CAPITULO X


Del obelisco que está en el campo Marcio, para señalar las horas del Sol


A aquel que está en el campo Marcio añadió el emperador Augusto un maravilloso modo de conocer las sombras del Sol y la grandeza de los días y de las noches, tendiendo una piedra del tamaño del obelisco, a la qual fuese igual la sombra el día mayor del año a la hora sexta. Y poco a poco, por reglas (que están encaxadas de cobre), fuesen menguando cada día y después tornasen a crecer, cosa digna de ser conocida y de bonísimo ingenio. Manlio Mathemático añadió sobre lo más alto una bola dorada, con cuya altura la sombra se viese recogida en sí misma, mostrando otros aumentos con la altura, entendida la razón (como dizen) de la cabeza del hombre. Esta observación ha ya casi treinta años que no sale cierta, o porque el curso del mismo Sol no es conforme y haverse mudado de alguna manera el del cielo, o por haverse movido toda la tierra alguna cosa de su centro, como entiendo haverse conocido también en otros lugares, o por haverse torzido allí el gnomon o mostrador de las sombras con los temblores de la ciudad, o por haver hecho hundimiento del peso con las inundaciones del Tibre, aunque digan que los fundamentos que están debaxo de la tierra son tan profundos como es la altura de lo que está sobre ellos.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a