CAPÍTULO XXII


De la imaginación y de los sueños


Y porque es necesario haya alguna virtud que retenga las especies que el sentido común no retiene, dixeron que había imaginación que hiziese este oficio, y no sólo guardase las especies simples, pero las complicase y compusiese para que fingésemos un monte de oro, un macho cabrón, y macho ciervo, y otras cosas semejantes. También nascen las phantasmas de los sueños desta virtud, y el sueño se haze de la fatiga cuando los espíritus cansados hazia dentro se privan de los objectos exteriores, y también de la muchedumbre de los cuidados, cuando calentado el cerebro de aquella agitación, evaporando ata los sentidos, y si se calentare o enfriare demasiadamente, priva los animales de sueño. También cuando se ha de cozer el manjar es menester cesen las obras de fuera, para que todo el calor se torne adentro, y es tanta la fuerza de la embriaguez, que cerrados los caminos de los instrumentos sensitivos de la abundancia del humor defraudan al sentido de su obra. De los sueños hay cinco especies: oráculo, visión, sueño, entresueño y fantasmas, debaxo del cual se comprehende el Ephialtes y otras cosas terribles, que puede fácilmente entender cualquiera que huviere aprovechado poco en las cosas lícitas. Luego, para que veamos algo entresueños, es necesario que las especies que se retienen en la imaginación o se revocan de la memoria aparezcan, y que se sosieguen un poco las causas que hazen el sueño, porque los que han bevido demasiadamente, yéndose luego a acostar, no ven cosa alguna entre sueños. También los niños carecen de entresueños, por la copiosa humedad y comer muchas vezes, aunque bien sé haverlo sentido algunos al contrario, viéndolos llorar entre sueños, está suelta y muy libre en el tiempo {d}el sueño la facultad imaginativa, como no se distraiga entonces de sus obras, divertida de los sentidos exteriores, o de la cogitativa. Pero el sentido común fácilmente toma en el sueño especies de la memoria, cuando se acostumbraron a recebir semejanzas de las cosas exteriores. Mas cuando se toman las semejanzas entre sueños por alguna razón, como cuando argumentamos y discurrimos, no es diferente este adormecimiento del sueño particular.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS