CAPITULO LX

Cuándo huvo los primeros reloges

La tercera cosa en que convinieron, que será bien referir en este lugar, fue la cuenta de las horas.1 Cuándo y de quién haya sido inventada en Grecia ya lo diximos en el segundo volumen. Vino ésta, también, más tarde a Roma. En las Doce Tablas2 sólo se nombra el salir y ponerse del sol; algunos años después se añadió el mediodía,3 el cual declarava en alta voz el pregonero de los magistrados en viendo desde la curia4 ebocar, entre los rostros5 y el grecostasis,6 el Sol; porque, inclinando de la columna Menia7 hazia la cárcel, pronunciava la postrera.8 Pero esto sirvioles solamente para los días claros, hasta la primera guerra africana.

Dize Fabio Vestal que el primer relox de sol ordenó el príncipe Papirio Cursor a los romanos 12 años antes de la guerra de Pyrrho, en el templo de Quirino, al tiempo que él consagró, haviendo sido votado de su padre, pero ni dize el modo del relox, ni el artificio, ni de dónde fue trahído, ni acerca de quién le halló escripto. Marco Varrón dize haver sido puesto la primera vez en público en la columna que está entre los rostros en tiempo de la primera guerra africana por Marco Valerio Messala, cónsul, ganada Catania en Sicilia, y que se truxo 30 años después del relox de Papirio y 477 después de Roma edificada, y no correspondiendo sus líneas a las horas, pasaron con él 11 años, hasta que Quinto Marcio y Philippo, que fue censor junto con Lucio Paulo, puso otro mejor ordenado y más cierto, y este beneficio fue recebido entre las obras censorias muy agradecidamente; ya y aun en este tiempo fueron las horas inciertas en días nublados, hasta el primer lustro. Porque entonces Scipión Nasica, compañero de Lenato, fue el primero que dividió con agua las horas del día y de la noche, y el tal relox se puso so techado en el año de la ciudad de 595; tanto tiempo tuvo el pueblo romano el día sin distinción de las horas.

Pasemos agora a tractar de los otros animales y, primero, de los que viven en la tierra.


EL INTERPRETE

1(Las horas). Qué cosa sea hora y su distinción diremos sobre el capítulo XXI del libro décimo. Agora será justo tocar de los reloxes, las diferencias y variedades que desde aquellos tiempos acá ha hallado la vida. Porque se parten, de su primera división, en artificiales y solares. De los primeros, unos se mueven con azogue, otros con fuego, según lo inventaron en tiempo del rey don Alonso el Sabio, otros con agua y, éstos, con ruedas o sin ellas, y otros son de arena, otros de otras materias y máchinas diversas, y otros con ruedas, en los cuales (allende que en todo género de máchinas y ciencias mathemáticas es varón raro) se ha adelantado Janello Turriano a todos los que hasta hoy han nacido, trayendo el cielo a la Tierra y dando tal muestra de su ingenio en aquella única obra suya y digna de ser tenida por una de las más admirables del mundo, que el emperador don Carlos, de gloriosa memoria, recogiéndose en el monesterio de Iuste, después de haver puesto el mundo debaxo de sus pies y dexándolo todo para poder más sin embarazos caminar al cielo, déste sólo y de su máchina no se quiso privar; de la cual, por excelencia, me pareció en este lugar dar al mundo noticia primero que pase a las demás especies de reloxes.

Tiene, pues, esta máchina, de altura, casi tres cuartas de la vara vulgar y pie y medio de diámetro. Hasta una cuarta de alto, que es la primera estancia, empezando de la planta o asiento, es de figura ochavada. Cuatro dedos del cuerpo más arriba es de figura redonda, pero ya entonces de sola una cuarta de diámetro. Lo más alto de encima, que llaman finimento, es una bola con sus círculos en figura de esphera, la cual sienta sobre un embasamento. Bolviendo a las ocho hazes o frentes del cuerpo más baxo, está en el primero la octava esphera, que se mueve ni más ni menos que la del cielo, con su trepidación, el auge de los siete planetas y las 28 mansiones de la Luna, con sus naturalezas. En la segunda frente está el movimiento de Saturno, con el deferente de auge y del epiciclo y su epiciclo, con la línea del verdadero y medio movimiento, y del argumento medio. En la tercera haz está el movimiento de Júpiter, con sus deferentes y epiciclo, según que el cuadro de Saturno los contiene. En la cuarta haz están las mismas cosas de Marte. En la quinta está el movimiento del Sol, ni más ni menos que los demás, salvo el epiciclo, de que el Sol carece. En la sexta, el movimiento de Venus, con las mismas espheras que Saturno. En la séptima haz está el movimiento de Mercurio, que tiene deferente del auge, del ecuante y deferentes del auge, del deferente y deferente del epiciclo; iten, su epiciclo y línea del verdadero y medio movimiento. En la octava haz está el movimiento de la Luna con el movimiento de la cabeza y cola del Dragón, el deferente del auge y el del epiciclo, el mismo epiciclo y la línea de su verdadero y medio movimiento.

En la segunda estancia, que diximos ser de figura circular, hay un círculo que enseña las fiestas movibles perpetuas, enzima de él hay otro que muestra las fiestas comunes según el uso de la Iglesia Romana, los días de los meses, y los días de todo el año y letras dominicales. En el retiramiento de la segunda y tercera estancia están ocho ruedas con sus índices. En la primera, que está enfrente de la octava esphera, se da a entender el áureo número, la clave de las fiestas movibles y la epacta. En el segundo, que está enzima de Júpiter, se da a entender cómo se acomode este relox a cualquiera elevación del polo, desde un grado hasta 63 y un tercio, donde el día mayor es de 20 horas, y el menor de cuatro. En el tercero, se ve la indicióna y los lustros. En el cuarto, se ve el igualador de los movimientos de los planetas en longitud. En el quinto, se ven los minutos de las horas, en cinco en cinco. En el sexto, está la ecuación del igualador primero. En el séptimo, está el círculo solar y letra dominical. En el octavo, los días de la semana de la feria.

En la tercera estancia hay un círculo que muestra los años, expansos desde Christo Nuestro Señor Redemptor. Enzima de él hay otros tres círculos: uno, muestra las horas comunes de mediodía a medianoche y de medianoche hasta mediodía. El segundo, muestra la longura del día y de la noche y las horas de Noremberch.b En el tercero círculo están las horas a la italiana, que proceden desde que se pone el Sol hasta que toma otra vez a ponerse. Entre el primero y segundo círculo hay 24 cuadrados, 12 blancos y 12 dorados, los cuales señalan las 12 horas de la noche y las 12 del día, desiguales según el uso romano, como se toma en la Sagrada Escriptura. Encima desta estancia asienta el embasamento de la esphera, sobre el cual embasamento está una figura de Júpiter que muestra con el rayo las cuatro maneras de horas, que havemos dicho. Encima está el primer móvil que se mueve en 24 horas, con el movimiento proprio del Sol, y muestra la declinación meridional y septentrional con su círculo meridiano y horizonte, y el círculo de posición y el de la división de las casas; esto, según Juan de Monteregio y Campano. Estas cosas tiene este artificiosísimo relox, las cuales proceden con semejante movimiento que con el que se mueven en el cielo, y lo que más es de maravillar, que si esto cesase por negligencia o voluntad del artífice, pueden con grande facilidad conformarle con el tiempo en que se hallare, aunque huviese cesado mil años, de manera que vuelva a mostrar la verdad de todo lo sobredicho, ni más ni menos que si jamás huviera cesado su movimiento.

Bolviendo, pues, a nuestra división de los reloxes solares, unos son fixos y otros péndulos. Los fixos tienen su razón y fundamento en las secciones que hazen con ellos los 12 círculos horarios y, de éstos, unos se hazen en plano, otros en esphera y columna y, en otros, subjectos irregulares. De los planos, unos son horizontales, otros verticales, otros equinocciales y otros polares. De los verticales, unos miran precisamente a mediodía, otros a septentrión, otros declinan destas dos partes, a oriente o a occidente. Otros son orientales y occidentales y declinan del vértice y otros pasan por él. Los péndulos, por la mayor parte, se fundan en la altura del Sol. Y éstos, ansí como los fixos, son de innumerables formas, conviene a saber, columnares como los cilindros, cóncavos y convexos; otros, sphéricos, ansimismo cóncavos y convexos, como es el hemiciclo de Beroso, y esto baste haver tocado de los reloxes.

2(En las Doze Tablas). Eran 12 tablas de cobre donde estavan escripias las leyes que más agradaron de los griegos, y se nombravan estos dos tiempos. Véase el libro décimo de Dionisio Halicarnaso y Tito Livio. 3(Después se añadió el mediodía). En las mismas Doce Tablas. 4(Desde la curia). Porque leo cum acuria, de manera que aunque se tomó el meridiano por modo cierto, entonces se puso en las Tablas, y se declarava cada día con indicio de entrar el sol en aquella calle. 5(Los rostros). Templo era (según dize Livio) o plaza, delante de la curia Hostilia, donde estava un púlpito adornado de los hocicos quitados de los navíos que havían tomado a los enemigos, desde el cual solían hazer sus razonamientos.

6(Grecostasis). Estancia era de los griegos y ansí Varrón en el cuarto libro De Lingua Latina dize [que] delante de la curia Hostilia están los rostros, lugar llamado desta manera a causa de las que hoy se llaman narizes de los navíos, que allí están fixados. A la mano derecha del Comido está un lugar a do se llegavan los llegados de las naciones que eran embiados al Senado, llamado grecostasis. 7(De la columna Menia). Ansí se ha de leer, no aérea, y fue una casa enmedio del Foro, la cual se le mandó quitar a su dueño, dándole licencia que hiziese unos corredores bolados sobre una columna desde donde él y los suyos viesen las fiestas que se hiziesen. Haze mención desta columna Asconio Pediano, Festo Pompeyo y Budeo. 8(Pronunciava la postrera). Conviene a saber el tiempo postrero de juzgar, que era a puesta de Sol, porque dezía la ley de las Doze Tablas solis occasus suprema tempestas. Esto después se determinó que se diese punto a la audiencia cuando la sombra inclinase de aquella columna Menia hazia la cárcel; qué hora fuese ésta no se sabe, ni se puede saber, porque en diversos tiempos inclinava esta sombra a diversas horas.

a. Por indicción.

b. Por Nuremberg.




TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1