CAPITULO LXXXI

De [las] señales pronósticas del terremoto

[Reconócenle] también, antes que venga, los que navegan con adivinación cierta, perturbados de las olas que se levantan súbitamente y los desasosiegan, sin que sientan ellos correr viento alguno. Tiembla también lo que está en los navios, ni más ni menos que lo que está en los edificios y da a entender con el sonido que haze el terremoto, y, aun, las aves se asientan allí con temor y sobresalto. Muéstrase, ansimismo, en el cielo precediendo al movimiento que ha de suceder de día, o poco después de puesto el Sol, con serenidad, una nube a manera de línea delgada extendida por largo expacio, y aun sale el agua que sacan de los pozos más turbia que otras vezes y no sin alguna manera de mal olor.


EL INTERPRETE

Cuenta aquí nuestro autor cinco indicios pronósticos del terremoto que están en el texto tan manifiestos y tienen tan notorias, por la mayor parte, sus causas, que no me detendré en cosa dellos. Sólo diré que la nube estendida como una raya por largo espacio muestra terremoto o porque della se entiende grande tranquilidad, y désta según que tenemos dicho el terremoto, o porque, según testifica Aristóteles, se conjetura haverse recogido el viento el vapor, que es materia de la nube, a las entrañas de la Tierra. Como también dizen en la mar anticiparse cierta ola que previene a la tempestad, llamada hija de la mar, de los poetas. Acerca del último indicio no se puede callar haver precedidoa según refiere Séneca, 600 ovejas en un terremoto, a causa de estar escondidas en la tierra exhalaciones venenosas y pestilenciales, las cuales, saliendo juntamente con el viento, inficionadas las cercanas aguas, matan los animales que matan con ellas su sed.

a. Por perecido.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1