CAPÍTULO XXX


Del entendimiento agente


Mas porque las cosas que pueden recebirse tienen necesidad de la fuerza de otra cosa que las introduzga, conviene que huviese otra virtud de la misma racional, que hiziese lo que padece la otra, y que alumbre el entendimiento que ha de recebir y lleve de la materia las imágines de las cosas al entendimiento. De las cuales dos partes como lo uno, conviene a saber la que recibe, sea por demás de cuando no puede haver alguna imaginación, será necesario corromperse juntamente con el cuerpo, mas la otra como ansí haga en el cuerpo como sin el cuerpo y por ventura especula primero y más divinamente, será inmortal y sempiterna. Y si la virtud que está subjectada en el alma no puede dexar de ser inmortal (pues es necesario que como haya de interceder alguna proporción entre las cosas que hazen y padecen, si podemos entender inmortales objectos, sea también inmortal la virtud del alma, que entiende), también el ánima que es substancia será inmortal. Pero que hay un ánima en cada uno, persuade ver que como toda difinición conste de cosas intrínsecas y que hazen ser la cosa, y la difinición del hombre se tome del ánima racional, es necesario que el ánima esté en nosotros no como algunos malos intérpretes y sediciosos quisieron que estuviese extrínsecamente en el cielo. De lo cual, si nos es lícito exceder un poco la materia que vamos tractando, parece que se puede seguir haber en algún tiempo comenzado la fábrica del mundo: porque si los ánimos, como está asaz probado, son inmortales, y quedan después de corrompido el cuerpo, como no puedan ser infinitos, pues no puede haber número infinito en acto, parece cosa muy necesaria no ser posible que sea el mundo sempiterno. Pero el ánimo, como no pueda corromperse, es necesario que no padezca cosa alguna corruptiva. Puédese aquí preguntar por qué como ponemos entendimiento agente, no ponemos también algún sentido agente. Respóndese que el objecto del sentido es aquel que actualmente es sensible, de do viene que no se requiere virtud alguna que le reduzga de potencia a acto, pero las imaginaciones, que hieren el entendimiento, sen inteligibles no en acto sino en potencia, como estén atadas y conj uñetas con las condiciones de la materia, las cuales no caben en el entendimiento, porque aunque se entiendan primero los particulares, sacada una razón universal del conocimiento de muchos universales, pero porque son primeros por naturaleza los comunes; por tanto, se dizen proprios y peculiares objectos del entendimiento y no se puede dubdar de qué manera la especie singular represente alguna cosa universal, pues vemos hazerse lo mismo en el espejo, representándose aquella imagen a sí misma, y aquella cosa cuya semejanza es.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS