CAPITULO LIX


Del pesce anthia y cómo se pesca


No será bien que se dexe de referir lo que hallo haver creído algunos {autores} de los anthias. Ya havemos dicho ser las Chelidonias1 ciertas islas de Asia puestas enfrente de un promontorio muy lleno de peñascos. Son aquí muy ordinarios estos pescados, y ásense muy presto con uno dellos2 desta manera: va el pescador en algún vareo pequeño, vestido siempre de un mismo color y a una misma hora por algunos días continuos, hasta cierta distancia. Cualquiera cosa que les echen de comer tienen al principio por sospechosa y, aunque se recatan de lo que temieron, hecho lo mismo muchas vezes, uno dellos, perdido el miedo, con la costumbre va al cevo. Nótale con grande atención el pescador, como autor de su esperanza y encaminador {manso} del despojo. Y esto no es dificultoso porque osa, pasados algunos días, llegar solo. Lleva después consigo3 algunos y poco a poco va más y más acompañado, hasta que al cabo lleva tras sí innumerables manadas, acostumbrados ya los más antiguos a conoscer al pescador y aún a arrebatarle el cevo de la mano. El cual, arrojando entonces el anzuelo algo distante de la mano, los buela más verdaderamente que ase, subiéndolo de lo sombrío de a par de la varea con tanta presteza que no lo sientan los demás. Y dalos al {pescador} compañero, porque algún movimiento o sonido no ahuyente los otros pesces.


Conviene mucho en aqueste exercicio conoscer al manso para no asirle. Y ansí le dexa el pescador {para que pueda} bolver con las demás manadas. Dizen que uno de dos compañeros, enojado con el otro {pescador}, aguarda al pesce que era capitán de la pesca, que él bien conoscía, y le asió con dañada voluntad, y que siendo conoscido en el lugar do se vendía el pescado por el compañero a quien se havía hecho el daño y pedido por justicia, le convenció e hizo condenar de Muciano, {y} se tasó el agravio en valor de diez libras.


Estos mismos anthias, como {se} ve en algún {pez} de su género preso en el anzuelo, cortan el sedal con unas aletas que tienen en el espalda a manera de sierra, estirando {el sedal} y el pez asido porque se pueda cortar. Entre los sargos el asido rompe {el sedal} estregándose en los peñascos.



EL INTERPRETE


Dexaron los antiguos tan pocas señales escripias de aqueste pescado que no hay cosa fixa que en este caso pueda dezirse. Hállanse de él escriptas cuatro diferencias, porque una nombravan pesce hermoso; otra, {en blanco en el texto}, que quiere dezir blanco y resplandeciente; otra negro, y el último {en blanco en el texto}, de buenos ojos.


1(Chelidonias).a Son estas islas, según refiere Strabón en el libro catorze de su Geographía, tres, ásperas, iguales en grandeza y apartadas la una de la otra cinco estadios, y de la tierra por seis. Están puestas en el mar Mediterráneo, en los confines de Lycia y Pamphilia, en Asia la Menor. Esta aspereza es también común al mar, por lo cual Plinio dize que está allí lleno de peñascos. 2(Con uno dellos). Porque leo suo genere. 3(Lleva consigo). Porque leo invehit, no invenit.





a. Khelidonia.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2