CAPITULO XXXVII

De las estrellas castores

Nacen también1 estrellas en la mar y en tierra, como lo vi yo haziendo de noche la guarda los soldados, porque se pegava a las picas un resplandor2 a ellas semejante y a las antenas y otras partes de los navíos, con una manera de voz, mudándose de unos lugares a otros como ave. Son de mal agüero cuando parece una sola, y anegan los navíos y aun los queman si acaso llegan abaxo, y de buena significación cuando son dos, denunciadores de próspero viaje, porque dizen ahuyentarse con su venida aquella cruel y amenazador Helena y, por tanto, asignan esta deidad a Cástor y Póllux y los invocan en la mar como a dioses; resplandecen, también, al derredor de las cabezas de los hombres, hazia las tardes, con grande significación, todo con razón y causa incierta, aunque escondida en la magestad de Naturaleza.


EL INTERPRETE

1(Nacen también). Restituyo las palabras del texto que precedió al principio del presente y no leo: ex his tunc sino existunt. 2(Un resplandor). Llaman los griegos esta impresión [en blanco en el texto]; los latinos, Cástor y Póllux; algunos modernos, fuego precedente y, otros, San Telmo, de los navíos. Házese en la parte más baxa del aire, de humos gruesos que se espesen con la frialdad nocturna y enciéndese del concurso de dos contrarias cualidades que entre sí pugnan y pelean, porque el vapor es caliente y el aire frío. Fíxase en las lanzas o antenas por razón de su graveza, do permanece hasta que se gasta y consume. Por qué sea esta impresión, cuando acontece sola, contraria y, cuando acompañada, saludable, apenas se puede dezir si no es porque la sola muestra mucha materia de tempestad, y la acompañada la que hay consummirse y acabarse. Hazen mención della otros autores y, en especial, Séneca y Propercio, y juntamente de los fuegos que llaman los latinos lambantes, véase Livio en el libro primero y, en el segundo, Virgilio.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1