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CAPITULO XXXIII


Del aciprés y que de la tierra nueva nazcan muchas vezes algunas cosas que no havía antes en ellas


Fue el aciprés estrangero, y uno de los árboles que nacían con dificultad, como aquel de quien Catón escrive más vezes y con más palabras. Arbol importuno de criarse, no necesario en el fructo, de nuezes de áspera vista, hoja amarga, olor violento, no agradable con su sombra y que pocas vezes da madera, como aquel que es casi del linage de las matas, consagrado a Plutón y, por tanto, puesto delante de las casas por señal de haver algún difunto.

Fue la hembra mucho tiempo menospreciada y finalmente se admitió por razón de la vista o figura que tiene de meta o término, para que distinguiese las hileras de las vides y agora se afeita para que acompañen las paredes, siendo siempre tierno, con artificial y forzada delgadeza. Pásase también a los debuxos de los encañados, vistiendo en ellos con sus delgadas hojas cortas y verdes las monterías y armadas y otras imágenes y representaciones de cosas.

Hay dos linages de acipreses: uno es la meta, que discurre con sus bueltas hasta parar en punta, y se llama también hembra, y otro es el macho, que desparze sus ramos1 fuera de sí y se poda y recibe en sí las vides. Crían de ambos géneros pértigas o varales cortando sus ramos, los cuales se venden al año tredécimo por sendos denarios. Es cosa de muy grande ganancia criarlos, y aun llamavan los antiguos sus selvas “dotes de las hijas”.

Son naturales de la isla de Candía, aunque Catón los llama tarentinos, según pienso por haver venido allí la primera vez, y aun en Aenaria torna a echar después de cortado. Pero en Candía en cualquiera parte que moviere alguno la tierra, si no se planta otro árbol, nace aqueste y cresce de presto de suyo y sin plantarle, principalmente en los montes Ideos y en los collados más altos, donde jamás faltan nieves en mayor abundancia, lo cual es más de maravillar por no nacer en otras partes sino donde hay calor y templanza, y aun ahí se enfada en gran manera. Y no sólo haze al caso a estos árboles la naturaleza de la tierra o la fuerza perpetua del cielo, pero también la del tiempo.

Algunas lluvias trahen su simiente a la tierra y caen y con cierto género no conoscido algunas vezes, lo cual aconteció a la región cyrenaica cuando se engendró la primera vez en ella el laserpicio, según que lo diremos cuando tractaremos la naturaleza de las hierbas; y aun nació una selva acerca de Syrene, con una agua que llovió gruesa y de color de pez en el año de la fundación de Roma de 430.



EL INTERPRETE


1(Y otro es el macho que desparze sus ramos). Este no he visto en Hespaña, ni debuxado de algún autor estrangero, y es muy común a los jardines y lugares montuosos desta Nueva Hespaña, y ansí le damos pintado en los libros que de sus plantas, por mando de Philippo Segundo, rey de Hespaña y de las Indias, escrivimos.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2