Elementos para la interpretación de los artrópodos citados en el tratado cuarto


ALFREDO BARRERA Y ANITA HOFFMANN


Aunque no dedica Hernández mucha atención a los artrópodos en su obra, los nombres, descripciones y datos de otra índole que recoge al respecto son realmente interesantes, pues per­miten, por comparación, entre otras cosas, ver hasta dónde están vigentes hoy.

Si se considera el conjunto de artrópodos cita­dos, la Nueva España de Hernández está consti­tuida principalmente por Cuernavaca y sus alre­dedores —Tepoztlán de modo particular—, hoy en el estado de Morelos; por la zona purépecha o tarasca, como luego se le llamó, y por las islas Filipinas.

En su mayor parte, los nombres y datos re­gistrados son de tradición náhuatl, alguno es purépecha y tres de origen filipino; de estos úl­timos, por cierto, uno no se refiere a un artró- podo, sino a un anélido hirudíneo.

A continuación se presentan, en el mismo or­den en que aparecen en los capítulos del tratado IV, las notas interpretativas que tienden, en lo posible, a la identificación de las especies citadas en ellos.


I. Atócatl. Es curioso que se diga que esta “ara­ña que vive en las aguas” fabrica su tela en la plan­ta que los indígenas llaman metí, pues con esta palabra se designa por lo general a los agaves, los cuales no suelen crecer precisamente “junto a las aguas” (capítulos I y XXV). Sin embargo, apar­te de que Hernández menciona en otro lugar de su obra un xolómetl que “nace en Huexotzin- co, en las riberas de los ríos”, llámanse también metí o “magueyitos” a bromeliáceas y a otras plantas rosulifoliadas que pueden encontrarse cerca del agua.

La descripción concuerda con Leucage venus­ta, araña de la familia Tetragnathidae que presenta franjas oscuras tanto en el prosoma como en el opistosoma; los lados en este último son amari­llos (dorados), con manchas rojas en su región posterior y en su cara ventral. Las arañas de la familia Tetragnathidae tejen sus telas circulares generalmente cerca del agua. El nombre náhuatl viene de atl, y tócatl, araña.


II. Axin. Se trata, desde luego, de la grasa del axocuillin, Llaveia axin, homóptero cóccido margarodino o monoflebino, tan importante no sólo en la etnomedicina náhuatl, sino en la industria poscortesiana de la laca mexicana. Hernández dice que el axocuillin vive en el árbol, no identifica­do, llamado quapatli (o medicina del monte) y en “otros que por la semejanza llaman nuestros compatriotas ciruelos…”; es menester señalar que aún hoy siguen llamándose así y también jobos (Spondias).


III. Aoachtócatl. Aoachtócatl significa araña ro­ciada, como dice quien tradujo el latín en que escribió Hernández; lo que en realidad debe tra­ducirse es araña con rocío o araña cubierta de rocío. Si se toma en cuenta que la ortografía aoa en Hernández es equivalente a ahua, se tendría ahuachtócatl. El término ahuacho o ahuecho es un adjetivo que quiere decir precisamente eso: cubier­to de rocío o que tiene rocío. Rocío en náhuatl se dice ahuachtli.

La descripción de Hernández, así como la distri­bución climática que confiere al aoachtócatl hacen pensar en las grandes arañas tropicales de la fa­milia Theraphosidae a las que, cuando les cae agua encima, les quedan pequeñas gotitas suspendidas en los numerosos pelos que cubren su cuerpo, los cuales, aun secos, tienen brillantes las puntas. Pro­bablemente se trata de una especie de Aphonopelma. Por otra parte el interesante nombre de tlalhoéhoetl, que recoge para el mismo arác- nido, asocia la idea de suelo o tierra —tlali— con huéhuetl cuyo significado no es sólo el de viejo, sino de grande, robusto, rollizo, atabal.


IV. Ecatócatl. Es posible que con este nombre se designen varias especies de arañas de la familia Araneidae, alguna de las cuales aún hoy se llama ocelotócatl —nombre que Hernández recoge co­mo oceltócatl— en varias localidades semiáridas de la cuenca del Balsas. De acuerdo con la des­cripción de Hernández, es posible que su “ara­ña de viento” sea Neoscona oaxacensis, que es una de las más comunes en los campos de Tepoztlán y que es mecida por el viento cuando descansa en el centro de su telaraña. El término ecatócatl —de ehécatl, viento y tócatl, araña— alude al hecho de que las telas de estos araneidos suelen estar expuestas a las corrientes de aire; el nom­bre oceltócatl —de océlotl, jaguar y tócatl, araña­se refiere al dibujo atigrado de su cuerpo.


V. Hoitztócatl. Huitzli, hoitzli como diría Her­nández, significa espina. La descripción parece corresponder a un araneido gasteracanto, proba­blemente del género Micrathena y a la especie M. sagittata. Su picadura no parece ser peligrosa, ni causar demencia como dice Hernández.


VI. Tapachichi. El nombre, que perdura entre los nahuas de la sierra de Puebla para denominar al ortóptero acridoideo acrídido cirtacantacridino, Taeniopoda auricomis, es tlapazintzin, más cercano al original, tlapatzintzin, que significa el escabroso o áspero pintado o colorido. En efecto, tzin, significa pungente, pero su repetición rei­terativa puede significar muy espinoso o muy áspero, chamuscado o escabroso, como en el toponímico Tzitzinautzin, hoy pronunciado Chichinautzin, en el que, por cierto, el sufijo tzin es diminutivo reverencial. Las Taeniopoda se caracterizan por sus tegminas rugosas y por sus fuertes espinas y espolones tibiales; asimismo, las alas voladoras son de color negro y rosado o negro y escarlata las cuales hacen contraste con las tegminas que son verdes con manchas negras y con las antenas que son amarillas (T. auricornis) o anaranjadas (Taeniopoda sp.). Esta última especie, que es la que se encuentra en Tepoztlán y que se conoce hoy como “milpero” es a la que se refiere Hernández y a la que agrega el nom­bre tzontecomama.

No sólo se da el nombre de tzontecomama (el que se lleva la cabeza) a Taeniopoda, sino a Schistocerca y a otros grandes acridoideos (ahuacachapullihuan). Es conocida la leyenda mexicana en la que Yáotl decapita a Yappan, hermano de Xochiquétzal. El primero y su mujer Tlahuitzin son convertidos en alacranes y el segundo en acridio. Tzontecómatl es cabeza, cráneo; mama es reite­rativo de ma, separar, hurtar.


VII. Temahoani. Si, como siempre hace el autor, hoa es hua, partícula que indica junto, en com­pañía (huan es también terminación del plural para todos los sustantivos) el nombre se refiere a la colocación, en numerosas series lineales, de las espinas del tegumento de una larva de lepidóptero. Que se trata de tal larva y que lo es de una mariposa nocturna, lo aclara el segundo nom­bre, xuchiahoatecólotl (xochiahuatecólotl) en el que se alude a la forma radiada y colorida (xóchitl, flor) de las espinitas que producen irritación, es­cozor (ahuatzin). Tecólotl, búho, es nombre que también se aplica a los grandes lepidópteros noc­turnos con ocelos en las alas, de la familia Saturnidae, cuyas orugas suelen estar armadas de series transversales de espinas venenosas radiadas o ra­mificadas. La descripción parece corresponder a la larva de Automeris leucane.


VIII. Techichíatl. El aspecto manchado y proba­blemente áspero o rugoso de este “gusano” es descrito por el nombre frase techichíatl: tetl+tzi+ tzi+atl = tetl+chi+chi+atl, donde chichíatl es mancha. No sabemos a qué animal se aplicara; sin embargo, sospechamos que pudiera tratarse de la larva de un lepidóptero del género Papilio.

La otra forma, denominada eloahoatecólotl (eloahuatecólotl) describe un animal áspero o espi­noso (vide supra), de color verde tierno o asocia­do al elote, quizá un Heliothis.

Es probable que el término ichcatzin se refie­ra a la oruga de un falénido o noctuido, como Heliothis virescens o H. zea, frecuentes plagas del maíz y del algodón.

La descripción del xochiaietlan no nos indica mucho de momento.


IX. Coyayáhoal o ichcaton. Coyayáhual, el repe­tidamente duro, es un diplópodo de cuerpo deprimido, carácter propio de los que se incluyen en el orden Polydesmida, de filiación tropical. Dicho carácter explica que, como dice Hernán­dez, sea “llamado por otros tzinehuilin (tzinocuillin) nombre que apropiadamente se aplica a quilópodos del orden Scolopendrida, los cuales tienen también el cuerpo deprimido; pero que, en contraste con los polidésmidos que son ino­cuos, pueden inferir dolorosas mordeduras. Tzinocuillin significa “gusano” que pica.


X. Itzuqua o sipantipe. No nos es posible iden­tificar este “gusano” cuyo nombre es purépecha.


XI. Temictli. Se trata, desde luego, de la larva de un lepidóptero nocturno y muy probablemente de un satúrnido, puesto que la crisálida se dice que es colgante. La asociación de la mariposa con ideas de desgracia o muerte, presente en el voca­blo temictli, es explicable si se toman en cuenta sus hábitos nocturnos y su relación lógico-mítica con el poniente, punto cardinal no benéfico y que conduce a Mictlan, la morada de los muertos y de las deidades de la oscuridad y la noche. Hoy, todavía se asocia a ciertos grandes lepidópteros nocturnos, lo mismo que a los búhos y tecolo­tes, con la idea de desgracia.


XIII. Pollin. Por la descripción podría ser un pequeño diplópodo o quilópodo; sin embargo, creemos que puede tratarse de una “cochinilla de humedad”, es decir, de un crustáceo isópodo te­rrestre, pues los emplastos de cochinillas son aún usados para provocar la salida de espinas y de astillas retenidas en la piel (ver quauhocuillin). Pollin podría significar “el cenizo o ahumado que se mueve o que gira”.


XIV. Temaznanapaloa. La descripción correspon­de a un coleóptero cerambícido. El nombre, deri­vado “de que coge piedrecillas con sus patas, lo cual es propio de su naturaleza”, tiene un sinóni­mo homólogo en el maya yucatanense (ch’uytunich, roba-piedras). Tales nombres-frase aluden al hecho de que los cerambícidos, cuyas patas, provistas de eficientes cojinetes plantares y adap­tadas a la marcha sobre ramas, a las que se abra­zan fuertemente, se reúnen por reflejo, cuando, al estar el coleóptero caminando accidentalmente por el suelo, es suspendido por las antenas y re­cogen así, también de modo accidental, piedre­cillas y otros pequeños objetos sueltos.


XV. Cohahoapochin. Aparentemente se trata de la larva de un lepidóptero nocturno de la fami­lia Saturnidae.


XVI. Tetlatoca. La descripción coincide con el aspecto y los hábitos de un vespoideo pompílido del género Pepsis. Las avispas de este género, de color azul acero y con las alas ahumadas o leo­nadas, construyen túneles en el suelo en los cua­les almacenan arañas a las que anestesian y que sirven de alimento vivo a sus larvas. Quizá el nombre original sea tetlatócatl o tetlaltócatl.


XVII. Quauhmécatl. Quauhmécatl puede tradu­cirse por bejuco o liana, aunque también puede significar ramilla larga, delgada y flexible. Se da el nombre, por analogía, a los insectos del orden Phasmida llamados hoy popularmente zacatones.


XVIII. Quetzalmiáhuatl. Dice Hernández: “…o avispa de color semejante al de las plumas de guacamaya”. Quetzal no puede traducirse por guacamaya —se trata de Pharomachrus mocinno— pero sí por precioso. Pudiera tratarse de alguna especie de Polistes o de Polybia.


XIX. Quauhtemollin. Se aplican aún hoy los nombres de cuauhtemollin y xiuitemollin a pequeños coleópteros de la familia Chrysomelidae.


XX. Quauhocuilin. Se refiere Hernández a los crustáceos isópodos terrestres llamados, como él mismo señala, cochinillas, nombre que es popu­larmente usado en la actualidad.


XXI. Tleocuilin. Ocuillin significa generalmen­te gusano o larva, pero así como Hernández aplica la palabra gusano a artrópodos adultos, en náhuatl ocuillin puede a veces traducirse como animalejo o sabandija. Tal es el caso de este “gusano” cuya descripción podría corresponder a un co­leóptero meloideo vesicante o bien (y es lo más probable) a un coleóptero estafilínido del género Paederus, de los conocidos hoy popularmente co­mo “picahuyes” por su rápida acción vesicante.


XXII. Temolin. El término temollin se aplica ex­clusivamente a los grandes escarabeidos con prolongaciones cefálicas y. prenótales. Los demás sue­len ser llamados mayates (de máyatl-mayatzin). La figura cuyo pie de figura es precisamente “temo­lin” parece corresponder a una especie de Xylorictes; la que está señalada como “temolin ichcatzin” puede tratarse de Strategus aloeus. Temollin viene de tetl, piedra y ollin, movimiento.


XXIII. Tlalácatl. La descripción, así como el nom­bre náhuatl, parecen corresponder a un Mantoidea.


XXIV. Tlaxiquipillin. Este nombre es usado to­davía, junto con los castellanos de botijón y de aceitera, para designar a los grandes coleópteros meloideos del género Meloe que son, en efecto, como indica Hernández, vesicantes y de los que se cree que, tostados y espolvoreados sobre las lesiones leprosas, las curan.

El otro “gusano” mencionado en el mismo capítulo por Hernández y que “brilla en la oscuridad”, bien puede tratarse de la larva de un coleóptero fengódido.


XXV. Tócatl. Tócatl es, en efecto, araña. De las que menciona Hernández en este capítulo identificamos las que se mencionan por separado en los capítulos I, IV y V. La llamada tlazoltócatl, o araña de la inmundicia o basura, puede tratar­se de un saltícido, pues las arañas de esta familia rondan con frecuencia tales lugares en busca de moscas.

Tocamaxacualli, que “produce llagas difícilmen­te curables”, sugiere que se trata de una araña de la familia Loxoscelidae, género Loxosceles. Si Her­nández se refiere a especies morelenses, es pro­bable que se trate de L. boneti o de L misteca.

Tocatzintlauhqui, por el color y el tamaño que señala Hernández y por su semejanza con el nom­bre que sigue, parece corresponder a un terídido.

La denominada tzintlatlauhqui es Latrodectus mactans, hoy llamada chintlatlahua o chintlatlahuatzin con la transferencia de tzin o chin, donde tzin-chin significa trasero y tlatlauhqui, rojo.


XXVI. Hoeitexca. Esta chinche (hueytéxcatl), tan grande que es “...del ancho de un real de pla­ta”, puede tratarse, por la descripción, del hemíptero redúvido triatomino Triatoma phyllosoma pallidipennis, frecuente en la región de la cuenca del Balsas visitada por Hernández.


XXVII. Tzontecomama. Véase la nota sobre tapachichi (capítulo VI).


XXVIII. Laualaua. No nos es posible identificar esta especie de araña filipina. Pudiera tratarse de la especie eurasiática Latrodectus tredecimguttatus.


XXIX. Lumatec. Es el nombre filipino para las sanguijuelas terrestres arborícolas (Hirudinea, Gnatobdeliformes) del género Haemadipsa.


XXX. Sulum. De las dos especies de “hormigas” que reciben este nombre en Filipinas, la primera no parece serlo dado el tamaño indicado; la segunda bien pudiera tratarse de un termes (Isoptera).



Agradecimientos. Los autores agradecen a la Dra. Leonila Vázquez, del Instituto de Biología de la UNAM, y al Sr. Jorge Llorente, del Laboratorio de Sinecología y Biogeografía de la Facultad de Ciencias de la misma Universidad, sus opinio­nes, en relación con la identificación de las lar­vas de lepidópteros mencionados por Hernández.

TOMO VII. COMENTARIOS A LA OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ