CAPITULO XVI


De la emplastración


El {modo} del enxerir de escudete1 se puede creer haver nacido de la inoculación o enxerto de cañuto y conviene principalmente a las cortezas gruesas, cual es la de las higueras. Ansí que cortados todos los ramos, porque no traigan ansí el humor en la parte más lustrosa y donde se hallare más viveza y alegría, quitado un escudillo de manera que no pase el cuchillo más adelante, se ayunta e imprime a la corteza otra de otro árbol igual con la teta de su pimpollo, ajustada de tal manera la junctura que no quede señal alguna de la llaga, y luego se une sin que primero admita agua o viento, aunque es mejor se fortalezca con barro y ligadura.

No quieren haverse hallado ese género mucho ha los que favorescen las costumbres modernas, pero es cierto estar escripto de los griegos antiguos y acerca de Catón, el cual mandó enxerir las olivas e higueras desta manera, limitando también la medida según su costumbre y diligentia de que continuase y mandando cortar las cortezas del árbol de cuatro dedos y ancho de tres con un cuchillico, y que ansí se traven y engruden con su masa, y de la misma manera lo haze en los manzanos.

Algunos mezclan a este género la hendedura en las vides, quitando un pequeño cuadro para hincar en lo llano la púa, de tantas maneras se fuerzan los árboles. Ya yo he visto, acerca de los tiburtes tulias,a uno de ellos con un ramo cargado de todo género de manzanas, otro de nuezes, otro de bayas y otro de uvas y, ansí, de higos, granadas, peras y algunos géneros de manzanas. Pero duró poco y no podemos alcanzar por experiencia toda la naturaleza de las cosas, porque algunas plantas no quieren nacer si no es de su voluntad, ni se ven nacidas sino en lugares ásperos y desiertos. El más capaz de toda suerte de enxertos es el plátano y después el roble, pero ambos corrompen los sabores. Otros se enxeren en todos géneros, como la higuera y granado. La vid no se puede enxerir de escudete o algún árbol de los que tienen delgada, movediza o resquebrajada la corteza. Ni de cañuto los secos o de poca humidad. Es la inoculación o enxerto de cañuto el más fértil de todos, después del de escudete, pero ambos son muy falsos y tales que sólo estrivan en la corteza, y basta un liviano viento a desplantarlos. Es el enxerir cosa muy firme y más fértil que el sembrar.




a. Fuentes.



EL INTERPRETE


1(El modo del enxerir de escudete). Ansí traslado emplastri ratio, porque esta manera de enxerto, que los antiguos llamaron emplastro, porque lo parece, llaman los nuestros escudete, de la forma de la yema y corteza que se enxere, que puesto caso que Columella mande que el árbol que quisiéremos enxerir se tomen los ramos más lustrosos y noveles y se corte dellos la mejor yema, con la corteza en forma de dos dedos cuadrados, de suerte que quede en medio la yema, pero nosotros la cortamos en forma de escudo corto y agudo por baxo y de ancho de dos dedos, en cuyo medio o cabeza esté la yema, con un cuchillico muy agudo, y la descortezamos de suerte que no se dañe la yema. Después escogemos en el árbol do le queremos enxerir el ramo de más lustre y cortamos a la redonda la corteza del mismo tamaño y descortezamos la madera, aunque no quitamos la corteza todas vezes, antes cortándola en forma de T, y desapegándola un poco con cuña debaxo de hueso enxerimos el escudete en este espacio y tornárnosle a cubrir con la corteza, de suerte que no parezca cosa de él sino fuera la yema que sale por la hendedura. Hecho esto, atamos la cortadura cerca de la yema de suerte que no lo dañemos y embarrárnosla, dexando espacio por donde arroje sus pimpollos. Otros se contentan con la corteza y con atarla. Pénense muchos escudillos en un mismo árbol, para que si algunos perecieren queden a lo menos otros, y desátase después de 20 días el emplastro.

Estas son las maneras de enxertos de que haze Plinio mención. Otras hay de que la podemos hazer brevemente nosotros (parte referidas de los antiguos y parte invención solamente de modernos), porque en esta materia no quede nada por tocar. Una es la que algunos exercitan para que los duraznos y otras fructas nazcan sin cuexcos, barrenando un ramo de sauze por medio y plantado en el barreno el durazno de quien se habla en su Agricultura de Palladio. Otras se enxercita en los arbolillos silvestres, cuando aún se están en el plantel, o sobre los ramos de los árboles mayores poco más, o muchos gruesos que un dedo, que llaman vulgarmente en Castilla enxerto de pie de cabra, hendido por medio el tronco del árbol y sacándolo que entre medias parece de manera que los dos lados asemejen a dos cuernos, y enxeriéndose en esta concavidad la vara. La tercera llaman infoliación y dizen hazerse enxeridas las hojas. Esto les parece rezio de creer a algunos, porque aun el mismo Plinio se maravilla que crea Trogo que, acerca de los babilonios, se siembran las hojas de las palmas y ansí se hazen árboles. Mas a mí, si va a dezir la verdad, ni lo uno ni lo otro me parece increíble, porque cosa es muy vulgar nacer unos árboles en otros y servir de tierra el madero, según se ve en Hespaña en las olivas, y pasado el mar océano y aun en las islas de él a cada paso en mil géneros de árboles. También experimentamos en muchas plantas sembrarse de sus hojas y principalmente las tunas, que más entre las manos, por ser tan ordinarias plantas, trahemos. Lo cual, si es ansí, ¿qué maravilla es que las hojas que prenden en la tierra prendan también en los árboles, donde tantos géneros de árboles tienen vida?

Pero bolvamos a referir otros géneros de enxertos raros y peregrinos, cual es el que se practica de árbol en árbol. Este se haze cuando se ayuntan dos árboles de diversa e insociable naturaleza, como la higuera y olivo y el nogal y la higuera, sembrando a par de la oliva una higuera en tan pequeña distancia que pueda ser tocada de la oliva y, haviendo echado raízes, elegido un ramo de la oliva muy obediente y flexible y domado cada día, de manera que en tierra bien mullida y estercolada y el fructo que da presenta cuatro diversos sabores. Lo mismo se podría hazer de dos medias cubas de durazno y almendro, enxertas en almendro o en durazno, para que diesen almendras, cuya corteza semejante al durazno en sabor pudiese también comerse.

Otra manera de enxerto hay en que se fuerza la fructa a nacer sin granillos o sin pepitas o cuexcos. Házese desta manera: toman una vara sana y buena de cualquier árbol de pepita o cuexco, encérvanla y plántanla en un ciruelo o cerezo por ambas partes presa, cúrtanla por medio, y la parte que prendió por la punta dara la fructa que havemos dicho, de lo cual es causa tener la punta poco o ningún corazón. Lo mismo acaece si se tumba la punta más nueva de un cerezo mozo y se enxere en el mismo padre.

¿Qué diré de las peras olorosas y mosquetas y otras mil cosas que se hazen por artificio y enxerto metiendo un grano de almizque o hojas de rosas, clavos u otras cosas desta manera, ya en la púa hendida, ya en la hendedura del tronco? O de lo que hazen en Andaluzía para que crezcan los duraznos en tres doblada grandeza y duren muchos años. Dado un barreno cerca de la raíz y enllenado de sus mismas hojas y tapado con barro y del modo que se tiene para que el árbol que es tan lozano en hojas, que casi no da fructo, se modere y acomode al uso de los hombres, hincando un clavo de madera verde en la mayor raíz escamondada o en medio del tronco por el himbierno, de lo cual es la causa divertirse el luxuriante humor que le enloquecía y ahogava el fructo. Si no que el que considera el valor y poder de Naturaleza que le comunicó e ingenero su Hazedor no hay para qué se espante de nada, o tenga alguna cosa de éstas o de otras mayores por imposible.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2