CAPITULO XLV



De las uñas


Tiénense las uñas por los últimos remates de los nervios, las cuales son proprias de los que tienen dedos. Pero son, en las monas, acanaladas, en los hombres anchas, y créscenles después de muertos. En los animales de rapiña son corvas, y en los demás derechas, como en los perros, sacando la que sale a muchos de la pierna.

Todos los que tienen pies, tienen dedos, sacando el elephante. Porque los dedos de éste son sin forma, cinco en número, pero no divididos, y muy poco diferenciados, más semejantes a patas que no a uñas, los pies delanteros mayores, y en los traseros los tovillos cortos.1 El mismo dobla las piernas para adentro de la manera que el hombre. Los demás animales al contrario las delanteras que las traseras. Porque los que paren animal doblan las delanteras para adentro y las corvas al contrario. El hombre tiene contrarias las rodillas y los cobdos, iten los osos y las monas y, por tanto, éstos no son ligeros. Entre los de cuatro pies, de los que ponen huevos, al crocodilo y lagarto se {le} doblan las rodillas delanteras y traseras para adelante2 y tienen las piernas a modo del dedo pulgar, atravesadas. Y ansí también los de muchos pies, sacados los que se siguen a los postreros.3

Encorvan las aves, ni más ni menos que los de cuatro pies, sus alas para delante, y las corvas para atrás.

Tienen las rodillas del hombre cierta religión, la cual se ha guardado entre las naciones. Estas tocan los humillados, a éstas estienden las manos, a éstas adoran como aras, por ventur por consistir en ellas grande parte de la vida, siendo ansí que en las mismas junctas de ambas rodillas, derecha e izquierda, de la parte de delante, hay una cierta concavidad, en que la herida es de muerte, ansí como la del degolladero. Hay en otras partes religión, ansí como en la mano derecha, el envés de la cual besamos y estendemos para señal de fidelidad. Era costumbre de los antiguos de Grecia tocar la barba cuando pedían algo a los dioses.

Está en lo baxo de la oreja el lugar de la memoria, el cual tocamos en testimonio de alguna cosa, y ni más ni menos, detrás de la derecha, el de la némesis o justa indignación (la cual diosa no ha hallado hasta agora ni aun en el Capitolio nombre), adonde, haviendo tocado la boca, llevamos el dedo cercano al meñique, como guardando allí la licencia que para hablar tenemos de los dioses.

Sólo el varón tiene várices en las piernas, y la muger pocas vezes. Oppio cuenta que Cayo Mario, siete vezes cónsul, fue el primero4 que sufrió en pie que se las sacasen. Todos los animales andan de la parte derecha, y se acuestan de la izquierda; los demás andan como se les antoja. Sólo el león y el cavallo andan de manera que el pie izquierdo no pase del derecho, aunque le sigue. Tienen los hombres los pies mayores y las hembras más delicados, en todo género de animales. Solos los hombres tienen pantorrillas y piernas carnosas. Hállase no haverlas tenido uno en Egipto. Sólo el hombre tiene plantas, sacados algunos, y de aquí nació el apellido de los Planeos, Plautos, Scauros y Pansas, como de las piernas el de los Varones, Vatias y Vatinios, de las cuales tachas tampoco carecen los animales de cuatro pies.

Tienen las patas macizas los que carecen de cuernos, y ansí les sirven de armas, y los mismos no tienen carnícoles, aunque los tienen los patihendidos. Los mismos faltan a los que tienen dedos, y totalmente no los hay en los pies delanteros. Son los carnícoles del camello semejantes a los del buey, pero algo menores, porque tienen lo baxo del pie muy poco hendido y la planta carnosa, como los osos, por lo cual en el camino largo, si los llevan por herrar, se despean.



EL INTERPRETE


1(Los tovillos cortos). Leo articuli breves. Estos son los maléolos, y estos tovillos que algunos llaman maltalos. Tomó Plinio esto de Aristóteles en el capítulo I del libro segundo de la Historia de los animales. 2(Para delante). Leo priora genua posteriaque manteriosa curvant de Aristóteles, en el capítulo I del libro segundo De los Animales. 3(Las que se siguen a los postreros). Leo extrema subcuntibus, del mismo que son los que están entre los primeros y los postreros, los cuales son, según Aristóteles, ambiguos. 4(Fue el primero). Leo primum y no unum, porque, si creemos a Cecerón en la segunda {Cuestión} Thusculana, otros sufrieron lo mismo después de él, si no entendiésemos uno de todos los que hasta él havían sido.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2