CAPITULO XVII


Del múgil y de otros pesces, y que no unos mismos sean de agradable gusto en todas partes


De reír es la naturaleza de los múgiles,1 porque, cuando han miedo, escondida la cabeza creen estar ocultados del todo. Y con esto son tan luxuriosos que en Phenicia y en las provincias Narbonenses, en el tiempo del zelo, echado un macho de los lugares donde los crían a todos con una cuerda larga por la boca y agallas, en el mar se van a él las hembras y sacándole con la misma cuerda le siguen hasta la ribera, y ni más ni menos a la hembra los machos en el tiempo del parto.


Fue el acipénser2 el pescado más estimado de todos, acerca de los antiguos. El cual como tenga, solo entre los demás, las escamas bueltas hazia la cabeza, nada al contrario de los otros pescados. Espántame que hallándose tan raras vezes, sea hoy estimado en tan poco; algunos le llaman elope.


Después tuvo grande autoridad el lobo y el asello,3 según escrive Cornelio Nepos y Laberio, poeta de los mismos. Son, entre los lobos, los más excelentes los que llaman lanatos por ser blancos y de blanda carne. Hay de los asellos dos géneros, los unos de menor tamaño llaman callerias, y otros bachos, que solamente se pescan en la mar y se prefieren por esta razón a los primeros, pero de los lobos tienen mayor estima los que se asen en los ríos.


Agora el escaro4 se tiene por el más excelente, del cual solo entre todos los pescados se dize rumiar, sustentarse de hierbas y no de otros pesces. Hállase ordinariamente en el mar Carpathio,a y jamás pasa de su voluntad a Lecton, promontorio de Troas. Aunque trahído de allí en tiempo del príncipe Tiberio Claudio, Optato, uno de sus libertos5 y capitán de su flota, los echó entre la costa de Ostia y de Campania. Túvose cuidado por espacio de cinco años que los tornasen al mar aunque los asiesen, y ansí se hallan desde entonces en la ribera de Italia comúnmente, como antes no se pescasen en ella. Y se acrecentó la gula con sabores, sembrándose pescados, lo que dio nuevos moradores al mar. Porque ninguno se espante haver sido la misma gula causa, en Roma, de criarse en ella aves estrangeras.


Cercana estima tiene el género de las mustellas,6 las cuales el lago brigantinob de Rhetia (cosa maravillosa de dezir) engendra, entre los Alpes, semejantes a las del mar.


El tercero lugar tienen los que llaman mullos,7 de que hay copia aunque son de pequeño tamaño, y ansí pocas vezes pesan de dos libras arriba y no se crían en los lagos. Faltan éstos, solamente, en aquella parte del océano septentrional que es cercana al occidente. En lo demás hay muchos géneros dellos, porque unos se mantienen de ovas, otros de hostias, otros de cieno y otros de carne de pescados. Tienen, en el hozico baxo, dos barbas. El más vil déstos llaman lutario, por sustentarse de lodo que mueve el sargo,8 el cual anda siempre en su compañía; no se tienen en nada los litorales, y son más estimados los que tienen sabor de conchilio.9 Fenestella cree haverse llamado ansí de cierto calzado bermexo que llamavan mulleo. Paren tres vezes en el año, porque tantas se les conoscen crías. Los autores más diestros en cosas de gula afirman que, cuando mueren, se ven de muchos y diversos colores, parándose amarillos, con varias mudanzas de sus escamas bermexas, lo cual verá quien lo considerare teniéndoles encerrados en algún vidrio. M. Apicio, hombre de grande ingenio en lo que toca al paladar, halló ser cosa excelente matarlos en el garó, que llaman de compañeros,10 que también le dieron a esta salsa nombre. Y desafío a hazer el hálex11 de su hígado, lo cual es cierto más fácil de dezir que no de averiguar quién haya vencido en esta contienda. Asinio Celer, consular, perdido por este pesce, en el principado de Cayo, compró uno por 80 maravedís. Cuya consideración trahe a la memoria a aquellos que, quexándose de los gastos superfluos de sus tiempos, davan vozes diziendo que se compravan más caros los cozineros que los cavallos. Mas, agora, los cozineros tienen precio de un triumpho, y los pesces de cozineros, y aun déstos ninguno es tenido en más que el que consume con mayor destreza la hazienda de su señor.





a. Baña la isla de Rodas.

b. Lago de Constanza.


EL INTERPRETE


1(De los múgiles). Dízense los marinos, en algunas partes, mujos o mújoles, y en otras por corrupción desta palabra (según sospecho) matajudíos, y también albures, a imitación del lenguaje griego en que está, acerca de Atheneo, llamados leuciscos. Aunque Galeno llama leucisco otro pescado particular, dicho de Ausonio alburno, y por ventura de Varrón, Plinio y Valeriano, médico, secualo (que es a mi juizio el albur fluvial), distincto del que llaman los romanos albo. Hay destos múgiles o albures marinos cuatro diferencias: porque unos se dizen en griego cephalos, en latín capitones, y en español cabezudos; otros, cestreos y en español con el nombre del género, simplemente, albures; otros, mixones o mizones, y en nuestro vulgar lizas, y los últimos chelones, de Ovidio, labra y bachos, de Atheneo, de corrupción de las cuales dos últimas palabras los dezimos nosotros lebranches. Puédese añadir a las dichas otra quinta especie de múgiles, alatos, los cuales, aunque algunos confundan con el pesce golondrino, se distinguen verdaderamente de él, y se allegan tanto a la naturaleza y vista de los albures que pueden muy sin escrúpulo referirse a ellos, según que lo consideramos viniendo yo a estas Indias en muchos dellos que, por huir de los dorados, bolavan en nuestro navio. Hállanse también albures en los ríos o estaños a do suben de la mar, y difieren de los marinos en la variedad del nutrimento de que son causa los diversos pastos. Iten, en los ríos solamente do se ven las cabezudas acéphalos, llamados en ellos capitanes, dos especies de múgiles llamados albures, y otras dos de leuciscos. Todo lo cual se halla ser verdadero de la correspondencia y parentesco de los antiguos y modernos nombres, la cual, aunque acontezca ser de poco momento, cuando no corresponde la demás naturaleza, pero conformándose las otras propiedades suele hazer conjectura eficacísima, como en los presentes pescados acaesce. En lo cual no haré discurso tan particular escriviéndolo como hize investigándolo, por evitar prolixidad y no ser del intento deste libro, en cuya parte más oportuna se tractará también del nutrimento que da a los que le comen este pescado. 2(Acipénser). Paulo Jovio, obispo de Nucera, médico e historiador célebre, en su libro de pescados reprueva doctamente la opinión de los que quieren sea el sollo nuestro el lupus de los antiguos o el attilo o el tursión o hycoa. Nosotros le culpamos a él poco ha, con razones evidentes por afirmar que fuese el siluro. Agora será bien se entienda que el acipénser de que al presente haze Plinio mención es el sollo de los modernos, y entre los griegos el Ỏυίσϰος de Atheneo, y galaxias de Galeno. Que el acipénser sea nuestro sollo parece de su hozico, mayor que el del gáleo rhodio; de su figura triangular, peculiar casi a ningún otro pescado, y de ser ternilloso, lo cual todo le da Atheneo. Ni es contra este parecer haver el mismo afirmado ser pequeño, porque habla del marino, que realmente sabemos serlo, como los otros que se recrían y regalan en los ríos suelen engordar notablemente y crescer en muy mayor grandeza. Tampoco dize Plinio que tiene las escamas bueltas a la cabeza, por hablar él según la opinión de algunos que creyeron ser el élope un mismo pescado con el acipénser, como sean distinctos, y aun se toma esta palabra a vezes por género, según parece de graves y antiguos escriptores. Espántase mucho Rondolethio que hayan afirmado los antiguos, aun del élope, que tenga simadas las escamas desta forma, por parecerle que sería impedimento a la agua para nadar y proseguir el pasto que le conviene conoscido con el sentido que es cierto aposentarse en la cabeza. Mas esta razón es flaquísima, pues aunque se colocaran hazia la cola, como en los otros pescados, caminando agua abaxo havían de maltratárseles con el agua, y como a los que caminan al contrario de su corriente les está bien tener las escamas bueltas a la cola, y a pelo de su corriente, cuales son todos los demás pescados sacado el élope, ansí al que camina agua abaxo, porque no se ha de leer contra aquas nando meat, sino contra quam allii nando meat, le gusta mejor tenerlas bueltas a la cabeza para ser menos ofendidas y (como dizen) despertadas del ímpetu de la mar o de los ríos. El que quisiere ver haver llamado Dorión este pescado onisco, y galaxia Galeno, vea lo primero acerca de Atheneo y lo segundo acerca de Galeno. En lo demás, notorio es ser de mantenimiento muy suave, bueno y delicado, y de quien se arrean y precian los banquetes y mesas de grandes señores, ansí destos reinos como de otras naciones estrangeras. 3(Asellos). Cosa certísima parecerá, al que considerase la naturaleza deste pescado y lo que de él dexaron nuestros mayores escripto, ser el oniscos de los más de los griegos, y el asellus de los latinos, el merluzo de Italia y pescado vulgar, de Hespaña, que fresco llamamos pescada en rollo y salado, cecial. Y puesto que cuente de él Plinio dos especies, amóscense, según que en otra coyuntura diremos, hoy, cinco. Es de buen mantenimiento si usa de buenos pastos, y casi igual con los saxátiles. 4(Escaro). Tiénese vulgarmente en algunas partes el escaro por sargo, a causa de ser muy semejante a él y no saber distinguirle de los demás, y ansí oigo llamarle en Roma unos ansí y otros dentre, y aun otros canteno. Hay dos géneros dellos, uno de los cuales llaman vario de la diversidad de sus colores. Es pescado de excelente mantenimiento y preminente entre los saxátiles. Refiere Bellonio, francés, en el Itinerario que escrivió en lengua francesa, ser muy ordinario en la isla de Candía, donde dize pescarle echados en las nasas frísoles de que son ellos amicísimos. 5(Uno de sus libertos). Llamavan ansí, los latinos, los esclavos ya libertados.


6(Mustellas). Diversas opiniones ha havido de nuestra lampetra o lampresa vulgar acerca de la apelación con que la nombraron los latinos. Porque unos quisieron ser el galeo asterias, que es la que llaman en Sevilla pintaroxa, especie de cazón o tollo; otros que lombriz, de Plinio, como él no haya (si bien se lee y castiga, por el de Aristóteles, su texto) hecho mención de tal animal, ni otro autor alguno; otros, que el acipénser, lo cual se ve ser falso, por faltarle el hozico luengo y figura triangular, como ha de ser según consta de Atheneo; otros, que los gusanos del agua, de que Plinio hizo poco antes mención, pero jamás vino la lampresa a tanta grandeza. Massario y Rondolethio quieren sea la mustella de Ausonio, porque la mustella vulgar de Francia es cierto no tener qué hazer con la de los antiguos y aquella de que al presente haze Plinio mención, lo cual tienen por cierto Sipontino y el Jovio, y la murena fluviátil de Dorión (porque la marina llaman hoy morena o murena), y el echeneis de Oppiano. Y a este parecer me allegaría yo con cuánta razón juzgará el que examinare las palabras que en el caso dizen estos autores, que a cada uno será fácil hallar por haver hoy tan cumplidos índices, de los cuales tomo ocasión para no henchir estos papeles de agenas y largas autoridades, trahídas de diversas lenguas a mi propósito. Su mantenimiento es blando y viscoso, aunque a algunos muy agradable y buscada para la gente regalada y principal. 7(Mullos). Dízense en griego a causa de parir tres vezes, no de tres colores, triglas, y de la nación española, salmonetas y cabrillas. Llámanlos los latinos mullos a causa de un calzado bermexo dicho mulleo, que usava la antigüedad, cuyo color representan. Hay, entre éstos, unos ásperos, otros sin barbas y otros barbados, los cuales si habitan en alta mar se tienen por de buen mantenimiento y suave, aunque duro y grueso, y si en estaños o riberas son de peor mantenimiento. 8(Sargo). Pescado es conoscido y que retiene hoy este nombre acerca de muchas naciones. Semejante a la dorada y melanuro, sino que tiene el cuerpo más atropado, las escamas pequeñas y plateadas y le cuelgan del espalda al vientre unas rayas negras; de diverso mantenimiento, ya bueno, ya malo, según sus pastos, y porque vive por la mayor parte de cieno, no acerca de las piedras de lo fondo de la mar sino en las riberas, es las más vezes desabrido y de no buen manjar. Mucho se engañan los que piensan ser especie de múgil, persuadidos de algunos textos viziados de Aristóteles, donde por sarginus se lee sargus. No es de callar que son (según cuenta y Æliano) tan amigos de las cabras que se alegran por extremo de ver su sombra, y procurar con grande afecto tocarla saltando y regozijándose tanto con ella que, entendiendo esto los pescadores, cubiertos de su pellejo con cuernos, y combinándolos con una masa que hazen de harinas y de su caldo, los pescan con anzuelos asidos por la mayor parte en cuernos y aun con la mano, teniendo cuidado de evitar la puntura de sus espinas abaxándolas con ella de la cabeza para la cola. 9(Conchilio). Tómase esta palabra algunas vezes, en general, por cualquiera de las conchas y otras por una particular distincta, de púrpura, con que teñían de color bermexo las vestiduras, una misma con el raurex y ostro, de que adelante havemos con Plinio de hablar. 10(El garó de compañeros). Era éste, según parece de nuestro autor, un liquor que se hazía de tripas de pesces, pero principalmente de escombros deshechos en sal. Hazíase excelente en los confines de Cartagena de Hespaña, que el mismo llama Espartaría, y en sus almadravas, y llamávanle garum sociorum, lo cual también afirma Strabón, llamándola isla Escombraría, y aún hoy guarda casi entero el nombre por la pesca copiosa que solían hazerse allí destos escombros, de que esta tan famosa salsa se aparejava.


11(Hálex). Difiere éste del garó por ser la hez imperfecta y no colada. Difiere del garó el aleme porque éste solamente es la salmuera o agua salada do se han conservado los pesces. También se haze de vinagre y sal lo que llaman oxalme, como el es corodalme de ajo y salmuera.





TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2