CAPITULO VI


De estatuas sin vestiduras y de algunas otras, y quál fue en Roma la primera estatua de a cavallo y quándo fueron quitadas todas las estatuas públicas y particulares y a qué mugeres de Roma fueron hechas, y quáles fueron las primeras que se pusieron públicamente de estrangeros


Destas estarnas está la de Rómulo sin vestidura, como la de Camilo en Rostra.1 Y delante del templo de los Cástores estuvo la estatua de Q. Marcio Trémulo, puesta a cavallo y rogada, el qual havía vencido dos vezes a los samnites y, ganada Anagnia, havía librado al pueblo del tributo. Entre las estatuas antiquísimas están también en Rostra las de Tulio Celío, Lucio Roscío, Sp. Naucio y C. Fulcino, en los quales siendo embaxadores fueron muertos de los fidenatos. Esta honra solía dar el pueblo romano a los que por él morían con injuria, como la dio también a P. Junio y a T. Coruncano, los quales fueron muertos por Teuca, reyna de Esclavonia. Parece justo hodexar de dezir aquello que anotaron las hisrorias, que a éstos les fueron puestas estarnas de tres pies de alto en la plaza. Porque entonces era esta mensura o medida muy honrosa. No pasaré en silencio havérsele dado a C. Ocravio por sola una palabra. Este haviendo ido por embaxador al rey Anthío, y diziéndole el rey que él le daría la respuesta, hizo un cerco con una vara que acaso tenía en la mano y le forzó a que respondiese antes que saliese del cerco. Y haviendo sido muerto en aquella embaxada, mandó el Senado que se le pusiese una estatua en el templo de Rostra, en muy honroso y descubierto lugar. Hállase también la estatua de Taracia Caya o Sufecia, virgen vestal, con decreto que se pusiese donde ella quisiese, lo qual no es de menos hora y autoridad que haver decretado que se le pusiese escama a muger. Pondré su merecimiento con las mismas palabras de los Anales, porque ella havía dado al pueblo romano el campo Tiberino.

Hallo que también fueron puestas estatuas en los lados del Comicio a Pithágoras y a Alcibiades, quando, en la guerra de los samnites, Apollo Pithío mandó que se hiziesen dos estatuas a dos griegos, el uno el más valeroso y el otro el más sabio de aquella nación, y las pusiesen en lugar honrado y célebre, hasta tanto que el dictador Silla hizo allí su Audiencia y Curia. Y es cosa admirable que aquellos padres antepusiesen a Pithágoras, prefiriéndole a Sócrates, haviendo sido éste reputado del mismo dios por el más sabio hombre del mundo. O haver preferido a Alcibiades en virtud a otros muchos, o a alguno, en uno y otro, a Themístocles. La razón de ponerlos sobre colunas era levantarlos sobre todos los mortales, lo qual significan también con invención nueva los arcos. Pero la primera honra comenzó de los griegos, y entiendo que a ninguno fueron dedicadas más estatuas que a Phalereo Demetrio en Atenas, porque le fueron puestas trecienras y sesenta, las quales destrozaron después, aun no haviendo pasado del año este número de días. También los tribus levantaron estatuas en todos los camones de Roma a C. Mario Gratidiano, como diximos, y después las derribaron en la entrada de Silla. Las estatuas de a pie, es cosa cierra que tuvieron en Roma autoridad mucho tiempo. Pero el origen de las de a cavallo es muy antiguo, comunicándose también esta honra a las mugeres, porque Clelia tiene estatua a cavallo, como si fuera poco haverla ceñido con toga; aunque no les fue dada estarua desea manera a Luaecia ni a Bruto, que havían expelido los reyes, por los quales havía estado Clelia entre los rehenes. Esta creo yo haver s:do la primera que se dedicó en público, y la de Horacio Coclire, porque cosa es verisímil que Tarquina y los reyes las pusieron ames a sí mismos y a la Sibilla. Si no dixera Pisón que la havían puesto a Clelia aquellos que junto con ella havían estado en rehenes, los quales fueron restituidos de Porsena en libertad por su autoridad y honra. Al contrario, dize Anio Fecial que fue puesta una estatua a cavallo enfrente del templo de Júpiter Státor, a la entrada de la casa de Tarquina Superbo, a Valería, hija de Publícola, cónsul, porque ella sola huyó y pasó el Tibre, haviendo muerto a todos los demás que embiavan en rehenes a Porsena, por engaño de Tarquino. L. Pisón escrivió que, siendo cónsules Marco Aemilio y Cayo Popilio Segundo, los censores que eran P. Cornelio Scipión y Marco Popilio quitaron rodas las estatuas que esravan junto a plazas de los que havían tenido magistrados, fuera de aquellas que havían sido puestas por orden y decreto del pueblo o del Senado. Y que también hizieron hundir los censores la que Sp. Casio, que havía aspirado a hazerse rey, se havía puesto a sí mismo junto al templo de la tierra. Porque aquellos varones en estos casos provean también contra la ambición. Duran hoy las querellas y vozes que dio Catón en su censura, doliéndose que en las provincias se pusiesen estatuas a las mugeres romanas. Pero no pudo impedir que no se pusiesen también en Roma, como se puso a Cornelia, madre de los Graco, que fue hija de Africano el primero. A ésta la pusieron sentada con peanas insignes, sin atadura o junturas, a la puerta pública de Metello, la qual estatua está aora en las obras de Octavia.

Pero de los estrangeros se puso públicamente en Roma a C. Aelio, tribuno de la plebe, haviendo publicado una ley contra Stennio Scatilio Lucano, el qual havía ofendido y agravado dos vezes a los rhurinos, y por esto los de Thurín dieron a Aelio estatua y corona de oro. Los mismos dieron después escama a Fabricio por haverlos librado del asedio y cerco.

Y a cada paso fueron usando los vasallos y súbditas levantar estatuas a los señores que los defendían y de tal manera se quitaron todas las diferencias, que también de Aníbal se ven escamas en tres lugares de la ciudad, haviendo sido solo el que de los enemigos arrojó lanza dentro de los muros.


EL INTERPRETE

1(Rostra). Era un templo que estava en la plaza delante del Audiencia Hostilia, llamado así por estar adornado de las proas de las naos antiacas. Livio, lib. 8, década 1.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a