CAPITULO LXV

[De] si hay antípodas y de la redondez del agua

Aquí nace una grande contienda entre los doctos y el vulgo, que les es contrario, sobre si la Tierra es havitada de hombres por todas partes, de los cuales, los unos tengan los pies bueltos contra los de los otros, y todos el cielo sobre la cabeza, y si la Tierra está de todas partes enmedio del mundo,1 como centro. Porque el vulgo se espanta de ver que no se ca[i]gan2 los que están abaxo de nosotros, como que no estuviese a la mano de réplica de haverse de maravillar también los otros, de ver que nosotros no nos caemos, naciendo aquí otra opinión media entre estas dos. La cual no pudo el vulgo inhábil dexar de admitir y aprovar, que fue ser la Tierra habitada de todas partes, aunque de globo desigual y figura de piña. Mas, ¿qué haze esto al caso, naciendo otro milagro que es estar colgada y no se caer con nosotros como que la fuerza del aire, y mayormente encerrado en el mundo, fuese dubdosa o pudiese caer repugnando naturaleza y negándole do ca[ig]aa? Porque como el lugar del fuego no esté sino en el fuego, y el de las aguas en las aguas, y el del aire no está sino en el aire, ansí la Tierra no tiene lugar sino en sí misma, ocupando todos los lugares el resto de las cosas. Mas es de maravillar ser la Tierra globo, haviendo en ella tantas llanuras de campos y tanta altura de montes. A lo cual responde Dicearcho, varón eruditísimo, haviendo medido los montes, por mandato de los reyes, diziendo que el más alto dellos, que es Pelíon, se levanta a plomo no más que [por] 1250 pasos, y que esta parte es segunda comparada con la redondez del Universo. A mí incierta me parece esta conjectura, porque se levantasen algunas cumbres de los Alpes por mucho trecho y no menor que de 50 mil pasos, pero ni más ni menos hay pendencia grande con el vulgo si les contriñen a a creer que el agua es también de figura redonda, no haviendo en toda la naturaleza cosa más manifiesta a la vista; porque doquiera que cuelguen las gotas3 de agua, toman figura redonda, y si caen sobre polvo o sobre el vello de las hojas, se ven de perfecta redondez y en las copas llenas se levanta la figura redonda, mayormente en las partes de enmedio el liquor, lo cual se conoce más por razón que no con la vista, a causa de la subtileza del humor y blandura que en sí misma se asienta. Y lo que es más de espantar: que si añadimos en los vasos llenos alguna poca más cuantidad de liquor, se corre lo que sobra. Por el contrario, añadidos pesos, muchas vezes hasta 20 denarios, acontece no derramarse gota. Y la causa es que siendo entonces estos recibidos dentro, levantan el agua en redondo, mas, echándose encima lo que se añade, no puede dexarse de derramar. Por la misma causa no se ve la tierra dende los navios como se vea claramente desde el mástel y, apartándose lexos el navio, si se colgare algo que resplandezca de lo alto del mástel,b parece descendir poco a poco y, en fin, se oculta y esconde. Finalmente, el Océano, que confesamos ser último, ¿en qué otra figura estuviera fixo sin caerse, no refrenándole o deteniéndole otra cosa? Y aun esto encierra en sí espanto y maravilla, porque ¿cómo, aunque sea de figura redonda, lo último de él no se corre o cae? Contra lo cual pruevan los griegos, que desta razón fueron inventores, con subtileza geométrica, no sin grande gozo y gloria suya, que no pudiera hazerse esto aunque los mares fueran llanos y de la figura que parecen, porque las aguas corran de lo alto a lo baxo y sea ésta su conocida naturaleza; y cuanto una cosa está más baxa, tanto se allega más al centro, y no haya hombre que dubde haver llegado en cualquier ribera a lo más distante que permite su declividad; y todas las líneas llevadas del centro a las cercanas aguas sean más cortas que las que van del mismo a lo postrero del mar.4 Parece clarísimo5 que todas ellas y por todas partes se acuestan al centro y, por tanto, como estuvieren hazia la parte interior, no se caen ni corren, lo cual se puede creer haver ansí formado la artificiosa naturaleza para que como

la tierra, que es seca, árida y sin humor, no pudiese conservarse por sí sola ni ta[m]poco tenerse el agua si no la sostuviera la tierra con estar entre sí abrazadas, se juntasen, dando la tierra senos al agua y penetrando el agua por toda ella, dentro, fuera y encima, discurriendo y sembrándose las venas como ataduras y aun brotando por los collados más altos, con el cual espíritu o viento, llevada y exprimida con el peso de la tierra, salta como por una xiringa,c y está tan sin peligro de caer que sube a cualesquier lugares por muy altos que sean. De lo cual se dexa claramente entender por qué causa no crecen los mares entrando cada día por ellos tanta muchedumbre de ríos.

a. En el texto, caya.

b. Por mástil.

c. Por jeringa.


EL INTERPRETE

1(En medio del mundo). Que esté enmedio del mundo la Tierra muestran los astrólogos por muchas y muy suficientes razones que por vulgares y notorias dexo aquí de dezir. 2(Como no se caen). Siendo la Tierra (según que arriba diximos) redonda, no es cosa fuera de razón que haya antípodas. Estos no se caen porque todo lo pesado inclina hazia abaxo naturalmente, y si cayesen, irían hazia arriba, conviene a saber, hazia el cielo. Porque en cualquiera parte que el hombre esté tiene la tierra debaxo y el cielo encima. Qué lugares habiten éstos es cosa fácil señalar de la circunscripción de los meridianos y paralelos, en la esphera. Porque los antípodas tienen el mismo meridiano y [h]orizonte, aunque distan por 180 grados de círculo mayor, y ansí nosotros tenemos a algunos de los indios occidentales por antípodas. 3(Porque aun las gotas). Muestra aquí con algunas razones no ser cosa fuera de camino creer que el agua sea esphérica, todas fáciles. Hasta adonde pretende mostrar que, aunque los mares fueran llanos, no pudieran caerse, antes derramarse fuera contra natura. La demostración de los griegos prueva que aunque la mar fuera llana, como a la vista parece, no pudiera caerse, y que mucho menos siendo redonda, para lo cual presupone lo que todos saben: o más lexos del centro de la Tierra. Dize más: que todos entienden que la costa de la mar está más alta, conviene a saber, más lexos del centro de la Tierra que estaría cualquiera otra parte della si fuese llana. Porque a no ser ansí, la que estuviera más alta havía de correr a la ribera que está más baxa, y ansí cubrir la Tierra. Destos tres presupuestos colige que no puede el agua caerse pues no estriba sobre las riberas sino sobre el centro de la Tierra como se ve en esta figura. Este es el verdadero sentido deste lugar, el cual hasta agora no ha sido entendido (que yo haya visto) de alguno de los que de él han tractado, porque todos ellos quieren que esta razón fuese enderezada a provar que el agua sea redonda, y colegían de allí tener tumor y levantarse sobre las riberas, finiendo centro distincto del de la Tierra, lo cual no sólo es falso, pero prueva lo contrario de lo que ellos pretenden. Pues si ansí fuese, era necesario que la mar, por estar por la parte de enmedio más alta que por las costas, viniese por el presupuesto de Plinio corriendo de lo alto a lo baxo y más cercano al centro e inundase toda la tierra, como parece por su misma figura que es ésta. 4(A lo postrero del mar). Entiende por lo postrero del mar las costas que son los términos y fin desde él, no lo más profundo, como hizieron los sobredichos. Y quito a primis aquis porque para hazerse la demostración, las líneas se han de llevar desde el centro de la Tierra y no desde otra parte. 5(Parece claro). Estas palabras mudo a su proprio lugar.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1