CAPITULO XI

De la grandeza de las estrellas

Levanta esta consideración los ánimos de los hombres al cielo, los cuales descubren desde aquí la magnitud de las tres tan grandes partes de Naturaleza. Porque no sería posible quitarse la lumbre del Sol a toda la Tierra, puesta entre ellos la Luna, si la Tierra fuese mayor que ella. De la una, y de la otra, se dexa claramente entender la grandeza del Sol, de suerte que no es ya necesario inquirir su amplitud con los ojos o conjecturas del ánimo, como los antiguos hazían, diziendo ser grandísimo por caer paralelas1 y en igual distancia por todas partes las sombras de los árboles puestos en los términos, aunque estuviesen apartadas por muchas millas. De donde se seguía ser, por lo menos, tan grande como todo el espacio y porque en el día del equinoccio a los que habitan en la región meridiana cae el Sol sobre la cabeza al tiempo de mediodía y porque, a los que habitan debaxo del trópico de Cáncer, a mediodía caen las sombras hazia septentrión, y cuando sale el Sol, hazia occidente. Las cuales cosas en ninguna manera pudieran acontecer si no fuera el Sol muy mayor que la Tierra. Mas, que en saliendo, bence en amplitud el monte Ida por grandísimo que es, pues le alumbra por la parte derecha e izquierda, aunque apartado por tan grande intervalo, pues muestra manifiestamente el eclipse de la Luna la grandeza del Sol, ansí como también el eclipse del Sol la pequeña cuantidad de la Tierra. Porque como sean tres2 las figuras de las sombras, y conste que si el cuerpo opaco es igual al que alumbra, son de forma de columna, sin tener fin, y si es mayor el opaco que el cuerpo que alumbra son como un trompico derecho, de manera que la parte que está hazia el cuerpo opaco es angosta, y de la misma manera infinita la longura de la sombra. Y si es menor el opaco que el luminoso, se hazen de forma de un trompico buelto al revés, y con éste también ser la sombra en el eclipse de la Luna, tal es cosa averiguada y sin dubda ser la Tierra de menor tamaño que el Sol. Vese también esto con muestras ocultas de naturaleza, pues no puede ser otra la causa de que el Sol decline por el himbierno a mediodía,3 sino la necesidad que hay de que la Tierra se restaure y rehaga con la sombra de las largas noches porque, de otra manera, sin dubda, la abrasaría. Y aún agora lo haze en algunas partes: tanta es su grandeza.


EL INTERPRETE

1(Por caer paralelas). La fuerza desta razón consiste en la grande distancia del Sol, porque estando tan lexos de nosotros y pareciendo del tamaño que se ve, es necesario sea grandísimo. Su distancia se muestra en ser las sombras destos árboles, al sentido, paralelas, lo cual nace de estar distantísimo el Sol de la Tierra. Porque es cierto en perspectiva, mientras más dista el luminoso del opaco sus rayos o líneas irse haziendo más paralelas y, por el consiguiente, las sombras. 2(Como sean tres). Según se ve en estas figuras.

FIG. I. Conos de sombras según tamaños relativos del cuerpo luminoso y del opaco.

3(Decline a mediodía por el himbierno). No parece esta razón muy eficaz, pues aunque la tal absencia sea [a] algunas regiones provechosa a otras causa grande daño; también, porque sabemos no apartarse tanto como convenía de la zona que llamamos Tórrida. Después desto, si las noches del himbierno se alargan para que con su prolixa opacidad remedien los daños y fuegos que causó el estío, ¿por qué razón donde el Sol arde y quema más son tanto menores las noches que en las regiones donde, a causa de su círculo, tienen mucho menor fuerza? Allégase a esto que en Scythiaa hay lugares secos y arenosos y en Africa, donde el sol es tan frecuente, hay lugares acuosos y húmidos, los cuales produzen con admirable fertilidad. También, ¿creerse ha que las estrellas que declinan a septentrión se apartan por no quemar la Tierra? Pues, ¿por qué diremos que se mueve el Sol de oriente a poniente? No en verdad por otra cosa sino porque viniéndose para nosotros haze el día y, apartándose, la noche. Lo cual si hiziera siempre por la equinoccial, comunicara a las tierras su luz pero no su fertilidad, pues vemos ser necesaria la diversidad de los tiempos para la generación de las cosas en tan diversas y apartadas regiones del mundo. Lo demás, que por la mayor parte es sacado de Cleomedes, está del texto tan claro que no me pareció tener necesidad de declaración.

a. Región situada entre los Cárpatos y el Don.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1