisso tiene las hojas como las de la hiedra, empero más luengas y más subtiles” y añade: “sus flores se parecen a las del alhelís” y son “muy amargas al gusto”. Laguna (según Font Quer) indica que “camaecissos, en griego quiere decir hiedra bajica y terrestre por la cual nos muestran los herbolarios una suerte de planta que totalmente no corresponde a la des­cripción de Dioscórides, porque ni sus hojas son más luengas que las de la hiedra, ni sus flores se parecen a aquellas del alhelís. De más esto, Pli­nio atribuye espigas al camecisso, las cuales en la vulgar hederá terrestre no comparecen”. No obs­tante las controversias indicadas, es posible que la planta aludida corresponda a Glechoma hederacea L., de la familia de las Labiadas, llamada hie­dra terrestre, nombre que, partiendo del griego, deriva del latín medieval (hedera terrea, hedera humilis). Plinio sólo anota en este capítulo al tra­tar de describir esta planta que “llaman también chamecison la yedra que no se levanta del suelo”.

8. (Clematis). Probablemente corresponde a la cle­mátide Clematis vitalba L., planta trepadora de la familia de las Ranunculáceas. Hernández co­menta que es “la que tiene por renombre daphnoides”; pero esta última denominación se dio a la planta llamada lauréola, Daphne laureola L., ma­ta de la familia de las Timeleáceas, que no puede atribuirse a la especie descrita por Plinio, pues este autor indica, sobre la misma, que es una hier­ba “que sube por los árboles arriba y es muy ñudosa”.


Capítulo XIII

6. (Paliuro). Al parecer corresponde a la llamada corona de espinas de Cristo, o espina de Cristo, Paliurus spina-christi Mill. (= Paliurus aculeatus Lam.; P. australis Gaertn.; Rhamnus paliurus L.; y Zizyphus paliurus (L.) Willd.) de la familia de las Ramnáceas. Hernández comenta que “hay dificultad en el conocimiento desta planta” y aña­de: “lo que yo puedo conjeturar es que el paliu­ro de Dioscórides, ora sea el mismo de Plinio, ora diverso, o sea la aquiíolia de Plinio que vulgarmente llamamos acebo y dizen en otras par­tes agrifolio”. El acebo aquifolio o agrifolio, al que alude Hernández, corresponde a Ilex aquifolium L., de la familia de las Aquifoliáceas. Según Andrés Laguna esta planta es el legítimo paliuro.

Font Quer anota que Mattioli hace los siguien­tes comentarios sobre el libro I, capítulo 102 de la Materia médica de Dioscórides: “En la histo­ria de algunas plantas, son tan varios los escritos y la opinión de los escritores antiguos que, mu­chas veces, son causa de no poca confusión en las mentes de quienes se afanan por descubrir en ellos la verdad. Tal es el caso del paliuro; ya que éste de Dioscórides es distinto de aquellos que describió Teofrasto; los de Teofrasto son diver­sos del que anotó Agatocles; y éste, de Agatocles, del de Plutarco; y el de Plutarco difiere de todos los demás.”


Capítulo XIV

3. (La zarza idea). Corresponde al frambueso, Rubus idaeus L., de la familia de las Rosáceas. Dioscórides anota en su Materia médica: “la zarza idea se llamó así porque nace en Idea copiosamente”.


Capítulo XVIII

1. (Stratiotes). Con este nombre se conocen dos especies muy diferentes. Una es la conocida con los nombres de lechuga de agua, ensalada del Ni­lo, o hierba de los soldados, Pistia stratiotes L., planta acuática flotante, generalmente de la fa­milia de las Aráceas, ampliamente distribuida en las regiones tropicales y subtropicales del mun­do; es probable que ésta sea a la que se refiere Plinio, sobre la cual dicho autor indica: “nace en Egipto cuando el Nilo sale de madre, semejante a siempreviva si no tuviese mayores las hojas”. Por otra parte, Font Quer comenta que el “stratiotes chilophyllon o, en latín stratiotes millefolium de Dioscórides” ha de corresponder a alguna de las numerosas variedades, subespecies o especies afines de este tipo complejo que Linné designó con el nombre de Achillea millefolium. Esta A. millefolium L., llamada milenrama, ciento en ra­ma, milefolio, mil hojas, aquilea, hierba de Aquiles o hierba de las heridas, de la familia de las Compuestas, también recibió el nombre de “estratiotes” por sus virtudes vulnerarias semejantes a las de la primera especie mencionada. Ambas plantas las llevaban con frecuencia los soldados o guerreros que iban a la guerra, los cuales las usaban para curar las heridas. El nombre de “stratiotes” deriva del griego στρατιώτης que sig­nifica soldado o guerrero.

A la última especie mencionada hace alusión Plinio en el capítulo V del libro vigesimoquinto de su obra, con los nombres de achileo, panax heraclio, syderitis millefolio o scopa regia. A. mil­lefolium tiene las hojas muy divididas en segmen­tos muy profundos que llegan hasta el medio de la hoja y cada uno de estos segmentos está sub­dividido, a su vez, una o dos veces más, en pe­queños segmentos o gajitos menudos y muy nu­merosos. Estas características concuerdan con lo anotado por Plinio en el capítulo mencionado de dicho libro.

Hernández comenta sobre la planta del enca­bezado: “éste damos pintado en nuestra Historia, según allí se verá”. En su Historia natural de la Nueva España (libro II, capítulo LVII, p. 172), el mismo autor menciona al “stratiotes” en los siguientes términos al tratar “del tlaquequétzal o pluma de tierra”: “Tomó su nombre de las hojas que son parecidas a plumas de ave, aunque los españoles lo llaman milenrama, pues es pare­cido al stratiotes millefolius de los antiguos.”


Libro vigesimoquinto: De las hierbas espontáneas. Su autoridad, origen y uso


Hernández no hace interpretaciones detalladas sobre lo que relata Plinio en este libro, con excepción de la interesante nota al capítulo I, en la que recalca la importancia de lo que aquí se­ñala Plinio: “la diligencia de los antiguos, los cua­les ninguna cosa huvo que dejasen por tentar”; a lo que este último añade: “pero nosotros procu­ramos esconder y suprimir lo que éstos trabaja­ron y defraudar la vida aun de los ajenos benefi­cios”. Sobre lo cual Hernández anota que el autor romano al que comenta “reprende la negligen­cia y avaricia de los de su tiempo, ansí en no des­cubrir otras cosas nuevas, como en encubrir y no comunicar al mundo las halladas”.

Es de interés lo antes anotado, si se considera que a Plinio, con frecuencia, se le ha criticado su falta de interés por la investigación original. En efecto, en muchos casos relató sobre las plantas hechos fantásticos que carecían de base cien­tífica; esto, tal vez, se debió al enfoque de su obra que es fundamentalmente enciclopédica; por otra parte, esos relatos, de cualquier manera, tienen un gran valor etnobotánico, aparte del literario.


Libro vigesimosexto: De las demás medicinas por las diferencias de miembros, y de nuevas enfermedades


Capítulo IV

2. (Titimalo). Del griego titbymallos (τιθύμαλλος), euforbia. El nombre de titímalo o titímalo se aplica a diversas especies de euforbias o lechetreznas, por ejemplo, Euphorbia lathyris L., de la familia de las Euforbiáceas, antiguamente llama­da lathyris o tithymalo y que en la actualidad recibe los nombres de tártago, catapucia menor, piñoncillos, granos rateros y hierba topera.


Capítulo V

2. (Hiosciamo). Corresponde tanto al beleño ne­gro, Hyoscyamus niger L., como al beleño blan­co, Hyoscyamus albus L., de la familia de las Solanáceas.


Capítulo VI

1. (Del verbasco). “El intérprete” comenta que es el “llamado en Castilla gordolobo”. Este corres­ponde a la especie Verbascum thapsus L., de la fa­milia de las Escrofulariáceas. Existen en Europa varias especies afines a la anterior, que se han usado de manera semejante.

2. (Una caña). Se refieren los autores al tusílago o fárfara, Tussilago farfara L., de la familia de las Compuestas, que corresponde al “bechio” de Pli­nio y Dioscórides.


Capítulo VIII

2. (Psilio). Corresponde a la llamada zaragatona o zaracatona, Plantago psyllium L., de la familia de las Plantagináceas. Laguna comenta que “psyla, en griego, significa pulga, y ansí se llamó psillium pulicaris aquesta planta, porque su simiente se pa­rece mucho a una pulga”.


Capítulo X

1. (Agnocasto). Es el llamado sauzgatillo o saucegatillo, Vitex agnus-castus L., de la familia de las Verbenáceas.


Capítulo XI

4. (Sésamo). También llamado ajonjolí o alegría. Corresponde a la especie Sesamum indicum L., de la familia de las Pedaliáceas. Se alude al aceite de esta planta.

5. (Tres bayas de hisopo). El hisopo corresponde a la especie de Hyssopus officinalis L., de la fami­lia de las Labiadas. “El intérprete” comenta: “el hisopo no tiene vayas”; en efecto, los frutos de las Labiadas se componen de cuatro aquenios o nuececillas, dispuestos en el fondo del cáliz, cada una de las cuales contiene una semilla; en algunos casos hay drupas, pero nunca se presen­tan bayas.


Libro vigesimoséptimo: Los otros géneros de yervas


Capítulo II

1. (Estando durmiendo). Aluden Plinio y su co­mentarista al uso del acónito como veneno. Esta planta corresponde a la especie Aconitum napellus L., de la familia de las Ranunculáceas.


Capítulo IV

1. (La ethiópide). La etiópide es llamada también oropesa y vellosa. Corresponde a la especie Sal­via aethiopis L., de la familia de las Labiadas.

2. (Agerato). Según la descripción de Plinio y los comentarios de su “Intérprete”, debe corresponder a la planta llamada comúnmente, en la actua­lidad, agerato, altarreina, hierba julia, “eupato­rio de Mesué”, artemisa real y artemisa basta, Achillea ageratum L., de la familia de las Compuestas.

La palabra agerato deriva del griego άγήρατον, lo cual significa “que no envejece”, aludiendo a sus flores perennes.

Existe el género Ageratum L., de la misma fa­milia de las Compuestas, con numerosas especies distribuidas exclusivamente en América tropical, con excepción de A. conyzoides L., la llamada hier­ba de la cabra, que es pantropical. Linneo esta­bleció este género cuyas especies tienen también flores persistentes o perennes, pero que, consi­derando su distribución geográfica, no podrían tener relación con la planta mencionada por Pli­nio, excepto la última especie mencionada que está distribuida en los trópicos, tanto del Anti­guo como del Nuevo Mundo; pero ésta tiene las flores azules o blancas y no doradas como lo indica este autor en su descripción.

3. (Áloe). Se aplica este nombre a diversas espe­cies del género Aloe L., de la familia de las Liliáceas, como A. barbadensis Mill. (= A. perfoliata var. vera L.), de la región mediterránea. Estas especies son llamadas también zabida (el intér­prete anota “zavida”), zabila y sábila.

6. (La alsine). Corresponde a la especie Stellaria medea Villars, de la familia de las Cariofiláceas, que también recibe el nombre de “picagallina”, hierba gallinera, miosota, orejuelas de ratón, pamplina y pamplina de canarios.


Capítulo V

3. (Asplenio). Este nombre se aplicó a varios heléchos que se suponía curaban las enfermedades del bazo (del griego σπλήν, bazo), en particular a la “doradilla”, Ceterach officinarum Lamarck y De Candolle, de la familia de las Espleniáceas.

4. (Asclepia). Planta sobre la que “El intérprete” comenta: “hallada de Asclepio” o sea Esculapio, el Dios de la medicina. Lleva este nombre a causa de sus diversas propiedades medicinales. Corres­ponde a la especie comúnmente denominada ventósigo, vincetóxico o hirundinaria, Cynancbum vincetoxicum R. Brown de la familia de las Asclepiadáceas.

Laguna comenta lo siguiente sobre esta planta (según Font Quer): “El asclepiade no es otra co­sa sino aquella planta que vulgarmente llaman vincetoxicum o hirundiaria los herbolarios, en la cual se hallan todas las señales que aquí nos pin­ta Dioscórides. Llamóse asclepíades, en griego, por haber sido hallada por Asclepio, por otro nombre dicho Esculapio.”


Capítulo VI

1. (Alo). Plinio señala que es al que los griegos llaman “simphito pétreo” y su intérprete comen­ta que esta planta “de los españoles es llamada consuelda”. Parece corresponder a la llamada actualmente consuelda, consuelda mayor, suelda, sueldaconsuelda, consólida y sínfito mayor, Sym­phytum officinale L., de la familia de las Boragináceas; o bien puede corresponder a alguna otra especie del mismo género.

Sobre esta planta Font Quer comenta lo si­guiente: “En la Materia médica de Dioscórides, esta consuelda, u otra muy parecida, figura en el capítulo 11 del libro IV, con el nombre de symphytum alterum o symphyto pecto, a continua­ción de otra planta llamada symphyto petreo. Por su descripción, un poco difícil de interpretar, so­bre todo en cuanto se refiere a las aletas foliares que discurren por el tallo, parece que se trata real­mente de una especie del género Symphytum, y como tal la representó Mattioli y la dio por buena Laguna.”


Capítulo VII

1. (Alga). Es difícil señalar a qué tipo de alga se refiere Plinio; aunque al indicar “colorada” es probable que aluda a alguna rodofícea, o bien cianofícea. “El intérprete” comenta que: “llámase en España ova de agua”. El término “ova” (del lat. ulva) es una denominación vulgar de muchas algas filamentosas, principalmente cladóforas. También se denomina “ova” marina, alga marina y alga de los vidrieros a la fanerógama acuática del Mediterráneo, Posidonia oceanica Delile, de la familia de las Posidoniáceas (algunos autores la incluyen en la familia de las Potamogetonáceas). Según Font Quer, de esta última “aparecen en las playas unas pelotas ovoides formadas por los nervios quebrados de las hojas deshilacliadas”.


Capitulo VIII

1-2. (Ballote) (Que de puerro). Se refieren Plinio y su “Intérprete” a la especie llamada actualmente “marrubio negro”, balota, marrubio hediondo, marrubio fétido y marrubio bastardo, Ballota ni­gra L., de la familia de las Labiadas.

Laguna (según anotación de Font Quer) comen­ta lo siguiente en relación con la descripción que hace Plinio: “Fue gravísimo el error de Plinio acerca de aquesta planta, porque dice que la lla­maron puerro negro los griegos, y que tiene las hojas mayores y más negras que el puerro, lo cual jamás no se halla. Mas la causa de tan gran deva­neo fue la afinidad de aquestos vocablos: melan prason y melan prasion, de los cuales aquel pri­mero nos da a entender puerro negro, y estroto, negro marrubio.”


Capítulo IX

1. (Dipsaco). Corresponde a la especie llamada actualmente cardencha, dipsaco, cardo de carda­dores, peines, vara de pastor y baño de Venus, Dipsacum fullonum L., de la familia de las Dip­sacáceas. Las hojas opuestas de esta planta forman recipientes a manera de pequeños vasos que re­tienen el agua de la lluvia y pueden servir para calmar un poco la sed (del griego δίψα, sed) del viajero.


Capítulo X

1. (Glaucio). Debe corresponder a la especie de­nominada, en la actualidad, igual que el encabe­zado de esta nota y, además, adormidera o dor­midera marina, amapola marítima, amapola loca o amapolilla, Glaucium flavum Crantz, de la fa­milia de las Papaveráceas.

6. (Holco). Comenta “El intérprete” que “es es­pecie de grama, y por llevar espigas semejantes a las de cebada, la llaman grama hordeácea”; és­ta corresponde, probablemente, a Hordeum murinum L., de la familia de las Gramíneas que tam­bién recibe los nombres de cebadilla de campo y de heno blanco. En la misma familia se inclu­ye, actualmente, el género Holcus L., en el cual se clasificó el sorgo, planta que más tarde fue se­parada en el género Sorghum Moench.


Capítulo XI

8. (Lithospermo). Comenta “El intérprete”: “llá­mase vulgarmente milium solis”, es decir, mijo del sol. Corresponde a la especie que, en la ac­tualidad, recibe, además del último nombre mencionado, las denominaciones de granos de amor, lágrimas de David, té de Miranda o perlina, Lithospermum officinale L., de la familia de las Boragináceas.

Por su parte, Andrés Laguna comenta sobre es­ta planta: “Lithospermum, en griego, no quiere decir otra cosa sino simiente de piedra o empe- drecida, de suerte que se llamó méritamente an­sí aquesta planta por cuanto hace cierta simiente redonda, lisa y dura como el aljófar. Llámase esta simiente milium solis en las boticas, porque es muy lucia y puesta al sol resplandece”.


Capítulo XII

2. (Miosota). Comenta “El intérprete”: “o alsine; algunos la llaman auricula muris, otros hippia y vulgarmente morsus gallinae”. Corresponde a la especie actualmente llamada miosota, alsine, pam­plina, hierba gallinera, hierba de las aves, hierba de los canarios y orejuelas de ratón, Stellaria media Villars, de la familia de las Cariofiláceas.

Según Font Quer: “Dioscórides dedica unas po­cas líneas a esta especie (capítulo 88 del libro IV), las cuales traducidas por Laguna dicen así: ‘La al­sine, que unos llaman anthillio y otros myosota, porque sus hojas se parecen a las orejuelas de los ratones, nace por los bosques y por lugares som­bríos, de donde vino a llamarse alsine’.”

9. (Onosma). Es la planta que Dioscórides trata en el libro III, capítulo 141 de su Materia médica. Dicho autor describe esta planta muy brevemen­te; indica que la “onosma produce las hojas semejantes a las de la anchusa, tiernas, luengas de cuatro dedos, anchas de uno, desparcidas por tie­rra, sin tallo, sin fruto y sin flor”. Basándose en el error de esta última parte de la descripción de Dioscórides, Plinio señala al complementar su corta descripción sobre esta planta: “sin tallo, sin flor y sin semilla”.

Corresponde a la especie denominada en la ac­tualidad orcaneta amarilla u onosma, Onosma echinoides L., de la familia de las Boragináceas.

15. (Polígono). Corresponde a la planta llamada actualmente “centinodia”, cien nudos, cien nudi­llos, hierba de la golondrina, corrigüela de cami­nos, polígono macho o sanguinaria, Poligonum aviculare L., de la familia de las Poligonáceas.

16. (Pancracio). Corresponde a la especie llama­da actualmente escila, esquila, albarrana, cebolla albarrana y cebolla de grajo, Urginea maritima Baker, de la familia de las Liliáceas.

18. (Periclimeno). “El intérprete” sólo indica: “Caprifolium; [en España], madreselva. Dioscórides, libro 4, capítulo 12”. Corresponde a Loni­cera periclymenum L., y probablemente también a otras especies del mismo género como L. caprifolium L. y L. etrusca Santi, de la familia de las Caprifoliáceas.

20. (Poligala). “El intérprete” sólo indica las notas bibliográficas del Dioscórides y de Matthiolo, en las que se trata de esta planta, la cual parece corresponder a alguna especie del género Polygala L., de la familia de las Poligaláceas, en particular P. rupestris Pourret; aunque también se pensó que pudo tratarse de alguna especie del género Coronilla L., de la familia de las Legumi­nosas, como C. valentina L., cuyas hojas, indica Dioscórides, son “como aquellas de las lentejas”.

Según anotación de Font Quer, en el libro IV, capítulo 143 de la Materia médica de Dioscóri­des, siguiendo la versión de Laguna, se habla así de polygalo (polygala en la traducción de Mattioli): “El polygalo es una matilla de un palmo, que tie­ne las hojas como aquellas de las lentejas y al gusto es un tanto acerba. Esta planta, bebida (según pa­rece) acrecienta la leche.”

El término del encabezado deriva del griego πολύγαλον, el cual significa “que tiene mucha leche” (γάλα, leche), lo que estas plantas no jus­tifican por carecer de látex o jugo lechoso; por lo tanto debe interpretarse: “planta que favorece la lactación”.


Capítulo XIII

1. (Solano). “El intérprete” señala que “hay mu­chas especies”. En efecto, este término se aplica­ba a varias especies de plantas del género Solanum L., así como de otros géneros de la familia de las Solanáceas; pero considerando que Plinio indica que “al solano llaman los griegos strichno”, dicha planta puede corresponder a la de­nominada actualmente hierba mora, tomates o tomatillos del diablo, Solanum nigrum L., sobre lo cual comenta Font Quer: “respecto a la complejidad de este Solanum nigrum, tomado en sen­tido amplio, añadiremos que Plinio (en el libro XXI, capitulo 105), después de tratar del strychnos o del trychnos, como escribe él, habla de otra especie congénere, que los autores refieren al So­lanum villosum de Lamarck, una hierba mora cu­bierta de un vello grisáceo y de bayas anaranja­das”. También podría haberse referido Plinio a la planta conocida, según apunta Font Quer: “con el nombre griego de stricbnos hypnotica, que ver­tido al latín dio el de solanum somniferum” y que corresponde al orovale, oroval, hierba mora ma­yor, tomate del diablo, beleño macho o vejiguilla, Withania somnifera Dunal.

Otros “solanos”de los antiguos son el llamado solano halicácabo, que corresponde a la planta llamada actualmente alquequenje, halicácabo o vejiga de perro, Physalis akekengi L.; y el solano mayor o solano furioso, mejor conocido con los nombres de belladona y tabaco bastardo, Atropa belladona L.

4. (Tricomanes). Corresponde al helécho llama­do comúnmente culantrillo menor, culantrillo bastardo, tricomanes, capilera roja, adianto rojo o politrico, Asplenium trichomanes L., de la familia de las Aspleniáceas. Indica Plinio sobre es­ta planta: “su zumo detiene los cabellos que se caen, o si se han caído los repara”. El nombre “tricomanes” deriva del griego θρίξ, τριχός, pelo, cabello, y μανία, locura.

Laguna (según anotación de Font Quer) comen­ta sobre esta planta: “El tricomanes, llamado de algunos filícula, que es helechuelo se muestra dulce, agudo y amargo al gusto, y su raíz es acer­ba; con las cuales cualidades tiene vigor de hacer renacer presto los cabellos caídos y de darle agra­dable tinctura, de donde mereció llamarse poly­trichon y callitrichon, siendo del mismo linaje del culantrillo de pozo.”

6. (Tlaspi). Probablemente se alude a la planta lla­mada también tlaspios o telaspios, Thlaspi arvense L., de la familia de las Cruciferas.

7. (Nabo pérsico). “El intérprete” comenta que “otros le llaman mostaza pérsica”, por lo que debe corresponer a Salvadora persica L., de la familia de las Salvadoráceas, cuyas hojas tienen sabor de mostaza.

8. (Tragos). Sugiere Font Quer que puede corres­ponder a la efedra, Epbedra distachya L., de la familia de las Efedráceas. Por otra parte, según anota el primer autor mencionado, la planta del encabezado de esta nota fue interpretada como una “barrillera”, la barrillera espinosa Salsola tragus L., de la familia de las Quenopodiáceas (algunos autores la incluyen en una familia pro­pia, la de las Salsoláceas). A este respecto, la des­cripción del trago de Dioscórides, tomada de Laguna, dice así: “El trago, llamado scorpion de algunos, es una mata pequeña que, por la mayor parte, crece hacia la orilla del mar y se va derra­mando por tierra. Ésta es un tanto luenga y de la altura de un palmo, y algunas veces mayor; no produce hojas, sino en torno de sus ramillas mu­chas como uvas, rojas, puntiagudas, al gusto en extremo extípticas y tamaños como los granos de trigo.”

También se hace alusión al “tragos” o “escor­pión” en la nota 4 del capítulo XXI del libro decimotercero, y en la nota 11, capítulo XV del libro vigesimoprimero de esta obra.

TOMO VII. COMENTARIOS A LA OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ