CAPITULO VIII


De los delphines y de su admirable naturaleza


Es el delphín1 el más ligero,2 no solamente de los marinos, pero de todos los animales. Más veloz que las aves, y más presto que una saeta y si no tuviera la boca muy abaxo del hocico,3 y casi en medio del vientre, ningún pescado escapara de su velocidad. Pero detiénele la providencia de Naturaleza, porque no pueden asir sino bueltos boca arriba, lo cual principalmente muestra su presteza. Porque cuando, conmovidos de la hambre y siguiendo a los pesces que huyen a lo hondo del mar, han retenido mucho tiempo el aliento, saltan como arrojados con algún arco a tomar aire, con tanta violencia, que muchas vezes pasan las velas4 de los navios de una parte a otra.



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Usan de verdaderos matrimonios5 y paren al décimo mes, por el estío, algunas vezes dos hijos. Críanlos a sus pechos como las ballenas y tráenlos, cuando pequeños, sobre sí por la terneza de su edad, y aun después de crescidos los acompañan mucho tiempo por el tierno amor que les tienen.6 Crescen brevemente y créese llegar en espacio de diez años a la mayor grandeza que han de tener. Viven 30 y esto se ha entendido cortando a uno lo postrero de la cola para hazer experiencia dello. Están por los caniculares 30 días escondidos y ocúltanse por no entendidos modos, lo cual es más de maravillar si no alientan en el agua.7 Suelen salir a la tierra por causa incierta8 y, tocada, morir luego9 y mucho más aína si acontece tapárseles la canal10 por do respiran. Tienen la lengua, contra la naturaleza de los otros pescados, movible, corta y ancha, no diferente de la del puerco, y en lugar de voz un gemido semejante al humano.11 El espalda corva y el hozico romo, por lo cual reconocen todos admirablemente el nombre de “symón”,a y gustan más de ser llamados ansí que de otra manera.


Son no sólo amigos del hombre pero grandemente aficionados a la música. Recréanse con el sonido de la simphonía y principalmente del hidraulo.12 No se recatan del hombre como de extraño, antes salen al camino a los navios y juegan allí junto. Contienden con ellos y pasan las velas, aunque llenas, regocijándose.


En tiempo que imperava Claudio, uno que havía venido al lago Lucrino amó extrañamente a un hijo de un hombre pobre que iva continuamente de Baiano a Púzol a la escuela. Como deteniéndose allí a mediodía, y llamándole por nombre “symón” le aficionase con halagos, y dándole muchas vezes unos pedazuelos de pan que a esta causa él llevava consigo. No lo osara contar si no lo hallara escripto de Mecenas, Fabiano y Favio Alsio y de otros muchos. A cualquiera hora del día que aquel mozuelo le llamava venía bolando, como dizen, a la ribera (aunque estuviese escondido y oculto) de lo profundo del mar y, en haviendo comido de su mano, le allegava el espalda en que subiese escondido en las púas de sus alas13 como en una vaina y, recebido sobre sí, llevava por el mar adelante a Púzol, donde estava la escuela, tornándole a bolver de la misma manera muchos años, hasta que muerto el mochadlo de cierta enfermedad y frecuentando el delphín el lugar acostumbrado, triste, como lleno de congoxa, la cual no hubiera nadie que no echara de ver, él también murió de deseo. Otro, en este mismo tiempo, en la ribera africana de Hippón Diarrhito,14 que comía de la misma manera de las manos de los hombres y, dexándose tractar, jugava con los que nadavan y llevava sobre sí. Como le untase Sabiano, procónsul de Africa, con ungüentos15 olorosos adormeció, como pareció de la novedad del olor, y llevado como muerto por el agua se apartó por algunos meses de la conversación de los hombres, como ahuyentado por aquella injuria. Mas buelto, fue tenido de allí en adelante por milagro hasta que el mal tractamiento y pesadumbre que recibían los naturales de la gente principal que acudía a verle forzó a los hiponenses a que le matasen.



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Otra cosa semejante a ésta se cuenta haver acaecido poco antes a un mozuelo en la ciudad de Iasso, al cual, como un delphín estuviese de grande amor que le tenía mirando mucho tiempo, yéndole siguiendo embevecido hasta la ribera, tocada el arena murió luego y por esta causa Alexandro Magno le hizo sumo sacerdote de Neptuno, pareciéndole que tanto amor nacía de serle aquel dios muy favorable. Egesidemo escrivió que, en la misma ciudad de Iasso, un mochacho llamado Hernia que de la misma manera andava por la mar sobre un delphín, como se le ahogase {por} una súbita tempestad que se levantó, fue tornado del mismo delphín a la ribera, el cual, como confesando haver sido causador de su muerte, no quiso bolver a la mar y ansí se dexó morir en la tierra. Esto mismo cuenta Theophrasto haver acontecido en Naupacti.


Innumerables cosas se podrían contar en semejante caso. Lo mismo refieren los archílochos y tarentinos de delphines y mochadlos, lo cual haze que creamos que Arión, músico citharédico, queriéndole los marineros matar por tomarle lo que tenía, alcanzó dellos que le dexasen cantar primero con su instrumento y ansí, juntados allí con su música muchos delphines, echándose a la mar, fue recogido de uno y llevado a la ribera del Tenaro.16


Hay en el campo nemansiense de la provincia de Narbona un estanque llamado Latera17 donde pescan los delphines en compañía con los hombres, porque a ciertos tiempos sale con ímpetu de él una innumerable muchedumbre de múgiles al mar por unos estrechos al tiempo del refluxo del agua, por lo cual no se pueden tener redes que sufran tan grande peso, aunque no se aguarde con tanta diligencia la ocasión, y de la misma manera se van luego a las honduras que en el cercano piélago se hazen y sólo procuran huir aquel lugar aparejado para tenderlas los pescadores. Entendiendo esto (porque acude mucha gente que no conoce el tiempo y gusta deste deleite), todos desde la costa llaman a las mayores voces que pueden los delphines diziendo: “symón, symón, symón”, para el efecto de aquella fiesta. Oyen ellos luego lo que tanto desean18 llevando el norte la voz, y no tanto si corre ábrego porque la lleva al contrario (aunque también acuden entonces) y, oída, vienen bolando. Júntase brevemente el escuadrón y pónese de presto en orden en el lugar que se ha de echar el lance, opuniéndose la batalla por la parte del mar, y házenlos bolver, temerosos, a los baxos; cércanlos entonces los pescadores con sus redes, levantándolas con unas horcas. Pásalas la ligereza de los múgiles, pero recíbenlos los delphines y contentos con el presente con sólo matarlos, no comen dellos hasta haver dado fin a la victoria. Hierve la guerra con su ayuda y huelgan de estar encerrados en las redes, aquexando valerosamente los enemigos por no incitarlos a huida, se deslizan sin ser sentidos entre los navios, redes y hombres que andan nadando sin poderse juzgar por donde salieron. Ninguno procura escapar con salto, aunque le tienen muy blando y sin ningún ruido, si no les abaxan las redes. Salidos luego, pelean delante del baluarte y, acabada desta manera la guerra, comen de los que mataron. Y entendiendo haver sido su trabaxo tan grande que mereció más que el mantenimiento de un día, esperan el siguiente, y hártanlos no sólo de pescado mas también de sopas en vino.


Lo que Muciano escrive deste mismo género de pesca en el golfo de Iasso difiere de lo que acabo de dezir en que allí vienen sin que los llamen y toman su parte de las manos de los pescadores y cada varea recibe su delphín por compañero aunque sea de noche y con lumbre. Tienen también entre sí pública hermandad. Como asiese uno un rey de Caria y atase en el puerto, se juntó una muy grande muchedumbre dellos pidiendo misericordia, con una tristeza que se pudiera entender, hasta que mandó le soltasen. Y aun a los pequeños acompaña siempre uno grande como guarda, y han sido vistos llevar uno muerto19 porque no le despedazasen las bestias marinas.





a. σιμός, chato.


EL INTERPRETE


1(Es el delphín). Aunque han creído algunos ser el delphín de los antiguos el esturión de los italianos y sollo de Hespaña, y el delphín de los modernos el músculo que guía la ballena de los antiguos, por verse con ella muchas vezes, pero es cierto ser el verdadero delphín de la antigüedad el que hoy nombramos en Hespaña toñina (aunque en otras partes nombran ansí el atún) y los franceses daufin y oie de mer, que quiere dezir ganso de mar, por la semejanza de su hozico, especie de marsuino o puerco de la mar. Ser pues esto ansí consta del nombre vulgar francés que es uno mismo con el antiguo de la figura en que le vemos esculpido del antiguo (aunque no sea ansí corvo como imitando la apariencia que representa cuando salta en la mar) y de su naturaleza y partes. Porque consta con experiencia contender con las amias, especie de bonitos, el afición que tiene a la música y a los hombres, y su generación ser la que del delphín se escrive y ansimismo el mantenimiento que de él se toma. Lo que toca a sus partes, es pescado cetáceo, de cuero duro y sin pelos, cuerpo de lisa y prolongada redondez, espalda corva; hozico largo, redondo y romo, boca muy rasgada y que se cierra muy al justo como la de los ciervos; dientes pequeños, agudos y que se juntan de la manera que las púas de los peines; lengua carnosa, salida, cercada de unos dientes no desemejantes a los de la sierra, movible y parecida a la del puerco; ojos grandes, aunque tan cubiertos de cuero que se les ve sola la niña y sitiados casi en derecho de la abertura de la boca. Carece de hiel, solo entre todos los animales marinos que usan de fístula, la cual tiene doble sobre el hozico que va a parar a la cabeza de la áspera arteria, y si los antiguos dizen tenerla en el espalda es causa de estar en estos pescados más trasera que en las ballenas, porque de otra manera fuera forzoso no continuarse el espinazo. Nadan con dos fuertes alas que les sirven de manos, con otra que en medio del espalda tienen levantada, de naturaleza parte de hueso y parte de ternilla, y otras dos en la cola que juntas hazen forma de medio círculo. Tienen el espalda negra, el vientre blanco, el cuerpo espeso y firme, aunque, por la gordura que debaxo de él está, blando, como acaece en los puercos de la tierra a quien en muchas cosas se parecen. Su carne tira a negra y asemeja a la de los puercos o bueyes, fundada, no sobre espinas, sino sobre huesos y ternillas. Péscanse en muchas riberas y cómense ordinariamente en algunas partes de Francia, como en las regiones más orientales no usen de semejante manjar. Dexo de hablar de sus partes interiores porque {se} hallan referidas en algunos modernos, en especial en Rondolethio, que parece haverlas contado con curiosidad, acerca del cual podrá el lector verlas. 2(El más ligero). Dizen algunos es en los delphines tan natural y proprio el menearse que jamás tienen holganza mientras les dura la vida, ni se les acaba el movimiento hasta la muerte, y que cuando tienen necesidad de sueño suben a las partes superficiales del agua y de allí se dexan ir estando boca arriba para abaxo, poco a poco, hasta que tocando en la tierra y despertando buelven a saltar a lo alto para que haziendo otro tanto muchas vezes reposen moviéndose y se muevan reposando, y ansí estén en perpetua mudanza. De donde vino que los que acostumbravan dar a entender algunas cosas con diversos debuxos solían significar la presteza y velocidad figurando un delphín, lo cual muestra aquel dicho antiguo que es: “Apresúrate tardando”, donde se avisa que en lo que se ha de hazer se apresure la industria y detenga la diligencia, porque ni falte la presteza del remedio y consejo ni dañen la inconsiderada providencia y execución. Lo cual, si está bien a todos, sin comparación toca más a los príncipes y grandes señores, en los cuales por colgar dellos la suma de las cosas humanas podría ser perniciosa la tardanza del consejo y remedio, y pestilencial la impetuosa y precipitada diligencia. Y ansí agradó esto tanto a Octaviano Augusto, uno de los mayores emperadores romanos, que no sólo lo traía siempre en la boca, pero lo encaxava y enxería ordinariamente en las cartas que escrivía. Y a Tito Vespasiano, que mandava insculpir en la una parte de sus monedas su imagen con inscripción y en el reverso un ánchora, la cual tenía abrazada un delphín arrebuelto a ella, designando con el ánchora el retardar y con el delphín el apresurar de los negocios, lo cual otros han hecho con una saeta abrazada de una rémora o echeneis, en declaración de lo cual puso en sus emblemas versos Alciato, jurista. La misma velocidad del delphín compara Oppiano a la saeta en los versos que comienzan: δελφίνεα δε, etc. Deste ímpetu con que nada el delphín tuvo también origen el proverbio de {en blanco en el texto} que es “a nadar enseñáis el delphín”, enderezado a aquellos que avisan a los que de alguna cosa están muy advertidos. 3(Y si no tuviera la boca muy abaxo del hozico). Estas palabras, tomadas casi a la letra de Aristóteles, les han dado ocasión a muchos de dubdar si el delphín que damos debuxado es el verdadero, por parecer insinuarse con ellas que el delphín tiene la boca en la parte baxa, lo cual sin dubda compete a los cazones redondos y a otros pescados de ternilla y no a nuestros delphines. Mas, aunque sea esto ansí, se dize con mucha verdad comer buelta arriba la boca, ansí por las causas que refiere Aristóteles como por su larga abertura y que desciende muy abaxo, por razón de lo cual, si boca abaxo comiesen, apenas podrían asir el manjar cayéndoseles por el un cabo y por el otro antes que descendiese a la garganta derechamente y, dende allí, al tragadero, y de aquí tuvo origen dezir que tienen la boca debaxo del vientre. 4(Pasan las velas). Los mástiles de los navios, dize Aristóteles. 5 (Usan de verdaderos matrimonios). Porque leo agunt vera conjugia y no vere. La causa consiste en que paren al estío, lo cual no pudiera ser concibiendo al verano, si es verdad que dura el preñado diez meses como el mismo Plinio especifica.


6(Por el tierno amor que les tienen). De donde viene que, asiendo acaso el pescador alguno de sus hijos, no le desampara la madre por temor que tenga a los hombres, antes gusta de ser presa y morir con él, ahuyentando al otro si acaso le trahe consigo con la cola para que escape del mismo peligro. 7(Lo cual es más de maravillar si alientan en el agua). No es mucho de espantar porque es cierto esconderse en huecos de rocas donde hay abundancia de aire que respiren. 8(Por causa incierta). Incierta es la causa al vulgo, pero sabida de los que procuran el conocimiento de las cosas de Naturaleza. Salen, pues, a la tierra aquexados de los tábanos, que llaman a éstos los griegos y los latinos, lo cual se ha visto por experiencia, como lo hazen también los espadartes y atunes y aun persiguiendo los albures otras vezes con tanta codicia y gana que, no pudiendo reprimir su curso arrebatado, dan violentamente en la tierra. 9(Y tocada, mueren luego). De aquí nació, según Plutarco refiere, el refrán que dize: “la fuerza del delphín en la tierra’’, contra aquellos que trabajan cuanto pueden por conseguir alguna cosa para que no son parte. Pero, esto, muestra la experiencia ser falso, porque suelen vivir muchos días no sólo sacados del agua, pero abierto el vientre y anatomizados. 10(Atapárseles la canal). Lo cual es indicio que respiran antes con ella que con la boca. De aquí es que cuando los pescadores quieren llevarlos vivos más lexos les destilan vino por la canal, el cual, penetrando por ella a la boca y estómago, conservan más tiempo la respiración.


11(Y en lugar de voz, gemido semejante al humano). No quiere aquí Plinio, como ni tampoco Aristóteles, de quien lo tomó, que carezcan los delphines de voz porque tienen pulmón y fístula, pero que no sea tan perfecta a causa de no ser la lengua, boca y los demás instrumentos aptos para consumadamente formarla. 12(Hidraulo). Según se entiende de Vitruvio, en el capítulo XIII del libro décimo, máquina era semejante a nuestros órganos, salvo que tenía en lo hueco desde do se dispensava el aire alguna cuantidad de agua. 13(Las púas de sus alas). No tiene el delphín, que creemos ser verdadero, púas o espinas en el espalda, porque es el ala superior, según que tenemos dicho, parte de naturaleza de hueso y parte de ternilla, por lo cual se podría creer no haver tenido Plinio tan distincta y cierta noticia de sus partes, que referido a vizio del texto no da lugar del octavo, donde no dize matar el delphín al crocodilo con la púa del espalda. 14(Hippo Diarrhito). En el libro tercero tractamos ya deste pueblo de Africa. 15(De los ungüentos). Deste lugar consta oler los pescados, aliende que con este indicio conoscen los mantenimientos que les están bien y los prosiguen, y ansimismo los que les están mal y los evitan y dexan, aunque la vía por do penetran al cerebro el olor, no más en los delphines que en todos los otros pescados, es tan ciega y oculta que apenas se dexa ver de alguno, y no es de maravillar, pues el aire que lleva consigo el olor es tan subtil que puede penetrar por tan angostos caminos que no nos sean evidentes y manifiestos.


16(Llevado a la ribera de Tenaro). Dize Herodoto, Oppiano y otros autores haver sido llevado (conforme a lo que Plinio refiere) a Tenaro, de donde, según Herodoto dize, se pasó en el mismo habito a Corinthio y contó lo que le havía acontecido. Por lo cual Periandro, teniéndolo por burla, le manió tener preso de manera que a parte alguna no saliese hasta tanto se averiguase la verdad, y que le truxesen delante los marineros que ya havían allí aportado, a los cuales, como preguntase por Arión y le respondiesen que estava en Italia bueno y que le habían dexado en Tarento muy próspero, y súbitamente Arión se les mostrase en el mismo hábito en que se havía arrojado en el mar, quedaron espantados y totalmente convencidos, sin ofrecérseles qué poder alegar en su defensa. 17(Llamado Latera). Pocas son las cláusulas desta pesca que no castigue Rondolethio, de parecer de Guilliermo Pelerecio, como vizio sas y corrompidas. Yo ninguna juzgué digna de mudarse, sin lo cual haze el texto tan llano sentido como en nuestra versión podrán ver los lectores. 18(Oyen ellos luego sus deseos). Oír los pescados no tengo dubda, mayormente las pisadas, porque puesto caso que las vías por do penetra el sonido al lugar do se oyen sean ocultas, en fin descubierta su calavera y buscadas con atención se dexan ver claramente. Rondolethio dize haverle contado exercitarse este modo de pesca acerca de Palamós, pueblo de Hespaña, cosa que yo jamás he oído. 19(Llevar uno muerto). Dizen tener cuidado de los muertos, sacarlos a la ribera y entregarlos a los hombres que los entierren acompañándolos grande muchedumbre dellas, ansí por el honor de la sepultura como porque las bestias del mar arrebatándolos no los despedacen y coman.


No es (fuera de todas estas cosas) de callar que siente, con otros muchos animales de que en el libro diez y ocho haze memoria nuestro autor, la tempestad que se apareja y la da a entender saliendo más vezes y como regocijándose sobre las aguas, y que viene de la parte que ha de soplar el viento, como lo experimenté dos o tres vezes viniendo de Hespaña a estas Indias. La causa podrían ser las exhalaciones de que se haze el viento, las cuales por ventura con su calor irritan los delphines y son causa que hagan aquellos movimientos extraordinarios. Iten sus peleas con las amias y crocodilos, de que Plinio se acuerda en otros lugares, y aquello que dizen que si comen el pompilo, acaso o con hambre, se entontecen y debilitan luego y llevados fuera de sí a la ribera son despedazados y comidos de los ciervos marinos, y finalmente que conocen de los hombres que acaso padecieron naufragio en el mar, los que han en algún tiempo comido delphines y los tragan, perdonando y refinándose de los que entienden haverse refinado dellos y no haverlos jamás comido.


Es el delphín de mantenimiento duro y lleno de superfluidades crudas y phlegmáticas, según lo refiere Galeno. Prepárase y corrígese con salarse o cocerse con cebollas, puerro, apio y semejantes verduras que tienen fuerza de cortar y adelgazar su viscosidad o grosura. Otro género hay de preparación que sirve más que a la salud a la gula, y ansí le comen algunos con naranja, asado, o con canela, vinagre y azúcar. Unos le asan a parrillas, otros le barran de harina amasada con clavo, pimienta, zingibre y nuezes moscadas, para quebrantar el mal olor que tiene. Es mejor cocido con cosas que corten su viscosidad que asado. Sus mejores partes son lengua e hígado. Lo que toca a las medicinas que dél se toman diferimos para su lugar.





TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2