CAPÍTULO XIX


Cuándo nació el amor del mundo, después del predicho intrínseco de Dios


El primer amor, después del intrínseco que es uno mismo con Dios, fue aquel que prode dujo el mundo. Y nació al nacer éste porque, siendo causa propia de su origen, es menester que haya existido al par que su efecto. Pues el mundo, como todo lo hecho y producido, fue engendrado por sus progenitores, padre y madre, de quienes o habría podido nacer sino mediante el amor recíproco que los uniese en acto generativo. Y estos padres son el solo y mismo Dios, cuya suprema belleza y sumo bien (tal dice Platón) son el verdadero padre y prin1er amado, y su infinita sabiduría el primer amante, ambos sin división en la Divinidad.

Pero al amar Dios su propia belleza, desea producir un hijo semejante a él, y es este deseo el primer amor extrínseco, es decir el de Dios hacia el mundo producido; amor que, al nacer, causó la producción de los primeros padres del mundo, que son el primer intelecto, en que esplenden todas las ideas del artífice sumo, y que es padre, formador y generador del universo, y el caos, que contiene el esbozo de todas las ideas, todas sus esencias, y que es la madre universal. Mediante estos primeros instrumentos y progenitores, creó Dios con amor de deseo, formó y embelleció el universo, a imagen de la belleza, sabiduría y esencia divinas. Concurrió pues en la creación el segundo amor fuera del divino extrínseco: el del caos hacia el primer intelecto, y el recíproco de éste hacia el caos. Mas para la existencia y conservación del mundo fue menester un tercer amor, el de todas sus partes entre sí y hacia el todo. Y estos tres amores nacieron con el mundo, o al nacer sus dos primeros padres.

Por tanto, si el mundo es eterno, como quiere Aristóteles, estos primeros amores nacieron ab æterno, junto con el intrínseco divino que es uno con Dios, acerca de lo cual no creemos necesario agregar nada. Pero si el mundo y ambos padres suyos tuvieron principio temporal, como afirmamos los creyentes, dichos tres amores nacieron sucesivamente al iniciarse la creación: primero, aquel amor de Dios, con deseo, por la creación del mundo a imagen de su belleza y sabiduría; luego, una vez producidos dichos primeros padres, el amor recíproco de éstos, que fue el segundo; después, formado el universo con sus partes, el amor de éstas entre sí, unitivo del mundo.

Pero si el mundo, como afirma Platón, fue producido en el tiempo y de dos padres eternos, entonces aquel primer amor que produjo los primeros instrumentos y padres del mundo, el intelecto y el caos, nació ab æterno juntamente con dichos primeros padres, en tanto que los otros dos que siguen al divino nacieron con principio temporal, cuando el mundo fue hecho; y cuantas veces el mundo ha sido hecho, otras tantas nacieron estos dos amores.

Se ve pues que, según las diversas opiniones acerca de la generación del universo, es preciso que varíen las doctrinas acerca del nacimiento del amor. En cuanto a nosotros, debemos tener por cierto que el amor del mundo nació en el tiempo, así como en el tiempo fue creado el mundo mismo.

TOMO VI.

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