CAPITULO XXI


De los gallos, del modo de castrarlos y de un gallo que habló


Después de los pavones son ambiciosos y amigos de honra estos nuestros nocturnos veladores, a los cuales crió Naturaleza para que despertasen a los hombres al trabajo, y los rompiesen el sueño. Tienen cuenta y entendimiento de las estrellas y distinguen entre día, con su canto, de tres en tres, las horas1. Echanse a puesta de sol, y desvélanos luego que amanece al cuidado y trabajo, y no permiten que salga sin que estemos primero dello advertidos. Anuncian el día con su canto, y el canto con el movimiento de las alas.


Exercitan imperios con su género, y reinan en cualquiera casa que estén, y adquiérese esto también peleando, y parece que entienden haver armado para este efecto Naturaleza sus piernas de corvejones, y aún les dura muchas vezes la pelea hasta la muerte. Y si acontece vencer, celebran luego con canto la victoria, y testifican de su principado. Escóndese con silencio el vencido, y sufre con grande pena y trabajo la servidumbre.



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Van también los plebeyos y no superiores con la misma sobervia y entonamiento, levantando tanda el cuello con las crestas, y solos entre todas las aves miran muchas vezes al cielo levantando también su cola que naturalmente es de hechura de hoz, de suerte que ponen terror aun a los leones,2 los más generosos de todas las fieras. Y aun algunos déstos nacen para las batallas y peleas continuas, con que han ennoblecido sus tierras Rhodas y Tanagra.3


Después déstos tuvieron las segundas honras los mélicos4 y chalcídicos5, y ansí les han dado tanta {honra} los cónsules romanos, como a aves que lo merecen. Dellos son los tripudios6 solistimos, éstos rigen7 cada día nuestros magistrados y les cierran o abren sus casas. Estos impelen o retienen los {escuadrones} romanos, mandan {do} que arremetan o se detengan. Y han sido adivinadores de las victorias que se han ganado en todo el mundo. Estos, principalmente, imperan el mismo imperio de la Tierra, y son agradables a los dioses, no menos que los muy gruesos y pingües sacrificios y ofrendas, con sus hígados y entrañas. No carecen de significación, son apresurados y {de} vespertinos cantos; porque cantando todas las noches anunciaron a los beotios aquella famosa victoria contra los lacedemonios, interpretándolo desta manera, porque, vencidos, no cantaran.



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No cantan castrados, y esto se haze de dos maneras: quemados o cauterizados los lomos con un hierro ardiendo, so lo postrero de las piernas, y después untada la llaga con tierra de olleros, y ansí engordan con mayor facilidad.


Sácase cada año en Pérgamo el espectáculo o fiesta de los gallos públicamente, como de gladiadores. Hállase una sola vez, que yo sepa, en los Anales, siendo Lépido y Quito Catulo cónsules,a haver hablado en el campo Ariminense,b en la alearía de Galerio, un gallo.





a.78 a. C.

b. De Rímini.



EL INTERPRETE


1(De tres en tres las horas). Repartían los antiguos la noche en cuatro vigilias, que llamavan castrenses porque se hazía en los reales, desta manera: desde la primera hora de la noche hasta la tercera era la primera; desde ésta hasta la mitad de la noche era la segunda; desde la mitad de la noche hasta tres horas andadas era la tercera y, andadas otras tres, la cuarta. La primera vigilia llamavan conticinio o primer sueño, porque entonces callava todo y estava en grande silencio, y en este tiempo velaban todos en los reales. En la segunda vigilia velavan los mancebos, y llamavan la noche intempesta, por no ser acomodada para que en ella se haga obra alguna. La tercera llamavan gallicinio, y en ella velavan los cavalleros de mediana edad, y la marta llamavan matutinum y mane, en que velavan los cavalleros más ancianos. Pero hase de advertir que como haya días naturales, que son desde que el sol parte del meridiano de cualquiera región hasta que se buelve a él, en el cual tiempo ha pasado toda la equinoccial con más tanta parte della cuanta corresponde al movimiento proprio del sol, y hora natural una vigésima marta parte deste día, y día artificial no sea otra cosa que el tiempo que gasta el sol desde que nace en oriente hasta que se pone en occidente, y noche artificial desde que se pone hasta que otro día sale, y hora artificial una dozena parte del arco diurno o del nocturno, y las primeras y naturales horas sean iguales, y las artificiales de desigual tiempo y tura, hase de entender que estas tres horas que contenía cada vigilia eran {en} los días y noches artificiales, y desiguales en tiempos diversos, porque las del día o noche grandes eran grandes, y las del día o noche pequeñas eran pequeñas. Dividían también el día en otras cuatro vigilias, y éstas procedían de tres en tres horas, para que se cumpliesen 12 y éstas dize Plinio que destinguían los gallos de tres en tres. 2(A los leones). La causa desto referimos en el octavo libro, según el parecer de algunos graves autores, en el capítulo de los leones, do podrá leerlo el lector que dello gustare. 3(Tanagra). Ciudad es de Beotia, aunque hay otra en Persia. 4(los mélicos). Los de la ínsula Melas, una de las Cídadas, en el mar Egeo. 5(Chalcídicos). Región es de Macedonia.


6(Tripudios). Díxose esta manera de agüero primero terripavium, después terripudium y, finalmente, tripudium, que es allanamiento o pisoneamiento de la tierra. Solistimo quiere dezir cosa del suelo, como de medium, mediastinum. Eran, pues, éstos, agüeros que se tomavan de los pollos, de tal manera que si comiendo se les caía algo de la boca era buen agüero para comenzar algo, como eran guerras, erc., y llamávase tripudio solistimo que es aplanamiento del suelo, que hazía lo que se caye {sic}. Pero ser esto vanidad muestra el poco crédito que aun los romanos davan a ello, según lo que el cónsul Flaminio dixo, conviene a saber: “si podemos dar la batalla sin que coman los pollos, poca necesidad tenemos de que estén hartos, mandando juntamente mover las hazes y caminar a la batalla las banderas”. Véase Festo Pompeyo y Pío Pulchro, en el libro primero de la Disciplina augural; Cicerón en el libro primero De divinatione, capítulo LIII, y Livio en el capítulo CLIX de los libros Ab urbe condita 7(Estos rigen). Porque según el indicio que se tomava destos agüeros se hazían o dexavan de hazer las cosas.





c. 217 a. C.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2