Del TZINACANATLAPALLI
Tomó el nombre de la semejanza de sus hojas con las alas de los murciélagos, a las que nada hay más parecido; se hallan aquéllas en un tallo voluble, aplanado, terminado por uno y otro lado como en filo, con zarcillos que brotan de los nacimientos de las hojas y con los cuales se adhiere a los árboles, y fruto sin hueso parecido al ahuácatl, hueco, verde y no comestible. El jugo de las hojas instilado cura las enfermedades de los ojos, los aclara y quita las nubes. Nace entre los árboles de la región panucense.
TZINACANATLAPALLI
TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2