CAPÍTULO XII


Qué han opinado los más notables

filósofos acerca de la diestra y siniestra

que se atribuían al cielo como a verdadero animal


Solía Pitágoras atribuir al cielo derecha e izquierda lo mismo que a todo animal, pues llamaba parte derecha del mismo la mitad que se halla entre la línea equinoccial y el polo ártico, a causa de que en ella veía las estrellas de la octava esfera mucho más numerosas, grandes y brillantes que las de la mitad opuesta, y juzgaba que producían mayores y mejores efectos en la región terrestre septentrional que se extiende bajo ellas, que los obrados por las estrellas de la mitad austral, comprendida entre el círculo equinoccial y el polo antártico, desconocido para él, y a la que llamaba izquierda del cielo.

Aristóteles, por su parte, considerando ser el cielo un animal perfecto, no sólo le atribuía las predichas partes animales, sino también parte anterior y posterior, es decir, rostro y espalda, y asimismo parte superior e inferior, o sea cabeza y pies, partes todas que suelen ser necesarias en un animal perfecto, y que, además, deben suponerse en el cielo si se ha concedido que tiene derecha e izquierda, pues la latitud, a la que se atribuyen en los cuerpos tales partes, requiere la longitud, y ambas dimensiones a su vez lo anterior y lo posterior. Agrega Aristóteles que ni el polo ártico es la derecha ni el antártico la izquierda, y que el cielo no tiene de sí mismo tales partes, sino sólo en relación con nosotros, y afirma entonces que el oriente es la derecha y el occidente la izquierda movibles y variables según la región del cielo bajo la cual nos hallemos; que en el polo ártico tiene los pies y en el antártico la cabeza, y que su rostro mira al hemisferio superior y su dorso al inferior. Pero es dudoso qué haya entendido por oriente y occidente. Piensan algunos que los entendía en relación con quienes viven en una mitad del mundo habitable, juzgando que la otra mitad está cubierta por las aguas, lo cual se ha probado por experiencia que es falso, y sobre todo por la de los españoles en las Indias Occidentales. Otros creen que quiso significar por oriente la constelación de Aries, porque cuando el Sol se halla en este signo todo germina, y por occidente la de Libra, porque todo languidece y se marchita con el Sol en ella. Pero otros opinaron que más bien son tales partes movibles, a saber, por donde el Sol sale y se pone, pues Aries y Libra no siempre están el uno en oriente y el otro en occidente, sino que ambos están a veces en el uno y a veces en el otro, y, por otra parte, no para todas las cosas es benéfico el tiempo en que el Sol entra en el signo de Aries. No es nada extraño, por lo demás, que, dado que se mueve circularmente, no tenga el cielo en realidad sino dos partes, septentrional y austral, en tanto que la oriental y la occidental, establecidas según su longitud, no son reales, puesto que no pueden ni deben moverse progresivamente como acontece en los seres animados.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS