Los anfibios y reptiles1


HOBART M. SMITH


El tratamiento de los anfibios y reptiles en la obra de Hernández es una combinación de observación directa y folklore. En muchos casos sólo es posible conocer el género, o el grupo de espe­cies, a los que se refiere el relato. En otros, los animales parecen ser completamente ficticios. Las ilustraciones frecuentemente ayudan a limitar las alternativas de identificación, pero no siem­pre proporcionan suficiente información útil. Muchas especies descritas o mencionadas, no están ilustradas. Es lamentable que la mayoría de las ilustraciones mencionadas en el texto nunca se publicaran.


Alfredo Dugès (“Francisco Hernández”, 1889, La Naturaleza 2a. Ser. 1:282-288) es el único investigador, hasta donde conozco, que ha propor­cionado identificaciones poslinneanas de las des­cripciones y nombres prelinneanos dados por Hernández. Sin embargo, no intentó abarcar to­das las especies; sólo se sugieren 29 nombres, mientras que Hernández describe o distingue cla­ramente 71 categorías que considera diferentes.

De estas 71, siete son víboras de cascabel, y qui­zá otras cuatro especies venenosas, de los géne­ros Ancistrodon o Bothrops. No hay especies reconocibles de coralillos o “king snakes” (falso coralillo, Lampropeltis ? [E.B.]) en sus relatos, aunque parece poco probable que no las haya en­contrado. La oportunidad de identificaciones incorrectas es tan grande, que dichas especies pueden haberse tenido en mente para algunas que aquí se identifican de manera diferente.

Muchas serpientes y lagartijas se consideran ve­nenosas por Hernández, que relata con demasiada facilidad las creencias de los residentes locales. El mapa que acompaña el volumen 1 de las Obras completas ha sido extremadamente útil para limitar el campo de identidad de los nombres de Hernández. Para unas pocas formas, cita con pre­cisión las localidades, lo que también ayuda a la identificación.

Con identificaciones en su mayor parte inde­finidas, los datos proporcionados por Hernández no ayudan al conocimiento actual de la herpetofauna mexicana; y desde luego no podía esperarse tal cosa después de un lapso de más de tres­cientos años. Hay una excepción inesperada: el maquiscóatl o tetzauhcóatl del capítulo XXII, que posiblemente representa Bipes, a pesar de que no se mencionan las pequeñas patas de esta criatura de Iztoluca, Morelos. Dicha localidad está den­tro del área que se supone para la especie, aun­que no existe ningún repone de ella hasta la fecha, con excepción del de Hernández.

Dos serpientes de Cuba y una de Filipinas se describen por Hernández (capítulos XLIX, L, LVI); no se ha intentado identificarlas con nom­bres modernos. La aplicación de nombres específicos aztecas a las mismas es un enigma; quizá tales nombres son en realidad de origen español.


TRATADO TERCERO


I. Sólo se menciona una especie en este capítulo: Heloderma horridum, o temacuilacahuya de Her­nández. Otra especie del género existe en Méxi­co (H. suspectum), pero está restringida a la zona noroeste que Hernández no recorrió, como se indica en el mapa del volumen I de las Obras completas. El nombre acaltetepon no se restrin­ge a este género, como indica la discusión de otras especies a las que se da el mismo nombre en el capítulo. El único nombre distintivo para Heloderma es temacuilacahuya. Hernández, desde luego, conocía su carácter ponzoñoso aunque no lo consideraba especialmente peligroso. Como se ha establecido en años subsecuentes, Heloderma es el único lagarto venenoso, no sólo en México sino en todo el mundo.


II (1 fig.). Aunque el rubro manifiesta que el ca­pítulo se refiere a dos especies llamadas acaltetepon, el relato abarca en realidad cuatro especies. El nombre acaltetepon se aplica a lagartos que se consideran venenosos, o que parecen como si fueran ponzoñosos, debido a que son de mayor tamaño que las lagartijas ordinarias. Hernández llega a decir que hay tres lagartos venenosos en Nueva España (excluyendo aparentemente He­loderma) dos de los cuales por la descripción pa­recen ser miembros del género Cnemidophorus; y uno pequeño y de cola azul es aparentemente algún miembro de los géneros Eumeces o Scincelia, varios de los cuales tienen cola azul en sus estados inmaduros. Al último, Hernández le apli­ca el nombre tetzauhcóatl, que Dugès identifica como Eumeces lynxe, pero esto es irrealmente res­trictivo; con seguridad Hernández debe haber ob­servado miembros de cola azul en varias especies, tanto de Eumeces como de Scincella en las áreas por donde viajó.

La cuarta especie se describe como inofensiva; parece venenosa por ser mayor que las lagartijas ordinarias, pero por lo demás es igual a ellas. Es posiblemente la especie ilustrada, pues la figura no se parece a Cnemidophorus, Eumeces o Scince­lla. La figura se parece a algunas del grupo spinosus de Sceloporus, que alcanza una talla algo mayor que la mayoría de las lagartijas comunes.


III. La descripción del ahueyactli claramente co­rresponde a miembros del género Bothrops, sin distinción clara de las diversas especies conoci­das en las áreas visitadas. Hernández no pudo haber dejado de encontrar ampliamente distribui­da Bothrops atrox, y como otras especies del género las distinguen comúnmente de atrox los residentes locales, es razonable suponer que el nombre ahueyactli fue aplicado general o total­mente a B. atrox.


IV (1 fig.). Dos tipos de lagartos se describen en este capítulo. El mayor énfasis se da al acuecuetz- pallin, claramente la especie conocida actualmente como Iguana iguana. Los parientes terrestres cer­canos de Iguana —cuecuetzpallin— se mencionan brevemente; es evidente que pertenecen al género Ctenosaura. Probablemente Hernández encontró tres especies de este último género, pero no las distingue. Indica que todos estos lagartos son apre­ciados como alimento. Un dibujo del cuecuetz­pallin, designado erróneamente “axólotl”, apa­rece en el tratado V, capítulo II.


V (1 fig.). El acuetzpallin es claramente el coco­drilo, del que existen tres especies en el área recorrida por Hernández. Sólo una de ellas —Crocodylus acutus— es común, y puede suponerse que su descripción se refiere a esta especie.

No entró al área en que existe el pequeño crocodiliano del género Caiman, aunque el nombre vulgar “caimán” aparece en el texto. El nombre “caimán”, sin embargo, se aplica ampliamente a cualquier crocodiliano en América tropical.


VI. El nombre acóatl se usa claramente en rela­ción con miembros del género Thamnophis, del cual hay varias especies comunes en el área visi­tada por Hernández. Señala su viviparidad, dibujo a rayas, hábito acuático y tamaño pequeño; todo ello propio de miembros de este género.


VII. Sin discusión estos sapos extraordinariamen­te grandes denominados aquaqua son Bufo marinus. Hernández breve y correctamente señala que son venenosos.


VIII. El zolcóatl se describe como una pequeña serpiente con cascabeles, y posiblemente se re­fiere a Sistrurus ravus, o a Crotalus triseriatus o a C. intermedius, todas especies de pequeñas ví­boras de cascabel de regiones de altura, comunes en las áreas familiares a Hernández, que segura­mente las encontró. Evidentemente, la descrip­ción es aplicable a pequeños crótalos de una o más especies, y posiblemente se refiere a las tres mencionadas.


IX. El cencóatl de este capítulo (otros dos se des­criben en los capítulos XV y XXIII) puede ser Spilotes pullatus, una especie conspicua de la ver­tiente del Atlántico que probablemente encontró Hernández. Su gran tamaño y peculiares ban­das diagonales son muy distintivos y se sugieren en la descripción.


X (1 fig.). La figura y descripción del tzicatlinan sugieren explícitamente a Oxyrhopus petolarius, aunque es una serpiente rara en comparación con varias otras de hábitos y colores similares que son más fáciles de encontrar. Dugès la interpreta co­mo Leptodeira annulata, pero aunque el dibujo es semejante al de Oxyrbopus, aquélla es más acuá­tica que cavadora (como sugiere el nombre “ma­dre de las hormigas”); en realidad Leptodeira es muy común y ubicua en bajas altitudes; dema­siado común para adquirir una reputación tan distintiva como habitante de los hormigueros.


XI. El canauhcóatl es una creación imaginaria que se aproxima en tamaño a la famosa boa constrictora (Constrictor constrictor) quizá basada en parte en esta especie, pero embellecida por la imagina­ción sin base en la Naturaleza. La interpretación más tolerante es considerarla una versión distor­sionada de Constrictor constrictor.


XII. El ecacóatl, serpiente grande con siete ban­das de varios colores, sugiere una de las serpientes rayadas corredoras, particularmente Masticophis taeniatus. Hernández viajó por el área de esta especie en sus excursiones alrededor de Guanajuato.


XIII (1 fig.). El dibujo de quatapálcatl presenta seguramente un miembro del grupo basiliscino de lagartos: Laemanctus, Basiliscus, Corythophanes. Principalmente porque Hernández no pudo haber dejado de encontrar el común Basiliscus —pues los otros géneros son raros— y porque no hay otra descripción referible a Basiliscus, la de quatapálcatl debe aplicarse a B. vittatus, la única especie del género en México. Sin embargo, el dibujo corresponde bastante con el más raro Corythophanes hernandezi, con el que se ha iden­tificado anteriormente.


XIV. El cuicuilcóatl se describe como una ser­piente pequeña con bandas negras, de las altitu­des elevadas. Aunque Hernández la considera venenosa, ninguna serpiente con dichas características lo es. La descripción posiblemente corres­ponde a miembros del género Rhadinaea, total­mente inofensivos para el hombre. Existen varias especies en el área atravesada por Hernández.


XV. Dugès (op. cit.) supone que la descripción del “segundo” cencóatl puede aplicarse a Pituophis deppei que es bastante común, y pudo quizá ser­le familiar a Hernández. A falta de una descrip­ción más clara, Dugès supone que puede acep­tarse como la conjetura posible más razonable.


XVI. Dugès (op. cit.) asigna la descripción del “otro” zolcóatl a la especie actualmente conoci­da como Trimorphodon biscutatus, sin embargo, Hernández dice que tiene colmillos semejantes a los de las víboras de cascabel, y que su morde­dura es mortal. Yo sospecho que la mención se refiere a algún miembro del género Bothrops.


XVII. El cuech, que se dice tiene cascabel a pe­sar de ser inofensivo, debe referirse a una o más de las especies pequeñas de crótalos, como el zol­cóatl del capítulo VIII.


XVIII (1 fig.). El color rojizo de la superficie ven­tral de iztaccóatl, combinado con la figura y la actividad que se describe, sugiere la corredora común Masticophis taeniatus. Desde luego, no es venenosa como sugiere Hernández, que posible­mente en muchos casos sólo repitió las opiniones de los residentes locales, que erróneamente consideran venenosas la mayoría de las especies.


XIX. La descripción de iztactecoixin, con énfa­sis a que se encuentra en regiones frías, posee vien­tre blanco con rayas y barras y manchas negras dorsalmente, sugiere se trate de Sceloporus scalaris.


XX. El mazacóatl, por su talla, debe correspon­der a la única serpiente constrictora grande en México, Constrictor constrictor. Es inútil decir que no tiene cuernos.


XXI. El “otro” mazacóatl es diferente del “ori­ginal”, principalmente por su domesticidad. El folklore participa extensamente en la descripción de ambos tipos de mazacóatl, pero es evidente que ambos se refieren a Constrictor.


XXII. El maquizcóatl o tetzauhcóatl fue obser­vado en Iztoluca (= Itztoluca) en la cuenca del río Balsas, en el estado de Morelos. Aunque no se mencionan los pequeños miembros delanteros, parece que el animal descrito es Bipes canaliculatus, conocido de otras localidades en la misma cuenca. Hernández hace notar la habilidad del animal para caminar hacia adelante y hacia atrás, a pesar de tener sólo una cabeza. Menciona que otra especie del mismo nombre también se mueve en ambas direcciones, pero tiene dos cabezas; aun­que explica que él no la ha visto. La última espe­cie es sólo una cons popular distorsionada, basada en la primera specie.


XXIII. El “tercer” cencóatl puede seguramente corresponder a las serpientes muy comunes del género Leptodeira, que de otra manera no se des­criben, pero que seguramente se encontraron. La descripción es demasiado breve para dar ningu­na certeza razonable de la identidad.


XXIV (2 figs.). El teuhtlacozauhqui es claramente uno o más de los grandes crótalos, y estoy de acuerdo con Dugès que Crotalus basiliscus es uno de los aludidos. Como Hernández menciona los residentes en Pánuco, debe también incluir el muy similar Crotalus durissus.


XXV. El tecoixin lo identifica Dugès como Sceloporus torquatus, y estoy de acuerdo que es la identificación más razonable. El “vientre blan­co” sólo puede referirse a las hembras o especímenes inmaduros.


XXVI. El tlehua es otro crótalo; sugiero que pue­de ser Crotalus polysticus, que Hernández debe haber encontrado.


XXVII. Es posible que el petzcóatl (o tlalcóatl o elzoalcóatl) sea Dermophis mexicanus, pero la des­cripción es incierta. Difícilmente creo que la su­gerencia de Dugès (Amphisbaena) pueda ser correcta.


XXIX. El tlilcóatl observado en Tepoztlán, Mo­relos, casi seguramente es Drymarchon corais. Su gran tamaño, tinte negruzco y localización cer­ca de los ríos concuerda con la descripción de Hernández. Es inofensivo, aunque Hernández sospechaba fuera venenoso.


XXX. Hernández encontró también el tlecóatl cerca de Tepoztlán, Morelos, lo que permite sugerir que representa a Masticophis striolatus.


XXXI (1 fig.). El techichícotl, gracias a la figura que lo acompaña, puede identificarse con considerable certeza como Sceloporus spinosus, especie común que ciertamente observó Hernández.


XXXII. Es imposible identificar el quauhtzicatlinan de Hernández con alguna confianza; pero el pequeño tamaño y elaborados dibujos ventra­les en una serpiente cavadora sugieren a miem­bros del género Geophis.


XXXIII. El “segundo” teuhtlacozauhqui es muy probablemente Crotalus molossus, que ciertamen­te se parece a C. basiliscus, excepto por ser más oscuro con marcas amarillentas, como Hernán­dez lo describe.


XXXIV. Las especies de tamazolin o rubetas no pueden identificarse por el relato general de Her­nández. Ciertamente incluyen las especies comu­nes de Eleutherodactylus, Leptodactylus, Hyla, Scapbiopus y Bufo.


XXXV. Dos especies pueden referirse al tlilcuetzpallin de Hernández: una más gruesa y robusta que la otra. Como lagartos esencialmente negros con líneas claras (transversales y longitudinales), la menor puede ser Sceloporus aeneus y la mayor S. grammicus.


XXXVI. Este capítulo considera diversos lagar­tos, pero describe con mayores detalles el macho y la hembra del “segundo” tecoixin. Sceloporus torquatus es claramente la especie a que se refiere. Sin embargo, no se describen los otros lagar­tos mencionados: milquáxuch, quauhcuetzpallin, iztactecoixin, cuetzpalcochiton. Posiblemente todos son especies de Sceloporus.


XXXVII. El tetzauhcóatl parece ser una de las raras especies del género Geophis, algunas de las cuales coinciden en dibujos, tamaño y distribu­ción vertical.


XXXVIII. El texixincóyotl es seguramente una especie de Sceloporus, pero es dudoso cuál. Qui­zá sea S. jarrovii, algunas de cuyas subespecies tienen la parte superior de la cabeza y el cuello negras.


XXXIX. Esta gran serpiente —xaxalhua— es casi con seguridad la espectacular y claramente mar­cada Pseustes poecilonotus.


XL. Dugès interpreta al teixminani como Oxybelis auratus y estoy de acuerdo. La forma alar­gada es inconfundible.


XLI. Se mencionan varias especies en este capí­tulo. Una de ellas —cuti— es casi seguramente Urosaurus bicarinatus, bien conocida en la región de Tototepec, Gro., donde Hernández la men­ciona. El cuetzpallin es posiblemente alguna es­pecie pequeña del género Sceloporus, que tiene muchas. El cuetzpalcochiton posiblemente per­tenece al mismo género Sceloporus.


XLII. El tlilcóatl de este capítulo, de Tepoztlán, Mor., parece ser el mismo del capítulo XXIX, o sea Drymarchon corais. Dugès supone que uno u otro de éstos (posiblemente el del capítulo XIX) sea Botbrops affinis (= B. nummifer), pero la breve descripción no se ajusta en absoluto a esta pecu­liar serpiente. La otra (aparentemente la número XLII) la identifica como Coluber constnctor (“cu­lebra negra”); pero la fase negra de esta especie no ocurre en México; Hernández ciertamente no se refiere a ella al usar alguno de sus nombres.


XLIII. La ornamentación característica de Diadophis punctatus, la describe adecuadamente Hernán­dez en su referencia del “segundo” tetzauhcóatl.


XLIV (2 figs.). El tapayaxin observado desde hace largo tiempo por Dugès, Herrera y otros, es la especie hoy conocida como Phrynosoma orbicu­laris. La habilidad de esta especie para arrojar san­gre por los ojos era conocida por Hernández, que también le atribuye algunas extrañas y dudosas propiedades medicinales.


XLV. El temacuilcahuilía es una especie fabulosa sin paralelo en ninguna existente. Ciertas fábulas pueden derivarse de algunas fuentes increíbles, pero ninguna es evidente para este relato.


XLVI. Otro crótalo es la fuente del relato de tepozolcóatl. La ornamentación descrita sugiere a Crotalus durisus.


XLVII. Alguna especie de crótalo de tamaño me­diano se describe como chiauhcóatl. Bien puede ser Crotalus scutulatus, especie que probablemente haya encontrado Hernández. Sin embargo, la comparación con el cuicuilcóatl, especie de cró­talo que interpretamos como Rhadinaea, es incomprensible.


XLVIII (1 fig.). El nexoa color de ceniza, captu­rado en Huauquechula, Pue., es muy probablemente Masticophis striolatus.


LI. El ataligato sólo se caracteriza por ser una fá­bula totalmente inadmisible, y no puede identificarse.


LII. El nombre teque es claramente usado en re­ferencia a miembros del género Anolis, todos los machos del cual pueden ocasionalmente desple­gar en el cuello un abanico vertical descrito por Hernández”.2 El folklore que acompaña a esta es­pecie es, desde luego, completamente erróneo. Dugès estaba claramente equivocado sugiriendo que representa un gecko (Phyllodactylus tubercu­losus). Posiblemente sus identificaciones de teque y talétec fueron inadvertidamente intercambia­das, pues identifica el segundo como Anolis (nebulosus).


LIII. La descripción de talétec dada por Hernán­dez es tan breve que estoy indeciso para atribuirla a las especies conocidas. Posiblemente se refiere a miembros del género Scincella. Dugès supone que sea un gecko (aceptando un intercambio inad­vertido como se indica en la discusión del capítulo LII) pero ningún gecko es común en México en platanares así como en las habitaciones. Scince­lla corresponde por ser pequeño y oscuro, como se describe, y encontrarse comúnmente tanto en las casas como en el campo.


LIV. El dopone, grande y verde, parece ser la serpiente que en la actualidad se conoce como Oxybelis fulgidus.


LV. El haro claramente se refiere a una o más es­pecies de Ctenosaura, mencionadas en otro sitio (capítulo IV) como cuecuetzpallin. Un dibujo del mismo, erróneamente marcado como “axólotl”, aparece en el tratado V, capítulo II.


LVII. La ornamentación de coyuta no se descri­be, y los colores negro y amarillo, solamente, son insuficientes para justificar la identidad, aunque se menciona una localidad: Tototépec, Guerre­ro o Tlaxcala.


LVIII. La serpiente reportada de Iguala como cuncóatl se describe como luminosa en la obscuridad. Esta propiedad no se conoce en ninguna serpiente, pero el tamaño, y aun la supuesta pro­piedad luminosa, sugiere que quizá se refiera a Ancistrodon bilineatus cuyos adultos de gran tamaño son de color negro intenso con bandas plateadas, que pueden sugerir luminosidad.


TRATADO QUINTO


II. (2 figs.). El axólotl es mundialmente famoso como Ambystoma mexicanum. Desafortunadamente las ilustraciones claramente muestran un lagarto del género Ctenosaura (el cuecuetzpallin del tratado III, capítulo IV, y el haro del tratado m, capítulo LV).


IV. Los renacuajos de muchas especies de anuros se designan como atotócatl. La diferenciación es imposible, aunque la más probablemente obser­vada sea Spea.


XIX. Se describen tres especies de ranas comes­tibles en este capítulo. Estoy de acuerdo con la identificación de Dugès de xúchcatl como Hyla (probablemente lafrentzi), cuéyatl como Rana pipiens, y acacuéyatl como Rana montezumae. El acuacua (Bufo marinus) del tratado III, capítulo VII, es nuevamente mencionado.


CUADRO SINÓPTICO3

Tratado tercero


I. Temacuilacahuya (un acaltetepon) = Heloderma horridum (= Dugès).

II. A. Acaltetepon 1 = Cnemidophorus sp.?

B. Acaltetepon 2 = Cnemidophorus sp.?

C. Acaltetepon 3 (tetzauhcóatl) = Eumeces (= Dugès) y Scincella ?

D. Acaltetepon 4 (figura ?) = Sceloporus del grupo spinosus ?

III. Ahueyactli = Bothrops atrox ?

IV. A. Acuecuetzpallin (figura) = Iguana iguana (= Dugès?)

B. Cuecuetzpallin = Ctenosaura spp. (= Dugès?)

V. Acuetzpallin (figura) = Crocodylus acutus (= Dugès)

VI. Acóatl = Thamnophis spp. (= Dugès)

VII. Aquaqua = Bufo marinus (= Dugès)

VIII. Zolcóatl = Crotalus triseriatus ? C. intermedius ? Sistrurus ravus ? (= Dugès)

IX. Cencóatl = Spilotes pullatus ?

X. Tzicatlinan (figura) = Oxyrhopus petolarius ? (Leptodeira fide Dugès).

XI. Canauhcóatl = Constrictor constrictor ?

XII. Ecacóatl = Masticophis taeniatus ?

XIII. Quatapálcatl (figura) = Corythophanes hemandezi

XIV. Cuicuilcóatl = Rhadinaea spp.

XV. El “segundo” cencóatl = Pituophis deppei ? (= Dugès)

XVI. El “otro” zolcóatl = Bothrops sp.? (Trimorphodon biscutatus fide Dugès)

XVII. Cuech = Crotalus intermedius ? C. triseriatus ? Sistrurus ravus ?

XVIII. Iztaccóatl (figura) = Masticophis taeniatus ? (= Dugès)

XIX. Iztactecoixin = Sceloporus scalaris ?

XX. Mazacóatl = Constrictor constrictor (= Dugès)

XXI. El “otro” mazacóatl = Constrictor constrictor

XXII. A. Maquizcóatl o tetzauhcóatl (con una cabeza) = Bipes canaliculatus ?

B. Maquizcóatl o tetzauhcóatl (con dos cabezas) = Bipes canaliculatus ?

XXIII. El “tercer” cencóatl = Leptodeira spp.

XXIV. Teuhtlacozauhqui (2 figuras) = Crotalus hasiliscus, C. durissus (= Dugès)

XXV. Tecoixin = Sceloporus torquatus

XXVI. Tlehua = Crotalus polysticus ?

XXVII. Petzcóatl (tlalcóatl, elzoalcóatl) = Dermophis mexicanus ? (Amphisbaena fide Dugès)

XXIX. Tlilcóatl = Drymarchon corais (Bothrops nummifer ? fide Dugès)

XXX. Tlecóatl = Masticophis striolatus

XXXI. Techichícotl = Sceloporus spinosus

XXXII. Quauhtzicatlinan = Geophis spp.?

XXXIII. El “segundo” teuhtlacozauhqui = Crotalus molossus ?

XXXIV. Tamazolin - Eleutherodactylus, Leptodactylus, Hyla, Scaphiopus, Bufo spp., et al.( = Dugès)

XXXV. A. Tlilcuetzpallin (pequeño) = Sceloporus aeneus ? (= Dugès?)

B. Tlilcuetzpallin (grande) = Sceloporus grammicus ? (= Dugès?)

XXXVI. A. El “segundo” tecoixin - Sceloporus torquatus (= Dugès)

B. Milquáxuch = Sceloporus sp.?

C. Quauhcuetzpallin - Sceloporus sp.?

D. Iztactecoixin - Sceloporus sp.?

E. Cuetzpalcochiton = Sceloporus sp.?

XXXVII. Tetzauhcóatl = Geophis spp.?

XXXVIII. Texixincóyotl = Sceloporus (jarrovii ?)

XXXIX. Xaxalhua = Pseustes poecilonotus

XL. Teixminani - Oxybelis auratus (= Dugès)

XLI. A. Cuti = Urosaurus bicarinatus

B. Cuetzpallin = Sceloporus sp.

C. Cuetzpalcochiton = Sceloporus sp

XLII. Tlilcóatl = Drymarcbon coráis (Coluber constrictor fule Dugès)

XLIII. El “segundo” tetzauhcóatl = Diadopbis punctatus (= Dugès)

XLIV. Tapayaxin (2 figuras) = Phrynosoma orbicularis (= Dugès et al.)

XLV. Temaculcahuilía = una especie ficticia

XLVI. Tepezolcóatl = Crotalus (durissus ?)

XLVII. Chiauhcóatl = Crotalus (scutulatus ?)

XLVIII. Nexoa (figura) = Masticophis striolatus

LI. Ataligato = una especie fabulosa

LII. Teque = Anolis spp. (Phyllodactylus tuberculosus fide Dugès)

LIII. Talétec = Scincella spp.? (Anolis nebulosus ? fide Dugès)

LIV. Dupone = Oxybelis fulgidus

LV. Haro = Ctenosaura spp.

LVII. Coyuta = serpiente no identificable

LVIII. Cuncóatl = Ancistrodon bilineatus ?


Tratado quinto


II. Axólotl = Ambystoma mexicanum (= Dugès)

IV. Atotócatl = renacuajos de varias especies, especialmente Spea hammondi

XIX. A. Xúchcatl = Hyla (lafrentzi o eximia) (= Dugès)

B. Cuéyatl = Rana pipiens (= Dugès)

C. Acacuéyatl = Rana montezumae (= Dugès)

D. Acuacua = Bufo marinus (= Dugès)






1 Deseoso de obtener la colaboración de las personas más calificadas para identificar los animales descritos por Hernández, era evidente que en lo que respecta a herpetología la primera autoridad en relación con la fauna mexicana era el profesor Hobart M. Smith de la Universidad de Illinois, que en respuesta a una carta de 18 de octubre de 1966 aceptó la invitación que le hice, y en febrero de 1967 me remitió el original inglés que se reproduce, traducido por mí al español. Debido al largo retraso editorial de las Obras completas, el profesor Smith publicó en el número de marzo de 1969 de Herpetology el artículo “The first herpetology of México” en el que incluye el intento de identificación que aquí se presenta, agregando en el capítulo 22 del Tratado Tercero una pequeña adición al articulo publi­cado en 1969. [E.B.]

2 En el texto de las Obras completas no aparece mención alguna de este abanico. [E.B.]

3 Las identificaciones de Dugés aparecen entre paréntesis para cada capítulo a que se refiere.

TOMO VII. COMENTARIOS A LA OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ