Comentarios sobre los animales acuáticos


JOSÉ ÁLVAREZ


I. Axaxayácatl. Se trata del hemíptero que se ven­de aún en los mercados populares con el nombre de “mosco” y se usa como alimento para los pájaros. El género de este insecto es Corixa.


II. Axólotl. Indudablemente se hace referencia a los anfibios caudados, pertenecientes a la familia Ambystomidae que viven en el valle de México: Ambystoma lacustris Taylor y Smith, cuya loca­lidad típica es el lago de Zumpango y Siredon mexicanum (Shaw), registrado solamente en el valle de México.


III. Atetépitz. Probablemente, de acuerdo con los caracteres señalados en el texto, el insecto men­cionado es un coleóptero de la familia Hydrophylidae, quizá Berosus hoplites.


IV. Atotócatl. Los renacuajos aludidos en este ca­pítulo pueden ser, principalmente, mezcla de los Anuros, ránidos que más adelante se mencionan: Rana pipiens Schreber y R. montezumae Baird. También puede tratarse de larvas pertenecientes a las ranitas arbóreas o Hylidae, sapo de espolón que es Scaphiopus multiplicatus Cope o a los sapos mayores del género Bufo.


V. Anénez. Tomando en cuenta las particulari­dades atribuidas a estos animales, especialmente por la semejanza con las cigarras, supongo que es un hemíptero de la familia Belostomatidae.


VI. Amílotl. No cabe duda de que se hace refe­rencia a las tres especies de aterínidos del género Chirostoma, que viven o vivían hasta hace poco tiempo en las aguas del valle de México. El ma­yor, llamado por Hernández amílotl, es Chiros­toma humboldtianum (Cuvier y Valenciennes); el de tamaño mediano o xalmichin es Chirostoma regani Jordán y Hubbs y finalmente el menor, aludido como iztacmichin, pertenece a Chirosto­ma jordani Woolman, de amplia distribución en la cuenca Lerma-Santiago. Tiene interés el hecho de que los indígenas habitantes de esta región dis­tinguieran y nombraran a las tres especies de aterínidos antes señaladas, que actualmente sólo se pueden identificar mediante claves taxonómicas manejadas por personas con conocimientos de ictiología.


VII. Ahuauhtli. Como lo señala Hernández, está formado por los huevecillos del hemíptero nom­brado en el capítulo I como axaxayácatl y, según la clasificación científica actual, perteneciente al género Corixa.


VIII. Acocilin. Tanto por el nombre nahoa como por las peculiaridades apuntadas en el texto, se refiere este crustáceo a Cambarelus montezumae.


IX. Ahuihuitla. Probablemente pertenece al gé­nero Belostoma, insecto hemíptero, belostómido.


X. Ahuítzotl. Me parece que tanto el mamífero cuyo nombre encabeza este capítulo, como al que se alude después con el nombre de ñañaduta son el mismo animal y por lo tanto ambos deben identificarse como Lutra canadensis (Schreber).


XI. Atopinan. No me es posible identificarlo.


XII. Ocuilíztac. Probablemente son larvas de un díptero incluido en el género Eristalis.


XIII. Amacpalli. Esponja.


XIV. Atexcalquáhuitl. Es un celenterado que no estoy en posibilidad de identificar.


XV. Atonahuiztli. Este insecto es probablemente un népido.


XVI. Xochipaltapachtli. Molusco.


XVII. Chacallin. Es crustáceo decápodo que se conoce con el nombre común de “chacal” o lan­gostino, muy frecuente en los ríos, tanto de la vertiente atlántica como de la del Pacífico. Per­tenece al género Macrobrachium del cual hay varias especies en México.


XVIII. Cocolin. No me es posible identificarlo.


XIX. Cuéyatl. Las ranas que son frecuentes y a veces abundantes en el valle de México. Son dos especies del género Rana que en el texto corres­ponden a las señaladas como la mayor y más os­cura y la de tamaño medio: son respectivamente R. montezumae (acacuéyatl) y R. pipiens (cuéyatl). La registrada como xuchácatl, y más pequeña, es del género Hyla, del cual se han registrado tres especies en las cercanías de la ciudad de México: H. eximia Baird, H. lafrentzi Mertensy Wolterstorff y H. arenicolor Cope. Probablemente la referencia de Hernández es a H. lafrentzi, que tiene más acentuado el color verde.

Los batráceos a que se alude como pequeñas rubetas, llamadas tamazolin, son también espe­cies de Hyla, ya que en castellano se aplica la denominación de rubeta a las “ranas de zarzal”.

Las de tamaño monstruoso, denominadas acuacua, cuya leche que arrojan por la parte poste­rior (¡!) es venenosa, son sapos del género Bufo, del cual se han registrado, en el Distrito Federal, B. compactilis Wiegmann y B. simus Schmdt. En esta localidad suele ser muy común y abundante el sapito Scaphiopus multiplicatus Cope, pero no encuentro a cuál de los mencionados en náhuatl corresponde.


XX. Izcahuitli. No me es posible identificarlo.


XXI. Yayauhqui o xohuilin negro. Si la referen­cia está hecha a los lagos que rodearon la ciudad de México, es muy probable que el pececillo sea Girardinichthys viviparus (Bustamante), sobre to­do hembras de esta especie vivípara, pues cuan­do la gestación está muy avanzada, el vientre de las hembras alcanza volumen muy considerable y de ahí la semejanza con los renacuajos apunta­da por Hernández.


XXII. Yacapitzáhuac. El único dato que pudie­ra servir para la identificación de este pez es la viviparidad señalada por Hernández; sin embar­go, contrasta con la afirmación de que el yacapitzáhuac pertenezca al grupo de los pescados blancos. Más bien podría suponerse que el pez de que nos ocupamos sea un pecílido, quizá Poeciliopsis. Si se consignara la localidad, no sería difícil aventurar la identificación de la especie.


XXIII. De otro yacapitzáhuac. El hecho de que este animal sea del lago mexicano, la longitud llegue a una cuarta, que tenga una sola aleta dorsal, los ojos pequeños, escamas también pequeñas y cierta coloración amarillenta cerca de las bran­quias, da la idea de que no forme parte de los iztacmichin o peces blancos incluidos en los aterínidos, sino que la alusión se refiera a Algansea tincella Cuvier y Valenciennes, única especie en el valle de México, excepto Chirostoma humboldtianum, cuya longitud llega a una cuarta.


XXIV. Michpillin. A fines de un año y princi­pio del siguiente se ven o se veían, en el lago de Texcoco, cardúmenes de pequeñas larvas de peces que se capturaban por medio de redes muy cerra­das. En la región de Pátzcuaro, Mich., y en el lago cráter de Alchichica, Pue., se conoce con el nombre de tripilla el producto aquí comentado y consta exclusivamente de aterínidos sumamente pequeños. Como opina el autor del Tratado, en el lago de Texcoco, la tripilla pudo haber com­prendido estados larvarios de otras especies, como Girardinichthys viviparus (Goodeido) o Algansea tincella (Cyprínido).


XXV. Xiomichin. En la cuenca del río Balsas se pesca y conoce como trucha el mugílido Agonostoma monticola (Brancroft) que presenta las características señaladas por Hernández: dos pal­mos de longitud, cabeza achatada, dorso negro, escamas negras esparcidas y vientre claro. Las “cuatro” aletas del dorso, mencionadas por Her­nández, son dos realmente dorsales y las pecto­rales que están implantadas en posición muy alta como es propio de los mugílidos.


XXVI. Malulles. Las ranas de mayor tamaño que viven en los estados correspondientes a las Huas­tecas son Rana pipiens Schroeber, R. catesbeiana Shaw; de modo que a cualquiera de ellas puede atribuirse la nota, principalmente a la segunda por ser la más corpulenta.


XXVII. Tepechacallin. Este crustáceo pertenece al mismo género Macrobrachium que es consignado en el capítulo XVII con el nombre indígena de chacallin.


XXVIII. Xohuilin. No es posible identificar ple­namente estos peces, sin embargo, es de suponerse que el yayauhqui, como antes se ha dicho, corres­ponda a Girardinichthys viviparus (Bustamante) (capítulo XXI) y si la nota de Hernández se ocu­pa solamente del valle de México, el mayor de los xohuilines, por haberlo encontrado repleto de huevos y con una aleta dorsal, debe ser cyprí­nido, y por el tamaño, identificarse como Algansea tincella Cuvier y Valenciennes, aunque estos peces no presentan manchas color de sangre ni la caudal lunada. Finalmente, el de tamaño me­diano, bien cabe considerarlo como ejemplares jóvenes de Algansea o bien como Notropis aztecus (Woolman), otro cyprínido de las cercanías de la capital mexicana.


XXIX. Xalmichin. Ya se hizo referencia a esta especie en el capítulo VI y se asignó a la especie Chirostoma rega Jordán y Hubbs.


XXX. Xalmichin. De acuerdo con las caracterís­ticas señaladas para este pez, como el número y localización de las aletas y la carencia de escamas, denotan que la referencia corresponde a un ba­gre. Además, la afirmación de que vive en los ríos de las regiones cálidas y la denominación agregada por Hernández, de quauhnahuacense, es decir, procedente de Cuernavaca, permiten suponer que es el único bagre propio de la cuenca del río Balsas y por lo tanto, muy probable Istlarius balsanus Jordán y Snyder.


XXXI y XXXII. Texcalnanácatl y tapachpoxcauhqui. No me es posible hacer la identificación.


XXXIII. Huitzitzilmichin. Es indudable que debe incluirse en la familia Sciaenidae, pero con los datos proporcionados en el Tratado es imposi­ble determinar el género y la especie del pez referido en este capítulo.


XXXIV. Tlacamichin. Realmente nos encontra­mos ante la mención de los robalos del género Centropomus, pero como el autor se refiere a los del Atlántico y a los del Pacífico, sin más datos, solamente es dable nombrar el género.


XXXV. Coátetl. Todavía actualmente, en las re­giones costeras, llaman “coatetes” a los bagres pertenecientes a Arius seemani (Günther) del litoral del Pacífico, a Bagre marinus (Mitchill) del golfo de México ya Arius pinnimaculatus (Steindachner) también del Pacífico, los tres pertenecientes a la familia Ariidae. Muy probablemente Hernández incluye los tres bajo la misma deno­minación, pues no señala ninguna característica que pudiera eliminar a uno o a dos de los bagres existentes en los mares costeros mexicanos.


XXXVI. Papalomichin. Dice Hernández que a este pez denominaban sparus los antiguos, lo que sirvió de indicio para comparar las característi­cas mencionadas en el Tratado con las de la fa­milia Sparidae. Se encontró que todas las parti­cularidades dichas en el texto se encuentran en los spáridos de los mares mexicanos. De éstos, parece que Calamus es el género más afín a la descripción que aquí se comenta. Debe hacerse la indicación de que los caracteres marcados por Hernández corresponden también a otras fami­lias; si los peces incluidos en este capítulo se iden­tifican con los spáridos se debe a la mención del nombre latino.

En el mismo capítulo XXXVI se hace alusión a “otro pez que los españoles llaman mojarra negra y los mexicanos cacalomichin”. Tiene todos los caracteres aludidos en el párrafo anterior, de modo que entra en el grupo de familias precita­do. Atendiendo a la forma de la aleta caudal señalada como “cola redonda” y al color negro, muy probablemente el cacalomichin sea Lobotes sunnamensis, de la familia Lobotidae, llamado “chopa”.


XXXVII. Acipaquitli. No se menciona en el texto carácter alguno que pudiera servir para intentar la identificación del acipaquitli, pero basándonos en la afirmación de que “al pez los latinos lla­man serra y vive en ambos océanos”, puede ha­cerse la suposición de que ha de incluirse en la especie Scomberomorus maculatus (Mitchill), Scombridae conocido como sierra.


XXXVIII. Alosa o clúpea del mar del Sur. Una vez más dejan de citarse las características del ani­mal en cuestión, pero se alude al nombre común de sábalo con que es conocido. En el Pacífico me­xicano se llama chiro y también sábalo a Elops affinis Regan, representado en el Atlántico por Elops saurus Linneo, ambos pertenecientes a la familia Elopidae. El nombre de sábalo se aplica especialmente a Megalops atlánticos Valenciennes, al que también se conoce como tarpón, pero no puede ser el mencionado por Hernández, ya que sólo vive en el océano Atlántico.


XXXIX. Acacana o pez giboso. Dos géneros, am­bos en la familia Carangidae, pueden correspon­der al acacana, Selene y Vomer, pero no es posi­ble saber a cuál debe aplicarse la identidad, pues aun la coloración azul o azulada del dorso se encuentra en ambos géneros.


XL. Del pez sierra. Indudablemente éste es el escómbrido Scomberomorus maculatus (Mitchill) del que se habla en el capítulo XXXVIII.


XLI. Acacapallin. A pesar de lo insignificante de los datos aportados por Hernández es posible su­poner, con base en que es un sargo y tiene fran­jas transversales de color pardo, que este pez sea Anisotremus dovii (Günther), de la familia Pomadasyidae.


XLII. Acuetzpalmichin. No cabe duda de que la referencia se aplica al género Sphyraena, llamada comúnmente barracuda o picuda, pero no es po­sible distinguir la especie. Quizá, tomando en cuenta la distribución y frecuencia de las espe­cies, haya más probabilidades de que sea Sphyrae­na ensis Jordan y Gilbert o Sphyraena argentea Girard.


XLIII. Coátetl. Ya se trató, en el capítulo XXXV, del coatete propio del Pacífico mexicano como Arius seemani (Günther).


XLIV. Huitzitzilmichin. La estructura de las mandíbulas que apunta Hernández hace induda­ble la asignación del pez que nos ocupa a la fami­lia Hemirhamphidae, muy probablemente a la especie Hyporhamphus unifasciatus (Ranzani).


XLV. Papalomichin. Ya se trató en el capítulo XXXVI.


XLVI. Quetzalmichin. La corta descripción pro­porcionada en el texto no permite identificar a este pez; sin embargo, el dato de que “es notable por las crines negras y muy largas que tiene en el dorso” hace pensar en el llamado pez gallo, cuya aleta dorsal es muy extensa y sus primeros elementos de sostén, sobre todo las primeras espinas, son sumamente largas. El pez gallo es Nematistius pectoralis Gill, género típico de la familia Nematistiidae.

También podría suponerse que la referencia de Hernández se aplique al pez conocido como do­rado, Coryphaena hippurus (Linneo), comprendi­do de la familia Coryphaenidae; se encuentra en ambos litorales mexicanos. Tiene la aleta dorsal notablemente prolongada, característica posible­mente aludida como crin en el Tratado.


XLVII. Tenexmichin. Quizá la denominación de “pagro” usada por Hernández equivalga al nombre común de numerosos lutjánidos, conocidos como pargos y huachinangos. Así, lo único que puede afirmarse es que el tenexmichin pertenez­ca a la familia Lutjanidae.


XLVIII. Coyamemichin. Tomando en cuenta lo dicho en el Tratado, esto es, la forma casi redonda, la cola lunada, aletas muy largas, que se ex­tienden desde medio cuerpo hasta la cola, induda­blemente se trata del género Pseudobalistes, familia Balistidae, sin precisar la especie. El nombre co­mún de “puerco” se usa, actualmente, tanto para el género precitado, como para una parte de los Tetraodontidae, pero estos peces tienen la aleta caudal redonda o muy poco lunada, en cambio la mayoría de las especies de Pseudobalistes tienen la caudal notablemente lunada.


XLIX. Izcohua. El izcohua es, a no dudarlo, Centropomus o robalo, de la familia Centropomidae.

Se menciona también en este capítulo “la sar­dina de nuestra tierra que los indígenas llaman zacamichin”; es un miembro de la familia Clupeidae y probablemente del género Sardinella.

El popóyotl y el mazamichin pertenecen a la familia Gobiidae; son de los géneros que antes se encuadraban entre los eleótridos. El tentzonmichin debe ser uno o varios de los Ariidae; la lisa que los indígenas nombran malacáhual es un mugílido, quizá el género Mugil; con la denominación de chianmichin se hace referencia a los conocidos actualmente como roncadores, incluidos en la familia Pomadasyidae y, finalmente, el cozamalomichin puede identificarse como Peprilus de la familia Stromateidae.


L. Coamichin. Este capítulo menciona varios pe­ces; en primer lugar, el coamichin que cabe en la familia Muraenidae; el cochomichin que toma su nombre del papagallo, creo que encuadra en la familia Scaridae a cuyos miembros, con razón, se llama loros, pericos y guacamayas por su coloración multicromada y la apariencia de las man­díbulas en forma de pico de loro.

Se menciona a continuación al tolmichin, iden­tificado como Sphyraena, del cual ya nos ocupa­mos con anterioridad y, por fin, el colomichin y el achiyomichin, cuya identificación es suma­mente incierta.


LI. Manatí. Mamífero de hábitos acuáticos actual­mente muy escaso y aun en peligro de extinción; le corresponde el nombre científico de Trichecbus manatus Linneo, de la familia Trichechidae com­prendida en el orden de los Sirenia.


LII. De los peces que suelen encontrar los que navegan hacia Nueva España. Menciona prime­ro a los tiburones y en seguida habla de los ro­meros, fácilmente atribuibles a la familia Echeneidae, en cualquiera de sus tres géneros de muy amplia distribución geográfica: Echeneis, Remo­ra y Remoropsis, todos conocidos con el nombre común de rémoras.

Se mencionan otros animales, de entre los cua­les sólo identificamos a los que ahí llaman rome­ros mujoles alados, ciertamente equivalentes a los peces voladores de la familia Exocoetidae. Men­ciona también a los delfines, mamíferos del or­den Cetácea, suborden de los Odontoceti o sean los cetáceos dentados. Forman estos animales, llamados también toninas, la familia Delphinidae con el género Delphinus.


LIII. Del pez con figura de toro. Es fácil identifi­car a este animal, llamado vulgarmente pez toro, pez cofre o torito, por su aspecto tan particular e inconfundible. Pertenece a la familia Ostraciidae, es de distribución muy amplia, casi cosmo­polita y científicamente, por lo tocante a los ma­res mexicanos, recibe el nombre de Lacrophrys tricomis (Linneo).


LIV. Cuitlapétotl. Debido al laconismo de la re­lación, solamente puede decirse que probablemente se refiere a los pececillos pertenecientes a las familias Goodeidae o Poeciliidae, abundantes en las aguas dulces mexicanas. Como estos teleósteos son vivíparos, las hembras presentan el vien­tre muy abultado.

TOMO VII. COMENTARIOS A LA OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ