CAPITULO XXXI

De ranas, bezerros marinos y salamanquesas

Dízese que las ranas1 rubetas o zarceras, moradoras de la tierra y del agua, las cuales están llenas de muchas medicinas, las dexan y tornan a tomar cada día después de haver pascido, retiñiendo siempre sola la ponzoña. De la misma manera se sustenta el bezerro marino2 en el mar y en la tierra y, ansimismo, el vibre, el cual vomita y, su hiel, provechosa para muchas medicinas, y el cuajo para gota coral, sabiendo que por esta causa procuran cazarle.



Theophrasto afirma que las salamanquesas3 mudan, ni más ni menos que las serpientes, su pellejo, y luego se le tragan, privando a los hombres deste remedio, y que éstas son en Grecia de mordedura mortal,4 y de ningún daño en Sicilia.


EL INTERPRETE

1(Las ranas). Hay ranas de ríos, estanques y de otras corrientes y no inficionadas aguas, las cuales no sólo carecen de veneno, pero dan mantenimiento, aunque frío y poco, de muy buen gusto, muy semejantes a carne y para muchos géneros de enfermedades (según que de los autores parece) provechosos, y otras que se engendran del polvo con las aguas del estío, de poca vida y uso; otras marinas y, otras, que a causa de su veneno llama el vulgo generalmente sapos, de las cuales quiero yo agora hablar (aunque Plinio al presente haze mención de sola una especie destas postreras) porque de las demás ya tengo sobre Nicandro y otros lugares desta Historia tractado y dicho cómo se engendran y aun trocando sus formas y nombre por el discurso de sus edades. Estas, pues, si havitan en charcos de aguas corruptas, hidiondas y que no corren, son ponzoñosas y llamadas ranas palustres, aunque Nicandro las nombra [βάτραχος,] que quiere dezir sapos del estío, y los hespañoles escuerzos, y son coaxatrices o parleras, como las no venenosas. Pero si, haviendo dexado el agua, habitan como dize Aetio en la tierra, o en la tierra y en el agua según habla Plinio, dízense acerca de los griegos Φρΰνος y de los latinos rubetas, aunque no tan propriamente como si viven en las zarzas, y se mantienen, lamido el rocío, dellas. Pero si viven en las cañas toman dellas su nombre y dízense calamitas y de Nicandro áphonas, que quiere dezir mudas y sin canto o voz alguna. Pero si hazen su morada en los árboles ellos mismos les dan el nombre δρνοφύτας y es de maravillar que Rondolethio, hombre docto de esta edad, haga éstas unas mismas con las calamitas como las de los árboles vozeen, como dize Plinio, desde ellos, y las calamitas sean mudas y sin voz, como testifican graves autores y el mismo Rondolecio confiesa. 2(Bezerros marinos). Tiene este animal su lugar en el nono libro de Plinio y sus propriedades y naturaleza en diversas partes desta obra, mas porque el lector no vaya ayuno del todo de su conocimiento, pues se haze de él en este capítulo mención, entreténgase con saber que es una bestia cuadrúpede, que sola entre las demás busca del mar su mantenimiento y pasa en él y en la tierra su vida, aunque no recibe humor, antes respira, duerme y pare en la ribera. Carece de orejas aunque tiene oídos manifiestos. Múdanse en mil colores sus ojos a cada paso. Sus dientes son como de sierra, y la lengua hendida. Sus piernas como de un animal de cuatro pies que estuviese lisiado porque le salen de las espaldas pies semejantes a manos, como a las osas, hendidos en cinco dedos cada uno de tres artículos con sus pequeñas uñas y pies postreros semejantes a los delanteros, fuera de que se parecen a las colas o alas de los pescados, y ansí nada con ellos en el mar, y rastrea en la tierra. Lo demás quedará para el nono y otros lugares desta obra. Da Rhondolecio, debuxado en su Libro De Pesces, este animal, sin otro de su género. Péscase algunas vezes, y aun me han contado haverlos visto criar curiosamente en estanques. 3(Las salamanquesas). Ansí traslado steliones, que llaman también ascalabo, ascalabote, colote y galeote, de quien hizo memoria Nicandro en su Alexitherios cuando dize, de nuestra interpretación: Atque etiam ascalabus, quem contemerasse veneno/ inbaerentem cererem, veteres cecinere poetae/ compages abietis pueri cum solveres ultrix. Y porque sobre estos versos hablamos largamente de él y se verá también lo que toca a sus propriedades y medicinas desparzido por estos comentarios, sólo quiero al presente dezir algo de su forma, dando las razones que me convencieron a tenerle por salamanquesa. Ansí que si miramos a lo que Aristóteles y Plinio y otros graves autores de él dizen, hallaremos ser de figura de lagartixa y en alguna manera de naturaleza de chamaleón, que vive del rocío y arañas que come, vencidas de buena guerra, que tiene su cama en los lugares de las puertas y ventanas o en las cámaras y sepulturas y, en los tiempos muy fríos, se recoge a sus cuevas y resquicios. Que dexa el pellejo como las serpientes aunque se le come luego, como dize Theophrasto, privando deste remedio a la gota coral o epilepsia, si con arte que ya se sabe no se guarda. Y anda por los árboles aunque sea boca arriba; que le torna a nacer la cola, después de cortada, como a los lagartos; y es enemigo del asno porque durmiendo en su pesebre se le entra por las narizes y le estorva al comer, siendo pestilencial en Grecia y sin daño alguno en Sicilia, aunque mortífero en algunos lugares de Italia. Que hay dos géneros dellos: el uno llamado trasmarino, que no pasa sin mantenimiento, lleno de pecas y de sonido extraño y, otro, familiar a Italia, el cual carece de todas estas cosas; de donde se sigue y ve claramente ser nuestra salamanquesa el stellion de los antiguos y no el lagarto, como algunos con error han osado afirmar, dicho más verdaderamente lacertus, por tener el cuerpo pintado y vario y ser en unas regiones dañoso y en otras muy ageno de ponzoña, según que del stellion testifican los antiguos, y vive del rocío y arañas que caza. Tiene su cama, cual refiere Aristóteles, y créese comer su despojo, pues, como las veamos a su tiempo remozadas, jamás le ha hallado persona. Vese ansimismo dormir por los pesebres y anda en los árboles boca arriba, como, viviendo yo en Sevilla y ocupando entre los de mi facultad lugar honesto, experimenté cenando una noche de verano debaxo de una parra que havía muy tendida y deleitosa en el patio de la casa, en la cual estava tanta muchedumbre de salamanquesas que improvisadamente hallé no pocas sobre mí, de que una que se deslizó por entre la camisa y la carne me tracto tan benignamente que puedo agora testificar de su inocencia y de la razón que al presente tengo de afirmar que merezcan el nombre de stellionesa de los antiguos, como junto con esto sepamos ser en otras partes venenosas. No ignoro haver algunos pensado ser nuestra salamanquesa la salamandra de los antiguos, y otros la llamaron sepachalcidica, animal cuadrúpede, desemejante a nuestra salamanquesa poco más que en grandeza, pero es manifiesto error ansí porque lo que de cualquiera destos dos animales está escripto no le cuadra, viniéndole al justo lo que dizen de los stelliones, como porque yo he visto no lexos desta corte estos dos animales tan verdaderos que no puede nadie, sin grande engaño y falsedad, defraudarlos de los nombres de que acabo de hazer mención. 4(De mordedura mortal). Lo contrario siente Aristóteles en el libro De Admiranda Auditiones, diziendo: in Sicilia autem et in Italia, lethales esse stellionum morsus non sicuti nostrates, pero fácilmente se puede llegar al cabo cuál tenga más razón en tan grande comercio y comunicación destas tierras.

a. Stellio, engañoso.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1