CAPÍTULO XII


Del gusto y géneros de sabores


Es el sabor objecto del gusto y, como el olor en lo seco, ansí el gusto se coloca en lo húmido; no que sólo haya allí húmido, porque también hay seco terrestre, no ígneo y muy delgado, pero que exceda la humedad. Notaron los antiguos siete diferencias de sabores, de los cuales los estreñios son el amargo y póntico, según quieren algunos, pero según Aristóteles el dulce y amargo; los intermedios son dulce y graso, salado, ázedo, y quemazioso, y porque nunca gustamos el sabor sin que le sintamos húmido (siendo como a la forma es subjecto la materia, ansí la humidad al sabor), por tanto es el gusto cercano al toque a causa de ser la humedad subjecto del toque, de donde viene que es medio interior al gusto como lo es al toque, y está el sabor en una carne espongiosa que tiene la lengua, a la cual se comunica este sentido por un nervio interior que viene del cerebro, unas vezes sencillo y otras doblado, y a esta causa parece que tienen las serpientes dos lenguas, siendo dos los nervios. Pero que es para conocer los sabores necesaria la humidad colígese de que no podríamos gustar la sal si no se deshiziese con la saliva, y concedió naturaleza la saliva cerca de la lengua, para que las cosas que tienen en potencia el sabor, humedescidas, actualmente se alcanzasen. Por lo cual fue necesario que el gusto fuese en potencia húmido, para que se conformase con el objecto según alguna porporción, pero porque lo que recibe alguna cosa es necesario carezca della, como no convino ser el ojo colorado actualmente pero sólo en potencia, ansí tampoco convino que el gusto fuese en acto húmido, mayormente de estraña humedad. Porque de otra manera, como al ojo, que tiene algún color, todo le parece tenerle, ansí también al gusto todo le parecería del sabor de que estuviese tocado, según que en los enfermos cada día se experimenta.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS