CAPÍTULO XVIII


De los principios y fines de las cosas permanentes y sucesivas, y del movedor principal


De las cosas que permanecen y se engendran el principio es el momento, porque cuando se produzen dezimos que son primeramente, y que nunca habían sido, y por el contrario de las sucesivas no puede haber algún principio, porque luego que comienzan a correr, no se cree que son, pero que luego serán, y de las floxas y constantes, que se corrompen, ningún momento igualmente se asigna, pero de tal manera dezimos haver faltado cada una que se crea no ser entonces pero haber sido antes. Todo lo que se mueve o es perpetuo como el cielo o subjecto a corrupción como las plantas, y todo lo que se mueve es necesario sea movido de otro, como las cosas que vemos ser movidas de intrínsecos y de extrínsecos principios, y lo que se dize moverse a sí mismo es necesario se componga de dos partes, conviene a saber: materia que es movida y forma que mueve. Por lo cual, como Dios sea simplísimo, no constará de algunas partes de las cuales la una mueva y la otra sea movida, pero moverá siempre y en ninguna será movido. Y la materia, como carezca de toda acción, acontecerá solamente ser movida y no m{ov}er; lo cual, si todo es ansí, porque no sea infinito el orden de las causas que mueven, somos compellidos a confesar haber un principio de todas las cosas y eficiente de todos los movimientos.

TOMO VI.

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