CAPITULO LXXI

Del segundo QUAUHMÉCATL

Es también una especie de zarzaparrilla con raíces ramificadas, de donde nacen tallos volubles y llenos de espinas, numerosos zarcillos y ninguna semilla; hojas como de albahaca puntiagudas, no creneladas y con nervaduras longitudinales. Sus propiedades son las mismas de las otras especies. Encontré al pie del volcán, no lejos del pueblo de Atatacco, otra especie semejante en todo al quauhmecaxóchitl y de las mismas propiedades, pero con raíces delgadas, no más gruesas que fibras; no cuidé sin embargo de pintarla. Pretenden algunos que todas estas plantas pertenecen a los géneros de la china; pero teniendo en cuenta que son muy diferentes en las raíces, deben considerarse más bien como plantas sui generis, aunque son semejantes en la figura de las hojas, en los tallos volubles y zarcillos, así como en la naturaleza de que están dotadas, fría y seca aunque no astringente.

COZOLMÉCATL

Son todas útiles para calmar los dolores de las articulaciones o de otras partes causados por el mal gálico, para provocar sudores, curar las úlceras que provienen de mala constitución, las enfermedades crónicas e incurables, las que se originan de humores crasos y viscosos y las que afectan los nervios; para resolver los tumores rebeldes, sanar las úlceras, y para otras cosas semejantes ya sabidas de casi todo el mundo. Su cocimiento administrado durante algunos días en la dosis que suele prescribirse y con el régimen alimenticio y de vida que es ya conocido, o bien el polvo de las raíces tomado en cantidad de dos dracmas con vino o agua, restituye a los enfermos la salud, ya provocando sudor, ya sólo una transpiración insensible; todo lo cual acontece quizás debido a ciertas partes sutiles y cálidas que están mezcladas a las frías y crasas, o por la sequedad, o bien por cierta virtud oculta, o por el predicho régimen apropiado.

SEGUNDO QUAUHMÉCATL

Pero la investigación de este punto no es muy necesaria para nuestro propósito, y hablamos de ello sólo de paso y superficialmente. Los yangüitlanenses llaman a esta planta coztichuizti palancapatli; los mechoacanenses, yehuánitzoz, y dicen que su polvo espolvoreado cura las úlceras.

TOMO II. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 1