CAPITULO VII

De Dios

Por lo cual me parece proceder de flaqueza humana buscar la hechura y forma de Dios, pues todo es ánimo1 y todo poder. Mayor locura es creer que haya infinitos dioses, según las virtudes y vicios de los hombres, como son castidad, concordia, razón, esperanza, honra, clemencia, fe o, como agradó a Demócrito, [sola]mente dos: pena y beneficio.a

Los miserables hombres, llenos de trabajos, dividieron estas cosas en partes juzgando conforme a su flaqueza, porque cada uno adorase aquello de que más necesidad tuviese. Y, ansí, hallamos unos nombres acerca de unas gentes y, otros, acerca de otras, e innumerables dioses entre las mismas gentes, repartidos también los infernales en géneros, las enfermedades y otras pestilencias de gentes que desean, con temores cobdiciosos, tenerlas favorables y, por tanto, está un templo en el Palacio de Romab dedicado a la Calentura, y un altar a Orbona2c en el de los Dioses Familiaresd, y en las Esquilias3 otro a la Mala Fortuna. Por lo cual, se puede entender que hay mayor caterva de dioses que de hombres, pues cada cual haze dios a su voluntad, tomando por abogados [a] Junones y Genios, y aun algunas gentes adoran por dioses los animales brutos y ciertas suciedades, y otras muchas cosas aún más vergonzosas de dezir, jurando por manjares hidiondos.4 Niñería es creer matrimonios entre los dioses no haviendo nacido en tantos siglos cosa dellos, y ser otros de mucha edad y siempre canos; otros, mancevos y aun mochadlos, de color negro, alados, coxos, nacidos de huevos y que mueren y viven [cada] día.5 Mas lo que excede a toda desvergüenza es fingir entre ellos adulterios y, tras esto, vandos y competencias y, finalmente, que haya dioses de maldades y de hurtos.6

También honramos por dioses a los hombres que hazen alguna ayuda notable a los demás, y ésta dizen ser la vía para la honra inmortal y que por ella caminaron los príncipes romanos, y va agora, con pasos celestiales, juntamente con sus hijos, Vespasiano Augusto, el cual rige admirablemente el mundo, ayudando a los afligidos. Porque es costumbre muy antigua pagar los beneficios a los que bien nos hazen con ponerlos en el número de los dioses, cuyos nombres, con los que las estrellas arriba conté, nacieron de los méritos de cada uno y llamarse Ioves o Mercurios y tomar otros apellidos del cielo de otra manera, ¿quién no confesará ser interpretación de naturaleza?7 En lo demás, cosa es certísima8 aquel Sumo Señor tener cuidado de las cosas humanas, sin fatigarle un punto esta su providencia.

Grande es la maldad de los hombres, pues unas gentes no tienen respeto a Dios y otras se le tienen vergonzoso. Sírvenlos con sacrificios estrangeros,9 tráenlos en los dedose y aun adoran los monstruos; condenan e inventan manjares10 y cárganse de subjeciones tan crueles que aun dormir no les dexen sosegados; y no eligen muger ni hijos y, finalmente, ninguna otra cosa sin que lo manden los oráculos. Otros engañan en el mismo Capitolio y juran falsamente por Júpiter Fulminante; a éstos aprovechan sus maldades, y a los otros dañan sus sacrificios.

Pero hallaron los hombres entre estos dos pareceres una deidad media, pues en todo el mundo, en todas partes, y aun de todas las gentes, es invocada la Fortuna. Sola se nombra, sola se acusa, sola se condena, sola se piensa, sola se loa, sola se reprehende y con afrentas se honra, tenida por mudable y, de algunos, por ciega, vaga, inconstante, incierta, voluntaria y favorecedora de los que no lo merecen. Esta les parece que reparte y dispensa todas las cosas; a ésta lo agradecen y en todas las cuentas humanas hinche ambas hojas y son de una suerte tan subjeta que tienen a la misma suerte por Dios. Otros hay que la niegan y atribuyen los acontecimientos a su estrella y a las leyes de su nacimiento, y dizen que de una vez determinó Dios lo que havía de ser de todos, para estar, de ahí en adelante, ocioso. Comenzóse a asentar este parecer y siguiéndole de tropel el común de los doctos e indoctos. De aquí es que creen las significaciones de los rayos, las respuestas de los oráculos y pronósticos de los que adivinan y (lo que en los agüeros es más menudo) en los estornudos y tropiezos. Escrive el Divino Augusto haverse calzado al revés el zapato izquierdo el día que se le amotinaron los soldados. Las cuales opiniones muestran no haver cosa más desventurada, ni más subjeta a engañarse, que el hombre. Porque los otros animales no tienen más cuidado que de su mantenimiento, para el cual de suyo basta la benignidad de Naturaleza con un bien que se debe preferir a todos los demás, que es no tener cuidado de honra, de riquezas, de ambición y, finalmente, de la muerte. Pero creer que Dios tiene cuidado de las cosas humanas, aliende que es parecer muy verdadero, es cosa conveniente a la vida y que se han de castigar los malos, aunque se tarde. Y que no fue engendrado un animal tan cercano a Dios como el hombre, para que estuviese, a causa de su vileza, a par de las bestias.11 Pero, no se tenga por negocio de defectuosa Naturaleza, antes por cosa de muy grande perfección, repugnar algunas cosas a la potencia de Dios, como es no se poder matar aunque quiera, ni hazer que el que vivió no haya vivido, y que el que ha tenido honras no las haya tenido, y que no tenga poder en lo pasado sino es en el olvido, ni pueda hazer que dos diezes no sean 20,12 y otras muchas cosas desta manera, a las cuales o repugna poder hazerse o argüiría imperfección en Dios que pudiese hazerlas.

a. Por castigo y premio.

b. Se refiere al palacio de los Césares en el monte Palatino.

c. Diosa de los huérfanos, viudas y padres que han perdido a sus hijos.

d. Dioses y diosas tutelares de cada persona.

e. En sus anillos.


EL INTERPRETE

Vacila Plinio en el conocimiento de Dios, y como hombre gentil y sin fe, una vezes dubda si es el Sol, otras si el mismo mundo o Naturaleza, otras si otra substancia espiritual o el hombre benéfico a los otros hombres, torpedad más que brutal, pues está señalada sobre nosotros la lumbre de la haz del Señor. Y no hay gente tan bárbara que en alguna manera no le confiese, considerando el orden de las cosas, los beneficios que cada día se reciben de su mano, los temores de los malos, los oráculos y prophecías, la creación del ánima racional y, finalmente, que no admite Naturaleza que no se pare en alguna Primera Causa, la cual es Dios, de quien emane al resto de las cosas el ser y bondad que ella no recibe de otra parte.

Aunque esto sea ansí, porque burla galanamente de los dioses de los gentiles, no quise quitar de[l] todo este capítulo. Antes lo moderé, de manera que lo que es contrario a nuestra religión por la mayor parte se extirpase, quedando lo que es a ella conforme y condena [de] las vanidades gentílicas. Para mayor entendimiento de lo cual no será fuera de propósito ver a Santo Thomás en la cuestión segunda de la primera parte y, désta, principalmente, el artículo tercero y último, do se prueva por cinco razones naturales que hay Dios. La primera, porque lo que se mueve es de necesidad movido de otro y, esto, de otro, y ansí se daría proceso infinito, lo cual repugna a Naturaleza; o no se mueve, y entonces será Dios. La segunda, porque lo que es hecho, de otro es hecho y, esto, de otro, hasta proceso infinito, y como esto sea imposible havemos de dar algún eficiente no hecho de otro, el cual será Dios. Lo tercero, porque algunas cosas pueden ser y no ser, y éstas es necesario que algún tiempo no sean, pues se pueden corromper, y si todas fueran desta cualidad, en algún tiempo no huviera nada y, ansí, ni agora lo huviera, luego conviene haver algo que sea de necesidad; desto, pregunto si tiene la necesidad de sí o de otro, o se dará proceso infinito, o se ha de venir a algo que la tenga de sí, y esto es Dios. Lo cuarto, unas cosas son mejores que otras, y dízense tales en respecto a alguna sumamente buena, y lo que es ansí en algún género es causa de sus especies, luego hay algo que es causa del ser de lo demás, y ansí de las demás perfecciones, y esto es Dios. Lo quinto, vemos obrar por el fin cosas sin conocimiento, lo cual no puede hazerse sin que sean enderezadas de algún conoscedor o inteligente, luego hay algo de que todas las cosas son guiadas a su fin, y esto es Dios.

1(Todo es ánimo). Porque los otros animales están divisos en potencias, mas en Dios no hay división ni composición alguna, siendo como es substancia espiritual y simplicísima, según que lo muestra entre otros, excelentemente, Santo Thomás, en la cuestión tercera de su primera parte por todos sus ocho artículos. 2(A Orbona). Excluyen algunos esta palabra del texto, y otros la admiten. Es la diosa en cuya tutela estavan los padres a quien la muerte privava de sus hijos, según lo testifica Arnobio en el libro cuarto, Contra los gentiles. 3(Esquilias). Collado es deste nombre en Roma. 4(Manjares hidiondos). Como eran cebollas y cosas semejantes, a quien veneravan algunas gentes por dioses. Véase en Santo Thomás la cuestión undézima de la primera parte y della, principalmente, el artículo tercero do se muestra ser Dios uno. 5(Que mueren y viven cada día). Como se dice de Cástor y Póllux, de los cuales cuando uno muere afirman vivir el otro. 6(De los hurtos). Alude a la diosa de los hurtos que llamavan Laverna. 7(Declaración de Naturaleza). Porque los llamaron ansí para darnos a entender algunas propriedades o de los hombres o de las estrellas. 8(Cosa es certísima). Pareciole a Epicuro no regirse las cosas humanas por providencia divina, porque siendo Dios bienaventurado, no se pudo persuadir que se ocupase en nuestras cosas y negocios, todo con grave error, pues a Dios no causa fatiga alguna la providencia de las cosas. Y es de espantar que diziendo nuestro autor que el Sol es regimiento de naturaleza y principal deidad y que perpetuamente camina, quita al cielo la tristeza y serena los nublados del ánimo humano, sin haverse cansado en tantos millares de años, no entienda que esto mismo puede acontecer en Dios, cuya providencia se tenga por muy cierta y averiguada, con que sin un punto fatigarse nos rige y govierna, y tiene cuenta con todas las cosas por menudas que sean. Pues ha viendo Dios no ha de estar ocioso, antes cuanto una naturaleza es más excelente tanto suele ser más eficaz y, siendo primera causa, ha de ser principio efectivo y conservativo de todo. Lo cual no puede ser sin providencia, mas ¿quién ve el orden de las cosas y la distribución tan provechosa dellas que le quede escrúpulo alguno desta providencia que confesamos? 9(Con sacrificios estrangeros). Toca aquí a los que introduzían en el pueblo romano cultos de dioses de otras partes. 10(Condenan e inventan manjares). Dízelo por los hebreos, que reprovavan unos manjares y aprovavan y usavan de otros.11(A par de las bestias). Razón es que persuade la inmortalidad del alma; pues no es de creer que criase Dios al hombre tan cercano y semejante en el entendimiento, ansí para asemejarle en la muerte del alma a las bestias, sino tal que venciese su condición mortal, tanto cuanto excede el ánima racional a la de los brutos y fuese inmortal con la porción que es cercano a Dios. 12(Que dos diezes no sean veinte). Si esto probase falta en Dios también lo haría en las ciencias, lo cual es falsísimo, antes, desta constancia, se entiende su perfección y certidumbre. También se condemnarían las leyes que perseveran y se aprovaría el tirano que según su voluntad las volviese cada día de arriba abaxo; véase la cuestión XXV de la primera parte de Santo Thomás, do se tracta de la providencia de Dios.

Y esto baste haver livianamente tocado acerca de la declaración deste capítulo. Quien quisiere saver lo que la fragilidad humana puede rastrear del piélago immenso de la divinidad, lea los theólogos y, entre ellos, este sagrado Doctor, en su primera parte.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1