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Libro Quinto


ARGUMENTO DEL LIBRO QUINTO


Irada el Quinto de justicia, de injusticia, qué sea justicia y qué sea sin justicia, de las maneras del injusto, de la proporcionalidad, de lo justo distributivo, de lo justo conmutativo. De la ganancia, de la repasión, del dinero, de la necesidad, de la injuria, de lo justo civil, de lo justo heril, y de lo justo económico o casero, de lo justo natural y legítimo, de tres modos de daño que se haze a otros, del padecer injuria, de la equidad y bondad, de lo equo y bueno, y cuál es el equo y bueno y de lo que es hazer injuria.



CAPÍTULO I


De la justicia


Réstanos tractar de la justicia, la cual no es otra cosa que un hábito con que los hombres, inclinados a vivir justamente, obran y quieren cosas justas, y como el injusto pueda serlo de muchas maneras, llamarse ha también de otras tantas el justo. Por lo cual como sea injusto el que obra contra las leyes, el que es demasiadamente cobdicioso de los bienes de fortuna, y el que no quiere ser partícipe de los males, es necesario que el que vive según las leyes, y el que se contenta con igual parte de los bienes y de los males, parezca ser justo, y aquel justo que vive según las leyes ordena aquello que juzga ser cómodo para conservar la utilidad de su república, y la bienaventuranza de la sociedad o compañía ciudadana. Pero la ley manda todo aquello que puede ser ornamento a la vida de los hombres, porque castiga los covardes, refrena los destemplados, modera los iracundos y, en suma, persigue con severidad todos los vicios y premia muy cumplidamente la virtud. De donde viene que la justicia es la más excelente y esclarecida de las virtudes, como abrace las acciones de todas ellas. Porque no solamente podemos exercitar con nosotros mismos justicia pero también y mejor con los demás. No como en las otras virtudes, cuyas acciones exercitamos para solo nuestro provecho, de aquí viene llamarse por refrán, la justicia, ageno bien.

Será pues la justicia virtud que abraza todas las otras virtudes, y por el contrario la injusticia un hábito ensuciado de todos los vicios. Pero en esto difiere la justicia de la virtud, que la justicia mira a otro y la virtud no se refiere a ninguno. Florece tan ilustremente en el rey Philippo esta virtud, que parece haverle Dios escogido para tener en peso la justicia en estos sobervios y enconados tiempos con tanta igualdad que ni la calidad de las personas ni la dificultad de los negocios, ni el desenfrenamiento desta edad, es parte para estorvaria; dígalo Flandes y, en suma, el Viejo y el Nuevo Mundo donde se gobierna todo con tanta igualdad que ni los pequeños hazen desacato a los mayores ni los grandes tiranizan los pequeños, y así se espera será siempre mientras nos guardare Dios tan buen Rey y de sus consejeros no recibiere engaño.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS