CAPITULO VI


Orden de conduzir el agua y cómo se tiene de usar de las que son medicinales y a qué aprovecha el navegar, y medicinas del agua marina


Es cosa utilísima llevar el agua desde su fuente y manantial por ca.fios de barro, que sean de grueso de dos dedos, con las junturas que encaxen unas en otras, de suerte que el caño superior entre en el inferior, juntados con cal viva y azeite. Quando menos se ha de sacar hazia arriba el peso y nivel del agua de cien a cien pies; si viniere por una canal continuada, doblado el espacio, será necesario que sean, las láminas por donde huviere de subir a lo alto, de plomo. Sube el agua a la altura de su nacimiento: si viniere por largo uecho, suba y decienda a menudo, porque no perezcan los nivelamientos. Los caños es conveniente que sean de diez pies de largo y, si fueren de cinco, han de pesar sesenta libras, y si de ocho, cien libras, y si de diez, ciento y veinte, y si más, a esta proporción. Llámanse denarias o de diez pies las láminas cuya anchura antes que se encorve para acanalarla es de diez dedos, y la quinaria o de cinco tiene la mitad. Y es necesario que en qualquiera rebuelta y torcimiento de algún collado se haga quinaria, adonde se dome el ímpetu del agua. También se han de hazer castillos o arcas conforme pidiera la necesidad.

Admírome que Homero no hiziese mención de fuentes calientes, principalmente haviendo induzido a que frequentemente se lavasen con agua caliente, porque es cierto que entonces no era medicina esta que se usa aora del refugio de las aguas. La sulfúrea es útil a los nervios, la aluminosa a los paralíticos o a los impedidos con semejante enfermedad. La bituminada o nitrosa, como es la cutilia, es útil para bever y para las purgaciones. Muchos tienen por deleyte y gloria estar sufriendo muchas horas su calor, lo qual es inimicísimo a la salud, porque conviene usarlas poco más largo tiempo que los baños, y después usar de agua fría dulce y no apartarse sin untura de azeite, cosa agena del vulgo y que no haze caso della, y por esto en ninguna parte son más dañosas a los cuerpos. Porque es cierto que con la bastidad y crasicie de su olor se llenan y cargan las cabezas. Y estando sudando reciben daño coa el frío, esta ndo sumergidas las demás partes del cuerpo. Otro semejante error hazea algunos que se deleytaa beviendo mucho dellas. Y ya he visto algunos hinchados de bever, de tal ma nera que los anillos se cubría n con el cuero, no pudiendo tornar a echar la multitud de agua bevida. Ni esto conviene hazerse, sin gustar a menudo de alguna sal. Usan también útilmente del cieno de las mismas fuentes, pero desea manera si haviéndose untado con ello lo dexan secar al sol. Y no se ha de creer que todas las que son calientes son también medicinales, como vemos en Egesta, ciudad de Sicilia; en Larisa, Tróade, Magnesia, Melo y Lípari. Ni el color deslavado de metal o plata (como muchos entendieron) es argumento de ser medicamentosas, porque en los baños de Padua no se ve cosa déstas ni se percibe alguna diferencia de olor.

El modo de curar será el mismo en las aguas marinas, las quales, para los dolores de nervios, se calientan. Y también sueldan las fracturas y huesos quebrantados. También secan los cuerpos, y por esta causa se usa del agua marina fría. Fuera desro es útil de otras muchas maneras, y principalmente navegando, como ya diximos, para los que padecen phthísica o para los que escupen sangre del pecho, como tenemos en la memoria haverlo hecho Anneo Galión poco después de su consulado. Y es cierto que no se va a Egipto por verle, sino por ser larga la navegación. Fuera desto, también los mismos bómitos, movidos con la inflable conmoción, curan muchas enfermedades de la cabeza, de los ojos y del pecho, y todas aquellas por las quales se beve el elebro. Pero al agua del mar, por sí sola, la tienen los médicos por más eficaz para resolver los tumores y, si se cueze con harina de cevada, para las parótidas. También la mezclan con los emplastos, principalmente en los blancos y malagmas o cataplasmas. Aprovecha también infundida con frequente fomento. También se beve, aunque no sin injuria del estómago, para purgar los cuerpos y la cólera atra, y para expeler la sangre quajada en alguna parte. Algunos la dieron a bever en las quartanas y en los pujos y enfermedades de los artejos, haviéadola guardado algún tiempo, porque coa la vejez pierda el olor molesto. Algunos la dan cozida y todos cogida de alto mar, y que no esté corrompída con alguna mixtura de las aguas dulces, en el qua! uso quieren que preceda el bómito. También emonces mezclan, con el agua, vinagre o vino. Los que dieron poca cantidad, mandan comer sobre ella rábanos con vinagre mulso, para que provoquen a bómito. También coa clísteres infunden agua marina tibia: y ninguna cosa prefieren a ésta para fomentar el tumor de los testículos. También para el mal de los sabañones, antes que tengan llaga; de la misma manera para la comezón, sarna y curación de los empeynes. También las liendres y animales asquerosos de la cabeza se curan con ésta, y la misma reduze a su color las partes lívidas. En las quales curaciones aprovecha, mucho después de haver usado del agua marina, fomentar con vinagre caliente. Fuera deseo, se entiende ser saludable para las picaduras de animales venenosos, como de falangios y alacranes y a los roziados con la saliva del ptyade áspid. Pero en estas picaduras se toma caliente. También para los dolores de cabeza se aplica su vapor, con vinagre. También, infundida caliente con clísteres, mitiga los torcijones y cólera. Los que se han calentado con agua marina, con más dificultad se tornan a enfriar. Las piscinas del mar corrigen las tetas hermanadas que luden una con otra, y las partes internas y extenuación del cuerpo. El vapor que se levanta de las que hierven en vinagre quita la gravedad de los oídos y los dolores de cabeza. Las aguas marinas limpian con grandísima presteza el orín y moho de hierro. También sanan la sarna de las ovejas y ablandan las lanas. No ignoro que estas cosas podrán parecer superfluas a los que habitan las partes mediterráneas. Pero también proveyó esto el cuydado, inventando orden con que cada uno pueda hazer para sí agua marina. Pero en esto hay una cosa admirable, que echando más de un sextario de sal con quatro sextarios de agua, es vencida el agua, y no se dezhaze la sal. Pero un sextario de sal con quatro sextarios de agua llena la fuerza y naturaleza del saladísimo mar. Y tienen por cosa templadísima echar sobre la dicha cantidad de agua ocho datos de sal, porque así calienta los nervios y no exaspera el cuerpo. Guárdase añeja aquella composición, que se llama thalasomel, hecha con iguales partes de agua marina y miel y agua llovida. Trienla para este uso de altomar, y guárdanla en un vaso de barro y empegado. Aprovecha para las purgaciones, y principalmente sin molesria ni trabajo del estómago y con sabor y olor agradable. Solíase también templar antiguamente al hidromel de pura agua llovida con miel, para darlo a los enfermos que apetecían vino, como bevida menos dañosa, pero hase reprovado muchos años ha por hazer los mismos daños que el vino y no con los mismos provechos. Porque muchas vezes padecen los navegantes por falta de agua dulce, mostraremos también estos socorros. Esparcidos alrededor de la nao vellones de lana, recebido el vapor del mar, se mojan, de los quales se esprime agua dulce. También, echadas ea una red en el mar pelotas huecas de cera, o vasos vazíos bien cerrados, recogen dentro de sí agua dulce; porque en la tierra, colada el agua marina por arzilla, se haze dulce. Los cuerpos lisiados de los hombres y de los animales quadrúpedes, nadando en qualquier género de aguas, facilísimamente se reduzen a sus coytmturas. Tienen también temor los que peregrinan de que las aguas no conocidas tienten o dañen la salud, y experimentan esto, salidos de los baños, beviendo luego al momento la que tienen por sospechosa. El musco que huviere en el agua, aplicado por linimento, aprovecha a la gota de los pies. También, mezclado con azeite, al dolor y hinchazón de los nlones. La espuma del agua quita con su fricación las berrugas. Y también la arena de las riberas del mar, principalmente la delgada y encendida, abrasando con los soles, y es medicina para secar los cuerpos de los hidrópicos, cubriéndose della, o los de aquellos que padecen reumatismos. Y baste hasta aquí de las aguas. Aora digamos de las cosas aquátiles. Pero comenzaremos como en los demás desde las más principales, las quales son la sal y la esponja.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a