CAPITULO VIII


Medicinas mezcladas


La rana, cozida en cinco héminas de agua marina, quita la sarna y hase de cozer hasta que tenga grueso y consistencia de miel. Házese también en el mar el halcyóneo, llamado así, como algunos entienden, de los nidos de los halcyones y ceycos, y como otros entienden, de la inmundicia gruesa de las espumas; otros entienden que del lodo, o de un cierto vello lanuginoso del mar. Hay deseo quatro géneros, uno de color cenizo, macizo y de áspero olor; otro blando, más delgado, que casi tiene olor de ovas; el tercero de más blanco gusanillo; el quarto más pumicoso, semejante a esponja podrida, casi purpúreo, el qua! es el mejor de todos. Este se llama también milesio. Mientras más blanco es menos aprovado. La virtud déstos es que llaguen y purguen. Usanse tostados y sin azeite. Mezclados con lupino y dos óbolos de azufre quitan admirablemente las lepras, empeines y manchas del cuerpo. También usan del alcyóneo para las cicatrizes de los ojos. Andreas usó de la ceniza del cangrejo con azeite para las lepras. Athalo, de la enjundia del atún más fresco para las llagas. La salmuera de las murenas y la ceniza de sus cabezas, con miel, sana los lamparones. Punzar con el huesezillo de la cola de aquel pescado que en el mar es llamado rana, de suerte que no llague, haze provecho. Esto se ha de hazer cada día hasta quedar sanos. La misma virtud tiene el aguijón de la pastinaca, y la liebre marina puesta encima, pero de suerte que se tornen a quitar con presteza. El mismo efeto hazen las conchas del erizo arino, trituradas y hechas linimento en vinagre. También las escolopendras marinas, en miel, y el cangrejo de río, triturado y quemado y desatado en miel. También aprovechan admirablemente los huesos de la xibia, triturados y hechos linimento con enjundia añeja. Así usan también para las parótidas del hígado del scaro, pescado marino. También usan de los vasos quebrados en que han estado salmueras, molidos con enjundia añeja y con ceniza de múrizes, desatada en azeyte, para las parótidas y lamparones. La rígida dureza de la cerviz se ablanda beviendo una dragma de aquellos insectos marinos que se llaman piojos, y beviendo castóreo con pimienta, mezclado en vino mulso con ranas cozidas en azeite y sal, para que se beva el jugo. Así curan también el opistótono y tétano, y los espasmos, añadiendo pimienta. La ceniza de las cabezas de las menas saladas, hecha linimento, quita las esquileocias, y el jugo de las ranas cozidas en vinagre. Este aprovecha también contra las secas de las agallas. Los cangrejos de río, triturado cada uno en una hémina de agua, gargarizados, curan las anginas, o bevidos en vino o en agua caliente. El garo cura la uba relaxada, tomado en la boca a cucharadas. Los siluros frescos o salados, tornados en manjar, ayudan la voz. Los peces mullos, añejos y trinu:ados, tomados en la bevida, mueven vómitos. El castóreo, mezclado con poca cantidad de hammoniaco, desatado en vinagre mulso, se da a bever utilísimamente a los suspiriosos, en ayunas. La misma bevida, en vinagre mulso caliente, mitiga los espas- mos de estómago. Las ranas, cozidas en peroles con caldo a manera de peces, dizen que sanan la tos. Pero mándanlas tener primero colgadas de los pies, y, quando ha distilado su saliva en el plato o cazuela, abrirlas y, arrojadas las parees internas, se guisan. Hay una rana pequeña que sube a los árboles y desde allí vozea. Cuentan que, si alguno escupe a la boca désta y luego la dexa libre, lo queda él de la tos. También mandan bever en agua caliente la carne pistada del caracol crudo a los que tienen ros con esputo sangriento.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a