CAPITULO X


De diversas maneras de plantar los árboles


Dicho ya lo que basta de lo que pertenesce al cielo y a la tierra, diremos agora de los árboles que se crían por el cuidado e industria de los hombres, cuyas especies no son de menor número, tan benignamente havemos agradecido a Naturaleza sus beneficios.

Estos, o se plantan de simiente,1 o de barbados, o de mugrones, o de ramos desgajados, o de varas, o renuevos, o de enxerto en tronco de árbol cortado, porque me maravillo haver creído Trogo sembrarse las hojas de las palmas en Babilonia y ansí produzirse su árbol. Algunos se siembran de muchas maneras de éstas, y otros de todas. Algunas enseñó la misma Naturaleza,2 y lo primero sembrar la simiente, como, cayéndose de los árboles y siendo recebida de la tierra, se viese tomar de ella vida y crescer en su devida grandeza. Y aun hay árboles que no nacen de otra suerte, como los castaños y nogales, sacados solamente los que cortan para tientos y estacas que nacen por otro caso. Prodúzense ansimismo de simiente, aunque desemejante a las demás, muchas cosas que se pueden también sembrar de otras maneras, como las vides, perales y manzanos, a los cuales es en lugar de simiente la pepita, no como a los sobredichos el mismo fructo.

Pueden ansimismo nacer de simiente los nísperos, aunque todos éstos se hazen tarde y pierden por tiempo su naturaleza y hanse de restaurar con enxerirse, y aun algunas vezes también el castaño. Otros, por el contrario, tienen su naturaleza de en ninguna manera perderla, de cualquiera suerte que los siembren, como los acipreses, laureles y palmas, porque también el laurel se planta de diferentes maneras. Ya contamos en el libro pasado sus géneros; de éstos, el augusto y bachal y tino se siembran de la misma manera. Cógense sus bayas por el mes de enero, secándolas al cierzo, y despárzense ralas porque no se escalienten estando juntas en montón. Algunos las riegan con orines, estando ya preparadas con estiércol para sembrarse. Otros las pisan en aguas corrientes, metidas en cestos hasta que el hollejo se les despida, porque de otra manera házeles daño aquella carnaza y no las dexa nacer. Siémbranse 20 juntas, pocas más o menos, por el mes de marzo, en surcos de un palmo en hondo. Plántanse ansimismo de provén,a y el triumphal solamente de estaca. Siémbranse todos los géneros de arraihán, en Tierra de Laboro, de bayas. En Roma, de provenes. Y el tarentino enseña Demócrito plantarse también de otra manera, conviene a saber, quebrantadas livianamente sus mayores bayas, de modo que no se quiebren sus granos mayores, y unctada con ellos una soga y después soterrada y dize que ansí se haze una pared espesa de que salen varas a unas partes y a otras.

Desta misma forma suelen sembrar espinos para cercar las heredades, unctadas una tomiza con zarzamoras, pero los laureles que llaman pilas, a falta de arraihán, es buen tiempo de trasponerlos después de tres años.

Entre las cosas que se siembran de simiente tracta Magón con grande diligencia lo que toca a las que se cubren de cáxcara dura. Manda pues éste sembrar las almendras en arzilla blanda, que mire al mediodía, y dize que les es también conveniente la tierra dura y caliente, y que perecen y se hazen estériles en la húmida y grasa; que se han de coger, para sembrar las muy encorvadas, de árbol nuevo y que hayan estado en agua y estiércol tres días, a remojar un día antes que se siembren en aguamiel. Que se hinquen de punta y lo agudo del un lado mire al cierzo.3 Que se siembren tres en forma de triángulo, distantes por un palmo entre sí. Que se rieguen de diez en diez días hasta que se hagan grandes. Las nuezes se siembran tendidas y echadas sus juncturas, y los piñones siete juntos, puestos en vasos de barro agujereados o de la mañera que el laurel, que se siembra de bayas. Los cidros, de grano y ataquiza.b Las serbas, de simiente, barbado y ramo desgajado, pero los cidros en lugares cálidos y las serbas en fríos y húmidos.

Enseñónos también Naturaleza a hazer los planteles brotando, las raízes de muchos árboles, hijos espesos y pariendo la madre sucesión a quien matase, porque es oprimida {por} su sombra aquella desordenada muchedumbre, como acontece {en} los laureles, granados, plátanos, cerezos y ciruelos, y en este género los ramos de pocos perdonan a su casta como la de los olmos y palmas, y no nacen estos hijos, sino aquellos cuyas raízes con amor del sol y del agua se espacian someras por la tierra. No se tiene de costumbre llevar luego a estos hijos al lugar donde se tienen de plantar, pero entregarlos primero a la amac y dexarlos crescer más en los planteles, y después trasponerlos en otra parte. Y este medio o tránsito ablanda en gran manera hasta a los árboles silvestres, ora por ser también la naturaleza de los árboles, como la de los hombres, amiga de peregrinar y novedades, ora por dexar apartándose alguna mala calidad y amansarse tractándolos como las bestias fieras, arrancada la planta de raíz.

Mostró también naturaleza otro semejante género, viviendo los estolones o pimpollos que nacen al pie de los árboles desgajados, en el cual género se arrancan con su pierna y llevan consigo alguna parte de la madre en su orlado cuerpo. Desta suerte se plantan los granados, avellanos, manzanos, cervales, nísperos, frexnos, higueras y principalmente las vides. Los membrillos, sembrados desta suerte, pierden su naturaleza.

Del mismo modo se halló plantar los renuevos o varas cortadas. Hízose esto la primera vez para cercar alguna heredad, hincados saúcos, membrillos y zarzas y después por lavor, como en los álamos, alisos y sauzes. Los cuales sauzes se pueden sembrar aun buelta la punta de la vara hazia baxo, pero éstos pónense desde luego en la parte que nos parece plantarlos, por lo cual será bien digamos el cuidado que se deve tener del plantel, primero que pasemos a otros géneros, para el cual es necesario se escoja suelo principal, pues muchas vezes conviene que el ama sea más piadosa y blanda que la propria madre. Sea pues enxuto, sustantioso, muy bien cavado, y que haga buen hospedaje a las advenedizas y extranjeras plantas y sea muy semejante a la tierra a donde se han, de allí, de pasar y trasplantar, y lo principal de todo que esté limpio de piedras y defendido aun contra el género de las gallinas. Que esté lo menos que ser pueda resquebrajado porque no teme el sol, penetrando adentro, las raízes, y que se siembren las plantas con intervalo de pie y medio, porque no se toquen unas a otras y porque, aliende de otros males, suelen hazerse muchas vezes gusamentas. Conviene se escarde muchas vezes y arranquen las hierbas y se corten fuera desto las varas que locamente se multiplicaron y acostumbren a padecer y sufrir la hoz. Manda ansimismo Catón poner zarcos sobre horcas de altura de un hombre para evitar el sol, y que se cubran de paja para ampararlas y defenderlas contra los fríos, y dize que desta manera se crían las plantas de los perales y manzanos, ansí {como} los pinos. Y de la misma manera {se crían} los acipreses, que también se siembran de simiente. Consta esto de muy pequeños granos, tanto que algunos dellos apenas los percibe la vista, con miraglo de Naturaleza no digno de que ligeramente se pase por él, pues engendra (siendo tanto mayores los granos del trigo, cevada y havas) de simiente tan pequeña, como es la de los perales y manzanos, cosa semejante a aquella de que tuvo origen y que destos principios se produzca madera de que surten los asegures y las prensas no domadas, con pesos inmensos, los árboles para las velas y las máchinas y arietes4 inventados para derribar los muros. Esta es la fuerza de Naturaleza, éste es su poder, y sobre todo es de admirar que nazcan de la lágrima o liquor (según diremos en su lugar) alguna cosa. Luego, las bayas cogidas del aciprés hembra, porque no engendra, según lo tenemos dicho, el macho, se secan, en los meses que enseñamos, al sol y abiertas muestran una simiente apetescida admirablemente de las hormigas y ampliado también el milagro con el mantenimiento de tan pequeño animal se consume el nacimiento y principio de tan grandes árboles. Siémbrase por el mes de abril, en era igualada y hecha espesa, con cilindros5 o volgiolos y crívase tierra por encima hasta grueso del pulgar. No se puede levantar contra él grande peso y retuércese hazia la tierra, y por tanto no se sufre pisarle. Riégase blandamente ya después de puesto el sol, de tres en tres días, de suerte que reciba con igualdad el humor hasta que nazca. Llégase pasado un año del plantel del tamaño de un palmo, tiniendo cuenta con la templanza del aire y que esté el cielo sin nubes y no corran vientos, y es cosa admirable que sólo hay aquel día peligro de caer cualquier pequeño rocío {o} de correr algún viento. De lo demás están sin peligro con perpetua seguridad, aunque aborrecen después el agua.

Siémbrase también las azufaifas de grano, por el mes de abril, y enxérense mejor los túberes en ciruelos silvestres, y cualquier árbol que admite bien las mixas6 recibe también de buena gana los servales.



a. Mugrón.

b. Estacas.

c. Vivero.



EL INTERPRETE


1(O se plantan de simiente). Muchas maneras tuvieron los antiguos y tenemos hoy los presentes de plantar los árboles, dexando los modos del enxerir, que no son menos admirables o de menor numero, para su sazón y lugar. La primera es de simiente que llaman semine los latinos; la segunda de barbado, dicho viviradix o planta radicis. La tercera de estaca o talea. La cuarta, de ataquiza, provén o mugrón, dicha propago, y exercitada hoy más comúnmente en las vides y no tanto en los árboles, por lo cual no me acuerdo si tienen en Hespaña nombre general. La quinta de vara cortada, nombrada de los latinos surculo. Y la postrera de todas, de ramo desgajado que llaman los mismos avulsum. Porque no me ha parecido añadir aquí el sembrar de hoja, pues en las palmas no consta ser cierto y en las tunas y otras plantas semejantes es cosa que toca más a la historia de las plantas índicas, donde fue su primer nacimiento y origen. 2(Enseñó la misma Naturaleza). Ya havía dicho que nos enseñó a sembrar de simiente; aquí dize que nos enseñó también a plantar de barbado y más abaxo dirá que nos enseñó a plantar de ramo desgarrado, do mostrará vivir los stolones arrancados o desgarrados con parte del cuerpo de su árbol, y de varas cortadas, diziendo que hincándose para cercar alguna heredad y prendiendo dieron indicio de que podrían plantarse de aquella manera. 3(Mire al cierzo). Al favonio o gállego dize Columella, en el capítulo XXII del libro de los árboles. 4(Los arietes). Machina militar era con que batían los muros, llamada ansí porque la parte con que los herían tenía tallada una cabeza de carnero, que es el miembro más fuerte deste animal y con que ordinariamente combaten. Puédese ver acerca desto Vegetio, Vitruvio y otros autores que deste ingenio béllico hablan y aun la misma máchina debuxada y retractada al natural de mármoles antiguos, ¡válame Dios, cuán inferior en vigor y fortaleza a los tiros de campo con que se hazen en nuestros tiempos las baterías! 5(Cilindros). Estos y los volgiolos eran instrumentos redondos y prolongados a modo de columnas con que los antiguos igualavan y allanavan las eras.

6(Mixas). Llámanlas los árabes sebesten, fructo que ordinariamente se gasta para purgar en las oficinas y se ve en algunos huertos de Italia nacido. Los túberes, fructa, según Plinio quiere, traída antiguamente de Africa, no se conocen hoy, puesto caso que a los séricos, que creemos ser acerca de Galeno las azufaifas nuestras, haga Plinio especie suya.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2