PROLOGO
[DE CAYO PLINIO SEGUNDO]



Determinado he, graciosísimo Emperador,a ofrecerte por esta mi atrevida letra los libros de la Historia Natural, obra nueva a las Musas de tus romanos y postrero parto de mi ingenio, porque tú solías estimar en algo mis nonadas. Que quiero usar1 de las palabras de Catulo, mi coterráneo,2 y el atribuirte este título no te parezca cosa fuera de razón, ansí por ser éste el estilo de la guerra como por envegecerse ya en tu poderoso padre. El cual, como sabes,3 trastocadas las primeras sílabas, se hizo algo más duro de lo que quisiera parecer a sus familiares y criados.

Por estas razones te he dedicado mi libro y, también, porque con esta osadía se haga lo que quisieras que se huviera hecho en otra mía, escripta con amorosa libertad y manifieste algunas obras de tu valor para que entiendan todos cuán a la pareja4 corre contigo el Imperio. Pues es cierto que gozaste de la grandeza del triumpho y fuiste censor, seis vezes cónsul y particionero de potestad de tribuno. Ansimismo, general de la guarda imperial, la cual dignidad ennobleciste más que todos los otros magistrados aceptándola por agradar a tu padre y al orden de cavallería, y en todo esto tuviste respecto a la República. Pues a mí, como me tractaste mientras estuve contigo en la guerra y no ha mudado en ti la amplitud de fortuna sino que pudieses aprovechar cuanto quisieses, ansí que como acerca de los otros sean todas estas cosas tan manifiestas para que generalmente se estime tu grandeza, yo me quedo con sólo el atrevimiento de venerarte más familiarmente. Esto, pues, imputarás a ti y perdonarte has mi culpa. En balde me he avergonzado, pues por otra vía te muestras grande, enmudeciéndome con la excelencia de tu ingenio. En nadie resplandece más verdaderamente la fuerza de la elocuencia, la facundia necesaria a la potestad tribunicia. ¡Cuán altamente entonas las alabanzas de tu padre y, a más, las de tu hermano! ¡Cuánta perfección tienes en la poesía en que hallaste con que también imitases a tu hermano5 y grande fertilidad de ánimo!

Pero, esto ¿quién podrá ponderarlo sin miedo, haviendo de pasar por el juicio de tu ingenio principalmente provocado ? Pues no es igual la condición de los que publican sus obras y de los que señaladamente te dedican algo. Si eso fuera, pudiera dezir: ¿para qué lees esas cosas, oh Emperador? Para el baxo vulgo se escrivieron y para la caterva de los labradores y oficiales y, finalmente, para gente no estudiosa. ¿Para qué te hazes juez? Cuando esto escrivía no te contava en el número de los que havían de juzgarme; no creí de tu grandeza que se havía de humanar tanto.

Huyen también los escriptores del juizio de los doctos, como lo hizo Marco Tulio, varón de excelente ingenio. Y de lo que más me maravillo es que, para defenderse, toma a Lucilio por abogado.6 “Esto no quiero —dize— que lea Persio, hombre doctísimo, y quiero que lo lea Lelio Décimo”. Pues si esto pareció a Lucilio que le era necesario dezir, siendo el primero que escrivió con juicio, y a Cicerón que lo podía imitar principalmente escriviendo De Oratore Perfecto, ¡con cuánta más causa pudiera yo desconfiar de algún juez!

Pero heme privado al presente destos remedios con haverte dedicado mi obra, porque mucha diferencia va de caber al hombre por suerte un juez o escogerle de su voluntad. Y muy diferente aparato es el que se deve al huésped combidado del que basta para aquel que se combida o, acaso, se ofrece sin llamarle. Como depositas en los pretendientes sus dineros en el hervor de la pretensión de los oficios y magistrados en las manos de Catón, enemigo de sobornos y que gustava igualmente de las repulsas y de las honras que conseguía, para que los perdiese el que se hallase culpado de soborno, profesavan hazerlo por prueva de su inocencia, que es la mayor cosa que se puede hallar en un hombre. Y de aquí nació aquella excelente alabanza de Marco Catón, en que dixo: “¡Oh, bienaventurado Marco Porcio, a quien nadie osa pedir cosa injusta!” Como Lucio Scipión Asiático apelase para los tribunos, de los cuales uno era Graco, dava a entender que aun delante del juez enemigo podía justificar su causa. En tanta manera es verdad hazer cada uno sumo juez de su pleito a cualquiera que elige, de do es que se llama provocación.

Sé, pues, que estando como estás encumbrado en el más alto lugar de las cosas humanas y adornado de suma elocuencia y profunda erudición, aun los que van a sólo saludarte, entran con muy grande ceremonia y respecto y, por tanto, lo que más me desvela es mirar que las cosas que se dixeren sean dignas de ti. Pero, por otra parte, considero que los rústicos y diversas naciones sacrifican ofreciendo leche a los dioses y los aplacan con aquel género de farrob que llaman molasalsa los que no tienen encienso y que en ninguno fue cosa culpable honrarlos como mejor pudiese.

Allégase también a mi temeridad dedicarte estos libros que admiten poco artificio, porque ni son capaces de ingenio, el cual, demás desto aún yo no tenía mediano, ni sufren digresiones, razonamientos, casos admirables, acontecimientos varios, ni otras cosas deleitosas de dezir y suaves de leer. Sólo se cuenta con palabras llanas la naturaleza de las cosas, conviene a saber: la vida y, désta, lo vil y más baxo y cosas, no pocas, que expresaremos con palabras rústicas y extrangeras o, por mejor dezir, bárbaras y, esto, escusándonos. Haze también dificultoso este mi intento [el] seguir camino no hollado de otros autores y por do el ánimo desconfíe de poder ir adelante, porque entre los latinos ninguno lo ha tentado, y entre los griegos, no se halla quien solo le haya tractado todo.

La mayor parte de los hombres busca estudios deleitosos y las cosas de inmensa subtilidad que se dize haver sido escripias de otros, están enterradas en obscuras tinieblas y, también, que ha- vemos de tocar todas las artes que, por tener cierta comunicación y orden circular entre sí, llaman los griegos τàς έγκυκλο παιδείας.c De las cuales, unas no se saben, o con dubda e incertitud, y otras son referidas de tantos que repetirlas sería enfadoso. Arduo es dar novedad a las cosas antiguas, a las nuevas autoridad, lustre a las no usadas, a las pesadas gracia, a las dubdosas crédito, a todas naturaleza y a su naturaleza todas. De manera que, aun a los que no saliesen con ello, de sólo intentarlo se les seguiría gloria. Y, a la verdad, tengo en los estudios por bueno el consejo de aquellos que, vencidos de la dificultad de lo que tractan, prefieren la utilidad del aprovechar a la gracia del aplacer. Esto he yo hecho también en otras obras, y ansí me maravillo que comience Tito Livio, autor muy célebre, un volumen de sus historias, a las cuales da principio del origen de la ciudad de Roma, diziendo haver ya ganado asaz de gloria y podido cesar si el ánimo inquieto no se cevara con la obra, porque sin dubda fuera mejor haver escrito a gloria del pueblo vencedor de las gentes y del nombre romano que no del suyo, y más mereciera en haver perseverado por amor de la obra que no de su entretenimiento y recreación y, esto, no por su respecto, sino del pueblo romano.

Veinte mil cosas dignas de cuidado (porque, como dize Domicio Pisón, no son otra cosa los libros sino tesoros), con lección de casi dos mil volúmines, de los cuales, muy pocos rebuelven los estudiosos por el secreto de la materia, encerramos en nuestros treinta y seis, sacado de ciento los más principales, añadiendo no poco que no supieron nuestros antecesores o que después ha hallado la vida. No dubdo sino que se me havrán pasado muchas cosas, pues soy hombre y ocupado en oficios públicos y escrivo en horas hurtadas a los negocios. Pero porque no pienses que he perdido el tiempo, te hago saber que los días gasto en tu servicio y de las noches duermo sólo aquello que basta para vivir, contentándome solamente con que mientras escribo estas nonadas (como dize Marco Varrón) vivo más horas, porque a la verdad no es la vida sino vela.

De manera que nace de tu grandeza dedicarte yo esta obra, puesto caso que no ose a prometer nada, por verme oprimido destas dificultades. Y no es confianza della, sino de la dedicación, que muchas cosas nos parecen muy preciosas por ser consagradas a los templos.

Ya yo he, en un volumen de bastante grandeza, tractado de tu valor y del de tu padre y hermano, comenzando la historia de nuestros tiempos desde el fin de la de Aufidio Basso. Preguntarme has, ¿dónde está? Días ha que la tengo acabada, aunque la estoy todavía remirando y aún estava con propósito de dexarla a mis herederos sin publicar, porque no se juzgase haver sido la causa de tomar este trabajo algún género de ambición y, por tanto, doy el devido honor a los autores que me precedieron en escrevir cualquiera de las materias que tracto y, ansimismo, a los sucesores que han de contender conmigo, según que yo lo hize con los que me precedieron.

Verse ha ser esto ansí en no haver callado sus nombres, porque cierto es cosa benigna y llena de noble respecto confesar cada uno por quién ha aprovechado, no como hizieron muchos de los que he leído, los cuales, cotejándolos con los más antiguos, hallé haver trasladado a la letra de sus escriptos, sin discrepar en un punto de todo cuanto dixeron, no haziendo dellos mención, no contendiendo con aquella virtud vergiliana o con la sinceridad de Cicerón. El cual, en los libros De República, confiesa ser compañero de Platón. En la consolación de la hija dize que sigue a Crantor, y en lo De Oficiis a Panecio, con ser estos volúmenes tales que sabes bien que no sólo no es justo que no se caigan de las manos, pero es muy necesario que se sepan de coro. De ánimo, por cierto, servil y desventurado es querer más ser tomado con el hurto en las manos que no volver lo que se tomó prestado a su dueño, principalmente, tomándose el logro en cuenta del principal.

En lo que toca a los títulos, fueron admirablemente venturosos los griegos porque unos llamaron sus libros [κηρìον] pana[l], otros [κέρας Aμαλθείας] o cornucopia,d dando a entender que se puede esperar dellos leche de gallina, que es lo imposible. Otros, Musas [Iωνιά,e Μοûσαι,f πανδέκται,8 Έγχειρίδιον,9 Λειμών,10 πινακίδιον];11 inscripciones por las cuales se podría dexar cualquiera cosa importantísima, mas cuando entrares, ¡válame Dios, cuán nonada hallarás dentro!

Entre los nuestros, unos, como más groseros, pusieron títulos de exemplos y antigüedades y, los más donosos, de artes. Otros, los llamaron vigilias, según que entiendo haverlo hecho, primero que otro alguno, Valerio Antias, ciudadano de Antio. Varrón12 llamó ciertas sátiras suyas Sexculixes y Flexibula. Dexó de devanear, entre los griegos, Diodoro, dando a su historia nombre de librería;g Appion, gramático, al cual Tiberio César llamava Campana del Mundo, pudiéndole mejor llamar atambor de la fama pública, escrivió que hacía inmortales a aquellos a quien[es] dedicava alguna cosa.

No me pesa a mí de no haverme topado otro más autorizado título, mas porque no parezca que persigo en todo a los griegos, digo que querría ser tenido por uno de aquellos artífices que hallarás haver intitulado con títulos pendientes sus obras perfectísimas y tales que no nos hartamos de loarlas, ansí como Appelles hazía, o Polycleto, insinuando que estava comenzada siempre el arte y no acabada, para que contra la diversidad de los juizios, quedase siempre al artífice recurso al perdón, como a quien enmendara todo lo que se pudiera desear si no se interpusiera impedimento por el cual intitularen muy comedidamente sus obras, como si fueran las postreras y a todas hubiera faltado algo por la muerte. Tres tablas, no más, según yo pienso, se hallan con título absoluto de Fulano la hizo, las cuales nombraré en sus lugares, en que pareció haver satisfecho a su autor la suma seguridad del arte y, por tanto, causaron grande envidia en los de su facultad.

Yo claramente confieso haverse podido añadir mucho a las mías y no a éstas solas, sino también a todas las otras que hasta aquí he publicado para, de camino, librarme destos mordedores, que ansí los nombraré más pro- priamente. Porque oigo dezir que los estoicos, peripatéticos y epicuros me andan calumniando, que, de los gramáticos, siempre he temido que conciban algo contra los libros que escriví de gramática y, en fin, lo abortaron al cabo de diez años, pariendo más presto los elephantes. Como que yo no supiese que escrivió una muger contra Theophrasto, varón tan señalado en elocuencia, y que nació de ahí el proverbio que dize haver de escoger los hombres árbol13 en que se ahorquen. No se escusa traher a este propósito las palabras de Catón Censorino para que por ellas conste, éstos que con murmurar de la ciencia agena buscan su fama propria, haver estado armados aun contra Catón cuando escrivía de la disciplina militar. El cual havía deprendido esta arte debaxo de la vandera de el Africano, y aun de Haníbal, bastándole apenas el ánimo a sufrir que el Africano triumphase siendo capitán general, ¿qué dize, pues, en aquel volumen?

Bien sé que si divulgase esto que tengo escripto no faltaría quien lo reprehendiese y, mayormente, aquellos en quien no cabe loor verdadero, mas sus palabras las estimo yo en nada. Y Planeo dixo graciosamente, como oyese decir que Assinio Pollión escrivía contra él libros para publicarlos después de su muerte él o sus hijos, porque no pudiese responder por sí, que con los muertos no contendían sino los trasgos.14 Con el cual dicho ansí los confundió, que acerca de los eruditos no se juzga cosa por más desvergonzada, luego, con seguridad, aun contra los vitiligatores o pleitistas, que Catón elegantemente nombra con palabra compuesta de vicios y litigadores, porque ¿qué otra cosa hazen sino litigar o buscar pleitos?

Acabaremos lo demás de nuestro propósito y porque no se deben estorvar tus ocupaciones, pues tractan del bien público, me pareció poner el pie desta carta lo que contiene cada libro, procurando con sumo cuidado que no te embaraces en leerlos todos y ansí será causa que puedan hazer lo mismo los demás, rebolviendo cada uno sólo aquello de que gustare, informado por mi tabla dónde lo ha de hallar. Y esto hizo antes de mí, entre los latinos, Valerio Sorano, en los libros que escribió Eπóπτιδες o De Spectaculos.

a. Refiérese a Tito Flavio Sabino Vespasiano (79-81), comúnmente conocido por Tito e hijo del emperador del mismo nombre, mis conocido por Vespasiano (70-79).

b. Harina de trigo, masa.

c. Enciclopedias.

d. Cuerno de la abundancia.

e. Suponemos Ίωνιά, campo de violetas; no todos los mss. coinciden en este vocablo.

f. Musas.

g. De βιβλιοθήκη, biblioteca.

EL INTERPRETE

1(Que quiero usar). Trasladado la letra que tiene; ut obicere moliar, no ut obitur emolliam, pues no muda Plinio cosa en los versos de Catulo. 2(Catulo, mi coterráneo). De aquí quieren algunos que Plinio fuese veronés; a otros les parece (del número de los cuales fue San Gerónimo) que no, sino de Como, pueblo de la Gallia Cisalpina. 3(El cual, como sabes). Traslado ansí porque debaxo de aquel ille entiendo al padre de Vespasiano, no Catulo, como algunos quieren, por no hallarse en él esta permutación de las primeras sílabas, ni a otro poeta sotádico, como a Plácido [o] a otros. Y es cierto que Tito jugava de las palabras, como diziendo, por Tiberio, Biberio, para motejarle de bebedor. Es, pues, aquesta segunda razón con que prueva cuadrar bien a Vespasiano el nombre de Emperador, pues Tito era con estas cosas ya menos acepto, porque la primera fue ser viejo y haverse envegecido en él el nombre de Emperador. 4(Cuán a la pareja). Da por estas palabras a entender que Tito era digno del Imperio, no menos que el Imperio de él. 5(Como imitases a tu hermano). Esto dize porque su hermano era gran poeta y Vespasiano grande orador y, excediendo los proprios méritos, llegó con imitación a la excelencia de la poesía del hermano. 6(Por abogado). Que éste alega diziendo que como Lucilio rehusó a Persio y admitió a Lelio, ansí él también ni quería que leyesen sus obras personas tan indoctas que no las entendiesen, ni tan doctas que le atribuyesen conceptos que a él por pensamiento no le huviesen pasado. Esto se ve en el libro II De Oratore, el cual, por ventura, Plinio allegó y no los De Republica, donde no sabemos si lo dize por no pertenecer tanto a aquel lugar o no tener, ya que lo dixera, tanta fuerza como en estotro libro donde instituye un orador perfecto. 7(Culpado de soborno). Añado las presentes palabras para que se entienda mejor esta historia, la cual refiere Cicerón en el libro IV de las Epístolas Ad Atticum. 8(πανδέκται),h libro que lo tiene todo. 9[Έγχειρίδιον], libro aparejado para traherle en las manos.i 10(Λειμών), prado. 11[πινακίδιoν], índice como de todas las disciplinas. 12(Varrón, en sus sátiras). Entre las sátiras deste autor hay una que llamó Flexíbula, como que flectebat consilium y llevava a do quería el parecer de los hombres, pues este título mudó porque le juzgó algo ambicioso. 13 (Escoger árbol). Porque es cosa de desesperación que las mugeres que por la mayor parte son en el ánimo y en el cuerpo flacas, se atreven a escrivir contra los varones y, mayormente, de grande ciencia y autoridad. 14(Los trasgos). Entre otros errores que la Antigüedad tuvo fue uno pensar que, cuando los hombres morían, el alma subía arriba, el cuerpo se bolvía en tierra, y descendía su sombra y semejanza al infierno. Esto significó la Dido virgiliana cuando en el IV dixo: et nunc magna mei subterras ibit imago. Y nuestro autor, en su VII, en aquellas palabras: Quae genitis q. es [sic] unquam sini sublimii sensus animae manet inter inferos umbrae?

Lo demás, que en este capítulo tuviera necesidad de comentario se da a entender por mi interpretación en el mismo texto.

h. Recopilación de leyes.

i. Manual.

TOMO IV. HISTORIA

NATURAL DE CAYO

PLINIO SEGUNDO 1