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Libro Cuarto


ARGUMENTO DEL MISMO


Tracta el Cuarto de la liberalidad y del liberal y pródigo, de la magnificencia y magnífico, acerca de la decencia, del rude, tordillo y pusillo. De la magnanimidad, magnánimo, floxo o tibio, y pusillánime. De la modestia, modesto, ambicioso, y del descuidado de su honor. De la mansedumbre, manso, iracundo, y razio de ira. De la afabilidad, afable, adulador y renzilloso. De la verdad, del verdadero, arrogante y disimulado, delicado y malicioso. De la buena conversación, del que la tiene, del truhán y rústico. Y finalmente de la vergüenza, de todo lo cual se dirá con distinción.



CAPÍTULO I


De la liberalidad


Hablemos agora de la liberalidad, que es una loable medianía acerca del dispensar de las riquezas. Constituida en el dar y recibir, aunque se señala más dando que recibiendo, porque más cuadra con la virtud hazer bien que recebirlo, y cierto es necesario, al que exercita la liberalidad, que lo haga con rectitud y deleite, y que use del recebir con tanta moderación que parezca tomarlo para distribuirlo a otros, de do viene que los liberales no pueden enriquecer, ni quieren, antes dexan poco para sí y distribuyen lo demás, finiendo cuenta con las personas y cantidad de su hazienda, porque el hábito es el que hace los hombres liberales, no la muchedumbre de los dones. Pero acontece que por la mayoi parte sean más liberales los que heredaron la hazienda de sus padres que no los que enriquecieron por su industria y diligencia propria. Una cosa es certísima, que se suele congoxar más el liberal si le parece faltar al gasto necesario que no si inconsideradamente derrama alguna cosa de su hazienda. El pródigo es demasiado en gastar, y negligentísimo en tomar y retener, y por el contrario el avariento es demasiado en recebir y retener, y muy escaso en gastar aun las cosas muy pequeñas. Pero parece pecar menos el pródigo que el avaro; este vicio se suele muchas vezes quitar o diminuir con la vejez y necesidad, y por el contrario es la avaricia más pestífera, por hazerse cada día más obstinada y crescer por las mismas causas que se suele curar la prodigalidad. Hay otro linage de prodigalidad conjunto con el avaricia y luxuria, porque muchas vezes acontece que, el que temerariamente destruye su hazienda dándola sin orden y razón, quiera indiscretamente enriquecer con las pérdidas ageñas, para que haya con que se críen los truhanes, representantes y aduladores, y se sustenten sus muy sucios deleites. Hay ansí mismo muchos géneros de avaricia, porque unos, como sean escasos y tenacísimos, solamente procuran que no se les disminuya nada de su hazienda, pero no se aprovechan de lo ageno, o porque les parece ser cosa fea o porque temen no les sea dificultoso gozar de lo ageno y defender lo suyo. Otros por el contrario no se espantan de ninguna fealdad, con tal que hagan su hazienda mejor y mayor, en el número de los cuales están los rufianes, logreros, jugadores, ladrones, corsarios, corrompedores de sepulturas, y otros deste género vilísimo de hombres. Y aunque toque a todos dispensar cómodamente los bienes, havido respecto a la persona a quien se da, a la cuantidad de la hazienda, a quien lo da, a la ocasión, al tiempo y a la medianía, evitados los extremos y otras cosas desta manera, pero más a los grandes señores y reyes, porque tienen mucho que dar, y mucho para qué retener, y con dar como conviene conservan la patria, y con la prodigalidad la destruyen, siendo forzados a quitar a sus súbditos pobres lo que desenfrenadamente dan a sus privados ricos, y aun dando a los beneméritos crían amparadores de sus repúblicas, y dando a los que no lo merecen engordan lobos que las tiranicen y desbaraten, y lo que peor es, que el uno aborrece al otro después que ni al uno queda qué dar, ni al otro qué recebir.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS