CAPITULO XXVIII

De adivinaciones de animales

Otras mil cosas se podrían dezir, aliende las ya contadas, como haya concedido la misma Naturaleza a muchos animales adivinaciones1 y pronósticos; a unos, de una manera y, a otros, de otra. Ansí del cielo y vientos como de las aguas y tempestades, lo cual tractar de propósito sería cosa inmensa. Como también querer escrivir todas las otras maneras de compañía que tienen con los hombres, porque avisan de los peligros, no solamente con las asaduras y entrañas a que gran parte de la gente está atenta, pero con otras maneras de significación.

Quiriéndose caer alguna casa se salen della, primero, los ratones y caen antes que otra cosa alguna, las arañas, con sus telas. Han hecho también los agüeros arte y, ansí, acerca de los romanos hay un solemne colegio destos sacerdotes.



En ciertos lugares de Thracia, muy fríos, las raposas animales, fuera desto de grande oído, avisan también de los peligros, porque no pasa la gente los ríos o lagos helados sino cuando éstas van o vienen2 del pasto. Y hase mirado que, puesta la oreja en el yelo, conjecturan el grueso que puede tener.


EL INTERPRETE

1(Adivinaciones). Ha inventado la vanidad humana, amiga de saber lo porvenir y no contenta con lo que Dios nos ha revelado por sus prophetas, y principalmente por su único hijo Christo, Nuestro Redemptor, y con lo que la razón naturalmente nos dicta y enseñan los cielos y elementos y otras causas más particulares de las cosas que como efectos tienen de suceder, mil géneros de pronósticos supersticiosos, y por la mayor parte falsos y sin fundamento, como son los que se toman de los demonios, oráculos, suertes, chiromancia, faciones, buelos de aves, estornudos, sueños, entrañas de animales, de que Plinio haze al presente mención, y otras cosas aún más vergonzosas que aquéstas. 2(Cuando van o vienen). Porque leo in Thracia locis rigentubis est vulpes animal alioqui solerti auditu. Súplase de lo de arriba pericula praemonens, y después amnesgelatos lacusque nisi ad eius itum reditumque transeunt. A esta lección favorece Plutarcho afirmando no osar los de Thracia fiarse del yelo antes que vean pasar alguna raposa o conozcan en la nieve su rastro.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1