DE PECES


INTRODUCCIÓN POR RAFAEL MARTÍN DEL CAMPO




INTRODUCCIÓN


RAFAEL MARTÍN DEL CAMPO




LA HISTORIA NATURAL DE NUEVA ESPAÑA


Fue Francisco Hernández un médico destacado de su época, que llegó a serlo de Cámara de Felipe II. Además de médico, fue naturalista, como en tiempos pasados era frecuente. Para el desempeño de ambas actividades fue preparado en la Universidad española de Alcalá de Henares, que era Real y Pontificia y que, por tanto, continuaba estando, en pleno Renacimiento, presidida por un espíritu medieval, como todo en España.

Su obra es un ejemplo típico de la transculturación operada en México como consecuencia de la invasión española del siglo XVI. Es el resultado de la conjunción y conjugación de la cultura indígena en desarrollo, pero que había alcanzado adelantos sobre la europea renacentista (jardines botánicos, parques zoológicos, etc.), y de la cultura europea antigua, grecolatina, de la que era portador el Protomédico.

De cualquier manera que se le considere, el trabajo de Hernández representa una supervivencia de los conocimientos que de historia natural habían acumulado aquí los pobladores autóctonos, conteniendo tanto los aciertos cuanto los errores, así los conocimientos realmente científicos como las fábulas y supersticiones. Continuidad que contrasta con la general e incomprensiva destrucción practicada por los españoles derrumbando o incendiando templos y palacios magníficos, incinerando los libros o códices, destruyendo las obras de arte, etc. La Historia natural de la Nueva España incluye en esta materia, indiscriminadamente, lo cierto y lo falso, sin seleccionar aquello que tuviera validez científica real. Por esta misma razón, dicha obra debe ser considerada como un documento fidedigno de la historia natural elaborada en la antigüedad mexicana.

Pocos indígenas cultos, egresados del calmécac, escaparon a la esclavización y a la manera tradicional, pero escribiéndolo fonéticamente en náhuatl, todo lo contenido manera tradicional, pero escribiéndolo fonéticamente en náhuatl, todo lo contenido en sus antiguos amoxtin o libros, lo cual resultó tan novedoso para su época y tan adelantado para las subsiguientes, que apenas hoy se compara a la Historia general de las cosas de la Nueva España promovida por Sahagún, con las obras modernas de historia, pues contiene el conocimiento del medio físico, de los productos naturales, acontecimientos históricos, ciencias, artes, religión, etc. Es la fuente principal para la posible reconstrucción de todo lo relacionado con el México prehispánico. Su libro X está dedicado a las actividades de la población, desde las más humildes hasta las culturales, particularmente la medicina, y el libro XI a la historia natural del país.

El trabajo de Hernández, por su parte, si bien a veces incluye alguna experiencia personal relacionada con las virtudes curativas o tóxicas de ciertas plantas, consiste, en términos generales, en la transcripción al latín de las descripciones que le proporcionaron sus informantes indígenas. Sospechamos, casi con seguridad, que los informantes de Hernández fueron los mismos que trabajaron para Sahagún, pues pueden advertirse muchas similitudes en las obras de ambos, particularmente en lo relativo a los animales, asunto sobre el cual hemos trabajado en especial.

No consideramos, pues, la labor efectuada por Hernández, como resultante de una investigación original sobre material obtenido en forma directa por él, sino que reconocemos que, explicablemente, como él mismo lo manifiesta en una de sus cartas al rey, hubo de recurrir a los naturalistas y médicos indígenas, quienes le transmitieron sus propios conocimientos. Pero no sólo esto, sino que también contribuyeron ilustrando el texto con figuras inconfundiblemente de factura indígena, hecho especialmente reconocible en el caso de las plantas, cuya representación es completa, total, desde la raíz hasta la flor y el fruto, cuando éstos existieron en el momento de la recolección y del estudio. Asimismo, se advierte la colaboración indígena en la preservación, generalmente muy correcta, de la nomenclatura náhuatl de las especies.

En ocasiones intenta la comparación de las especies mexicanas con las mencionadas por los clásicos griegos y latinos, caso en el que se le puede equiparar con los escolásticos medievales y los comentadores del Renacimiento, quienes comparaban las especies de sus países con las descritas por Plinio, el gran erudito y compilador romano.

Hernández, a su modo, compiló cuanto conocimiento le fue comunicado por los naturalistas y médicos nativos, razón por la cual su obra representa, fundamentalmente, un rescate de los conocimientos logrados por nuestros antepasados indígenas. Por este motivo merece la gratitud de México.

Creemos de justicia aclarar que el Protomédico de las Indias viajó por algunas regiones de nuestro territorio, seguramente en compañía de sus informantes, en busca de las especies cuyas referencias obtuvo de los mismos.


EL PEZ ROMERREO: NAU CRATES DUCTOR



La equivalente del romerreo o romerico de Hernández sólo puede establecerse con la especie Naucrates ductor Linn., vulgarmente conocida como pez romero o pez piloto.

Para percibir las semejanzas y diferencias, éstas en menos número, entre la descripción ofrecida por Hernández y la descripción ictiológica, creemos recomendable presentarlas frente a frente (a la izquierda Hernández y a la derecha la descripción de la especie).


“Es un pez espinoso”

Pez teleósteo (con esqueleto osificado) y acantopterigio (con aletas espinosas).

“habita en el Mar del Norte”

(Mar del Norte fue llamado el Atlántico, en oposición al Pacífico, que recibió el nombre de Mar del Sur). Es un pez pelágico que habita en todos los mares cálidos. En el Atlántico del Norte, donde lo observó Hernández, aparece raramente cerca de las costas desde Estados Unidos hasta las Antillas Menores, pero es más frecuente en alta mar.

“de tres pulgadas de grueso”

La descripción zoológica no menciona esta medida.

“casi cilíndrico”

Algo comprimido (ligeramente aplanado por los costados).

“de piel blanda”

Algunos carángidos (familia a la que pertenece N. ductor) tienen la piel desnuda, en tanto que otros, como esta especie, la presentan revestida con diminutas escamas cicloideas hundidas en la piel; en ambos casos, ésta es suave al tacto.

“tiene la cola lunada”

Aleta caudal profundamente ahorquillada.

“rostro romo y deprimido”

El hocico es romo, aunque no precisamente deprimido, sino más bien de perfil moderadamente convexo.

“ojos grandes en relación con tamaño del cuerpo”

Son de tamaño más bien pequeño.

“pupila negra e iris amarillo rojizo”

Carácter no mencionado en la descripción de la especie.

“una de las aletas se extiende casi desde la mitad del dorso hasta la cola, empezando con unas espinitas muy agudas, y adelgaza gradualmente”

La aleta dorsal va desde la mitad del dorso hasta el comienzo del pedúnculo caudal; está precedida por cuatro pequeñas espinas; su altura decrece gradualmente.

“otra {aleta} desciende casi desde la región genital hasta la cola”

La aleta anal tiene una extensión de aproximadamente un quinto de la longitud total del pez y termina a la misma altura que la dorsal.

“hay una {aleta} a cada lado junto a las branquias”

Son las pectorales, curvas, que se inician un poco por detrás del opérculo branquial.

“y dos {aletas} un poco antes del comienzo del vientre”

Son las pélvicas, que nacen abajo de las pectorales, algo atrás de ellas.

“el color general del cuerpo es blanco tendiendo al azul, si bien el dorso y la cabeza se ven coloreados de un azul intenso”

Color azuloso.

“el cuerpo está rodeado por seis círculos transversales de color azul pavo”

Cinco a siete bandas verticales anchas que se propagan sobre las aletas (el color no se declara, pues generalmente se pierde en los ejemplares conservados en líquido).

“el extremo del cuerpo, cerca de la cola, es cuadrado y tiene, a manera de cuatro dorsos, los laterales terminados en punta”

El pedúnculo caudal tiene sus bordes dorsal y ventral agudos, y una cresta longitudinal a cada lado, lo cual produce el efecto de que dicho pedúnculo tenga una sección cuadrada.


Como generalmente se sebe, el nombre genérico Naucrates ductor significa piloto, y lo recibe también, como específico, una rémora Echeneis Naucrates ductor, y el nombre específico ductor significa guía. Por otra parte, el nombre vernáculo en inglés es “pilot fish” o pez piloto, en tanto que el castellano es romero. Ahora bien, como es sabido, romeros son los peregrinos que van a Roma; cada grupo de ellos va seguramente conducido por un guía ductor). De esta manera nos explicamos la confluencia de los nombres piloto, guía, romero y romerico o romerreo.



EL PEZ TIBURÓN



El texto de Hernández relativo al tiburón incluye rasgos aplicables en general a todos los elasmobranquios o peces cartilaginosos libremente nadadores del orden de los asterospóndilos o tiburones típicos.

Comienza diciendo que “es un pez cetáceo”, lo cual implica una imposibilidad, pues los cetáceos o ballenas no son peces sino mamíferos. El hecho de que le llamara “pez cetáceo” nos hizo sospechar que pudiera tratarse del gigantesco tiburón llamado por su tamaño tiburón ballena, que llega a medir aproximadamente 15 metros, en tanto que el tratado por Hernández mide “quince palmos”, aproximadamente 3.15 metros.

Entre los rasgos que consideramos generales que menciona Hernández, cuentan los siguientes:

“Voracísimo, veloz... boca situada debajo del rostro a una distancia de diez pulgadas, lunada, de dos palmos, con tres filas de dientes arriba y cuatro abajo, subentrantes unos en otros a modo de sierra, y cinco branquias de cada lado. . . tiene una aleta de cada lado junto a las branquias {pectorales}, dos junto a los genitales {pélvicas), una cerca de la cola {anal}, la mayor de todas sobre el dorso en seguida de las branquias {dorsal I}, y otra de mediano tamaño junto a la cola {dorsal II}, enfrente de una pequeña dirigida en sentido contrario {no entendemos el sentido de este último dato, pues no conocemos aletas en sentido contrario’}. . . cola {aleta caudal} grande, gruesa, falcada”.

Afirma Hernández que es “a veces de quince palmos de largo {3.15 metros} y del grueso de dos cuerpos humanos”, pensamos en la posibilidad de identificarlo con Lamna cornubica, que tiene el cuerpo corto y robusto, pero que en cambio, tiene la aleta caudal lunada, no “falcada”.

Dice por otra parte: “tiene cinco branquias de cada lado”. Éste es el número regular de branquias en los peces cartiloginosos y óseos, pues sólo una especie de tiburón tiene siete y tres tienen seis; el resto de los tiburones (alrededor de 60 especies) tienen las cinco típicas.

Habla de que “es animal dañino, feroz y devorador de hombres”, que sería el Carcharodon carcharlas, que llega a medir alrededor de 9 metros, y no solamente 3.15 (21 palmos). Es de color gris plomizo, y no con “dorso y lados de color azul obscuro, y vientre blanco”.

Por la coloración se aproxima a Isurus dekayi, que es gris azuloso arriba, y blanco abajo.

Observa también que “es cosa de admirar que tiene el macho miembros genitales óseos, huecos, blancos, de un palmo de longitud, y armados en vez de glande, de tres puntas un tanto alargadas que, a manera de navajas, rompen cualquier obstáculo”.

Todos los elasmobranquios presentan fecundación interior, la cual se efectúa gracias a la existencia, en los machos, de dos órganos copulativos que no son sino los primeros radios de las aletas pélvicas que se transforman en unos conductos duros, calcificados (no precisamente “óseos”) que vierten el esperma en el interior de los oviductos femeninos durante la cópula.

En resumen, el caso del tiburone constituye una conjunción de datos no reconocibles en una sola especie particular, por tratarse de caracteres presentes en la mayoría de los tiburones. Existen, sin embargo, ciertas posibilidades de aproximación a los géneros Carcharodon (el devorador de hombres), Lamna (por las proporciones somáticas) e Isurus (por la coloración), sin que sea posible decidirse por la identificación con uno solo de ellos.


TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS