CAPITULO IV


De las hojas de los azebuches; del azeite oenanthino o de parras silvestres, del cicino o de tártagos, de almendras, laurel, arraihán, arraihán silvestre; del aciprés cytreyón de nuezes


La misma es la naturaleza de las hojas del azebuche. La ceniza de sus pimpollos estorva con más eficacia los corrimientos e hinchazones calientes de los ojos, limpia las llagas, y cuando es menester las hinche de carne; corroe livianamente y diseca la carne superflua y, en fin, las cierra y consolida. Lo demás es como en las otras olivas. Esle proprio cocerse sus hojas en miel y darse a cucharadas a los que escupen sangre. El azeite es más agudo y más eficaz y enjuágase con él la boca, para fortificar los dientes. Pénense las hojas en los panizos y carbuncos y contra todo allegamiento de humores a un lugar o apostemas con vino y para las cosas que se han de limpiar con miel. Mézclanse con las medicinas de los ojos el cocimiento de sus hojas y el zumo del mismo azebuche. Destílase también con miel, no sin grande provecho, en los oídos o si corre materia. Uncíanse las almorranas ciegas y epinictides; con su flor y con harina de cebada el vientre, y en el catarro, con azeite contra los dolores de cabeza; sus pimpollos, cocidos y aplicados con miel, aprietan el cuero de la cabeza que se aparta de los huesos. Sus vástagos maduros y comidos detienen las cámaras; tostados y molidos con miel limpian las llagas que cunden y rompen los carbuncos.

Ya havemos contado bastantemente la naturaleza y causas del azeite. Agora diremos qué géneros de él pertenezcan a medicina. El omphaciano es muy provechoso; después el verde. Iten, el más fresco, salvo cuando se busca muy añejo, tenue, oloroso y no mordaz, porque entonces se elige al contrario que para los manjares. Aprovecha el omphanciano a las encías si se tiene en la boca. Conserva la blancura de los dientes más que otro, y refrena los sudores.

Tiene el de la flor de las parras silvestres el mismo efecto que el rosado. Todo azeite ablanda el cuero y le da fuerza y vigor. Es contrario al estómago y aumenta el crecimiento de las llagas; causa en la garganta aspereza y embota la fuerza de cualquiera de las ponzoñas, principalmente de albayalde y yeso en aguamiel, o bebido con cocimiento de higos pasados. Vale en agua contra el opio, canthárides, bupestres, salamandras y pytocampes, bebido por sí y vuelto a echar con vómito. Es alabadísimo contra todo lo sobredicho y es refección de los cansancios y resfriados. Aplaca los retorcijones de las tripas, cálido y bebido en quantidad de seis cyathos, y más si se cociere juntamente con ruda, y también expele las lombrices. Purga el vientre tomado en quantidad de medio cuartillo con vino y agua caliente o con leche de ordiate. Es provechoso en los emplastos que se componen contra las heridas. Limpia la cara y aplaca las hinchazones de los bueyes, echado hasta tanto que regüelden por las narices; calienta lo añejo más los cuerpos y provoca más eficazmente sudor y desbarata más las durezas. Es más provechoso a los que padecen modorras frías y en la declinación de las enfermedades. Aclara la vista con otra tanta miel acapna, o sin humo. Es remedio de los dolores de la cabeza y, con agua, de los ardores de las calenturas; y si no lo hay añejo, se hierve para suplir la antigüedad.

Bébese el azeite cicino1 o de tártagos para purgar el vientre con igual medida de agua cálida. Dízese limpiar particularmente las hijadas y aprovecha la gota, durezas, miembros genitales de las mugeres, orejas y quemaduras, y los apostemas calientes del asiento con ceniza de ratones y a la sarna. Enmienda el color del cuerpo y cría abundancia de cabellos. Ningún animal toca la simiente {de} que se haze. Házense de sus razimos mechas de claridad notable. La lumbre de su azeite es oscura por su demasiada graseza. Sus hojas se ponen en el fuego de Santantón, deshechas en vinagre. Y por sí solas {en} las epíphoras y pechos, y las mismas cocidas en vino con polenta y azafrán en las inflamaciones, y aun puestas por sí limpian en espacio de tres días la cara.

Limpia el azeite de almendras, ablanda el cuerpo, desarruga el cuero y da buen lustre y quita los barros de la cara con miel. Aprovecha su cocimiento a los oídos con azeite rosado y miel y pimpollos de membrillos y mata en ellos los gusanos, y remedia la graveza del oír, los sonidos inciertos y ruidos de camino,a el dolor de la cabeza y ojos. Cura los diviesos y asoleamientos con cera. Limpia las llagas que manan, la caspa con vino. Y las almorranas ciegas con meliloto, y puesto solo en la cabeza provoca sueño.

Es el azeite de laurel tanto más provechoso cuanto es más fresco y tiene más verde el color. Su fuerza es cálida, y por tanto se aplica, después de haverle calentado en una cáxcara de granada, a los paralíticos, espasmados, ciáticos, cardenales, dolores de cabeza, corrimientos antiguos y orejas.

Semejante es la virtud del azeite de arraihanes; aprieta, endurece, cura las encías, dolores de dientes y cámaras de sangre. Iten, los miembros genitales ulcerados de las mugeres, vexiga y llagas antiguas o que manan con escama de cobre y cera. Iten, las pústulas y quemaduras; sana ansimismo, molido, la caspa, grietas del asiento, almorranas ciegas, juncturas desconcertadas, y el mal olor del cuerpo. Es contrario a los canthárides, bupestres y otras ponzoñas que dañan ulcerando.

Semejante es la naturaleza del chamemyrsine u oximyrsine. El azeite de aciprés tiene los mismos efectos que el de arrahián y el cytreo. Mas el de nuezes que llamamos caryno es provechoso a los que se pelan, y echado en los oídos cura la sordedad, y los dolores de cabeza, unctado, puesto que sea perezoso y de mal sabor, y si hay algo podrido en el meollo es del todo sin provecho. El que se haze del grano gnidio o torvis contiene la misma fuerza que el de Cataputia o tártagos; el de mata es muy provechoso para mezclar con las medicinas que quitan el cansancio. Y el mismo aprovecha ni más ni menos que el rosado, si no se entendiese ser algo maduro. Usan también de él contra los sudores superfluos y granos que en ellos se crían y sana con grande efecto la sarna de las bestias. Limpia el azeite balamino o avellanas índicas los barros, diviesos, pecas y encías.

Ya enseñamos cuál fuese el cypro o alheña y cómo se haga della azeite. Su naturaleza calienta y ablanda los nervios. Aplícame sus hojas al estómago, y su zumo a la madre que anda alborotada; sus hojas frescas, comidas, curan las llagas que manan de la cabeza y las materias que se recogen en alguna parte, y las almorranas ciegas que llaman los griegos condylomas. El cocimiento de sus hojas aprovecha a las quemaduras y desconciertos; ellas mismas enrubian los cabellos, majadas, y añadido zumo de membrillos strútheos. Su flor aplaca los dolores de la cabeza, unctada con azeite; él mismo, quemado en olla cruda, sana las llagas que van cresciendo y las podridas {por} sí o con miel. El olor de su flor haze sueño. Aprieta el {aceite} de mosto y enfría, por la misma razón que el oenanthino.

El de bálsamo, que es el más precioso de todos, es según lo diximos en los ungüentos eficaz contra todo linage de serpientes. Aprovecha en extremo a la claridad de los ojos quitando su oscuridad. Iten, a la respiración dificultosa y ablanda todos los apostemas y durezas. No dexa espesar la sangre, limpia las llagas y es muy provechoso a los oídos, dolores de cabeza, temblores, espasmos y quebraduras. Es contrario a la ponzoña del acónito bebido en leche. Haze más livianas, en los que se unctan con él, las calenturas que vienen con fríos, pero dévese usar con templanza porque abrasa y aumenta los males si temerariamente se toma.

También havemos ya declarado la naturaleza y géneros del malobathro; provoca orina, aplícase con grande suceso en las epíphoras, exprimido en vino, y es más eficaz puesto en la frente de los que tienen necesidad de sueño y más eficazmente si se unctan con él las narices o se bebe en agua. Haze buen olor de boca y aliento puesta una hoja debaxo de la lengua o entre los vestidos.

El de beleño es más útil para ablandar e inútil a los miembros y haze, bebido, movimiento del cerebro el término que se haze de atramuzes, con cercano efecto al del rosado.

Del narcisino se dixo tractando de su flor.

El de rábanos quita la phtiriasis o males de piojos nacidos de largas enfermedades, y enmienda las asperezas del cuero de la cara.

El de alegría sana los dolores de los oídos y llagas que van cundiendo y las que llaman mal acondicionadas.

El de lirio, que llamamos phaselino y syrio, es muy provechoso a los riñones, y para provocar sudor, para ablandar la madre y para ayudar la digestión.

Ya diximos ser el selgítico provechoso a los nervios, como también el herbáceo que venden los iguvinos en la vía Flaminia.

El eleomeli, que diximos destilar en Syria de las mismas azeitunas, de sabor de miel, no sin náusea, ablanda el vientre, purga por la mayor parte cholera, dado en quantidad de dos cyathos en una hémina de agua. Los que la beben se entorpecen y despiertan muchas vezes. Los que han de contender en el beber toman de él, primero, un cyatho. Usase también el azeite pissino o de pez, y sirve comúnmente contra la sarna de las bestias.

Después de las vides y olivas son las más nobles las palmas, embeudan las frescas y causan dolor de cabeza; menos, las secas, pero no son tan provechosas a lo que paresce al estómago; hazen la tose más áspera y engordan. Davan los antiguos el zumo de las cocidas por aguamiel a los enfermos para restaurar las fuerzas y apagar la sed, y tenían para este efecto a las thebaicas por mejores. Son también provechosas a los que escupen sangre, principalmente en el manjar. Aplícanse las caryotas al estómago, vexiga, tripas y vientre. Quitan los cardenales con membrillos, cera y azafrán.

Los cuexcos de los dátiles, quemados en una olla nueva lavada con ceniza, suplen las vezes de spondio y se mezclan en los alcoholes y hazen crescer, añadido nardo, las pestañas.



a. De campanillas.



EL INTERPRETE


1(Bébese el azeite ricino). Ansí leo, y no cincino, como algunos quieren, por cuadrar, evidentemente, lo que Plinio dize al azeite de tártagos y no ansí al de cárthamo o alazor, según se ve en esta Nueva Hespaña, donde comúnmente los indios se purgan echadas dos onzas dellos en las ollas que guisan. Y lo que más es que dize poco más abaxo Plinio que no toca ni mal alguno a la simiente, de do se saca que, puesto caso purgue el cincino, pues también lo haze el ricino, no por eso se deve mudar la lección deste lugar como ni la del que dize: ex gnidio grano factum eandem nim habet quam cicinum, pues aliende que los textos de autores por do lo corrigen podrían estar viciados, no es inconveniente que el azeite cincino tenga virtud semejante al grano gnidio o torvisco y que también el tártago la tenga, como a la verdad la tiene y mucho más que el cárthamo, cuya virtud es sin comparación más mansa que la del azeite cicino o grano gnidio.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2