CAPITULO XLIV


Del TAPAYAXIN


Parece pertenecer a las especies de lagartijas, aunque su cuerpo es casi circular, aplanado y parecido al de la llamada raya, pero mucho menor, pues no alcanza cuatro pulgadas de longitud ni de latitud; es cartilaginoso y adornado de muchos colores, frío siempre al tacto, de paso tardo, y raras veces cambia de lugar ni aun cuando se le toque o se le tome; la cabeza es durísima y erizada de unas púas dispuestas en forma de corona. Le gusta que lo agarren y lo lleven en las manos y lo palpen, permaneciendo en tanto inmóvil en una tranquila seguridad, por lo que los indígenas suelen llamarlo “amigo del hombre”. Hay en él esto de extraordinario y que no sucede (que yo sepa) en ningún otro animal, y es que si sus ojos o su cabeza se oprimen, se golpean o se tratan sin cuidado, echa por los ojos gotas de sangre como la que pudiera extraerse de un hombre robusto y perfectamente sano, y las arroja lejos con tal ímpetu a veces, que llegan hasta tres pasos de distancia. Secado este animal al fuego, hecho polvo y tomado en cantidad de una dracma con vino o con agua, suele curar notablemente el mal gálico y los dolores que de él provienen (lo cual se ha comprobado por muchas y certísimas experiencias) , evacuando la causa de la enfermedad por el conducto superior y por el inferior, y provocando al fin la orina mezclada de pituita y otros filamentos largos y muy gruesos. Vive en los montes de regiones frías, donde se encuentra por diversas partes.

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TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2