CAPITULO XXXII

De los ciervos

Tienen también los ciervos sus malicias puesto que sean los más mansos y apazibles de todos los animales.1 Apretándolos el ímpetu de los perros, huyen voluntariamente a los hombres, y recélanse menos de los senderos hollados de sus pisadas que no de los secretos y acomodados para que vayan a ellos las fieras. Conciben después de la estrella del Arcturo2 y están preñadas ocho meses y, algunas vezes, de dos.



Apártanse en haviendo concebido, mas los machos, dexados solos, se encruelecen, con rabia de luxuria, y hazen hoyos en el suelo; por [ponérseles] entonces negros los hozicos hasta que una vez y otra se los laven las aguas. Púrganse, antes que paran, las hembras con la yerba que llaman seselis,3 porque ansí paren más fácilmente. Después de haver parido tienen dos yerbas que llaman arón4 y seselis, pascidas buelven a sus hijos y quieren que la primera leche que les huvieren de dar vaya llena de su zumo.

Sea por lo que fuere, exercitan sus hijos en la carrera y enséñanlos a huir y saltar llevados por despeñaderos. Van los machos, cesando el deseo de la hembra, con cobdicia, a sus pastos y cuando se sienten muy gruesos buscan donde se escondan como confesando serles dañosa aquella pesadumbre. Cuando huyen detiénense y buelven a mirar a quien los sigue, y cuando les van cerca tornan a buscar la salud en la huida. Esto hazen por el dolor que les da una tripa que ellos tienen, tan flaca, que de cualquier liviano golpe se les rasga dentro del cuerpo. Huyen siempre oído el aullido de los perros con el aire, por llevar consigo el olor de sus pisadas. Deléitanse con la flauta y canto de los pastores. Cuando alzan las orejas oyen mucho y, en dexándolas caer, quedan sordos. En lo demás es un animal senzillo y que se admira de cualquier cosa,5 tanto que llegándoles cerca el que llaman cabestrillo o bayezueloa no ven el cazador que va detrás dellos a tirarles o, si lo ven, conciben admiración del saco y de las saetas.

Pasan el mar navegando a manadas, puestos en hilera, arrimando las cabezas los de detrás sobre las ancas de los que van delante y, cuando al primero se le cansa la suya, múdase atrás. Esto se ha visto en los que pasan de Sicilia a Chipre, los cuales, aunque no ven las tierras, van atinando por el olor.

Solos los machos tienen cuernos6 y a ellos solos de todos los animales se les caen cada año7 en cierta parte del verano y, por tanto, se van a lugares muy desviados de los caminos, y caídos, se esconden, como desarmados; pero tiniendo también éstos invidia que gozemos de su bien, dizen no hallarse su cuerno derecho8 como aquel que no carece de alguna grande medicina,9 lo cual es más de maravillar por no dexar año ninguno de mudarlos en los parques o bosques cercados donde los crían; créese que los sotierran. Ambos a dos, encendidos, ahuyentan las serpientes con su olor y descubren la gota coral.



En éstos trahen también el indicio y muestra de la edad que tienen, porque cada año se añade un ramo, hasta seis.10 De allí en adelante nacen otros semejantes y no se puede más entender su edad, aunque se manifiesta su vejez en los dientes, porque entonces tienen pocos o ningunos y en lo más baxo de los cuernos no hay ramos, como en la mocedad los tengan crecidos delante la frente. A los capados, ni les nacen ni se les caen los cuernos y salen al principio (volviéndoles a nacer unos bultillos semejantes a cuero seco y prolónganseles los mismos de aquellas tiernas cañahejas en unas panojas como de caña, cubiertas de un blando flueco). Mientras carecen dellos, van de noche al pasto, y cuando ya les van creciendo endurécenlos con el calor del sol, provocándolos en los árboles muchas vezes, y cuando les parece que están rezios salen a lugares abiertos. Ya se han cazado algunos dellos con yedra verde11 en los cuernos, nacida como en algún madero, al tiempo que estando tiernos refregándolos en los árboles hazían dellos experiencia. Nácenles algunas vezes blancos, como se dize que aconteció a la cierva de Quinto Sertorio, el cual persuadió a la gente de Hespaña que anunciava las cosas por venir. Pelean éstos con las serpientes, buscan sus cuevas, y sácanlas12 por fuerza con el resuello de las narizes. Y, por tanto, es excelente remedio para ahuyentarlas el olor de su cuerno quemado.



Y, aun, contra la mordedura es uno de los mejores el cuajo13 del cervato muerto en el vientre de la madre. Cosa cierta es ser la vida de los ciervos muy larga,14 como se hayan asido algunos con collares de oro que les havía puesto el grande Alexandro 100 años antes, los cuales les hallavan cubiertos de cuero por la demasía gordura. Jamás padece este animal calentura,15 antes es medicina contra este temor. Yo sé haver vivido muy larga vida y sin calentura muchas señoras principales que acostumbraron a comer de su carne cada mañana, y esto se tiene ser mucho más cierto si el ciervo muere de una sola herida.

a. En el texto latino equo aut bucula, caballo o ternera.


EL INTERPRETE

1(Los más mansos de todos los animales). Y ansí dize Solino que en Oedor, región de Asia, a par del océano Septentrional, cavalgan en los que amansan y hazen domésticos; y Aristóteles que carecen de yel y, por tanto, son de muy larga vida. 2(Después de la estrella de Arcturo). Llámanla los árabes Alramech, la cual en el año de 1560, en altura de 40 grados, como en Hespaña, en Toledo y, en Italia, en Taranto, nace con el sol a 26 días de septiembre y se pone a 23 de noviembre, y en altura de 42 grados, como en Roma, en Italia, y en Çaragoça de Hespaña, nace con el sol a 19 de septiembre y pónese a 25 de noviembre y en 44 grados de elevación, como en Valladolid de Hespaña y Bolonia de Italia, nace a 18 de septiembre y pónese a 29 de noviembre. Pero en tiempo de Ptolomeo, que fue 32 años después de Plinio, en Roma y todas las demás regiones que tenían 42 grados de elevación, nacía a seis de septiembre, y poníase a dos de diziembre, y esto se entiende por la longitud que sabemos de los de aquella edad que tenía entonces esta estrella y si es algo diferente de lo que Plinio dize (en el libro segundo, capítulo XLII afirma nacer 11 días antes del equinoccio otoño) es por no tenerse entonces tan precisamente mirados los nacimientos y ocasos de las estrellas, si por ventura no habla de los matutinos y no cósmicos, que es cuando la estrella apartada del Sol se puede ya ver por la mañana. 3(Seselis). De tres especies de seselisb hazen mención los autores fuera del tordillo o crético, que son: el masiliense, ethiópico y peloponesiaco, todas familiares de Hespaña, como diremos a su tiempo. 4(Arón).c Planta es conocida, distincta de los dos dracúnculos que oía llamar en Sevilla rabiacán, pero es de advertir que Plinio en esta parte traslada aquel lugar de Aristóteles donde dize que de los cuadrúpedes fieras es el más prudente la cierva, ansí porque pare acerca de los caminos, los cuales por [miedo] de los hombres menos frecuentan las fieras, como porque, en pariendo, luego se come la tela en que está enbuelto el cervato en el vientre, y luego va a buscar el seseli, el cual pascido se buelve a sus hijos. Este emboltorio o tela que dize Aristóteles comerse la cierva en pariendo en el lugar allegado, y en otro do torna a dezir que las ciervas luego, en pariendo, se comen el involucro, el cual no es posible tomarles porque le arrebatan antes que le echen en la tierra. Llaman los griegos [χόριον], como parece del libro primero y capítulo V de la Historia de los animales, por la cual palabra Plinio trasladó arón y ansí dixo comer las ciervas, en haviendo parido, el arón y seseli como deviera de dezir el [χόριον] o emboltorio de su cría y el seseli. 5(Tomado ocasión de cualquiera cosa). Porque no leo illis imbui lactis primos volant succos quacumque de causa extra partus exercent cursu, sino illis imbui lactis primos volunt succus, quacumque de causa edites parto exercent cursu.

6(Solos los machos tienen cuernos). Aeliano cuenta haver tenido Nidocreón, ciprio, un ciervo de cuatro cuernos, el cual consagró al oráculo pithio. 7(Se les caen cada año). Largo sería referir las palabras de Aeliano y de otros autores más modernos que procuran dar la causa desta particularidad de que los ciervos, entre todos los animales, gozan, conviene a saber, dexar los cuernos cada año y nacerles otros nuevos. La suma es que los ciervos tienen las venas de todo el cuerpo muy raras, y el estómago calidísimo, y el cráneo o calavera delgada como un papel y rala, a cuya parte superior van venas muy gruesas. Desto nace destribuirse el mantenimiento aún no bien cozido por todo el cuerpo y engordar mucho las partes exteriores de él y tornar otra parte a la cabeza y ser causa que crezcan otros cuernos, bastecidas aquellas parte de mantenimiento, y caigan los viejos, expelidos de los que debaxo dellos se crían. Porque como ni a los que van naciendo debaxo falte alguna dureza, contrahída del aire exterior, ni a los viejos, en las partes baxas y raízes, alguna blandura, puede la fuerza de aquel influxo, juntada con los tapaderos y óbices exteriores, hazerlos que cai[g]an y ansí cada año haya en ellos novedad. 8(Su cuerno derecho). Otros lo dizen del izquierdo, pero desto tengo hablado más largamente sobre Nicandro. 9(Como cosa que no carece de alguna grande medicina). De muchas partes del ciervo escriven los autores tener grandes medicinas, como son su hígado, gordura, tuétano, cuernos, cuajo y otras semejantes. Pero entre todas solamente quiero hablar de dos, y sea la primera el bezahar:d porque aunque algunos llamen bezahar cualquier antídoto que es contrario a veneno, diziendo derivarse de zehari, que en hebreo es ponzoña, y bahal, que es señor, de donde bahal zahari querrá dezir señor o antídoto contra la ponzoña, y otros digan se nombre de cierta especie de cabra montés, que no falta a quien le parezca ser el tragelapho o hicocervo que fue embiado a Gesnerio, en debuxo, de donde haya tomado el nombre cierta piedra bezahar que algunos se jactan tener utilísima contra muchos venenos y géneros de enfermedades, y otros afirmen ser piedra fósil y que se saca de las entrañas de la tierra. Pero si damos crédito a Abenzohar, árabe muy experto y sabio según le dio lugar aquella edad propriamente, es bezahar la lágrima que se les cuaja a los ciervos cuando, haviendo comido las serpientes, entran en el agua, la cual cogen luego que se les cae, en saliendo, los que desto tienen cuidado, como más largamente puedes ver en Juan Agrícola. Verdad es que Pancebo, cardenal, no dize cuaxárseles esta lágrima cuando van a los ríos haviendo comido las serpientes, sino estando enfermos de vejez. Lo demás podrá ver el lector en algunos modernos que desta piedra han, en nuestros tiempos y de nuestra Hespaña, dicho algunas cosas conforme a lo que enseñan los árabes, de quien principalmente tenemos esta doctrina. Yo he visto algunas, pero ni de su verdad ni de sus efectos tengo cosa cierta de que poder informar a los lectores. Lo que toca a hueso que dizen nacerles en el corazón a los ciervos, Actunio, consintiendo con los autores árabes, afirma fortificar el corazón del hombre con cierta semejanza de substancia, y ninguno otro que yo sepa de los antiguos. Verdad es que en el libro que dizen Euporiston y atribuyen a Galeno, se halla que dado el hueso del corazón del ciervo a la muger estéril haze maravillas. Sylvio tiene por dubdoso que tenga esta virtud, esta substancia cartilaginosa [del] cuerpo del corazón o de las arterias. Antonio Musa no cree tener este hueso o ternilla esta virtud. Aristóteles no quiere que tenga hueso corazón de animal alguno, sacado el del cavallo y el de cierto género de bueyes. Y por concluir esta materia, Andreas Vesalio, varón excelente en anatomía, y mientras vivía amigo nuestro, escarnece de los que dizen tener los corazones de los ciervos más hueso que los de los perros, bezerros o puercos, y aquél no ser más que las raizes del arteria grande y vena arterial y de los que le aplican para esforzar el corazón con otros polvos cordiales de oro y no sé qué piedras. De su virtud yo no osaría afirmar nada, ni tampoco osaría dezir que fuese hueso verdadero, pero hallarse una cosa muy semejante a hueso, no sé si más en unos tiempos que en otros, es cosa sin ninguna dubda. 10(Cada año se añade un ramo, hasta seis). Gesnerio dize haver oído que tenían en una botica de Ambers unos cuernos de ciervo, cada uno de los cuales echava de sí casi 15 ramos, pero que esto fuese verdad sería como suelen acaecer otras cosas en los animales monstruosos.

11(Con yedra verde). Aristóteles, en el libro De las cosas admirables, confirma esta sentencia con estas palabras: “dizen que algunos ciervos, en Achaya, después de haver perdido los cuernos se van a partes donde sean hallados con dificultad, y que lo hazen, lo uno, por no tener con qué puedan defenderse y, lo otro, por dolerles las partes de donde se les despidieron, y que se ve en los cuernos de muchos dellos yedra nacida”. 12(Y sácanlas). No solos los ciervos las comen, pero también los puercos, según lo refiere el mismo Plinio en el libro onze, capítulo LIII, pero qué nos espantamos de esto pues el mismo autor lo refiere de algunos hombres que por esta razón llamaron los griegos [όφιοΦάγος] que quiere dezir comedores de serpientes. En lo demás, Nicandro cuenta, galanamente, esta pendencia que tienen los ciervos, sacando con su anhélito de sus cuevas, por fuerza, las serpientes, lo cual ellos hazen (según que sobre este autor más largamente diximos) o por apacentarse dellas, o por rejuvenecer o por haverles comunicado Naturaleza este odio natural e inclinación enemiga de las serpientes. 13(El cuajo). Esto también confirma, en sus Theriacos, Nicandro. 14(La vida de los ciervos, muy larga). Véase el capítulo XLVIII del libro séptimo de Plinio, donde dize atribuir Hesiodo nueve edades nuestras a las cornejas, cuatro doblado a los ciervos, y esto, a los cuervos tres doblado. 15(Jamás padece este animal calentura). Esto acontece por ser de temperamento muy frío y ansí Plutarcho en las Cuestiones naturales, preguntando qué es la causa del ser las lágrimas del ciervo saladas y las del javalí dulces, dize no ser otra cosa que el diverso temperamento que tienen, porque el del ciervo es frío, y el del javalí cálido e hirviente, por lo cual el javalí resiste a los que le persiguen, y el ciervo les huye. Y en este tiempo, principalmente a causa de la vía que conciben, se les mueven las lágrimas porque entonces procede el calor desenfrenado a los ojos y en grande cantidad, según aquel verso: ille riget setis oculi simul igne refulgent y házese dulce el liquor que destila, lo que no acontece en los ciervos por su frialdad, aunque hay quien diga hazerse las lágrimas de la sangre perturbada con la ira, apartándose como el suero de la leche, y éste fue Empédocles, y que, como esta sangre sea gruesa y negra en los javalíes por causa de su calor y, por el contrario, en los ciervos delgada y acuosa, es también necesario que las lágrimas que della, por miedo o ira, se destilan, sean de la misma naturaleza.

Pudiéramos cerrar este comentario con algunos adagios graciosos y hieroglíphicos que de los ciervos se toman, pero porque no es de mi intención más que la claridad y entendimiento pliniano y esto se podrá ver en Pierio, Valeriano, Erasmo y Conrado Gesnerio que tractaron más despacio y más de propósito estas cosas, contentarme he con lo que acerca deste capítulo, según mis pocas fuerzas, se ha trahído.

b. Tordylium apulum L.

c. Otros traductores de Plinio han leído tamnus, ignorándose de qué planta pueda tratarse. Hernández lee en los manuscritos arum, que identifica con el rabiacán o arísaro (Arisarum vulgare).

d. Por bezoar, cálculo intestinal de ciertos cuadrúpedos al que se atribuían propiedades medicinales.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1