CAPITULO IV


Quándo fue hecha la primera estatua en Roma y del origen de las estatuas y de su honra y diferencias y figuras


Yo hallo que el primer simulacro o estatua1 que se hizo en Roma, de cobre, se dedicó a Ceres, de los bienes de Spurio Casio, al qua! mató su padre porque procurava alzarse con el reyno. Después el uso pasó de los dioses a hazer también estatuas de l s hombres y imágenes de muchas maneras. Los anuguos las pintavan con betún. Pero más admira que gustasen de cubrirlas con oro. Esto no sé si fue invención de los Romanos; pero es cierto que también en Roma no tiene antigüedad. No solían retratarse al natural las figuras de los hombres, si no era las de aquellos que por alguna ilustre causa merecían perpetuarse. Primeramente por haver alcanzado vitoria de las sagradas contiendas, y principalmente en las de Olimpia, adonde era costumbre dedicar las estatuas de todos los que vencían. Pero, de aquellos que havían salido allí vencedores eres vezes, ponían la estatua expresada en ella y retratada al natural la semejanza de sus mismos miembros, a las quales estatuas llamavan icónicas. No sé si los athenienses fueron los primeros que pusieron públicas estatuas a Harmodio y Aristógiton2 por haver muerto a los tiranos. Esto sucedió el mismo año en que fueron expelidos de Roma los reyes. Después fue recebida esta costumbre en todo el mundo, con ambición humanísima. Y ya las estatuas comenzaron a ser ornamento en las plazas de rodas las ciudades cabezas de provincias, y prolongarse la memoria de los hombres y escrivirse las honras en las basas, para que perpetuamente se pudiesen leer, porque no sólo se leyesen en los sepulcros. Después fue hecha placa para ellas también en casas particulares y en los patios. La honra de los criados instituyó el honrar así a sus parrones y señores.


EL INTERPRETE

1(Estatua). Rhodiginio, lib. 29, cap. 24, pone las diferencias de estatuas y sus nombres y la materia de que se hazían. 2(Harmodio y Aristógiron). Estos, haviendo muerto a Hiparcho, hijo de Pisístrato, libraron a los atenienses de su tiranía. Tucídides qüenta largamente esta historia, en el libro sexto.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a