CAPITULO XXIV

De las estrellas repentinas

Restan algunas otras cosas del cielo porque en el mismo nacen repentinamente estrellas de que hay muchos géneros.


EL INTERPRETE

Haviendo ya Plinio hablado del cielo y de las siete estrellas que llamamos erráticas, quiere tractar de las impresiones del aire y, entre ellas, de los cometas. Los cuales aunque él crea engendrarse también en el cielo y que las estrellas constan de fuego elementar (según lo sintió Epicuro), pero Aristóteles enseña con más verdad ser éstas agenas de todo elemento y aquéllos engendrarse de exhalaciones en el aire. Por lo cual será necesario al presente traher a la memoria que éste dividen los philósophos entre regiones de que la más alta de todas dizen ser calidísima, ansí por causa de los rayos del Sol y otras estrellas que la tienen más cercana que a las demás como por el movimiento rapidísimo de los cielos y que se engendran en ella solas impresiones encendidas. La de enmedio es frígidísima, ansí por estar más distante de los rayos del Sol como por vapores que a ella suben, los cuales, tornados espontáneamente a su antigua naturaleza, son bastantes a enfriar grandemente en esta parte el aire, puesto que sea (según la doctrina de Aristóteles) de su naturaleza, cálido, si no queremos aprovecharnos en este propósito de la Antiperistase que yo querría ver desterrada de toda la philosophía. En ella se engendran impresiones por la mayor parte frías, cuales son lluvias, nieves, granizo y otras semejanzas. La tercera región y más baxa de todas, es subjeta a mudanzas de frío y calor por los vapores y exhalaciones que se le allegan y por los rayos del Sol que, topando en la Tierra, unas vezes se reflejan con ángulos rectos y otras con obliquos y distancia de la fuente del calor, y de aquí es que admite mezcladamente impresiones frías y también calientes y encendidas según que más adelante claramente veremos.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1