f) El cosmógrafo y sus problemas


Como ya dijimos, en la expedición dirigida por Hernández venía agregado un geógrafo, de nombre Francisco Domínguez, cuya obligación era tomar las alturas y medidas de los territorios de América, para levantar un mapa preciso de estos nuevos dominios.

El envío del geógrafo fue consecuencia probable de las contestaciones de los vierreyes a las cédulas reales de fecha 11 de enero de 1570, donde se les encargaba tener dispuestos a la llegada de Hernández un geógrafo, un dibujante y una persona que recolectase hierbas. Los virreyes debieron de contestar que no había geógrafo competente en sus provincias y entonces el rey decidió que fuese uno en la expedición.

Ignoramos por completo todos los datos que pudiéramos llamar personales de este geógrafo, su edad, su origen, sus estudios, etc.; aparece en la historia conocida de la expedición cuando en la primera de las cartas de Hernández, éste le comunica al rey que “el geógrapho se está apprestando para partirse”.99 Sabemos, porque el propio geógrafo lo escribe muchos años después, que el encargo de la medición de la Nueva España que traía Hernández era independiente de su cometido de médico naturalista. Por eso, en las instrucciones del rey, dictadas el mismo día que recibió el nombramiento de protomédico, no se habla para nada de trabajos geográficos. Y sin embargo el geógrafo escribe: por vuestro real mandato el dotor Francisco Hernández, vuestro protomédico, aliende de lo que a su cargo traía, que era describir las propiedades y virtudes de las hierbas y plantas, ansí por theórica como por práctica, truxo fuera de su facultad commisión v.r.m. para que se hiciese la descripción de esta Nueva España, mediante la cual fuese puesta y regulada esta tierra debaxo de razón de cuenta de sphera, como lo ha hecho Ptolomeo en su tiempo a todas las partes orientales deste orbe”.100

Probablemente influyeron mucho en el encargo de este cometido a Hernández sus amplios conocimientos geográficos, de los que hace gala en los comentarios a Plinio y en otros trabajos, incluso en una Geografía de Asia que se conserva inédita y donde hay datos muy interesantes y originales.

Domínguez fue agregado a Hernández por decisión real, pues él mismo dice al rey, en su carta, que vino a México por haber sido “electo por vuestra real cédula para este efecto”.101 Llegado a México, inició su labor con el mismo entusiasmo con que el protomédico se aprestó a la suya. En la segunda carta de Hernández, éste cuenta al rey que “el geógrafo se está proveyendo de unos humentos y de otras cosas necesarias para con toda brevedad hazer la descripción desta tierra”.102 Esto ocurría el 15 de mayo de 1571.

Tardó todavía algunos meses en aprovisionarse de lo necesario pues, en otra carta, dice Hernández: “El geógrafo partió a describir la Nueva España con instrucción, habrá como mes y medio.”103 Y esto lo escribe hacia noviembre o diciembre de 1571.

En abril del año 1572 seguía viajando, pues Hernández, con fecha 30, escribe: “El geógrapho anda haziendo su descripción de la tierra, será muy cierta y precissa.”104

Un año después se produce el primer problema. La noticia nos llega por una carta de Hernández que dice: “El geógrafo graduó un pedazo de la Nueva España en un año que por ella anduvo; si perseverara, v.m. hubiérase sido muy bien servido y muy bien aprovechada la historia para que v.m. mandó se me diese; acabado el año, no quiso volver, diciendo que no quería ir por mi comissión.”105 O sea que después de trabajar bien un año, el geógrafo decide desentenderse de su jefe inmediato y dejar de trabajar, cuando sólo tiene una parte de su trabajo a medio hacer.

El geógrafo ha tomado esta decisión instigado por el virrey. En la misma carta, al seguir explicando el pleito, Hernández dice: “Tengo sospecha no haya favorecido el virrey de v.m. y dado calor a esta determinación {la de dejar de trabajar}, o por ventura levantado la caza o por darle a el geógrafo contento y honor a mi costa o por tomársela él para sí haciéndose por su comisión este servicio a v.m.”106 Sospecha por lo tanto el protomédico que el virrey se ha granjeado la voluntad del geógrafo, tal vez con promesas o regalos, tratando de birlarle la dirección del trabajo geográfico cuyo mérito se lo adjudicaría el virrey una vez eliminado el protomédico.

Hernández ha observado algunas cosas sospechosas en la actitud del virrey, que le comunica a Felipe II: “Las señales que desto {de la intervención del virrey en la decisión del geógrafo} he tenido son no haberle mandado con más rigor volverse a acabarlo, y haber quedado, según creo, más en su gracia agora que antes, y haber osado un hombre tan pobre, que no se le conoce cosa de que viva, desechar un salario de mil ducados cada año, y lo que más sospecha hace, que me dijo el virrey por diciembre del año pasado que v.m. había mandado a la Real Audiencia que hiciese demarcar la tierra y que se debían de haber por allá olvidado que me estaba mandado a mí.”107

Efectivamente, el virrey tenía razón al afirmar que la Audiencia había recibido orden de demarcar la tierra, pues precisamente hacía alrededor de año y medio, el 20 de octubre de 1571, se había nombrado cosmógrafo cronista del Consejo de Indias a Juan López de Velasco, dándosele ordenanzas para hacer “las tablas de cosmographía de Indias y todo lo demás que toca a su oficio”. Entre estas demás cosas de su oficio estaba la “averiguación de los eclipses de luna y otras señales”, la obligación de ir “haziendo historia general de las Indias”, así como “que haga historia de las cosas naturales”, y “recopilación de las derrotas y navegaciones que hubiere en la carrera de las Indias”.108 El rey, para simplificar el trabajo de este cosmógrafo cronista, le autorizaba a solicitar los materiales a las Audiencias, y por otro lado ordenaba “a los escribanos de cámara entreguen al chronista los papeles y escrituras que hubiere menester para el uso de su oficio”.109

A instigación de López de Velasco, el rey, con fecha 17 de agosto de 1572, escribió al virrey Enriquez pidiéndole el envío inmediato a España de todo el material de historia que se tuviese noticia existiese en México. Y entre las cosas pedidas citaba “la descripción de la tierra, naturales y calidades de las cosas della”.110 Probablemente el virrey aprovechó esta cédula real para molestar al protomédico haciéndole creer que el rey, olvidando el encargo hecho a Hernández, había dispuesto de otra persona que iba a suplantarlo.

Este Juan López de Velasco era muy allegado a Juan de Ovando y amigo y gestor en España de Cervantes de Salazar, con el que tenía copiosa y continua correspondencia, que en parte ha llegado a nosotros. En ella se habla extensamente del cargo de cronista y cosmógrafo solicitando materiales y agradeciendo los enviados por Salazar.111 Probablemente Hernández supo de lo que se trataba a través de su amigo Cervantes de Salazar, pues en la misma carta dice al rey: y yo supe lo que en ello había... que si aquella cédula derogaba la mía fuese muy en-horabuena, pero si no, que se guardase lo mandado por v.m. para el cómodo de la Historia y ni a mí ni a ella se hiciese aquel agravio”.112

El virrey, jugando con la cédula enviada a la Audiencia donde se mandaba recoger materiales para los trabajos de López de Velasco, entretuvo a Hernández algunos meses, pues como él mismo dice: “por hebrero, dándole yo noticia de otro geógrapho que lo haría muy bien pues el primero no quería, me tornó a decir que v. m. había enviado a mandar a esta Real Audiencia que lo hiciese hacer y que creía que se lo encargarían al don Sancho de Zevallos, que es el que lo hacía primero”.113

Nos encontramos que, ahora, en lugar de un geógrafo tenemos tres: Francisco Domínguez que se niega a trabajar, un don Sancho de Zevallos que por lo visto antes de llegar Hernández ya se había ocupado de hacer mediciones y un tercero propuesto por Hernández del que no nos ha llegado el nombre, no obstante que se trata de él en varias ocasiones. Hernández, con muy buen sentido, hace ver al virrey que, si a él le han mandado hacer este trabajo, es absurdo encargárselo simultáneamente a otra persona, pues esto no traería más consecuencia sino que se “hiciese una misma cosa dos veces y multiplicase gasto sin necesidad”.114

Al día siguiente de la conversación, algo violenta, entre el protomédico y el virrey, por culpa de estos problemas, en la cual el virrey ha contrapuesto a la proposición de un geógrafo recomendado por Hernández a este señor Zevallos, cuando lo que realmente debía haber hecho era obligar a Domínguez a seguir trabajando, Hernández se encuentra con la sorpresa de que el virrey ha mandado buscar a ese geógrafo cuyo nombre ignoramos, propuesto por el protomédico, y trata de concertarse con él. Hernández acusa su sorpresa escribiendo que esto era “cosa harto nueva, mayormente según lo que había pasado la tarde antes”.115

Ahora bien, que el virrey no jugaba limpio en este asunto lo descubrimos de inmediato. Después de llamar al geógrafo anónimo, empieza a buscarle inconvenientes, con lo que sólo trata de perder tiempo y cansar al protomédico. Este escribe al rey diciéndole que a ese geógrafo que él había propuesto “hale buscado después acá tantos inconvenientes que hasta hoy está por firmar el concierto, ni tiene manera de firmarse, por que, habiéndole yo certificado que era bastante y que yo mismo le había visto hacer en el campo la práctica y experiencia, le tornó a enviar fuera de aquí a que le examinase un fraile agustino, el cual le aprobó por su carta y relación de palabra. Después le hizo examinar al contador de v. m. y le halló según entiendo cual convenía”.116

Aun con todas estas referencias, el virrey no se arregla con el geógrafo propuesto por Hernández y entonces dice que va a enviar a Zeballos, dando orden de que Hernández vuelva a examinar el geógrafo que propone. Esto naturalmente al protomédico le parece mal y escribe al rey diciéndole que sería examinar por cuarta vez al mismo geógrafo y que respecto a Zeballos no podrá ir, por la cédula que él tiene, pues el único que puede ir es Domínguez, quien se niega. Le pide al rey ordene a éste se reincorpore al trabajo, repitiendo que el virrey sólo trata “desta manera destroncarlo de mi Historia, a quien es tan necesario, y destruirla, y a mí hacerme agravio notorio..., pues sin ello se manca la Historia y yo sería sin deméritos disminuido”.117

Hernández no quiere aceptar a Zevallos pretextando que es caro, pues cobra mil ducados, más otros gastos al año; vuelve a insistir en Domínguez y en el anónimo y finalmente propone que si ninguno es de gusto del rey se envíe uno nuevo de España, “para que haga lo que yo le ordenare aquí y en el Perú, conforme a la real cédula que yo tengo de v.m. y a lo que conviene a la Historia”.118

Ésta era la situación a fines de marzo de 1573. Después, en el mes de abril, suceden las cosas que ya tratamos a su debido tiempo, cuando Hernández escribe el famoso Memorial al virrey, donde le presenta claramente los problemas y le culpa sin rodeos de las cosas que pasan, y, como vimos, todo se arregló en pocos días.

El geógrafo sale de viaje de inmediato, pues en la carta del diez de noviembre nos dice que “anda tomando las alturas y demarcando la tierra, que ya el visorrey de v.m. le avió, habrá para siete meses”.119 La tormenta ha pasado de momento, el geógrafo ha debido comprender que su situación no era muy digna si abandonaba a Hernández para pasarse al lado del virrey, y tal vez vio también en peligro su paga, que debía cobrar en la comisión de Hernández y no en otra que difícilmente podría aprobar el rey. Sigue trabajando bien, y por las cartas siguientes sabemos que su trabajo progresa. Un año después del problema, Hernández escribe al rey: “El geógrapho, que se llama Francisco Domínguez, se envió a proseguir las alturas que Don Sancho de Zevallos había comenzado a tomar, y están medidas y señaladas en letra y debujos... veintidós provincias con toda precisión y verdad, en que por lo más largo se habrán andado como ciento veinte leguas”.120

Se agregaba a las distancias que las cartas tenían que recorrer la lentitud que ponía el rey en despacharlas; así, sus decisiones dadas a los pleitos siempre llegaban tarde. Precisamente por las mismas fechas en que Hernández escribe lo que hemos copiado anteriormente, donde se hace un balance positivo de la labor del geógrafo y se demuestra que ya no hay problema aparente, el rey escribe una orden al virrey, en la que le dice que, enterado de que el geógrafo enviado por comisión suya ha dejado el trabajo y no lo quiere proseguir, le ordene el virrey que continúe, y, en caso de que se niegue, se encargue de ello a otro que el doctor Hernández tiene y que es persona suficiente.121 Naturalmente que, para cuando esta cédula llega a México, ya no tiene efecto ni resuelve nada.

Pasa otro año sin que sepamos del geógrafo hasta que, en una carta de marzo de 1575, Hernández escribe al rey que, para cuando él se vaya, “el geógrapho no habrá acabado la demarcación” y propone que se quede en México para “que la prosiga aunque yo sea ido hasta que la acabe”.122 Aún transcurre otro año antes de que sepamos más del geógrafo; en la última carta conocida de Hernández, con fecha de marzo de 1576, pide al rey “se mande al virrey desta tierra no cesen de tomarse las alturas (pues queda poco) que se vayan tomando después de yo ido hasta que toda ella acabe de medirse”.123

A partir de este momento las noticias del geógrafo desaparecen; ya no se vuelve a saber nada de él. Por caminos indirectos nos enteramos de que Hernández, al regresar un año después, lleva “las tablas y algunas relaciones breves de lo que está hecho, las cuales van cortas y no tan acomodadas cuanto la obra y el estilo pide”.124 Estas tablas dan lugar a un curioso escrito que el cosmógrafo italiano Juan Bautista Gesio envía al rey, poco después de la llegada de Hernández, y en el que pide no se autorice el publicarlas sin que antes las examine alguna “persona mui inteligente” en cosmografía. Como más adelante tratamos de este escrito y sus posibles alcances, dejaremos para entonces los comentarios que a él se refieren.

No vuelve a hablarse del geógrafo anónimo, y Sancho de Zevallos, no obstante ser la persona que pone el virrey contra el protomédico, debe de conservar con éste buenas relaciones, pues sabemos que se quita del problema marchando a las Islas Filipinas, desde donde escribe a Hernández enviándole muestras de plantas de allí, que él recoge en su Historia, así como la famosa descripción de la China que hizo el fraile agustino Martín de Herrada, que Hernández traduce al latín y que sigue todavía entre sus obras inéditas.125


Convento de Tlalmanalco (Méx.)


Interior del convento de Tlalmanalco (Méx.)


El Popocatépetl


El Ixtacíhuatl


Iglesia y convento de Huauquechula (Pue.)


Mapa del siglo XVI mostrando a Cuauitlán y su región


Iglesia y convento de Yangüitl án (Oax.)


Convento de Ocuilan (Oax.)


Hospital de Pátzcuaro (Mich.)


En España, Hernández sigue el curso de vida que más adelante veremos; así el geógrafo queda olvidado. Pasan los años y el virrey Enríquez sale de la Nueva España. El 4 de octubre de 1580, parte por el puerto de Acapulco camino del Perú, donde iba destinado con el mismo puesto. Es probable que al dejar México el virrey, el geógrafo, que mal o bien se entendía con él, quedara completamente abandonado, pues nos encontramos que pocos meses después, en abril de 1581, escribe al rey una carta contándole sus cuitas y las vicisitudes pasadas desde que Hernández lo dejó solo en México. En ella se queja amargamente de las desventuras que le ocasionó el virrey; aunque resulta un poco extraño que esperara a que éste se hubiera ido para quejarse, pensamos que tal vez fuera el miedo lo que le impidió hacerlo antes. La carta es muy larga y no podríamos reproducirla aquí. En ella hace historia de cómo empleó cinco años en levantar el mapa de la Audiencia de México y de cómo, después de haberse vuelto Hernández, hizo con el consentimiento del virrey “la descripción de todo lo hecho desta Nueva España en un cuerpo a manera de universal, el cual está descripto en ocho vitelas de Flandes, y al cabo de siete meses de tiempo que con mi trabajo me ocupé asistiendo de continuo en hacerlo, entendiendo que lo enviaría a v.r.m., lo adjudicó para sí y, ofreciéndome estipendio por el hecho, no lo he querido admitir”.126

Se ha planteado un problema muy similar al que ocurrió con Hernández. El virrey nuevamente quiere desplazar al autor del trabajo adjudicándose lo hecho. No se nos alcanza si el interés del virrey por las vitelas era con objeto de conservarlas o si trataba con ellas de obsequiar al rey como cosa propia encargada por él. El hecho es que el geógrafo está muy disgustado porque el virrey, en lugar de enviar las vitelas con los mapas, se los ha guardado. Por ello escribe al rey: “Es pieza la cual hice en nombre de v.r.m. y para ninguno otro lo hiziera ni convenía, y no es razón ni justicia que se sirva de mis obras y trabajos, pues tanto sudor y cansancio me han costado, y pues es el primero que sale en el mundo tocante a lo que está hecho destas partes, y mi intento y motivo fue dirigido a v.r.m., humildemente suplico sea servido mandarle que lo envíe, que con enviarlo, no quiero otra merced por premio y retribución de mis trabajos.”127

Por la misma carta averiguamos que el virrey ha tenido al geógrafo como zarandillo, encargándole trabajos y llevándolo de un lado para otro durante los cinco años que hace partió Hernández, sin retribuirle ni su sueldo ni los encargos adicionales. Domínguez se queja al rey de que el virrey le mandó hacer unas tablas para su uso personal, iguales a las que llevó Hernández, trabajo que duró cinco meses, con costo de más de quinientos pesos y que nunca fue agradecido ni pagado. Le hizo estudiar los eclipses de luna de los años 1577 y 1578 y hacer modelos y duplicados de ellos. Le mandó hacer instrumentos y cosmografías con que pudiesen los pilotos y marineros navegar, y autorizó le abonasen en este tiempo “ciento sesenta pesos, los sesenta pagados de vuestra real caja y los cientos librados en quintas y vacationes que prometo a v.r.m., como cristiano, que primero que los cobrase se pasaron once meses de tiempo”.128 También le mandó hacer un informe sobre la manera de evitar las inundaciones de la ciudad, en el cual estuvo Domínguez en desacuerdo con el resto de los consultores, y, después de hacerle trabajar y discutir los proyectos, “en recompensa de mi industria y trabajo no tuvo palabra de agradecimiento”.129

Termina la carta quejándose de que es pobre y ha estado ocho meses enfermo en cama, pero conserva los ánimos con qué servir al rey. Después de esta carta no volvemos a tener ninguna noticia del pobre geógrafo. Es probable volviera a España, pues en la parte geográfica de la Biblioteca Indica de León Pinelo se cita una Descripción de la Nueva España de Francisco Domínguez, noticia que recoge y amplía Nicolás Antonio, advirtiendo los dos que está inédita. Hoy está perdida, lo mismo que las vitelas; tal vez, duermen ignoradas en alguna biblioteca o archivo.






99 Epistolario, n. 1

100 Geógrafo, párrafo 2.

101 Ibid.

102 Epistolario, n. 2.

103 Epistolario, n. 3.

104 Epistolario, n. 4.

105 Epistolario, n. 7·

106 Ibid.

107 Ibid.

108 Las ordenanzas de los encargos hechos a este cosmógrafo cronista aparecen en el Libro primero de provisiones, cédulas, capítulos de ordenanzas, instrucciones y cartas, etc. (conocido habitualmente como “Cedulario de Encinas”), Madrid 1596, pág. 23.

109 Ibid.

110 El Real despacho dirigido al virrey Enríquez, donde se piden los materiales para la historia, está copiado por D. Nicolás León en el Apéndice al prólo go de su reedición del libro de Ximénez, Quatro libros de la naturaleza (Morelia, 1888), pág. xXIX. Nicolás León creyó que se refería a Hernández y por eso lo incluyó junto con las cartas y otros documentos hernandinos que tenía recogidos.

111 Sobre las relaciones entre López de Velasco y Cervantes de Salazar, véase: Cartas recibidas de España por Francisco Cervantes de Salazar (México, 1946), donde el Dr. Millares Carlo, recopilador de la obra, habla extensamente de ellos.

112 Epistolario, n. 7.

113 Ibid.

114 lbid.

115 lbid.

116 lbid.

117 lbid.

118 lbid.

119 Epistolario, n. 9.

120 Epistolario, n. 10.

121 Cédula real del 9 de marzo de 1574, publicada por Nicolás León, en la pág. xlvi del prólogo a la reedición del libro de F. Ximénez, Quatro libros de la Naturaleza... (Morelia, 1888).

122 Epistolario, n. 14.

123 Epistolario, n. 18.

124 Geógrafo, párrafo 3.

125 Véase: Bibliografía Hernandina, n. 25.

126 Geógrafo, párrafo 3.

127 Ibid.

128 Geógrafo, párrafo 4.

129 Ibid.

TOMO I. VIDA Y OBRA DE OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ