CAPITULO XLVIII

De largos espacios de vida

Hazé incierto el espacio y largura de la vida de los hombres, no solamente el sitio de las regiones, mas diversos exemplos y la suerte de nacer particular de cada uno. Hesiodo, que fue el primero que escrivió algo desto, contando según pienso fabulosamente muchas cosas de la vida de los hombres, dize que vive la corneja nueve edades nuestras, cuatro [veces] tanto que esto los ciervos, y los cuervos esto tres dobladoa Y escrive otras cosas aún más vanas del ave phénix y nimphas.

Anacreón, poeta, dize que Argantonio, rey de los tartesios,1 vivió 150 años y Cyniza, rey de los cyprios, diez más, y Aeginio, 200. Theopompo afirma que vivió Epiménides Gnossio2 157. Helánico refiere haver en Etholia3 unos hombres de la gente de los epios que viven 200, lo cual confirma Damiateo contando haver bivido entre ellos un Pictorio, hombre grande de cuerpo y fuerzas, 300. Ephoro dize que los reyes de Arcadia viven 300 años. Alexandro Cornelio que un hombre llamado Dandon, en el Illírico, vivió 500 y Xenophón, en el Periplo,4 haver vivido un rey de los marítimos, 600. Y, según Mintro, escasamente 800, sus hijos. Las cuales cosas han nacido de ignorarse el modo de dividir los tiempos, porque algunos cuentan por un año el himbierno y por otro el verano. Otros han hecho, de un año, cuatro, como fueron los arcades, cuyos años eran de tres meses; otros contavan por la vejez de la luna, como los egipcios. Y ansí se dize haver vivido algunos mil años.

Pero por pasar a cosas que sabemos ser ansí, cierto es haver reinado Argathonio, gaditano, 80 años, y piénsase que comenzó a los 40. Y Massinisa, 60, cosa es sin alguna dubda, y haver vivido Gorgias, sículo, 108, y haver sido Quinto Fabio Máximo, 68 años agorero. Marco Perpena y, poco ha, Lucio Volusio Saturnino, vencieron de días a todos aquellos a quien havían pedido sus votos para el consulado. Perpena dexó siete senadores de todos los que siendo él censor5 havía eligido, y vivió 98 años, en lo cual me parece cosa digna de notar que pasaron cinco años antes que ningún senador muriese desde que Flacco y Albino hizieron lustro,6 hasta los siguientes censores, en el año de la cibdad de 579. Marco Valerio Corvino vivió 100 años, entre el primero y sexto consulado, del cual intervinieron 46; él mismo se asentó en silla de edil7 curul 21 vez, cuantas jamás lo hizo hombre; otro tanto vivió Metello, pontífice.

Y entre las mugeres, Livia, muger de Rutilio, murió de 96 años. Statilia, de noble sangre, vivió, en tiempo del príncipe Claudio, 99. Terencia, muger de Cicerón, 103; Glodia, de Offilio, 115, y ésta parió 15 vezes. Luccia, mima, representó comedia de 100 años; Galería Copiola, emboliaria,8 tornó a entrar en comedia siendo cónsules Cneio Pompeyo y Quinto Sulpicio, en los juegos9 votados por la salud del Divino Augusto, de edad de 104. La cual havía sido llevada en los principios de su arte de Marco Pompeyo, edil del pueblo, a la comedia, siendo cónsules Caio Mario y Cneio Carbón, 91 años antes y, después, siendo muy vieja, fue tornada por milagro a llevar en la consagración del gran theatro. Asconio Pediano cuenta haver vivido Samula 110 años. Menos me maravillo de haver vivido Stephanión, el primero que inventó el bailar con toga,10 en ambos juegos saeculares, conviene a saber, en los del Divino Augusto y en los que hizo hazer en su cuarto consulado Claudio César porque no intercedieron más que 63, aunque vivió después mucho tiempo. En la cumbre del monte Tinolo, llamado Tempsis, se vive 150 años. Otros tantos fue notado en la censura de Claudio César haver trahído Fullonio, boloñés, el tributo;11 y esto pareció ser ansí verdad cotejados los que antes havía trahído y por los argumentos de su vida, siendo este príncipe curioso de inquirir semejantes cosas.

a. Tres veces la vida de un ciervo.


EL INTERPRETE

Puesto caso que la especie humana sea la más excelente y aventajada de todas por tener más sublime y cabal forma que las demás, cual es el ánima racional, y tenga el mejor temperamento y fábrica, cual se le deve a la mejor forma, y las acciones peculiares a ella de mayor perfección y aun todas generalmente de mediano quilate, pero no es necesario que cada una en particular se anteponga a cualquier de las del resto de los animales o las del templado a las de los hombres que no lo son. Pues es averiguado, ansí como las potencias son diversas, exercitar sus acciones con diversos temperamentos, de los cuales los que a las unas sirven acontece estorvar a las otras. No es menester andar estantalando la imperfección humana, ni buscar discursos antes nacidos de ambición que de razón, sino confesar, pecho por tierra, que hay animales que resisten más a algunos contrarios que el hombre, y que nos exceden en algunos sentidos, no sólo en intención, sino en perfección y proporcionada correspondencia, asimismo en fuerzas, digestión y en el término más largo de la vida y en otros apercebimientos para pasala, de que los proveyó Naturaleza, pues discurriendo por los demás animales tropezaremos a cada paso en mil exemplos. Mas ¿qué haze el caso? Pues aquello mismo que les es para algo bueno, para otras cosas les es perjudicial y dañoso, y ramo, y otras vezes raíz, de imperfección. Y aun algunas ocasión de mayor daño, lo contrario de lo cual acontece al hombre. Porque a éste lo que se le da perfecto es por su provecho y lo que flaco le es causa de mayor bien o le es causa de mayor mal o se le recompensa con algún grande premio. Y por referir, en tan gran piélago de cosas particulares como se ofrecen que confirman este parecer, dos o tres solas: El andar los irracionales en naciendo o nacerse vestidos, ¿no nace de sequedad y abundancia de superfluidades, lo cual impidiera, procediendo la edad en el hombre, las obras de la razón? El no nacer armado o con instrumentos naturales, ¿no lo recompensan con grande mejoría las manos que son órgano más excelente que todos los órganos, pues con ellas se hazen? Y los instintos naturales de los brutos, ¿no los suple bien el entendimiento, que es arte más excelente que todas las artes? ¿De do viene durar más los minerales que los árboles, los árboles que los animales, y los irracionales que los que usamos de razón, sino de su imperfección? ¿Cómo exercitará el entendimiento sus obras en los campestres árboles o la tierna voluntad las suyas en las rígidas piedras? Y la templanza necesaria al resto de las obras humanas, ¿qué tienen que ver con el temple de los ciervos o de la agorera corneja? Págueseles a ésos en la largura de la vida la falta de la immortalidad del alma. Nosotros gustemos de vivir corto tiempo por vivir para siempre con Dios en el cielo, y aun de ser disueltos en breve por estar eternalmente amando y entendiendo a Dios Nuestro Señor, que es el estado en que concurre la suma de todos los bienes.

1(Tartessios). De Tarteso hablamos largamente en el libro tercero que precedió. 2(Gnosio). Gnosos, ciudad es de Candia. 3(Aetholia). Región es de Grecia, comarcana de Epiro, Acarnania y Locris. 4(En el Periplo). Valerio Máximo en el capítulo De Senectute, del libro octavo, refiriendo esta misma historia de authoridad de Xenophón no lee periplo, sino [περί] γήρας, que quiere dezir de la senectud; no maritimorum, sino latinorum; no de 600 solos al padre sino 800; no al hijo 800, sino 600. 5(Censor). Llamávanse ansí los que tenían cuidado de regir las costumbres del pueblo. El que quisiera saber qué pertenescía a este oficio, lea el tercero libro De legibus, de Cicerón.

6(Lustro). Era purificación o limpiamiento de la ciudad, que se hazía con sacrificios de cuatro en cuatro años. 7(Edil). Edil del pueblo era como fiel; edil curul, era lo mismo, pero de parte de los nobles. 8(Emboliaria). Que es representante.b Llamávase ansí de έμβολή, verbo griego que significa andar o entrar en algún lugar. 9(En los juegos). Usáronse entre los romanos muchas maneras de juegos: florales, piscatorios, plebeyos, seculares y otros desta manera, y seculares eran los que se hazían de 100 en 100 años. 10(Bailar con toga). Désta y de sus especies hablaremos al cabo del libro octavo largamente.

11(Tributo). Ansí traslado census y era pecho que se pagava.

No será bien acabar este comentario sin que digamos del año alguna cosa, de que tantas vezes en el capítulo presente se haze mención. Del año grande diximos en el segundo libro y aun se tocará algo en el dezeno, cuando hablaremos del ave phénix. El año solar no es otra cosa sino una revolución que haze el Sol, según el movimiento proprio de su cielo, acabando en el mismo punto de donde partió. De aquí se ve claro cuánto erravan los que le davan 12 lunas y los que diez meses y, también, los que 12. Los griegos, considerando el curso del Sol, pusieron el año de 365 días. Después mandó Julio César (lo que también se haze agora) que se añadiesen seis horas y ansí tuvo principio el año bisiesto, de cuatro en cuatro años más. A la verdad, los unos le dieron menos y los otros más de lo que le pertenecía, y ansí se ha seguido tanto error en la computación del año, el cual se podría enmendar con sólo quitar lo que se le ha añadido y dar de ahí en adelante al círculo solar 130 años, porque a la verdad el Sol consume en su movimiento 365 días, cinco horas y 49 minutos, poco más o menos. De la diferencia que hay entre el año trópico y sidéreo, y si está llegada al cabo o no la precisa cuantidad del año trópico, diximos en el libro segundo como en proprio lugar. Y por tanto digamos agora del [año] lunar, el cual no es otra cosa que una revolución del cielo de la Luna, en que gasta 27 días y casi ocho horas. Bien es verdad que otras vezes se toma por parte del año solar y entonces tiene más días. De otro año hazen mención los médicos, que llaman de alumbramiento, el cual unas vezes es mayor y otras menor según está más o menos tiempo ocultada la Luna y, por la parte que nos mira, privada de los rayos del Sol. Ansimismo del mes medio, pero esto no es digno que se haga de él mención, pues le fingió Galeno para dar, a su modo, la razón de los días críticos de que en nuestra medicina con más comodidad tractamos. En lo que Plinio toca de haver algunas gentes llamado año el himbierno y también el verano, y que otros hizieron de un año cuatro, es de advertir que, según lo afirma Sant Agustín en el capítulo XII del libro quince de La Ciudad de Dios, do tracta este lugar de Plinio, los años de antes del diluvio, de que la Escriptura haze mención, eran verdaderos años y no parte dellos.

b. Actriz que actúa en los intermedios.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1